Pueblos Indígenas
(Español) Tras montaje en la desaparición de los 43, familiares se pronuncian contra la “cuarta transformación”
Fuente: Avispa Midia
Por Ñaní Pinti
“Las 43 familias estamos enojadas, encabronadas, porque desafortunadamente nos vieron la cara durante tres años”, reclamó Mario González, padre de César Manuel González Hernández, uno de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecidos en 2014.
La reacción de los familiares de los normalistas desaparecidos se dio tras la publicación del Tercer Informe del Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes (GIEI), mediante el cual se confirma la participación del Ejército mexicano en la desaparición de los estudiantes, así como la actuación de las autoridades para falsear los hechos de la “verdad histórica”.
Así fue como el gobierno de Peña Nieto divulgó la versión oficial en la cual argumentaba que los estudiantes fueron detenidos por policías de Iguala y entregados a miembros del crimen organizado, quienes los asesinaron e incineraron en un basurero en Cocula.
Esta narrativa fue puesta en duda desde 2015, después de las investigaciones realizadas por el GIEI, quienes participaron para coadyuvar en el caso tras denuncias de irregularidades de la versión oficial.
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La publicación mas reciente de los expertos del GIEI expone un video donde se demuestra que elementos de la Secretaría de Marina (Semar) intervinieron y manipularon el basurero de Cocula para la construcción de la “verdad histórica”.
Además, el GIEI también resalta que el Ejército diseño una estrategia de contrainsurgencia mediante la cual infiltró la normal de Ayotzinapa para espiar las actividades de los estudiantes. Incluso, el Ejército mantuvo la vigilancia de los normalistas en tiempo real durante los momentos en que fueron atacados por policías y criminales entre la noche del 26 y 27 de septiembre del 2014 en Iguala, Guerrero.
Tras las revelaciones, las madres y padres de los estudiantes desaparecidos demandaron investigar al Ejército mexicano, así como llamar a declarar al expresidente Enrique Peña Nieto para resolver su participación en el caso.
Promesas incumplidas
En conferencia de prensa realizada este martes (29), madres y padres de los estudiantes desaparecidos también demandaron una reunión con el presidente Andrés Manuel López Obrador con quien, aseguran, no han tenido comunicación desde septiembre de 2021.
María Elena Guerrero, madre del normalista Giovanni Galíndez, aseveró que nunca creyeron posible que después de tres años de que asumiera el cargo el gobierno de la autodenominada “Cuarta Transformación”, no exista aún información sobre dónde se encuentran los estudiantes.
Por su parte, Cristina Bautista, madre del estudiante desaparecido Benjamín Ascencio, enfatizó que con la información del GIEI se debe proceder con la investigación del Ejército “porque ahí es donde hay obstáculos y no podemos alcanzar la verdad”.
Emiliano Navarrete, padre del normalista José Ángel Navarrete González, reclamó que en México los pobres no tienen justicia y prueba de ello es la manera en cómo se ha realizado la investigación por la desaparición de los 43 estudiantes, pues desde el gobierno pasado existían motivos suficientes para sospechar del involucramiento del Ejército mexicano en el crimen.
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Navarrete también criticó la actuación de la administración federal actual, pues aseguró que las instituciones no le hacen caso al presidente, pues permanecen los obstáculos para acceder a información y continuar con las investigaciones.
“(El presidente) Debe dejar un poco las mañaneras y enfocarse un poco en los compromisos que ha tenido con el pueblo. Sí da coraje de ver que esas instituciones del gobierno federal siguen guardando información. Si nos ocultaron esto, ¿qué más pueden ocultar? El que miente una vez miente dos veces o tres veces. Y el gobierno solamente utiliza el poder para sí mismo, y no dar justicia al pueblo”, reclamó Navarrete.
Para Mario González, acciones como la creación de la Comisión para la Verdad y la Justicia para el Caso Ayotzinapa, muestran que las instituciones mexicanas han jugado con ellos durante tres años.
González señaló que, a escasos dos días de la toma del poder de AMLO en 2018, las autoridades federales firmaron un decreto en el que se comprometían a entregar toda la información sobre el caso y que los hicieron ir al 27 Batallón “a sabiendas de que no íbamos a encontrar nada”.
“¿Cómo no estar enojado, si a tres años sale una información que debía haber sido entregada en su momento? ¿Cómo no estar enojado si no sabemos nada de nuestros hijos?”, recriminó González.
¿Justicia?
En la conferencia de prensa también participó Vidulfo Rosales, representante legal de los familiares de los normalistas desaparecidos quien aseguró que con la publicación del informe del GIEI queda claro que la manipulación del basurero en Cocula revela que fue una acción para ensuciar el proceso de investigación y ocultar la verdad.
De acuerdo al abogado, este montaje complicó la exploración de otras líneas de investigación en por lo menos cinco años. Así mismo, negó que exista un cambio entre la anterior y la actual administración federal pues a mas de tres años de la creación de la Comisión para la Verdad y la Justicia, los secretarios de la Marina y de la Defensa Nacional se han negado a colaborar con las investigaciones.
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“Una cosa es que se le entregue al GIEI y otra que ya se hagan diligencias concretas para fincar responsabilidad”, reclamó Rosales pues a pesar de la publicación del informe de expertos, esta información no se ha vertido de manera concreta a la investigación, pues el Ministerio Público está teniendo dificultades para darle cauce jurídico a lo difundido por el GIEI.
Cabe destacar que, de acuerdo con el GIEI, el Ejército también realizó actuaciones e investigaciones que no ha compartido para esclarecer los hechos. El grupo de expertos alertó que aún existe información relevante en poder de los militares y de las fuerzas de seguridad que “ha sido omitida tanto en los documentos entregados al GIEI como a la fiscalía especializada, así como en las declaraciones de los funcionarios militares, entre ellas: información sobre los hechos del Palacio de Justicia en Iguala de una patrulla militar; omisión del reporte de la caseta tres de la carretera, donde se tenían desplegados militares, y la entrada en barandillas de normalistas esa noche”.
(Español) ¿Dónde está Semarnat ante la devastación actual en el sureste?: La palma aceitera
Fuente: Avispa Midia
Por Aldo Santiago
El pasado viernes (25) un comunicado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) incendió las redes sociales.
En el documento, titulado ¿Dónde estaban los pseudoambientalistas cuando hace años empezó la verdadera devastación del sureste de México?, la dependencia reclama que el actual gobierno federal “trabaja en la remediación del desastre socioambiental”, permitido y promovido por administraciones pasadas en dicha región del país.
Uno de los temas que menciona el comunicado de Semarnat por contribuir a la devastación del sureste mexicano es la siembra de cultivos exóticos como la palma de aceite, los cuales demandan grandes cantidades de agua, así como la utilización de agroquímicos que generan severas afectaciones ambientales.
Una semana antes, Avispa Midia publicó la investigación El dilema de La Encrucijada: el lavado verde de la palma aceitera, donde revelamos la existencia de más de 7 mil hectáreas de palma aceitera cultivadas dentro de la Reserva de la Biosfera La Encrucijada, un Área Natural Protegida (ANP) en Chiapas.
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Días después, el comunicado de Semarnat corroboró esta información al referir que existen 8,000 hectáreas de palma aceitera dentro de La Encrucijada, una ANP con extensión de 144 mil hectáreas, la cual alberga los ecosistemas de humedales más importantes del Pacífico Americano.
Lo que no menciona el comunicado de Semarnat, al pretender justificar que la expansión de la palma aceitera es un problema del pasado, es que la agroindustria recibe el apoyo de la actual administración federal por distintas instituciones. Mediante acciones u omisiones, permiten la expansión de los monocultivos.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), así como las Secretarías de Bienestar y la de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), bajo la administración de la autodenominada “Cuarta Transformación”, continúan el trabajo de gobiernos pasados al apoyar el avance de la palma aceitera en el sureste mexicano.
Tal es el caso de la poca o nula fiscalización de la Profepa ante las reiteradas denuncias de contaminación por parte de las plantas procesadoras de aceite de palma ubicadas en Chiapas.
En ese estado, como reitera el comunicado de Semarnat, existen más de 49 mil hectáreas sembradas con ese monocultivo. Chiapas también posee la mayor infraestructura para su procesamiento, lo que en regiones como Benemérito de las Américas, en la frontera con Guatemala, está causando severos problemas de salud.
Apenas el pasado febrero, más de 4 mil personas se movilizaron para denunciar la contaminación que les provoca malestares como nauseas, mareos y dolores de cabeza; sequía, así como afectaciones en las tierras y muerte de ganado.
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La protesta de febrero sucedió tras años de denuncias ignoradas por las autoridades ambientales. Incluso, previamente los habitantes de Benemérito de las Américas enviaron documentos y cartas, tanto a la Profepa como al presidente Andrés Manuel López Obrador, sin obtener respuesta alguna.
Como documentó Avispa Midia, la expansión de la palma aceitera en la costa de Chiapas obtiene un nuevo impulso con el programa de gobierno Sembrando Vida. Así lo aseguró Juan Carlos Castro, director de La Encrucijada quien alertó que productores palmeros se “colaron” como beneficiarios del programa que pretende atender la degradación ambiental del país.
La organización Earthworm Foundation, quien trabaja con palmeros para alcanzar la “sustentabilidad” del monocultivo, también señaló que dentro de Sembrando Vida existen productores que están combinando sus cultivos de palma aceitera con cacao.
Esto lo confirmó la empresa Nestlé, quien mediante el documento Abastecimiento responsable de aceite de palma de 2020 aseguró que trabajó con el programa de subsidios del gobierno federal con productores dentro de La Encrucijada, quienes suministran a cuatro procesadoras de la región.
Cabe destacar que la multinacional Nestlé es la principal compradora del aceite de palma proveniente de La Encrucijada, lo cual implica numerosas infracciones al manejo del ANP.
Por su parte, la expansión de la palma en México también cuenta con el apoyo de la Sader. Su titular, Víctor Villalobos Arámbula ha mostrado su respaldo a la industria palmera, tanto con productores nacionales como con alianzas con compañías trasnacionales.
“La Sader es un aliado de los productores de palma de aceite, por lo que juntos revertiremos las opiniones infundadas y negativas de su cultivo con argumentos basados en la ciencia y la investigación, lo que redundará en ampliar la producción de aceite”, expresó Villalobos en una reunión de 2019 con representantes de gremios palmeros.
Entre los presentes en aquella reunión se encontraba Jorge Terrones López, Director General del Grupo Oleosur y presidente del Consejo Mexicano para el Desarrollo de la Palma de Aceite. Resalta la cercanía de representantes de Olesur con Sader, debido a que su subsidiaria, Plantaciones del Soconusco, cuenta con plantaciones dentro de la Reserva de La Encrucijada, sin contar con autorización de la Semarnat.
Más recientemente, en 2021, la Sader y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) se han sumado a las metas de PepsiCo a través de su programa “Agrovita”.
En mayo de 2021, Villalobos Arámbula participó en el lanzamiento del programa Agrovita, una iniciativa de PepsiCo Alimentos México, quien anunció una inversión de 20 millones de pesos para la expansión de palma de aceite en Chiapas y Tabasco, lo que se traduce en un renovado impulso para la expansión de las plantaciones de este monocultivo, principalmente en zonas que cuenten con las condiciones climáticas, como la región costa, selva y zona norte de Chiapas.