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Palabra del Pueblo Creyente y CEBs en Chiapas
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas a 24 de noviembre de 2011.
A LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD:
Nuestra fe está puesta en el Dios de la vida que puso en las manos de la humanidad toda la creación para que nos sirviera para vivir (Génesis 1, 29 – 31). Reconocemos a nuestro buen Dios como el creador del sol, de la madre tierra, del agua, de los árboles y de todos los recursos de la naturaleza. Creemos que Dios es el creador del cielo y de la tierra, y por ello nos sentimos responsables de cuidar su obra y de procurar que no la sigamos destruyendo. Creemos que Dios nos creó a hombres y mujeres a su imagen y semejanza; por ello, nos duele y nos preocupa la destrucción de los seres humanos, la violencia contra las mujeres, por el abuso del alcohol y de las drogas. Peregrinamos para pedir perdón a Dios por nuestras faltas y para pedirle su ayuda y así vivamos una vida más digna, como El quiere.
Creemos en el Dios que está cerca de su pueblo, que es solidario con él y por eso lo libera de la opresión: “He visto la humillación de mi pueblo en Egipto y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataban sus mayordomos, conozco sus sufrimientos, por eso he venido a liberarlos…” (Éxodo 3, 7 – 9). Creemos en Jesucristo el enviado de Dios que nos ha traído la Buena Nueva del Reino, que se hace presente cuando hay una vida abundante (“… Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios… El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Cambien sus caminos y crean la Buena Nueva” (Marcos 1, 14 – 15) “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10, 10).
Desde esta convicción, ante el dolor y sufrimiento de nuestro pueblo y de nuestra Madre Tierra, como diócesis de San Cristóbal de Las Casas peregrinamos hoy, encabezados por Pueblo Creyente y por Comunidades Eclesiales de Base, en fidelidad a lo acordado en la Asamblea diocesana de mayo pasado.
Estamos preocupados por las causas reales de la agonía de nuestra Madre Tierra que día a díaconstatamos en: La contaminación del medio ambiente, el aumento de la basura, la deforestación, la erosión, la destrucción de cerros, la contaminación de manantiales y ríos, laescasez y poco cuidado del agua, el uso indiscriminado de agroquímicos y otros. Nos preocupa la pérdida de respeto a nuestra Madre Tierra.
Vemos con dolor, que en nuestro Estado de Chiapas hay mayor pobreza, migración, aparición de nuevas enfermedades como el Sida, suicidios, despojo de tierras aunado al aumento de catástrofes naturales que afectan principalmente a los más pobres.
Somos testigos de cómo algunos programas gubernamentales crean dependencia y pobreza, y nos preocupa que los llamados “macro-proyectos”, provenientes de intereses transnacionales, pretendan apropiarse y controlar el territorio y los recursos naturales de nuestro Estado; en muchas comunidades, ambos provocan división y enfrentamiento.
Nos indigna el clima de inseguridad y violencia en todo el país y en nuestro Estado que se está haciendo cada vez más evidente en: asesinatos, secuestros, desapariciones, maltrato a migrantes, extorsión, etc. Sumándose a esto la apertura de más cantinas, prostíbulos y antros que están fuera de la ley, y que violentan el reglamento en materia de salud, provocando el incremento en la venta de alcohol, droga y prostitución.
Nos preocupa la posible imposición de una Ley de seguridad que no respetara los derechos inviolables de los ciudadanos. Nos indigna la criminalización de la sociedad, de los defensores de derechos humanos, que por denunciar la injusticia son detenidos, torturados y encarcelados como delincuentes.
Como Pueblo Creyente de la Diócesis de San Cristóbal, con nuestros pastores jTatic Felipe y jTatic Enrique, y en memoria de nuestro querido jTatic Samuel, tenemos el compromiso de hijos e hijas de Dios de denunciar las injusticias y anunciar el Reino de Dios, que se construye día a día en nuestra realidad cotidiana cuando nos hacemos verdaderos hermanos y hermanas unos de otros. Por ello,
Denunciamos:
- La falta de acciones enérgicas por parte de las autoridades correspondientes que controlen el comercio y el consumo de bebidas alcohólicas y drogas, así como la apertura de cantinas, prostíbulos y antros que tanto daño hace a nuestras comunidades.
- La amenaza latente que representan las concesiones mineras que, aunque se han detenido temporalmente, pueden reactivarse de un momento a otro, pues no se han clausurado de manera definitiva.
- El uso de los recursos de la nación para impulsar proyectos ambiciosos de empresas trasnacionales.
- La falsa política ambientalista que se nos está presentando desde la Cop16 celebrada en Cancún, en la que los acuerdos tomados significan, en la práctica, el secuestro de nuestros territorios como mercancía para mitigar los efectos del cambio climático y permitir que continúe un modelo de desarrollo que rechaza reducir emisiones contaminantes.
- Los efectos nocivos de los proyectos que inciden en un cambio cultural y el abandono de la producción de alimentos, en función de privilegiar monocultivos en favor de la industria.
- El riesgo que representa para nuestras semillas nativas, la aceptación de cultivos transgénicos y la actitud ambigua de funcionarios y dependencias gubernamentales ante las grandes empresas del ramo.
Ante esta realidad que atenta contra la vida y la dignidad de nuestros pueblos, nos pronunciamos:
- Por un ambiente social más sano, libre de alcoholismo y de drogas que tanto dañan a personas, a las familias y a la sociedad y, por tanto, la aplicación de la ley en esta materia por parte de las autoridades.
- No permitir concesiones mineras y clausurar definitivamente las ya existentes que dañan y contaminan al medio ambiente y a la población.
- Por el respeto a los territorios de los pueblos originarios que habitamos estas tierras.
- Por una forma de entender la naturaleza en la que los seres humanos no somos los dueños, sino que formamos parte de ella.
- Por una sociedad en que se viva el reino por una Paz que nace de la justicia, el respeto y la dignidad de las personas.
- Por una sociedad democrática donde se valora y se respete la participación ciudadana con propuestas de decisiones que marcan el camino de nuestra nación.
- Porque se valore y se respete las formas de organizaciones de nuestros pueblos.
- Porque no se trate como criminales a las personas que se organizan y que denuncian las injusticias.
Por todo lo anterior hacemos un llamado:
A la comunidad católica, a hombres y mujeres de buena voluntad y de otras confesiones religiosas, a sumarse a estas causas, revisando nuestros modos de vidas, buscando crear una armonía entre los seres humanos y con la naturaleza, haciendo un uso responsable de los recursos naturales que estén en armonía con la naturaleza y que hagan uso moderado de los recursos. Poco logramos con sólo denunciar lo que hacen otros, si nosotros no nos convertimos y no damos un buen ejemplo.
A las comunidades y ejidos de nuestro Estado y a las organizaciones de la sociedad civil, a construir la unidad y recuperar la inspiración original de nuestras luchas, para seguir cuidando y defendiendo nuestros territorios y recursos naturales, y a rechazar aquellos programas, proyectos y prácticas que atentan contra nuestra dignidad y contra la unidad de las comunidades y que causan destrucción a nuestra Madre Tierra. Y a poner las medidas para que las bebidas embriagantes, la prostitución, las cantinas y la venta de droga sean eliminadas de nuestras comunidades.
Al gobierno estatal y al Congreso del Estado a que, escuchando la voz de las comunidades indígenas y campesinas, y en respeto a los acuerdos de San Andrés, promuevan los decretos y leyes pertinentes para proteger la rica biodiversidad, los recursos y el territorio de nuestro Estado, así como las semillas nativas que representan el patrimonio milenario de nuestras culturas. Tenemos ya ejemplo de legislaciones de otros Estados del país que han garantizado la no siembra de semillas transgénicas en sus territorios. Y concretamente a prohibir la explotación de minas contaminantes o destructoras del ambiente, en el Estado de Chiapas, lo mismo que la aplicación a fondo de las leyes y reglamentos relacionada con la venta de vinos, licores y con la creación de cantinas, bares, antros y prostíbulos.
Al Gobierno Federal y al Congreso de la Unión, a dar seguimiento a los Acuerdos de San Andrés, a no imponer la Ley de seguridad y a atender los reclamos justos de la sociedad.
A la comunidad internacional, a continuar la solidaridad en la resistencia a un proyecto de desarrollo que destruye nuestro planeta y afecta de modo especial a los más pobres.
Reiteramos nuestra solidaridad con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y con las víctimas de la violencia que se ha desatado en muchos Estados del país en los últimos años. Urgimos en particular que se revisen los expedientes y se haga justicia a los hermanos y hermanas injustamente presos. De la misma manera nos unimos con otros procesos de luchas pacificas en defensa de la Madre Tierra, el territorio y de la vida que se llevan a cabo en otros estados del país y del mundo.
En este día caminamos, en memoria de nuestro jTatic Samuel y de otros muchos laicos, laicas, religiosos y religiosas que han sido testimonio del amor de Dios a su pueblo pobre.
Creemos en el Dios que está cerca de su pueblo, que es solidario con él y por eso lo libera de la opresión. Creemos en nuestro compromiso de Hijos de Dios de denunciar las injusticias y anunciar el Reino de Dios que se construye día a día en nuestra realidad cotidiana cuando nos hacemos verdaderos hermanos y hermanas unos de otros, y cuando no nos dejamos encadenar por el alcohol y las drogas.
Creemos que la tierra es nuestra Madre que nos viste y alimenta y es nuestro compromiso cuidarla y protegerla para que no sea tratada como una mercancía, sino como obra amorosa que Dios puso en nuestras manos para vivir dignamente.
Fraternalmente:
El Pueblo Creyente y Comunidades Eclesiales de Base, de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chis.
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Occupy Oakland y el ¡ya basta! global
por Ali Bektash y Magalí Rabasa*
Hace dos meses nació el movimiento “Occupy”, y ha capturado la imaginación de millones de personas del otro lado y alrededor del mundo. Llevábamos décadas sin ver un movimiento tan masivo y popular contra el régimen hegemónico global, planteado por el pueblo del mismo país que perpetúa ese sistema. Desde sus inicios en Nueva York, la estrategia de tomar las plazas urbanas se volvió algo contagioso, y en cientos de ciudades existen “ocupaciones” en protesta contra el sector bancario y la distribución desigual de la riqueza.
De todas las experiencias de ocupación en distintas ciudades, la de “Occupy Oakland”, en California, se ha destacado desde su fundación. Desde el primer día del acampe en Oscar Grant Plaza el 10 de octubre—el día reconocido por las autoridades gringas como el día de Cristóbal Colón, y recuperado por movimientos indígenas como el Día de la Resistencia—”Occupy Oakland” también llevaba otro nombre: “Decolonize Oakland.” En el acto inaugural, Corrina Gould, referente del pueblo originario Chochenyo Ohlone y de la ocupación de Glen Cove, afirmó que “esta tierra no es de la Ciudad de Oakland, esta tierra ya no es solo tierra Ohlone, es la tierra de todos nosotros y tenemos el derecho de ocuparla”. Semanas después, el 28 de octubre, la Asamblea General de “Occupy Oakland” aprobó un “Memorándum en solidaridad con los pueblos indígenas”: “… como una señal al movimiento nacional ‘Occupy Wall Street’ y los pueblos indígenas aquí y allá que se sienten excluidos por el lenguaje colonialista de ocupación con el cual se ha nombrado este movimiento, se declara que ‘Occupy Oakland’ aspira a ‘Descolonizar Oakland’—a ‘Descolonizar Wall Street’—con la dirección y la participación de los pueblos indígenas…” Las conversaciones internas del movimiento, con un gran ejercicio de autocrítica, reflejan el proceso a través del cual la Comuna de Oakland se ha transformado en un espacio para pensar profundamente y luchar desde otra perspectiva, sin vanguardias ni líderes. La historia rebelde de esta zona nos ayuda a entender por qué.
La organización de las Panteras Negras nació en Oakland en octubre de 1966. A través de sus políticas de autodefensa armada, junto con servicios autónomos y autogestionados, como clínicas y comedores matinales para niños pobres, las Panteras Negras representan la última amenaza con tal nivel de organización que habíamos visto levantarse contra el estado capitalista estadounidense. Aunque fueron aplastadas por una campaña de infiltración y asesinatos perpetrados por el FBI, a través del programa COINTELPRO, la memoria y el espíritu de las Panteras siguen presentes en Oakland. El movimiento de libre expresión en la Universidad de California, Berkeley, fue fundado como parte de una campaña de apoyo a los negros en lucha en la ciudad vecina de Oakland, y llegaría a ser reconocido como uno de los movimientos estudiantiles más importantes en la historia del país. Sin duda, estas dos memorias, y trayectorias de resistencia, están presentes en las rebeliones recientes, que calentaron el terreno haciendo posible el crecimiento de “Occupy Oakland”.
La enemistad real entre la policía y los jóvenes negros en Oakland explotó en enero de 2009. Filmada por cámaras de celulares, la policía del transporte público disparó a un joven negro de 23 años, Oscar Grant, en la plataforma del metro el 1 de enero. En las semanas siguientes, estallaron enfrentamientos entre los jóvenes y la policía. Como resultado, el policía responsable por la muerte de Grant fue encarcelado, algo que no ocurre casi nunca en EE.UU. Nueve meses después, en la Universidad de California, Berkeley, los estudiantes iniciaron una serie de tomas, u “ocupaciones”, contra un aumento de la matrícula de más del 30%, y la progresiva privatización de la educación pública.
El día de hoy, se unen en “Occupy Oakland” estos dos momentos de la historia reciente—y sus raíces en los movimientos de los años sesenta— desarrollando una nueva praxis de resistencia. Del movimiento estudiantil se recupera la táctica de ocupar y la importancia de construir nuevas relaciones a través de las ocupaciones. Del movimiento contra la policía se recupera la hostilidad activa contra las fuerzas represivas (cada vez más militarizadas) y sus patrones en la alcaldía. Desde el primer día no se ha permitido que entren las fuerzas policiales al campamento, y la plaza se nombró en memoria de Oscar Grant. Aunque se habían hecho muchas marchas de solidaridad con Oakland desde la próspera ciudad vecina de Berkeley, el 15 de noviembre, “Occupy Oakland” realizó la primera marcha desde Oakland hacia Berkeley. Entrando al campus al grito de “¡Aquí viene Oakland!”, los manifestantes apoyaron a los estudiantes que estaban formando su propio campamento “Occupy”, brutalmente desalojado días después por la policía de la universidad. Contrario a toda lógica de pensamiento convencional sobre los movimientos sociales, allí vimos la extensión de la lucha desde el pueblo a los estudiantes.
La comunidad autogestiva y autónoma que creció en Oscar Grant Plaza fue desalojada por primera vez el 25 de octubre. Horas después, miles de personas marcharon en protesta, y la policía respondió con una brutal represión, utilizando “armas químicas” y bombas flash-bang contra los manifestantes, lo que refleja la creciente militarización de la policía urbana. El 26 de octubre, después de otra marcha (con la cual se reestableció el campamento), la Asamblea General de “Occupy Oakland”, formada por más de 2000 personas, aprobó una huelga general para el 2 de noviembre. La Huelga General de Oakland (la primera desde 1946) fue un enorme éxito: contó con la participación de más de 50.000 personas y logró bloquear el Puerto de Oakland, en solidaridad con los estibadores de Washington y su lucha contra la megaempresa de semillas, EGT. La policía desalojó el campamento por segunda vez el 15 de noviembre, y por tercera vez el 19 de noviembre; en cada ocasión, el pueblo respondió con manifestaciones masivas. Por estos días, “Occupy Oakland” está viviendo un proceso interno de estrategización y reflexión para establecer el campamento por cuarta vez. Sin embargo, estos obstáculos no han debilitado el ímpetu imparable del movimiento, y ahora los organizadores de “Occupy Oakland” están extendiendo la coordinación para bloquear todos los puertos de la costa oeste el 12 de diciembre.
Lo que estamos aprendiendo desde “Occupy Oakland” es que lo que está en juego en este nuevo movimiento masivo no es simplemente una “ocupación”, sino la recuperación del espacio y de la política en la construcción de una nueva sociabilidad. En Oakland, este movimiento se define explícitamente anticapitalista y anticolonial, luchando no solamente en contra del 1%, sino también a favor de la descolonización del 99%; reconocen así los efectos homogeneizantes de este discurso. La ex Pantera Negra y residente de Oakland, Angela Davis, llama al 99% “una comunidad de resistencia” que, a diferencia de otros movimientos, “se imagina desde el inicio como la comunidad de resistencia lo más amplia posible”. Aquí podemos sentir la resonancia que nace entre el movimiento “Occupy” y los procesos de transformación y emancipación que han puesto en marcha a nuestro continente. Nos reconocemos en las rebeliones impulsadas por estudiantes, maestros, pueblos indígenas, migrantes, desplazados, trabajadores desocupados, feministas, campesinos, los que viven en las calles y los jóvenes, y nos identificamos con ellas, porque somos “los de abajo”, lo que hoy se llama el 99%, y que pone en crisis la autoridad —tanto interna como externa—.
En “Occupy Oakland” podemos percibir la formación de una nueva subjetividad colectiva revolucionaria que se levanta para recuperar y reconstruir el mundo, transformando la sociedad (capitalista) para crear otros modos de vivir bien. Esta “apertura” o explosión de lo político es la condición necesaria para que florezcan y se articulen los movimientos que se encuentran hoy en día bajo un horizonte común explícitamente anticapitalista, en las plazas de las ciudades del mundo y en las ondas liberadas de los medios independientes, donde se construyen las historias rebeldes del nuevo ¡Ya Basta! global.
*Ali Bektash es integrante del colectivo Regeneración Radio. Magalí Rabasa es integrante del colectivo Radio Zapatista. Ambos son residentes de Oakland, estudiantes doctorales de la Universidad de California, e integrantes del colectivo jóvenes en resistencia alternativa.