Valencia
BIENVENIDAS A VALÈNCIA, COMPAÑERAS ZAPATISTAS
JOSEMA DE MIGUEL, periodista
“Yo crucé el mar. Cuando me dijeron que las mujeres zapatistas veníais cruzando el mar, se me olvidaron mis penas. Sois valientes. Bienvenidas”, dijo un chico africano que llegó hace unos años en patera a España. Con otros migrantes formaron la comunidad Baye Fall, única rama del Islam de origen indígena en Senegal. Él fue uno de los que quiso tomar la voz en el acto de bienvenida a las compañeras zapatistas que se había organizado en Valencia.
No fue el único. Diferentes luchas se dieron cita en la Plaza de la Virgen para defender una vida digna, la justicia social, el territorio, la tierra, el agua, la misma lucha que mantienen Ecollaures, la Comissió Ciutat-Port, No a la Ampliació del By-Pass, Entre Barris, Frenem la contaminació al Grau. También el Colectivo de Les Moles de Paterna, que anunció su reciente victoria sobre la empresa que pretendía hacer de este paraje natural un enorme centro comercial. Todos reconocieron orgullosos el ejemplo de lucha zapatista que inspira estas luchas del pueblo, de David contra Goliat.
Todos querían dar la bienvenida a las compañeras del escuadrón 421 del EZLN en su Gira por la vida que las llevará a diferentes ciudades europeas. El 5 de julio en Valencia era solo el principio de esta travesía. 4 mujeres con huipil (Lupita, una joven tzotzil de 19 años; Carolina, una tzotzil de 26 años, Ximena, una cho’ol de 25 años, y Yuli, de 37 años, originaria tojolabal y ahora tzeltal de la selva Lacandona), dos hombres y Marijose, una compañera trans, forman el Escuadrón 421. Llegaron a la plaza de la Virgen tras un cordón sanitario formado por voluntarios de la Xarxa solidaritat que organizaba el acto. Ni el cordón, ni las mascarillas ni el calor insoportable pudieron con la emoción, los aplausos y los gritos de 100% zapatista con que Valencia quiso dar la bienvenida.
Hablaron en sus lenguas: tzotzil, tzeltal, cho’ol, tojolabal y también en “castilla”. Lupita fue la primera en hablar en su lengua, y pese a que no entendimos mucho, el cuerpo se estremeció de emoción. Después la rapera Tesa agarró el micro para cantar en valenciano, y de nuevo la emoción puso la piel de gallina a todos. También a Lupita quien, pese a que no debió entender nada, grababa con el móvil visiblemente emocionada. Ambas compartían la importancia de mantener la identidad de su cultura y de su lengua materna.
Muchas asociaciones como Obrint Fronteras, el colectivo Voces, Mujeres y Resistencias, o las compañeras del movimiento #RegularizaciónYa, tomaron la voz, para saludarles, para darles las gracias por su visita, “Todo nuestro respeto por la lucha de tantos años. Seguimos su paso sereno, como ustedes nos enseñaron”, dijeron para transmitirles la emoción de tenerlas en este lado del mundo. Yo también la sentí.
Recuerdo cuando de jovencita llegué por primera vez a México y Chiapas. El 1 de enero, cuando todos dormían la resaca de Nochevieja, un grupo de mujeres y hombres ataviados con pasamontañas entraban uniformados por las calles de san Cristóbal de las Casas, símbolo de la lucha indígena durante más de 500 años. Exigían con humildad, pero con fortaleza, el buen gobierno y los autogobiernos en sus comunidades. El Subcomandante Marcos lideraba intelectualmente aquella lucha de David contra Goliat, que rápidamente se extendió y caló en los idealistas europeos. Yo ni siquiera conocía su lucha hasta que unos meses después del levantamiento llegué ingenua de mi pueblo valenciano a Chiapas. Y me identifiqué con las radios comunitarias que se formaban como semillas de esta lucha silenciada durante años. Pusieron en jaque al gobierno federal y las conciencias de todo el establishment de “los coletos” de San Cristóbal.
Años después, casi también por casualidad, estaba en Chiapas en el entierro de Samuel Ruiz, el obispo de los pobres, que denunció la situación de esclavitud que aun vivían los indígenas en los cafetales y las comunidades. Samuel aprendió su lengua y fue la voz que denunció su situación. Cuando en 2011 murió, sus restos fueron trasladados a la Catedral de San Cristóbal, donde él quiso descansar al lado de su gente. El día del entierro, de todas las aldeas zapatistas, incluso de Guatemala, llegaron indígenas caminando, tal como papa Tatik había hecho años antes, a despedir y honrar al obispo, o tan solo a su papa “el caminante”.
Yo creí que, aquel día en la catedral de San Cristóbal, con Samuel se enterraba también el movimiento zapatista. Sin embargo, esta cita en Valencia ha hecho despertar de la inacción, de la siesta que dormíamos apelmazados por nuestros quehaceres cotidianos para sobrevivir en el sistema neoliberal del bienestar.
Ahora, miembros de esas comunidades, de aquel ejército zapatista, estaban delante de otra catedral, la de mi ciudad, Valencia. Pero aquel caminar sereno para mejorar el mundo, la justicia social, el buen gobierno, estaban tan presentes este 2021 como me hicieron sentir de jovencita. La Travesía por la Vida les había traído a la vieja Europa pandémica para recordar que aquella lucha continua, para darnos ánimos, para compartir experiencias y luchas.
Las presentaciones se fueron acelerando porque el tiempo se agotaba y eran muchas las que querían presentarse y dar la bienvenida al Escuadrón 421. Colectivos de barrio como el Parke Alcosa y el CSOA L’Horta, CEDSALA, Entre Pobles PV, Pau i Solidaritat. Grupos feministas o internacionalistas como la Intersindical de Dones o Perifèries del Mòn, que cerró este acto de bienvenida.
Tal vez ni Lupita, la joven tzotzil, ni Tesa, la rapera valenciana, ni la mayoría de las jóvenes europeas que estaban en la plaza de Valencia habían nacido cuando aquel uno de enero de 1994 se alzó esta lucha. Pero en sus sonrisas, en sus puños en alto llenos de humildad y contundencia, en sus rostros y en sus mentes, estaba la semilla que plantaron aquellos días hace ya más de 27 años en la sierra madre de Chiapas.
La travesía por la vida ha comenzado, después de Valencia viene Barcelona, Paris… El viejo Tatik Samuel y los compañeros que caminaron y lucharon aquellos días estarían orgullosos de ver a estos jóvenes que mantienen con vida esta lucha y la de todas las luchas que se unieron en la Plaza de mi ciudad.
Valencia fue 100% Zapatista.