Por Mumia Abu-Jamal

Cuando pensamos en los políticos, a veces los vemos como grandes figuras poderosas, aparentemente más grandes que la vida. Así es como los medios los proyectan, y con demasiada frecuencia, los protegen. Pero en tiempos como estos, tiempos de plaga, crisis y fracaso masivo de las instituciones, y sí, de muerte, tendemos a verlos de manera distinta.

Para algunos, el hechizo está roto. Los vemos como son –seres viciados impulsados por sus ambiciones y su sed de poder. No es un panorama muy atractivo.

El dictamen reciente del Presidente Trump (parece más bien una amenaza) de abrir las escuelas de nuevo ha caído como un globo de plomo. Ordena a los padres a enviar sus hijas e hijos a un edificio en llamas sin siquiera llevar mascarillas. Y aunque el corona virus es invisible, inflama a la gente con fiebre y pone la nación a rodillas con enfermedades espantosas y decenas de miles de muertos.

Los que sufren no son los niños de los ricos. Son hijos de los pobres, de la clase trabajadora, de la gente de abajo. ¿Alguien piensa que a ese tipo le importan? Para él, estos niños y niñas no son más que monos Rhesus utilizados en un gran experimento. Son sacrificables. Al fin y al cabo esto se trata de la política –la política de ilusión para mostrar control cuando nada podría estar más fuera de control.  Estos niños, estas niñas son extras en un comercial de campaña para apoyar la re-elección de un político que no se preocupa por nadie.

Desde la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal.

—(c)’20maj

13 de julio de 2020

Audio grabado por Noelle Hanrahan, www.prisonradio.org

Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com

Traducción Amig@s de Mumia, México