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Por Tryno Maldonado
Asamblea del CNI, Redes de Rebeldía y Resistencia y organizaciones Amilcingo, Morelos, 9 de abril de 2019
Mi hijo es Benjamín Ascencio Bautista. Uno de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero. Hoy es su cumpleaños.
Está cumpliendo 24 años. El nació el 9 de abril de 1995 a las 5:40 de la mañana en Alpuyecatzingo de las Montañas, municipio de Ahuacuotzingo, Guerrero. Hoy está cumpliendo sus años sin poderle dar un abrazo, sin poder convivir entre mis hijas, hermanas, tíos. No festejaba tan grande su cumpleaños, pero siempre lo festejábamos.
En los cumpleaños de Benjamín no preparaba, digamos, comida así… Sólo preparaba un pollo. Y un pastelito.
Si lo viera aquí, iba a desearle que cumpla muchos años más y que la pase bien. Pero, donde quiera que esté, y espero que lo llegue a escuchar, quiero decirle que lo extraño, que lo quiero mucho. Mi hijo. Tengo la fe y la esperanza de que él va a volver y de que va a cumplir sus sueños de ser alguien en la vida. Espero que le lleguen estos abrazos fuertes. Yo le digo que no me voy a rendir hasta encontrarlo.
El pasado marzo se cumplieron 100 días de la actual administración. Todavía estamos esperando que nombren al fiscal que va a empujar las investigaciones.
Ha sido muy difícil para mí. Cuando llegamos a la normal (de Ayotzinapa) en 2014 nos la pasábamos llorando. Aunque ahora ha pasado mucho tiempo, el sentimiento no se va. Lo tengo. Llega el momento en que me pongo a llorar. Por ejemplo, como hoy, en el cumpleaños de mi hijo. Me siento muy triste. Pero al ver la gente que nos dice “No están solas, estamos aquí”, entonces siento que me dan fuerza para no rendirme.
He cambiado mucho. Por el mismo coraje que tengo contra el gobierno. Son cuatro años y dos meses que nos llevó con puras mentiras. Nos quiso engañar. Con los dos informes de los expertos (del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI) nos dimos cuenta de que fue de manera coordinada la desaparición de nuestros hijos. Asesinaron a tres normalistas. Y a los tres civiles. Están acostumbrados a desaparecer, a encarcelar, a asesinar… Y no pasada nada. Porque son hijos de campesinos. Porque son de los pueblos originarios. Se les hizo fácil que nos íbamos a quedar callados, pero aquí nos tienen. Sólo esperamos que este nuevo gobierno no nos lleve también con mentiras, como se lo hemos dicho.
A veces nos ponemos a platicar entre las madres. Cuando llega el cumpleaños de un hijo nos ponemos a llorar. Seguimos sintiendo el dolor. Más cuando recordamos. Es como si fuera apenas ayer. Como si nos estuviera pasando de nuevo.
De la normal no recuperé todas las cosas de Benjamín. Dejó una mochila que no quise ni pedir. Digo, si yo recojo sus cosas es como sacarlo de la normal. Eso sentí, eso lo pensé. Y no me llevé sus cosas. No sé si todavía están o no. Pero las cosas que están en la casa allí siguen, en su cuarto. Allí están sus zapatos, sus chanclas, su ropa. Como él trabajó en Conafe (Consejo Nacional de Fomento Educativo), entonces tiene todos sus materiales. Están en su cuarto. Cada vez que voy, barro el cuarto, trato de limpiar sus zapatos, su ropa. En Tixtla solamente recuperé una maletita. No pedí más sus cosas. Ahí tengo su credencial, su CURP, su desodorante. El día 15 de septiembre (de 2014) que platiqué la última vez con él, le di 200 pesos. Él no los quiso recibir. Ahí siguen, ahí están con su credencial.
Yo siento que mi hijo está trabajando… Estará encerrado… Pero no siento como tanta gente que nos dice que ya no están vivos. Para mí, mi hijo está vivo. Y tengo la fe y esperanza de que voy a volver a verlo.
Centro Agustín Pro de Derechos Humanos, Ciudad de México, 26 de septiembre de 2019
Es un poco difícil. Van 10 meses. Aunque nos abrieron las puertas, el gobierno no ha avanzado con las investigaciones. Digamos que seguimos patinando. Nos reciben bien, pero pues no nos han entregado la información del Ejército Mexicano que hemos pedido. Ni tampoco de la Policía Federal. Tengo la fe y la esperanza de que sí vamos a llegar a la verdad. Pero va despacio. No es como quisiéramos como madres y padres. Nada todavía. Ahí vamos. Pasito por pasito.
El 24 de julio entramos al Batallón 27 de Iguala. No encontramos nada. Nuevamente pedimos información. No nos entregaron nada. No sé qué esperan, pues. Eso fue lo que le dijimos al presidente (Andrés Manuel López Obrador) el día 11 de septiembre. Que ya nos entregue esa información.
Cuando entramos al 27 Batallón yo me sentí muy mal. Triste. Cuando nos manifestamos afuera del Batallón, cuando intentamos entrar la primera vez, nos agredieron, nos empezaron a tirar gas lacrimógeno. Claro que me sentí mal cuando recorrimos adentro. No fue fácil estar recorriendo las instalaciones del Batallón de Iguala después de cinco años.
Nos dijeron que iban a buscar la información. Pero ya pasaron dos meses. La información que exigimos es sobre el Ejército, los miembros que estuvieron la noche del 26 de septiembre. Dijeron que estuvieron sólo 82 efectivos esa noche. Queremos que nos entreguen esos expedientes. Qué hicieron esa noche, pues. Ellos, el Ejército, tienen más información, pero no nos la quieren entregar. De que la tienen, la tienen. Y se los dijimos. Se los exigimos.
Texto Vía: https://suracapulco.mx/2019/10/01/las-mujeres-de-ayotzinapa-19/