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Düsseldorf, Alemania

Desde Alemania: ¡Nuestro equipo para la Copa Mundial! – Los y las Zapatistas

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¡Nuestro equipo para la Copa Mundial!

No, nuestro equipo no es el montón de muy bien pagados millonarios extremadamente privilegiados, el equipo nacional alemán de Mercedes-Benz, Bitburger y la DFB (Federación de Fútbol Alemana). Nuestro equipo, tampoco es uno de los otros equipos que juegan por otras banderas y para el beneficio y el poder de la FIFA y otras grandes corporaciones, mientras una gran cantidad de personas sufren a causa del gran negocio de la “Copa Mundial“ y la industria del deporte – tanto la gente de Brasil a quien se despoja de sus casas y barrios, como a las trabajadoras de las maquiladoras para la ropa deportiva en Bangladesh u otras partes a quienes se les paga un salario de hambre mientras su vida no vale nada para las grandes empresas de moda deportiva.

Ni siquiera es nuestra Copa Mundial porque es exactamente como al poder y a los poderosos de nuestro mundo les gustaría tener, todo el mundo entero: Un espectáculo para distraer del juego sucio que realmente están jugando; una mercancía que sólo está ahí para los que pueden pagar por ella; una competencia en la que sólo cuenta el rendimiento y solo uno de los lados puede ganar; una máquina de hacer dinero que hace a unos cuantos ricos y deja a muchos pobres; “No hay alternativa!”. Una realidad que se hará cumplir en caso necesario, incluso por la fuerza.

La Copa Mundial muestra un mundo dividido en los Estados-nación, que compiten entre sí para prevalecer, un mundo que separa y yuxtapone a la humanidad – por jerseys ó a través de vallas. En este mundo sólo cuenta el consumo, el rendimiento y la victoria. Aquí, los roles están claramente definidos: En el centro, unos cuantos, los líderes del juego, todos del sexo masculino y todos millonarios, por otro lado, las masas que les vitorean y animan y que se alegran de „sus“ victorias y lloran „sus“ derrotas – sin embargo, en realidad permanecen completamente pasivos, en lugar de hacer del juego en sí, su propio juego.

Una Copa Mundial así y un mundo como ese ¡no queremos! No queremos naciones que nos dividan, no queremos ningún tipo de presión relativa al rendimiento que nos enferma y ensordece, no queremos un beneficio para unos cuantos a expensas de muchos. Queremos una vida digna para todas las personas, queremos que cada uno/una pueda vivir donde él o ella quiera, con igualdad de derechos para todos y todas, donde exista la solidaridad entre nosotros. Queremos un mundo donde quepan muchos mundos.

Por lo tanto, nuestro equipo para esta Copa Mundial y para este mundo, es el equipo zapatista. Los zapatistas son un movimiento en resistencia, localizado en el sureste estado mexicano de Chiapas, formado por campesinos y campesinas indígenas. Hace 20 años, el 1.1.1994, se levantaron con un „¡Ya Basta!“contra el gobierno, el capitalismo neoliberal, el racismo y la explotación. Desde entonces viven en sus más de 1.000 comunidades, una alternativa social „desde abajo y a la izquierda“ basada en igualdad, democracia y solidaridad. Ellos viven una de las más impresionantes y más progresistas formas de sociedad en nuestro tiempo – y tienen su propio equipo de fútbol.

Crear esa sociedad y defenderla, lo han conseguido a través de la organización comunitaria y de su valiente y creativa acción: Un levantamiento armado y la recuperación de tierras saqueadas, la creación de sus propias escuelas, su propio sistema de salud y sus propias estructuras administrativas, la progresiva emancipación de la mujer, la orientación hacia la gente de abajo y sus necesidades, la perseverancia junto al pensamiento no dogmático, a acciones espectaculares y la a creación de vínculos a nivel mundial.

En resumen, las decenas o cientos de miles de zapatistas sin mucho dinero o influencia han construido para sí, un exitoso „otro mundo“ lleno de vida, un mundo en el que hoy a ellos les va mejor que en el mundo de la explotación y el racismo, en que desde el colonialismo han sido forzados a vivir. Ellos han creado una alternativa concreta a aquel mundo que imaginan los poderosos – aquel mundo que quieren celebrar y cimentar con la Copa Mundial .

El fútbol zapatista es como toda su política: auto-organizada, desde abajo y para los de abajo, no por dinero, ni por fama ni para las grandes empresas, sino para las personas mismas y su propia diversión. Así como los zapatistas, ¡también queremos nosotros al fútbol y al mundo! … y sabemos que hay muchas personas que comparten nuestro deseo – en Brasil y en otras partes

¡Por un fútbol auto-organizado desde abajo, contra el comercialismo, la explotación y el nacionalismo!

¡Alerta! – Düsseldorf/Alemania y la Oficina de Educación Politica del Comité de Estudiantes de la Escuela Superior de Düsseldorf

PD: Con motivo de la Copa Mundial de la FIFA en Brazil hemos diseñado este póster (en aleman) y desde entonces lo hemos distribuído en todo Alemania. El texto arriba es nuestra declaración que acompaña el póster.

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Manuela Picq

Autodeterminación como antiextractivismo: la resistencia indígena desafía las políticas mundiales

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Self-Determination as Anti-Extractivism: How Indigenous Resistance Challenges World Politics Print
Written by Manuela Picq
Monday, 02 June 2014 19:46
This article was originally published in E-International Relations’ free-to-download Edited Collection, Restoring Indigenous Self Determination: Theoretical and Practical Approaches. Republished under a Creative Commons License.

Indigeneity is an unusual way to think about International Relations (IR). Most studies of world politics ignore Indigenous perspectives, which are rarely treated as relevant to thinking about the international (Shaw 2008; Beier 2009). Yet Indigenous peoples are engaging in world politics with a dynamism and creativity that defies the silences of our discipline (Morgan 2011). In Latin America, Indigenous politics has gained international legitimacy, influencing policy for over two decades (Cott 2008; Madrid 2012). Now, Indigenous political movements are focused on resisting extractive projects on autonomous territory from the Arctic to the Amazon (Banerjee 2012; Sawyer and Gómez 2012). Resistance has led to large mobilized protests, invoked international law, and enabled alternative mechanisms of authority. In response, governments have been busy criminalizing Indigenous claims to consultation that challenge extractive models of development. Indigenous opposition to extractivism ultimately promotes self-determination rights, questioning the states’ authority over land by placing its sovereignty into historical context. In that sense, Indigeneity is a valuable approach to understanding world politics as much as it is a critical concept to move beyond state-centrism in the study of IR.

The Consolidation of Indigenous Resistance against Extractivism

Indigenous peoples are contesting extractive projects in various, complementary ways. Collective marches have multiplied as an immediate means of resistance throughout the Americas. In 2012, the Confederation of Indigenous Nationalities of Ecuador led thousands of people on a 15-day, 400-mile March for Life, Water, and the Dignity of Peoples, demanding a new water law, the end of open-pit mining, and a stop to the expansion of oil concessions. Within days, a similar mobilization took over Guatemala City. The Indigenous, Peasant, and Popular March in Defense of Mother Earth covered 212 kilometers to enter the capital with nearly 15,000 people protesting mining concessions, hydroelectric plants, and evictions. In Bolivia, various marches demanded consultation as the government prepared to build a highway within the Indigenous Territory and National Park Isidoro Sécure (TIPNIS). From Canada’s Idle No More movement to the protests against damming the Xingú River Basin in Brazil, Indigenous movements are rising and demanding they be allowed to participate in decisions affecting their territories.

Protests are at the core of global Indigenous agendas. In 2013, the Fifth Continental Summit of Indigenous Peoples of the Abya Yala encouraged communities to step-up resistance in light of the threat posed by state-sponsored extractivism. This is what Indigenous women were doing when they walked from Amazon territories to Quito, Ecuador, denouncing government plans to drill without consultation in the Yasuní reserve. Local protests are not trivial or irrelevant in world politics. Rather, they are part of a larger effort to transform local concerns into international politics.

Indigenous peoples have remarkable expertise in international law and are savvily leveraging their rights to consultation and self-determination guaranteed in the ILO Convention 169 (1989) and the United Nations Declaration on the Rights of Indigenous Peoples (UNDRIP) (UN General Assembly 2008). They have won emblematic legal battles at the Inter-American Court of Human Rights (IACHR), at times obliging states to recognize Indigenous territorial authority. In the decade-long case of Sarayaku v. Ecuador, the IACHR upheld the right of free, prior, and informed consent with a binding sentence against the Ecuadoran State for allowing a foreign oil company to encroach on ancestral lands without consultation during the 1990s. A 2011 petition by communities of the Xingú River basin led the IACHR to order Brazil’s government to halt the construction of the Belo Monte Dam. The Mayan Q’eqchi’ expanded jurisdiction by taking Hudbay Minerals to Court in Canada for crimes committed at an open-pit nickel mine in Guatemala. In Canada, two Manitoba First Nations used their own legal systems in 2013 to serve eviction notices to mining companies operating illegally on their land.1

International pressure is significant, yet states frequently eschew what they perceive to be uncomfortable mechanisms of accountability. Courts may validate Indigenous resistance, and UN reports warn against the catastrophic impact of extractive industries, but Brazil continued to build the Belo Monte Dam and Peru’s government did not consider suspending the Camisea gas project of drilling 18 wells on protected territories that have been home to Amazonian peoples in voluntary isolation (Feather 2014). Nevertheless, states that evade prior consultation obligations only foster Indigenous inventiveness. In the absence of official mechanisms of consultation, people establish autonomous ones. Local communities of the Kimsacocha area took matters in their own hands after years of being ignored, demanding Ecuador’s government consult them on a mining project in the highlands. In 2011, they organized a community-based consultation without the authorization of the state that was nevertheless legitimized by the presence of international observers (Guartambel 2012). The community voted 93% in favour of defending water rights and against mining in the area. Autonomous forms of prior consultation are increasingly common in Latin America. In Guatemala alone, there have been over sixty community-based consultations since 2005 (MacLeod and Pérez 2013).

Contesting States of Extraction

Indigenous resistance has been the target of severe government repression, ranging from judicial intimidation to assassinations of activists. Mobilizations against the Congo mine in Cajamarca, Peru, led President Ollanta Humala to declare a state of emergency and unleash military repression. An estimated 200 activists were killed in Peru between 2006 and 2011 for resisting extractivism (Zibechi 2013). Colombia’s government, in turn, declared protests against the mining industry illegal. In Ecuador, about 200 people have been criminalized for contesting the corporatization of natural resources. Many have been charged with terrorism. Violent repression against TIPNIS protesters in Bolivia revealed that even Evo Morales, Latin America’s first elected Indigenous president, is willing to use force to silence demands for consultation. Various activists opposing the multinational mining giant AngloGlod Ashanti have been assassinated. Argentina’s Plurinational Indigenous Council, which calls for an end to extractivism, has recorded eleven assassinations since 2010. The Observatory of Mining Conflicts in Latin America (OCMAL) estimates there are currently 195 active conflicts due to large-scale mining. Peru and Chile lead the list with 34 and 33 conflicts respectively, followed by Mexico with 28, Argentina with 26, Brazil with 20, and Colombia with 12. Mega-mining alone affects nearly 300 communities, many of which are located on Indigenous territories.

This wave of intense criminalization indicates the expansion of the extractive frontier. In Peru, where anti-extractivist unrest toppled two cabinets under the Humala government and led to the militarization of several provinces, mineral exploration expenditures increased tenfold in a decade. In 2002, 7.5 million hectares of land had been granted to mining companies; by 2012 the figure jumped to almost 26 million hectares, or 20% of the country’s land. Nearly 60% of the province of Apurímac has been granted to mining companies. In Colombia, about 40% of land is licensed to, or being solicited by, multinational companies for mineral and crude mining projects (Peace Brigades International 2011). According to OCMAL, 25% of the Chile’s territory was under exploration or operation as of 2010. In 2013, Mexico’s government opened the state-controlled energy sector to foreign investment, changing legislation to allow private multinationals to prospect for the country’s oil and natural gas resources for the first time since 1938.

The problem is that governments are largely licensing Indigenous land. In 2010, the UN Permanent Forum on Indigenous Issues reported that Colombian mining concessions had been awarded in 80% of the country’s legally recognized Indigenous territories. Colombia’s government has 8.8 million hectares of Indigenous reserves designated as oil areas and granted 168 mining licenses on Indigenous reserves in 2011. Extractive industries lead to evictions, toxic waste, and resource scarcity, creating conflicts over water, soil, and subsoil. Open-pit mining uses unsustainable amounts of water. The controversial Marlin mine, partly funded by the World Bank in 2004, and today fully owned by Goldcorp, uses in one hour the water that a local family uses over 22 years (Van de Sandt 2009).2 In Chile, mining consumes 37% of the electricity produced in the country – which will reach 50% in a few years – compared to 28% for industry and 16% for the residential sector. This requires the Chilean State to continually expand energy sources, thereby accelerating displacement and the transfer of agricultural land to hydroelectric projects.

Conflicts against extractivism should not be dismissed as only concerning Indigenous peoples. They encompass larger debates about the role of extractivism in politics and contest a development model based on the corporatization of natural resources. In particular, they reveal the continuous role of resource exploitation as a strategy to finance states. Governments are prioritizing extractive industries as key engines of growth, although there is ample evidence that extractive industries create relatively few jobs. President Juan Manuel Santos promised to turn Colombia into a mining powerhouse because it attracts quick investment. Opening Ecuador to mega-mining financed much of President Correa’s third re-election. In fact, his unexpected policy shift to approve drilling within the Yasuní Reserve is explained largely by his government’s urgent need for cash. China, which holds over 35% of Ecuador’s foreign debt and financed 12% of its budget in 2013, buys about 60% of the country’s oil and is expected to pre-buy Yasuní oil (Guevara 2013).

Indigenous claims against extractive projects contest a world system based on predation and usurpation. In Guatemala, mining is managed by long-standing political elites and inscribed in the colonial genealogy of power. In many instances, the entrepreneurs promoting mining today are the scions of the same oligarchical families that have controlled Indigenous land and peoples for centuries (Casaús 2007). The political economy of extractivism encompasses global inequalities of exploitation, within and among states. About 75% of the world’s mining companies are registered in Canada, and most operate in the so-called Global South (Deneault et al. 2012). Extractive industries in the North rely on alliances with national elites to exploit natural resources of peoples and places historically marginalized from power politics.

Indigeneity as a Way to Rethink International Relations

Claims against extractivism are ultimately claims to the right of self-determination. The unilateral expropriation of land for mining today is a continuation of the Doctrine of Discovery. It conceptualized the New World as terra nullis, authorizing colonial powers to conquer and exploit land in the Americas. It also paved the way for a paradigm of domination that outlasted colonial times to evolve into a broader – and more resilient – self-arrogated right of intervention embodied by the modern state (Wallerstein 2006). Today, the idea of “empty” lands survives in extractivist practices. Large-scale mining by multinational corporations perpetuates the human abuse and resource appropriation initiated by Spanish colonizers centuries ago in the Bolivian mines of Potosi. International rights to self-determination may have replaced Papal Bulls, yet the political economy of looting natural resources on Indigenous lands continues, now in the name of development.

In this context, Indigeneity is a privileged site for the study of international relations. First and foremost, the extent and sophistication of Indigenous political praxis is relevant to any explanation of world politics. The rise of anti-extractivism as a politics of contestation against state exploitation calls for alternative sites of governance, such as the Inuit Circumpolar Council (Shadian 2013). Indigenous claims are shaping political practice, framing international legislation, and destabilizing assumptions about stateness. They seek the redistribution of rights as much as the uprooting of the concentration of power in the state. In that sense, Indigenous claims to consultation challenge the authority of states over natural resources as much as Westphalian forms of sovereignty.

Second, Indigeneity disrupts state sovereignty (Ryser 2012). The UNDRIP became the longest and most hotly debated human rights instrument in UN history because the expansion of Indigenous rights is intrinsically related to issues of state authority over territory. Rights to self-determination entail the recognition of plural forms of territorial authority in competition with states. Indigeneity is attributed to peoples who have historically been excluded from projects of state-making. Yet it contributes much more than making visible historically excluded groups. It refers to a politics that both precedes the state and lies outside of it. It is the constitutive “other” of the modern state, marked by a co-constitutive history that explains why Indigenous politics vary depending on different processes of state-formation. Consequently, Indigeneity is vital to a discipline dedicated to studying relations among states precisely because it is intrinsically related to state-formation. Standing outside of, and prior to, the state makes Indigenous standpoints valuable in terms of thinking critically about world politics and imagining what post-national political assemblages may look like (Sassen 2008).

Finally, Indigeneity is a strategic perspective in expanding scholarly debates on what constitutes IR. Indigenous experiences complement and broaden official national histories with forgotten or repressed narratives (O’Brien 2010), thus expanding methodological assumptions on how to do IR (Jackson 2010). Its precedence over the modern state encompasses alternative worldviews to think about the international beyond stateness. Indigeneity thus defies core epistemological foundations about power. In particular, it historicizes the state and sovereignty, moving away from Eurocentric conceptions of the world (Hobson 2012) and breaking with the discipline’s unreflective tendencies (Tickner 2013). The vibrancy of Indigenous struggles not only confirms the inadequacy of the state, echoing calls to provincialize Europe’s political legacies (Chakrabarty 2000), but it also provides concrete experiences of what the international can actually look like within and beyond the state (Tickner and Blaney 2013). Indigeneity is therefore doubly valuable for world politics. In addition to contributing alternative praxis of the international, it instigates critical theory to expand disciplinary borders.

Conclusion

Indigeneity is a valuable category of analysis for world politics. Indigenous experiences offer a fuller understanding of the world we live in. Integrating indigenous perspectives in the study of IR speaks to the ability to extend our political practice beyond the ivory tower. It is not a category of analysis that concerns merely Indigenous peoples, just as racism is not a matter for people of African descent only, or post-colonial studies the domain of previously colonized societies. The entire thrust of Indigeneity is that the non-state is the business of the state, and that there are alternative pathways available to decolonize the discipline.

Stripping IR of its state-centrism invites us to reflect upon the entrenched colonialism of international relations. Indigenous perspectives will hopefully inspire scholars to adventure beyond the conventional borders of the discipline. After all, opening an alternative locus of authority is nothing short of revolutionary.

Article originally published in E-IR’s free-to-download Edited Collection, Restoring Indigenous Self Determination: Theoretical and Practical Approaches. Republished under a Creative Commons (CC BY-NC-SA 3.0) license

References
Banerjee, S. (2012) Arctic Voices: Resistance at the Tipping Point. New York: Seven Stories Press.
Beier, J.M. (2009) International Relations in Uncommon Places: Indigeneity, Cosmology, and the Limits of International Theory. New York: Palgrave Macmillan.
Casaús, M. E. (2007) Guatemala: Linaje y racismo. Guatemala: F&G Editores.
Chakrabarty, D. (2008) Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historical Difference. Princeton: Princeton University Press.
Cott, D.L.V. (2008) Radical democracy in the Andes. Cambridge: Cambridge University Press.
Deneault, A., Denis, M. and Sacher, W. (2012) Paradis sous terre: comment le Canada est devenu la plaque tournante de l’industrie minie`re mondiale. Montre´al: E´cosocie´te´.
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MacLeod, M. and Pérez, C. (2013) Tu’n Tklet Qnan Tx’otx’, Q’ixkojalel, b’ix Tb’anil Qanq’ib’il, En defensa de la Madre Tierra, sentir lo que siente el otro, y el buen vivir. La lucha de Doña Crisanta contra Goldcorp. México: CeActl.
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Self-Determination as Anti-Extractivism
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Sassen, S. (2008) Territory, Authority, Rights: From Medieval to Global Assemblages. Princeton: Princeton University Press.
Sawyer, S. and Gomez, E.T. (2012) The Politics of Resource Extraction: Indigenous Peoples, Multinational Corporations and the State. New York: Palgrave Macmillan.
Shadian, J.M. (2013) The Politics of Arctic Sovereignty: Oil, Ice and Inuit Governance. New York: Routledge.
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Wallerstein, I.M. (2006) European Universalism: The Rhetoric of Power. New York: The New Press.
Zibechi, R. (2013, October 27) “Latin America Rejects the Extractive Model in the Streets.” Americas Program. Available at: http://www.cipamericas.org/archives/10983 (Accessed 29 January 2014).Endnotes
1 A delegation from the Red Sucker Lake First Nation descended on the work camp of Mega Precious Metals, Inc., a mineral exploration company, to stop them from working and demand that they vacate the land immediately. The Mathias Colomb First Nation issued a similar order to Hudbay Mining and Smelting Co., Ltd. and the Province of Manitoba.
2 According to the company’s own social and environmental impact report, the Marlin mine consumes about 250 thousand liters of water every hour (MacLeod and Pérez 2013).

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Prison Radio

Desde la prisión, Mumia Abu-Jamal habla sobre el ataque a La Realidad

Escucha en inglés: (Descarga aquí)  

Escucha en español: (Descarga aquí)  

Visita la página de Prison Radio.

Agradecemos a Johanna Fernandez y a Greg Ruggiero por hacer posible esta grabación.

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Radio Zapatista

Audio mensajes de solidaridad nacional e internacional con lxs zapatistas #GaleanoVive

Una emboscada contra bases de apoyo zapatistas en el caracol de La Realidad este 2 de mayo resultó en el asesinato de José Luis Solís López, “votán” de la Escuelita Zapatista, 15 zapatistas heridos, la destrucción de dos aulas y una clínica, daños a vehículos y otros bienes del proyecto autónomo zapatista. Colectivos e individuos de varias partes de México y del mundo nos enviaron estos mensajes de solidaridad con l@s zapatistas:

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Ya Basta Italia

Desde Roma, Italia: Solidaridad con lxs zapatistas

A las Juntas de Buen Gobierno
A las Bases de Apoyo Zapatistas
Al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional

Hoy en Italia a Roma en miles machamos en contra de las privatizaciónes para la defensa de l’agua, de los bienes comunes, en contra de las grandes obras como la TAV y los grandes barcos que cruzan Venecia, para una vivienda digna para todos, para los derechos.

De esta marcha nacional juntos comites, redes sociales, centros sociales, ocupantes de casas, sindacatos de base nos manifestamos tambien para decir que estamos con los zapatistas. Lo que nos une es la lucha para un mondo mundo diferente.

(Continuar leyendo…)

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Radio Zapatista

Entrevista a Miguel Ángel Paz Carrasco – Voces Mesoamericanas, acción con pueblos migrantes

Entrevistamos a Miguel Ángel Paz Carrasco, coordinador de Voces Mesoamericanas, Acción con Pueblos Migrantes, sobre el trabajo de la institución, la situación de los migrantes y los procesos organizativos desde abajo.

(Descarga aquí)  
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Radio Zapatista

Entrevistas durante el Foro Internacional de Derechos Humanos “De la Memoria a la Esperanza”

María Zedillo y Magdalena Ceto – Mujeres Ixiles de Guatemala sobrevivientes del genocidio durante la guerra hablan sobre el valor de las mujeres en el juicio contra el dicator Efraín Ríos Montt.

(Descarga aquí)  

Carlos Martín Beristain – Doctor en psicología y activista que trabaja con atención a víctimas, salud mental y derechos humanos en varios países. En entrevista, habla sobre su ponencia sobre la memoria con víctimas y sobrevivientes.

(Descarga aquí)  

Víctor Hugo López – Director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas. En entrevista, hace un balance del Foro Internacional de Derechos Humanos “De la Memoria a la Esperanza” y del 25 aniversario del Frayba

(Descarga aquí)  

Escucha todos los audios del Foro aquí.

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Vía Campesina

Vía Campesina hace llamado para día internacional de las luchas en defensa de las semillas campesinas

Llamado Internacional
17 de abril – Día internacional de las luchas campesinas en defensa de las semillas campesinas

Vía Campesina

(Harare, 4 de Marzo de 2014) Las campesinas y los campesinos articulados en La Vía Campesina convocamos este 17 de Abril, al día de acción y movilización global en defensa de las luchas campesinas con un énfasis en las semillas campesinas.

Las semillas tienen un lugar fundamental en la lucha por la soberanía alimentaria. De ellas depende, a cada ciclo de siembra, el alimento de los pueblos, cómo se cultiva y quién lo cultiva. Las semillas también transmiten la visión, los saberes, las prácticas y la cultura de las comunidades campesinas.

Desde hace 100 años nuestras semillas han sido agredidas por capitales quienes buscan privatizlarlas y estandarizarlas a favor de una agricultura industrial. En los últimos años se ha intensificado este despojo a través de nuevas ‘Leyes Monsanto’ que criminalizan a los campesinos por utilizar sus propias semillas a favor de semillas registradas o patentadas de la industria y través de los transgénicos.

Sin embargo, en África, Asia, Europa y las Américas, cada año crece y se fortalece la capacidad de movilización y lucha de los pueblos organizados en contra de la agroindustria que genera explotación y muerte, que acapara la tierra, envenena los alimentos y expulsa a los y las campesinos, y pueblos indígenas de sus territorios. En Colombia hubo un paro nacional cuando el gobierno aprobó una ley que permitió destruir semillas campesinas por no estar registradas y en México una huelga de hambre frente al intento de permitir la siembra de maíz transgénico. En toda África las comunidades campesinas luchan en contra de una nueva ‘revolución verde’ que quiere imponer transgénicos y semillas industriales. En todos los continentes luchamos por nuestras semillas que nos permiten una agricultura sana, rica en diversidad y que nos permite verdaderamente enfrentar al cambio climático.

Luchamos en defensa de las semillas campesinas porque ellas son esenciales para una reforma agraria integral y de nuestro modelo de agricultura basado en la producción agroecológica. Las semillas campesinas son un patrimonio de los pueblos en la afirmación de la Soberanía Alimentaria. Son parte de los bienes comunes como la tierra, el agua y los minerales que deben permanecer en manos de los pueblos.

En nuestra Jornada también denunciaremos a las transnacionales, al agronegocio, el uso de agrotóxicos y transgénicos. Asimismo, rechazamos todo intento de represión, criminalización de la protesta, penalización y muerte. Continuaremos luchando para transformar todo aquello que nos oprime, domina y somete. Nuestra lucha crece, se fortalece, y frente a cada clamor del pueblo, desarrollaremos indignación, solidaridad, internacionalismo y Lucha.

Desde 1996 en memoria de la masacre de 19 campesinos sin tierra de Brasil que fueron brutalmente asesinados por la policía militar por intereses del agronegocio, La Vía Campesina declaró el 17 de abril como día mundial de las luchas campesinas, organizando acciones que visibilizan las distintas luchas que se dan en los territorios. A la vez se busca generar un dialogo con la sociedad en la edificación de una gran alianza internacional por la soberanía de nuestros pueblos, en la en la construcción de un modelo de agricultura y sociedad que rescata la justicia y dignidad humana.

La Vía Campesina Internacional hace un llamado a todas sus organizaciones miembros, amigos y aliados a realizar acciones en sus países y territorios para reforzar esta lucha global. Estas pueden ser movilizaciones, tomas de tierras, intercambio de semillas, ferias de soberanía alimentaria, foros sobre las semillas y la soberanía alimentaria, eventos culturales, etc. Les pedimos que registren estas acciones enviándonos información sobre ellas para que de esta manera podamos visibilizar esta gran jornada mundial de lucha. Publicaremos un mapa de acciones en todo el mundo en www.viacampesina.org

Globalicemos la lucha! Globalicemos la Esperanza!

•    Vean aquí VIDEO: Llamado Comité Internacional de Coordinación de la Vía Campesina por Jornada Mundial de Luchas Campesinas – 17 de Abril (http://tv.viacampesina.org/Jornada-Mundial-de-las-Luchas?lang=en)

•    Vean también VIDEO: Movilización en Defensa de la Semillas Campesinas realizado por la Coordinación Europea – Vía Campesina (http://tv.viacampesina.org/New-translation-Plant-local-seeds?lang=en)

•    Vía Campesina TV (http://tv.viacampesina.org/?lang=en): Envíanos fotos, afiches, audios y  vídeos de las luchas campesinas en sus territorios o de las acciones que hagan el 17 de Abril a lvc-communication@viacampesina.org

•    Sus comunicados, declaraciones, artículos y acciones para que sean publicados en nuestra web www.viacampesina.org enviar a lvcweb@viacampesina.org

•    Suscríbete a nuestra lista de correo especial, enviando un mensaje en blanco a  via.17april-suscribe@viacampesina.net

•    Participa en nuestro evento en Facebook (https://www.facebook.com/events/1450497111850070/?ref=5)

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Raúl Zibechi

El Ya basta! en América Latina

Raúl Zibechi

La Jornada

En los 20 años que transcurrieron desde el alzamiento zapatista del primero de enero de 1994, los movimientos latinoamericanos protagonizaron uno de los ciclos de luchas más intensos y extensos en mucho tiempo. Desde el Caracazo de 1989 se sucedieron levantamientos, insurrecciones y movilizaciones que abarcaron toda la región, deslegitimaron el modelo neoliberal e instalaron a los de abajo, organizados en movimientos, como actores centrales de los cambios.

El zapatismo formó parte de esta oleada de los 90 y se convirtió muy pronto en uno de los referentes ineludibles, aun para quienes no comparten sus propuestas y formas de acción. Es casi imposible enumerar todo lo realizado por los movimientos en estas dos décadas. Apenas podemos repasar un puñado de hechos significativos: el ciclo piquetero en Argentina (1997-2002), los levantamientos indígenas y populares en Ecuador, las movilizaciones peruanas que forzaron la renuncia de Fujimori, y el Marzo Paraguayo, en 1999, que llevó al exilio al militar golpista Lino Oviedo.

En la década siguiente tuvimos la formidable respuesta del pueblo venezolano al golpe derechista de 2002, las tres guerras bolivianas entre 2000 y 2005 (una del agua y dos del gas) que borraron del mapa político a la derecha neoliberal, la impresionante lucha de los indios amazónicos en Bagua (Perú) en 2009, la resistencia de las comunidades de Guatemala a la minería, la comuna de Oaxaca en 2006 y la movilización del campesinado paraguayo en 2002 contra las privatizaciones.

En los tres pasados años se hizo sentir una nueva camada de movimientos que insinúan un nuevo ciclo de protestas, como la movilización de los estudiantes secundarios chilenos, la resistencia comunitaria al emprendimiento minero Conga en el norte del Perú, la creciente resistencia a la minería, a las fumigaciones y a Monsanto en Argentina, la defensa del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure) en Bolivia y la resistencia a la represa de Belo Monte en Brasil.

Sólo en 2013 tuvimos el paro agrario colombiano que fue capaz de unir a todos los sectores rurales (campesinos, indígenas y cortadores de caña) contra el TLC con Estados Unidos y a una parte de los movimientos urbanos, y también las movilizaciones de junio en Brasil contra el feroz extractivismo urbano de la mano de obra para el Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro.

Este conjunto de acciones a lo largo de dos décadas permite asegurar que los movimientos de los abajos están vivos en toda la región. Muchos de ellos son portadores de una nueva cultura política y de organización que se manifiesta de modos muy diversos en las diversas organizaciones, pero conforman modos de hacer diferentes de los que conocimos en las décadas de los 60 y 70.

Una parte de los movimientos, desde los estudiantes secundarios chilenos hasta las comunidades zapatistas, pasando por los Guardianes de las Lagunas de Conga, el Movimiento de Pobladores y Pobladoras de Venezuela y el Movimiento Passe Livre de Brasil (MPL), entre los más destacados, muestran algunas características comunes que sería interesante destacar.

La primera es la masiva y destacada participación de jóvenes y mujeres. Esta presencia revitaliza las luchas anticapitalistas, porque están participando directamente las personas más afectadas por el capitalismo, las que no tienen un lugar en el mundo aún hegemónico. Es la presencia mayoritaria de quienes no tienen nada que perder porque son, básicamente, mujeres y jóvenes de abajo que le dan a los movimientos un carácter de intransigente radicalidad.

En segundo lugar, viene ganando terreno una cultura política que los zapatistas han sintetizado en la expresión mandar obedeciendo, que se expresa de forma aún difusa. Los que cuidan las lagunas en Perú, herederos de las rondas campesinas, obedecen a las comunidades. Los jóvenes del MPL toman decisiones por consenso para que no se consoliden mayorías, y rechazan explícitamente los carros de sonido impuestos en el periodo anterior por las burocracias sindicales para controlar las marchas.

La tercera cuestión en común se relaciona con la autonomía y la horizontalidad, vocablos que 20 años atrás apenas empezaban a utilizarse y se incorporaron de lleno a la cultura política de quienes siguen luchando. Se reclaman autónomos del Estado y los partidos, en tanto la horizontalidad es la dirección colectiva y no individual del movimiento. Los miembros de la ACES (Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios) de Chile funcionan de modo horizontal, con una dirección colectiva y asamblearia.

La cuarta característica que veo en común es el predominio de los flujos por sobre las estructuras. La organización se adapta y se subordina al movimiento, no se congela en una estructura capaz de condicionar al colectivo, con intereses propios separados del movimiento. Los colectivos que pelean son algo así como comunidades en resistencia, en las que todos y todas corren riesgos parejos y donde la división del trabajo se adapta a los objetivos que traza el conjunto en cada momento.

En esta nueva camada de organizaciones no es fácil distinguir quiénes son los dirigentes, no porque no existan referentes y portavoces, sino porque la diferencia entre dirigentes y dirigidos se viene atenuando a medida que crece el protagonismo de los abajos. Este es quizá uno de los aspectos más importantes de la nueva cultura política en expansión en las dos pasadas décadas.

Por último, quisiera decir que el zapatismo es referente político y ético, pero no como dirección de estos movimientos, que no pretende ni podría serlo. Puede ser inspiración, referencia, ejemplo si se prefiere. Siento que hay múltiples diálogos entre todas estas experiencias, no al estilo de encuentros formales y estructurados, sino intercambios directos entre militantes, capilares, no controlados, sino el tipo de trueques de saberes y experiencias que necesitamos para potenciar el combate al sistema.

radio
La Pirata

La Otra Europa Info 9.0 (invierno/primavera 2012)

En este programa:

– Los mega proyectos inutiles en Europa y en el mundo
– Notres Dames de Landes (Francia): La presión aumenta en torno al proyecto del aeropuerto
– No al Tren de Alta Velocidad (TAV) en Italia: alto al saqueo de nuestros territorios
– En lucha contra el gran proyecto de la élite capitalista: Stuttgard 21 (Alemania)
– El Mar Negro en rebelión (Turquia)
– Día de la tierra en Palestina
– Acción antifascista en Roma (Italia)
– Moving to Gaza, la vida dentro de la franja de Gaza (Palestina)
– Tortura en Grecia y el surgimiento de un hombre rebelde: Dionisis Gorgoyiannis

(Descarga aquí)  

Informativo de Libre distribución de La Pirata:

Colectivo Zapatista “Marisol” de Lugano (Suiza) – http://czl.noblogs.org/
Nodo Solidale (Italia y México) – http://www.autistici.org/nodosolidale/
Nomads de XM24 (Italia) – http://nomads.indivia.net/