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Las Abejas de Acteal: Ante el desplazamiento forzado de casi dos mil personas de Chavajebal.
Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal
Tierra Sagrada de los Mártires de Acteal
Municipio de Chenalhó, Chiapas, México.
22 de noviembre del 2018.
Al Congreso Nacional Indígena
Al Concejo Indígena de Gobierno
A las y los defensores de los derechos humanos
A los medios libres
A los medios de comunicación nacional e internacional
A la Sociedad Civil Nacional e Internacional
Hermanas y hermanos:
Aquí en Acteal llueve, es noviembre, hace frío, de repente el sol pasa caminando sobre las nubes tupidas, húmedas. Aquí en estas tierras tsotsiles es tiempo de cosecha de café, pero, sin el calor del Padre Sol, no se secan los granos; en cambio las milpas enverdecen (se fertilizan), se sienten saciadas por la lluvia.
A un mes de cumplir veintiún años de la Masacre de Acteal, aquí pareciera que estamos tranquilos, pero, en el año de 1997 en el mes de noviembre, el Estado mexicano a través de sus paramilitares había oscurecido los días, había convertido en terror nuestras vidas con su guerra sucia; la muerte, agazapada se encontraba en los cañones asesinos de los verdugos priistas, para que a través de ellos enviara un castigo ejemplar contra 45 hombres y mujeres y más 4 bebés quienes se encontraban todavía dentro del vientre de sus madres, el día 22 de diciembre de 1997.
Mumia Abu-Jamal: ¿Día de acción de gracias? No, gracias
Por Mumia Abu-jamal
Cada noviembre, cuando está programada el Día de Acción de Gracias, pienso en los pueblos de las Primeras Naciones (los llamados nativos americanos ) , y me pregunto cómo se sienten con respecto a un día festivo que oficialmente celebra su enorme generosidad, así como su destrucción casi total.
¿Qué es lo que tienen que agradecer?
En 1863, el presidente Abraham Lincoln declaró el primer día festivo en 1863, y en la cultura popular estadounidense se asocia con una comida entre los aborígenes y los europeos a su llegada a este continente.
En realidad, cuando los españoles llegaron a América del Sur, y los ingleses a América del Norte, no tardaron en lanzar campañas de exterminio que llevaron a los holocaustos de las naciones indígenas, tanto en el norte como en el sur.
Su llegada fue la perdición de cientos de millones de personas cazadas, matadas de hambre, contagiadas con enfermedades y esclavizadas.
Para ellas, el infierno tenía cara blanca.
Hicieron tratado tras tratado con los ‘indios’, pero los hombres de cara pálida violaron todos.
Para los conquistadores españoles, los pueblos nativos servían como trabajadores esclavizados que trabajaban hasta la muerte en las minas de plata o de oro. Para los anglosajones, los indígenas eran superfluos. Lo que codiciaban eran sus tierras. Y de una manera u otra, las tomaron.
Atrapados entre esos poderes voraces, hubo poco que los indígenas podían hacer excepto pelear, pero Europa inundó a las Américas con inmigrantes, resultando en una sarta de desgracias.
Cuando los europeos llegaron, sus asentamientos eran lugares de enfermedad, hambre y muerte despiadada. La gente de las Primeras Naciones les dieron de comer, les enseñaron a cultivar la tierra y les curaron con hierbas. Para agradecerles, los colonos les dieron guerra incesante, la viruela (como un arma biológica), el robo de sus tierras y la masacre.
El Día de Acción de Gracias puede ser un día festivo, pero no es un día sagrado.
Debe ser un día para ser recordado en memoria de las Primeras Naciones que poblaron estas tierras durante decenas de miles de años.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.