Este no era un trabajo para mujeres.Trabajadoras desobedientes
Como previa rumbo a la Jornada del Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans en Buenos Aires #8M2018, Quilomba Colectiva comparte tres foto-entrevistas a mujeres con oficios históricamente ejercidos por hombres:
Pizzeria al paso, nicho de hombres si los hay. ¿Quién se hubiera imaginado cincuenta años atrás que la hija de Don Pirillo, por entonces una niña que jugaba dentro del local, iba a estar al frente del negocio familiar? Hoy en día, Silvia Vizzari es dueña junto con su hermana de Pirillo, heredado de su padre. Ella atiende al público, realiza la producción y corta la muzza como ninguna. En un hábil movimiento, corta una porción y agarra una servilleta (de las grises, las de antes) para entregar las porciones minuto a minuto entre lxs que entran y salen. Vemos a Silvia seria, concentrada en los pedidos que recibe, hasta que le contamos que no vinimos a comer, que venimos a verla a ella porque es famosa en el barrio. Las paredes de Pirillo están llenas de homenajes y de historias albergadas en este localcito sobre calle Defensa, casi Independencia.
Silvia tiene un ritmo práctico y seguro. Se hace unos minutos entre pedidos para conversar con nosotras y nos cuenta que San Telmo es su barrio de toda la vida. La pizzería fue fundada en 1932 por Don Pirillo. “Yo me crié acá desde que nací, de chica fui mirando y aprendiendo. Después, a eso de mis quince o dieciséis años empecé a trabajar para tener mi propia plata, empecé a formarme para aprender cómo era el manejo del negocio”.
Hoy Silvia tiene 54 años, y lleva casi 40 de oficio. “Una sabe como moverse” dice respecto a cómo se lleva con lxs clientes, que en su gran mayoría son hombres. Según ella los desubicados son los menos: “Contados con los dedos de las manos”.
Respecto a la diferencia salarial, Silvia refiere no estar al tanto de cuanto gana un pizzero hombre, pero sabe que la diferencia existe. “En nuestro caso, acá somos mi hermana y yo quienes llevamos adelante a Pirillo, son los varones los que nos asisten”.
El #8M del año pasado tanto Silvia como su hermana marcharon junto a la gran marea de mujeres, lesbianas, travestis y trans en aquella jornada histórica. Respecto a este jueves 8 de marzo dice contenta: “Ya dijimos, los empleados se van a quedar y nosotras vamos al paro. Paramos para reclamar que sea más igualitario a todo nivel. Si vos pones una empresaria y un empresario, a la mujer siempre la van a tratar de esto, aquello y lo otro. El tipo puede ser lo que sea y nadie le va a decir nada. Por eso te digo, te hablo desde el nivel más bajo al nivel más alto. El trato tiene que ser igual para todxs”.
Dimos con Yami Naza gracias al grupo de facebook TransFeministasTrabajando. “Grupa” virtual donde se comparten distintos servicios, por mujeres disidentes y para mujeres disidentes. Yami es electricista, entre mate y mate nos cuenta que es de Santa Cruz, que tiene veintiséis años y que vive en Buenos Aires hace tres. Allá estudió turismo, lo cual la llevó a trabajar en un Parque Nacional donde además de atender al público realizaba tareas de mantenimiento: “Siempre me interesó la parte práctica. Aprendí pintura, carpintería y mantenimiento de vehículos”. Estando ya acá y mientras trabajaba en un restaurant (también cocina) recibió de una amiga la información respecto a cursos del Ministerio de Trabajo de la Nación: Formación para mujeres, en oficios no convencionales. Y dentro de las opciones había un curso de electricidad.
Esa formación gratuita y organizada en módulos cuatrimestrales se vio truncada con la llegada del macrismo. Junto a muchos otros programas de educación y formación profesional, se cerró el curso. Se quedó sin la opción de seguir avanzando en el plan de estudios para llegar a ser una electricista matriculada y profesionalizarse en Industria. “Fue muy fuerte lo que pasó porque habremos terminado el curso diez compañeras y tres varones. Los tres varones salieron trabajando y de nosotras creo que solamente yo terminé trabajando formalmente de electricista.” Este año se anotó en un Centro de Formación Profesional para poder obtener la matrícula, pero todavía está esperando que se libere un cupo. Como tantas otras compañeras, cuando fue a anotarse días previos al cierre de inscripciones, ya no había lugar. Las listas se llenan de varones que se anotan antes, por tener mayor disponibilidad de tiempo.
Yami se complementa junto con su amiga Miru, quien realiza trabajos de albañilería y plomería. Prefieren trabajar juntas en casas de mujeres y están buscando encarar obras, reformas u otros proyectos más grandes. “Políticamente, mi recomendación y siempre que paso mi contacto es no a varones cis, sólo disidencias y mujeres. Encuentro que trabajar para disidencias y mujeres es mucho más valioso que trabajar para varones que tienen todo el resto del mercado para ellos”.
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