EZLN viaja a Austria desde AICM (Fotogalería)+ El sombrero tzotzil
177 integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) viajaron este 13 de septiembre con dirección a la ciudad de Viena en Austria, como parte de La Gira por la Vida. Desde las 8 de la mañana el primer grupo arribó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. En esta avanzada está integrado el Subcomandante Insurgente Moisés.
La formación zapatista permaneció dos horas y media para efectuar el protocolo aeroportuario de documentación y abordaje. El grupo de rebeldes lleva caretas y cubrebocas. No llevan pasamontañas. Sus maletas se distinguen de todas las demás por una ilustración colocada en ellas, es el el logotipo de esta comisión denominada “La Extemporánea”.
Los grupos de apoyo de la Ciudad de México y las organizaciones internacionales acompañaron a los sureños para que la documentación fuera más ágil. El vuelo IB6400 despegó pasando el medio día y el IB6402 está programado para las 8:45 de la noche. Ambos realizarán una escala en Madrid, España.
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El sombrero tzotzil
En la palabra zapatista los colores son importantes. En 2001 el Subcomandante Marcos (ahora Galeano) pronunció: “Somos del color de la tierra. El que es gente. El que es montaña. El que está pintado de color”. En aquel discurso de la marcha del color de la tierra, frente a miles en el Zócalo capitalino de la Ciudad de México, diría que la lucha tiene muchos caminos y concluiría: “Un solo destino tiene: ser color con todos los colores que visten a la tierra”.
Para el zapatismo, el sombrero tzotzil es un símbolo de la diversidad de pensamiento. Del mundo donde caben muchos mundos. Este 2021 viajan esos colores: en los sombreros tzotziles, como el que usa el Comandante David; en los bordados de las mujeres y hombres zapatistas; en las telas de los trajes tojolabales.
Desde las ocho de la mañana La Extemporánea entra al aeropuerto en una formación en fila. En silencio, irrumpen el escenario clásico del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Los blanquecinos y grises tonos de los pisos y los techos quedan desplazados. Llegan mujeres, niñas, niños y hombres zapatistas.
No llevan pasamontañas, pero cubren sus rostros sin complicación. Paradójicamente, en estos tiempos pandémicos ya no es mal visto ni tampoco es delito. Cubrebocas negros para protegerse de la pandemia. Caretas que entre dejan ver sus ojos. Salpican colores, como en aquel cuento de La historia de los colores, contenido en Los Relatos de El Viejo Antonio.
Un sombrero tzotzil resalta en todo momento. Es un zapatista que sonríe al llegar y también al irse. Traje de manta arriba de las rodillas y jorongo negro de lana. Una tela roja envuelve su cuello. Huaraches del color de la tierra. Intercambia algunas palabras con el Subcomandante Insurgente Moisés. Se organizan para los últimos detalles del vuelo. Observan el panorama.
Las manos tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales y mayas, tienen en sus manos lo necesario para viajar a pesar de que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) se los negó antes. Victoria del zapatismo: arrebatar sus pasaportes a las instituciones mexicanas y dejar en evidencia el racismo con el que operan todos los días. No es la primera vez que lo niegan a los pueblos originarios. Tampoco es la primera vez que faltan traductores para los trámites o una pequeña dosis de “aprender a escuchar”. Esa historia es un reflejo de todo el aparato gubernamental en México.
Pero los pasaportes están ahí y el avión a pocas horas de despegar. Adentro del documento azul marino viene el boleto. Así es como documenta sus pertenencias la Fuerza Aérea Zapatista. El relevo del Escuadrón 421 ya va en camino: el Comando Palomitas, las jóvenes milicianas y probablemente «la niña que llora en Chol» de la que nos contó el Subcomandante Insurgente Galeano en uno de los comunicados del mes de septiembre.
Hay arte transgresor en la irrupción zapatista. Todo el aeropuerto gira en otra dirección. Hay dignidad. El aire de turismo clasista persiste, mas no predomina. Los originarios son centro de atención. Los guardias privados obedecen las indicaciones de la comisión de seguridad que forma una valla para cuidar de La Extemporánea.
El lugar donde despegan y aterrizan aviones se transforma en sombrero tzotzil y en una Guacamaya que se abrirá paso entre los aires para encontrarse con el Europa de abajo.
El zapatismo lo dijo en 1994:
“Y así fue como la guacamaya se agarró color y ahí lo anda paseando, por si a los hombres y mujeres se les olvida que muchos son los colores y los pensamientos, y que el mundo será alegre si todos los colores y todos los pensamientos tienen su lugar”.