La marcha victoriosa
La marcha victoriosa
Los tiempos han cambiado mucho, afortunadamente aún nos sorprenden los momentos en que las calles de la capital mexicana se paralizan porque los estudiantes están manifestándose. El día de ayer, casi 60 mil estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) llenaron algunas de las principales avenidas de la Ciudad de México para entregar un pliego petitorio a los responsables de la política interior del país. Para imaginar la magnitud de la manifestación, la cantidad de mujeres y hombres politécnicos coreando Huelums con el puño en alto, podría haber alcanzado para ocupar más de la mitad del Estadio Azteca. Como lo dijimos en redes sociales, mares de jóvenes llenaban Circuito Interior y Reforma.
El acento lo queremos poner –porque creemos que es ahí en donde debe estar– en la lucha estudiantil del IPN, en su extraordinaria organización en las calles, en su conciencia de clase. Queremos resaltar que hace tiempo que una manifestación no desbordaba esperanza y expectativa. Pese a todo, este movimiento se manifestó, presentó su pliego petitorio y de alguna manera ganó este primer round que lleva algunas semanas de darse. No se trata sólo de la salida de la directora general, la ingeniera Yoloxóchitl Bustamante, o de la derogación de un reglamento interno aprobado sin legitimidad; ayer en las calles, se exigía lo que a todas luces es uno de los grandes retos de la institución académica: la autonomía y la democratización de la toma de decisiones interna. Las consignas no dejaban de resonar ¡No somos porros, somos estudiantes!, ¡Únanse!, ¡Poli, UNAM, unidos vencerán! y el mítico Huelum. Los estudiantes salieron a mostrar que no son infiltrados, pero que además están organizados y que son ellos los que definirán el rumbo del movimiento estudiantil.
El acento está en las mujeres y hombres de guinda y blanco que definieron los siguientes pasos estratégicos en la consecución de este movimiento. Nos importan más los casi 60 mil estudiantes que el renovado colmillo de los funcionarios priístas, aunque no se puede dejar de señalar algunas cosas respecto a la salida, por ejemplo, del secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, al templete en donde estaban los representantes de las diversas escuelas politécnicas.
Por un lado, es un hecho inédito (la presencia de Chong para recibir el pliego petitorio), no digamos en la historia reciente, por lo menos desde el movimiento estudiantil de 1968, que se pedía una respuesta de los funcionarios de gobierno y los únicos en aparecerse eran o los cuerpos de seguridad, o los grupos de choque, o civiles armados. Sin embargo, tras un balance luego de la manifestación, hay que recalcar que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) también renovó sus estrategias más no sus costumbres, es decir, que el responsable de la política interior mostró su colmillo y además aprovechó para hacer «campaña» política. Afortunadamente los estudiantes del IPN no permitieron mucho y acotaron la presencia del secretario a lo que el movimiento consideraba necesario.
Esas formas de Chong para salir a entablar un diálogo son propias de un político en campaña, su manera de sonreír y de mostrarse amable, buena gente, dispuesto a escuchar a los jóvenes, «aprovecho para recordarles que ésta es su casa y que son bienvenidos» asentó el priísta a tan sólo días de la masacre de estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero. «A nosotros nos interesa resolver este problema y a ustedes les interesa resolverlo también, denme media hora con quien ustedes decidan y les presentamos una propuesta», se atrevió a afirmar Chong en su alegato y ante ello, los representantes estudiantiles y la comunidad que permanecía en las calles le hicieron saber lo necesario: «No vamos a permitir que ninguna autoridad marque nuestros calendarios, nosotros venimos a presentar nuestro pliego petitorio y exigimos una respuesta de fondo, no queremos respuestas al vapor, las queremos serias y públicas».
Gran tarde la de la comunidad estudiantil del IPN, gran respuesta al poder que trata de contener más movilizaciones y, sin tratar de apropiarnos de la opinión sobre este movimiento, consideramos que es una gran inyección de oxígeno en la asfixia de violencia y miseria. Si alguien quisiera escuchar toda la perorata del secretario de gobernación —«¡Que baje el Chong, que baje el Chong!» gritaban las y los estudiantes— tendrá que buscar en los medios alineados al Estado como Canal 11 (increíble que desprestigie a sus estudiantes y le de credibilidad a la triste directora general), a las televisoras dominantes de este país, a los periódicos como La Jornada, el Reforma o El Universal, por mencionar algunos, nosotros no estamos interesados en ampliar la difusión de los mensajes del gobierno.
Y para entonces…
Algunas preguntas nos quedan más allá de los acontecimientos de ayer: ¿dónde están los 43 normalistas desaparecidos?, ¿por qué no salimos a las calles con la misma fuerza que el día de ayer para entregar el pliego petitorio?, ¿consideramos a los estudiantes normalistas dignos de manifestaciones capitalinas? ¿Por qué hay estudiantes asesinados –uno de ellos desollado del rostro– y no le exigimos al titular deSEGOB que haga justicia ante semejantes agravios? Que nuestra memoria no se duerma en los laureles de una victoria momentánea, ya veremos lo que sucede con la respuesta formal que se les dará a los politécnicos.
Texto de Heriberto Paredes. Fotografías de Amaranta Marentes y Natalia Monroy (1ro de Octubre 2014)