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Movimiento por Justicia del Barrio

Luchas Econtrándose: Crónica de La Otra Campaña Nueva York en San Marcos Avilés, Base de Apoyo del Zapatista

El ejido San Marcos Avilés, una comunidad Base de Apoyo del EZLN (BAEZLN), queda ubicado en el municipo Chilón de Chiapas, entre mucha selva de la más verde. La población aquí es indígena tzeltal, y por años ha luchado por su autonomía, dignidad, y justicia, como pueblos indígenas zapatistas.

Por más de un año l@s compas de San Marcos Avilés han sufrido bajo un ambiente de terror y violencia articulado por grupos y actores locales estrechamente vinculados a los partidos politicos del PRI, PRD, and PVEM, quienes desean poner un fin al proceso de construcción autonomica de la lucha Zapatista. En el caso de San Marcos Avilés la construcción de una escuela autonoma constituye el blanco principal del mal gobierno, ya que simboliza y ejerce esa autonomia.

La semana pasada, poco después del Segundo Seminario Internacional de Reflexión y Analisis convocado por el CIDECI-UNITIERRA, una delegación del Movimiento por Justicia del Barrio, La Otra Campaña Nueva York, acompañada por dos compas del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (FrayBa), visitó a la comunidad de San Marcos Avilés para conocer al pueblo y de su lucha digna y, a la vez, compartir un poco de la suya.

Al llegar a San Marcos Avilés, ante la comunidad entera, presentamos una lona grande de la Declaración Mundial de Apoyo a las Bases de Apoyo Zapatistas de San Marcos Avilés. La lona fue imprimida por FrayBa, y tenia un mapa con todas las ciudades y paises que firmaron la declaración, exigiendo un cese inmediato a la represión.

Luego, l@s compas nos dieron la bienvenida y su palabra. Explicaron la situciación en la que están viviendo actualmente. La represión por parte del mal gobierno ha sido una pesadilla interminable para tod@s. Entre las varias formas de violencia que se han dado, incluyen la agresión sexual (incluso violaciones intentadas), despojo, ataques fisicos, desplazamiento forzado, y destrucción de alimentos, cultivales, y animales—osea, todo lo que el pueblo necesita para sobrevivir y auto-sostenerse. Además, siguen las amenazas de muerte y violencia, hasta la fecha.

En la noche, nos juntamos en la iglesía que construyeron l@s compas, y nos tocó a nosotros presentar un trozo de nuestra lucha. Para ello, mostramos un videomensaje donde l@s miembros migrantes mexicanos de Movimiento por Justicia del Barrio hablan de su lucha en El Barrio (este de Harlem) de Nueva York. También, mostramos unos videomensajes de la campaña internacional por la liberación de los “5 de Bachajón.”

Dado que somos mayoritariamente inmigrantes mexicanos “sin papeles,” no todos pudimos estar presentes en Mexico, ya que cruzar la frontera como indocumentado se considera un “crimen” para el poder. Los muros fronterizos neoliberales que nos imponen los de arriba intentan mantenernos dividos, pero esa noche, con nuestras palabras y rostros, logramos abrir una grieta en esos muros, y tejemos nuestras luchas aún más. El mensaje fue claro: Ni la distancia ni la frontera jamás podrá dividirnos.

El siguiente día platicamos más con l@s compas sobre la represión que enfrentan. Ell@s explicaron como los del mal gobierno tienen al pueblo sitiado, y que hay habitantes aldrededor de su territorio que son partidistas, haciendo de la area una zona de agresión. En la distancía se escuchaba la musica de estos agresores. La sensación de este terror se siente en el aire, y se escucha constantemente. A pesar de todo esto, el pueblo digno de San Marcos Avilés no se rinde y continúa su lucha, construyendo la autonomía zapatista desde abajo. Nos mandan sus saludos cariñosos a tod@s l@s del Movimiento por Justicia del Barrio y del mundo. Nos piden que sigamos apoyandolos y que sigamos en nuestras luchas.

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Comité Nacional para la Defensa y Conservación de los Chimalapas

Chimalapas: Acuerdo de distensión en riesgo

COMITÉ NACIONAL PARA LA DEFENSA
Y CONSERVACIÓN DE LOS CHIMALAPAS
cel. (52) 55 – 55085585
c.e.: comitechimalapas@gmail.com
www.chimalapas.blogspot.com

Enero 9, 2012
CHIMALAPAS: COMUNICADO URGENTE
ACUERDO DE DISTENSIÓN INTEGRAL EN RIESGO

El pasado 22 de diciembre se firmó en la Secretaría de Gobernación Federal el “Acuerdo de Distensión Integral para garantizar la Paz y Tranquilidad en la región Limítrofe entre los estados de Oaxaca y Chiapas”, mismo que surge por iniciativa de las comunidades zoque chimalapas de Santa María y San Miguel Chimalapa (ver documento completo firmado, en: http://www.maderasdelpueblo.org.mx/archivos/chimasacuerdodistensiondic011.pdf )

Este histórico Acuerdo fue firmado por los comisariados de Bienes Comunales de San Miguel y Santa María Chimalapa, los representantes de las Congregaciones comunales de San Antonio y de Benito Juárez, así como por las autoridades agrarias de los núcleos agrarios chiapanecos de: Díaz Ordáz, Ramón E. Balboa, Rodulfo Figueroa, Flor de Chiapas, Constitución, Merceditas, Benito Juárez I, Benito Juárez II, Cal y Mayor y de la Colonia Agrícola y Ganadera Felipe Ángeles, firmando también, como testigos de honor, Gabino Cué, gobernador de Oaxaca; Juan Sabines, gobernador de Chiapas y Alejandro Poiré, Secretario de Gobernación

En el marco de este Acuerdo, se alcanzaron los siguientes compromisos:

1° El compromiso de las Comunidades zoque chimalpas y de los núcleos agrarios de origen chiapaneco asentados en territorio comunal, de mantener la paz social, la tranquilidad y seguridad en la región.

2° La aceptación tácita de la Secretaría de la Reforma Agraria, de su error al haber dotado de tierras a los núcleos chiapanecos, sobre territorio comunal zoque chimalapa, traslapando irresponsablemente Resoluciones Presidenciales;

3° La aceptación de parte del gobierno federal (SRA – SEGOB) para facilitar las condiciones que hagan posible la realización de un proceso de conciliación directa de campesino a campesino y de indígena a indígena, entre las comunidades zoque chimalapa y los núcleos agrarios chiapanecos, respetándose para ello, las formas tradicionales de organización y toma de decisión, a través de Asambleas generales realizadas en cada núcleo;

4° El compromiso del gobierno de Oaxaca de apoyar todo el proceso de solución agraria propuesto por las comunidades zoque chimalapas;

5° El compromiso del gobierno de Chiapas, de no interferir en este proceso de conciliación y de retirar a la brevedad, todos los elementos de la policía chiapaneca presentes en la zona oriente de Los Chimalapas; y

6° El compromiso de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) de dar seguimiento y de verificar el cumplimiento de los Acuerdos firmados

Sin embargo, a más de dos semanas de firmado este histórico Acuerdo, éste se encuentra en riesgo de convertirse en letra muerta, debido al incumplimiento de parte del gobierno del estado de Chiapas, el cual, lejos de distender el clima político social, el pasado 1° de enero de este 2012, tomó protesta a los Integrantes del Consejo Municipal de Belisario Domínguez, -nuevo municipio chiapaneco creado unilateralmente dentro de territorio comunal- en presencia del Secretario de Gobierno Noé Castañón León, del Subsecretario de Gobierno de la zona valle–zoque Ledín Méndez Nucamendi y del Presidente Municipal de Cintalapa, José Guillermo Toledo Moguel. El acto protocolario se llevó a cabo en la escuela primaria “Ignacio Flores Rayón” del núcleo agrario Rodulfo Figueroa, donde fueron designados Juan de Dios Márquez Clemente como Presidente del Concejo, y Efrén Velázquez Hernández y José Toribio Flores como síndicos. De igual manera, el gobierno del estado de Chiapas mantiene a la fecha en la región oriente de Los Chimalapas, a elementos de la policía preventiva estatal, quienes –según testimonios recientemente recavados- mantiene actitudes agresivas y provocadoras frente a los comuneros zoque chimalapas, incumpliendo con esto el compromiso asumido en el sentido de que el mantenimiento del clima de distensión y la paz social en la zona, quedara a cargo exclusivamente del ejército federal, cuyo regimiento asentado en la Congregación de San Antonio fue, al mismo tiempo y de forma paradójica, retirado.

Ante estos hechos, y ante el riesgo de que vuelva a tensionarse el clima social en la bior-región más importante de México y Mesoamérica, como CNDCCh respetuosamente solicitamos a la Secretaría de Gobernación (SEGOB) que, en su carácter de garante del cumplimiento de los Acuerdos firmados y en aras de sus atribuciones y responsabilidades públicas, realice a la brevedad las gestiones necesarias para que se cumplan puntualmente todos y cada uno de los compromisos asumidos por todas las partes,

A T E N T A M E N T E

LUIS BUSTAMANTE VALENCIA
COORDINADOR NACIONAL

MIGUEL ANGEL GARCIA A.
COORDINADOR REGIONAL

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Varios centros de DDHH

Pronunciamiento conjunto de centros de DDHH sobre el desalojo violento de migrantes guatemaltecos

Pronunciamiento conjunto frente a las declaraciones de las autoridades en el desalojo de guatemaltecos en Tenosique, Tabasco

Tenosique, Tabasco, a 10 de enero de 2012
Frente a lo anunciado y divulgado a través de los medios de comunicación por parte del gobierno federal sobre la situación de desalojo de la comunidad de Nueva Esperanza de Petén, Guatemala, desplazada con violencia y asentada en la línea fronteriza con México desde el pasado 23 de agosto de 2011, y luego de que el Centro de Derechos Humanos Usumacinta, A.C. (CDHU) recabó distintos testimonios, las organizaciones abajo firmantes manifestamos lo siguiente:
Son falsas las declaraciones del Comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM) Salvador Beltrán del Río, en el sentido de que las 71 personas trasladadas a la Estación Migratoria de Tapachula, Chiapas fueron aseguradas de manera voluntaria y con estricto apego al respeto a los derechos humanos.
El dicho de las y los guatemaltecos desplazados de manera forzada es que personal del INM y de instancias de seguridad federal y estatal intentaron persuadir a la comunidad de subir a los autobuses; sin embargo, cuando la gente se resistió, personal gubernamental utilizó la fuerza contra algunos de ellos.
Debido a que varias personas huyeron hacia su país, las autoridades comenzaron a detener a las niñas y los niños, obligando con esto a los papás a abordar los autobuses, lo cual constituye un trato cruel e inhumano.
Es sumamente grave que en estos hechos no se preservara la unidad familiar, pues entre quienes no pudieron desalojar se encuentran menores de edad cuyos padres y madres fueron trasladadas a la Estación Migratoria.
Por otra parte, cabe señalar que el gobierno federal actuó en contra de su propio dicho, pues días antes había comenzado un proceso de regularización temporal para la mayoría de los hombres de la comunidad desplazada, con el fin de que tuvieran permiso para trabajar en el país.
El día 4 de enero, organizaciones de derechos humanos se habían reunido con autoridades de la Secretaría de Gobernación, el INM, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y la Procuraduría General de la República (PGR), quienes ofrecieron sin condicionamientos seguir proporcionando apoyo humanitario. Asimismo, es de notar el uso faccioso del sistema penal para criminalizar a los defensores de derechos humanos. El mismo día del desalojo, dos representantes de la comunidad de desplazados que se trasladaban con Fray Tomás González, colaborador del CDHU, fueron detenidos por la Policía Federal y trasladados a las instalaciones locales de la PGR, donde se les hizo saber que estaban detenidos por ser acusados del delito de tráfico de personas y que Fray Tomás también estaba acusado. Esta denuncia penal tiene el número AP/OGCAPZNO/XIV/042012. Cabe señalar que, según testimonio de uno de los detenidos y después liberados, la persona que les tomó su declaración les hizo muchas preguntas acerca de la identidad y la labor de Fray Tomás.
Ante estos hechos, las organizaciones firmantes:
– Deploramos el desalojo forzado en contra de la comunidad Nueva Esperanza y lamentamos el uso de la fuerza como estrategia de contención de las víctimas más vulnerables
– Exigimos detener el proceso de deportación, por medio del cual el que el gobierno mexicano está poniendo en riesgo la integridad de las y los desplazados, quienes no gozan de plenas garantías de seguridad para reingresar a su país
-Condenamos cualquier acto de criminalización contra Fray Tomás González y las y los colaboradores del CDHU. En este sentido, exigimos que el Estado mexicano les garantice en todo momento su derecho a la integridad y a la seguridad personal
Atentamente,
Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, A.C. (Centro Prodh)
Equipo Indignación Yucatán R
Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos
Centro de Derechos Humanos Usumacinta, A.C.
Movimiento Migrante Mesoamericano

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Centro Prodh

Acción Urgente: Desalojo violento de desplazados guatemaltecos en Tenosique, Tabasco


México, D.F., a 09 de enero de 2012

Dr. RAUL PLASCENCIA VILLANUEVA
Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
Dr. ALEJANDRO POIRÉ ROMERO
Secretario de Gobernación
Ing. GENARO GARCÍA LUNA
Secretario de Seguridad Pública
Lic. SALVADOR BELTRÁN DEL RÍO MADRID
Comisionado del Instituto Nacional de Migración
Q.F.B. ANDRÉS GRANIER MELO
Gobernador Constitucional del Estado de Tabasco
P R E S E N T E S
ACCIÓN URGENTE
El Centro de Derechos Humanos Usumacinta A.C., el Equipo Indignación A.C., el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, A.C. (Centro Prodh), el Movimiento Migrante Mesoamericano y la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” con gran preocupación hemos tenido conocimiento del operativo realizado hoy en la madrugada en la franja fronteriza aledaña al Ejido Nuevo Progreso, del municipio de Tenosique, Tabasco, mediante el cual fueron desalojados sorpresivamente y con violencia las familias guatemaltecas que mantenían un campamento desde el 23 de agosto de 2011, cuando fueron desplazadas violentamente por el Ejército guatemalteco de la comunidad Nueva Esperanza, Guatemala.

De acuerdo con los informes recibidos, las organizaciones que suscribimos tenemos conocimiento que el día de hoy, 09 de enero de 2012 alrededor de las seis horas, se realizó un operativo en el que participaron elementos de la Policía Federal, Ministerios Públicos de la Federación y Policías municipales, algunos elementos policiacos se encontraban vestidos de civil y al mando de estas autoridades se encontraba una persona que se ostentó como el Subdelegado Regional del Instituto Nacional de Migración.

Según testimonios, las autoridades arribaron en camionetas y patrullas al campamento y comenzaron su desmantelamiento con lujo de violencia. Al rechazar estas acciones y pedir explicaciones de tales acciones los habitantes del campamento comenzaron a ser detenidos.
Las autoridades detuvieron a los niños y niñas del campamento y los subieron a camiones con el objeto de que sus padres se entregaran, lo que implica un trato inhumano y la posible comisión de ilícitos para los funcionarios que participaron en el operativo.

Según los datos recabados, 71 personas fueron subidas dentro de cuatro autobuses y al parecer conducidos rumbo a la estación migratoria de Tapachula, Chiapas. Lostestimonios de personas que no fueron detenidas refieren que hubo incursión de los policías a territorio guatemalteco para detener a más personas, mientras que vecinos mexicanos que se solidarizaron y exigían explicación por tal proceder, fueron amenazados con ser detenidos. Además, una persona de nacionalidad española también fue detenida, sin que hasta el momento se conozca su paradero.

También es de nuestro conocimiento que dos personas de origen guatemalteco fueron detenidas por las Fuerzas Federales, y después de incomunicadas, trasladadas a la Agencia del Ministerio Público Federal con sede en Tenosique, Tabasco.

Como antecedente a este hecho, el 19 de diciembre de 2011 otros funcionarios federales acudieron al campamento para convencer a las personas de que se retiraran a Guatemala y que recibirían el apoyo de las autoridades mexicanas.

Cabe resaltar que Fray Tomás González Castillo, director del Centro de Derechos Humanos Usumacinta, así como las organizaciones aquí firmantes, sostuvimos reuniones con el Doctor René Zenteno, Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos, Salvador Beltrán del Río (Comisionado del Instituto Nacional de Migración) y funcionarios de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), a fin de que se respeten los derechos humanos de las familias guatemaltecas ahí desplazadas. En la más reciente reunión (4 de enero) se comunicó a las autoridades mexicanas que las familias guatemaltecas no deseaban regresar por el momento a Guatemala y que esperarían al resultado de negociaciones con su gobierno para una posible reubicación, quedando las autoridades mexicanas a la espera de estos acuerdos.

Ante la situación en la cual miembros de la Policía Federal desalojaron a los desplazados, con miras a una posible repatriación, es de nuestra preocupación que puedan sufrir nuevas violaciones a sus derechos humanos; además, recalcamos que estos actos se dan en un contexto en el que había acercamiento y compromiso de las autoridades mexicanas para apoyar a las familias desplazadas, con lo que se engaña y sorprende abusivamente a una población en extremo vulnerable. Asimismo, señalamos que deploramos la inobservancia de estos acuerdos, el operativo violento y sorpresivo que lesiona severamente a las familias, que ya vivían una situación crítica y entre las y los cuales hay 115 niñas y niños.

Este desalojo se da también en un contexto en donde la comunidad efectúa negociaciones con el gobierno guatemalteco para un eventual retorno a tierras dicho Estado. Sin lugar a dudas, el operativo efectuado por autoridades mexicanas afecta gravemente las condiciones de esa comunidad para negociar y representa un obstáculo para un retorno en condiciones mínimamente dignas.
Por todo lo anterior, demandamos de manera urgente:
– Abstenerse de repatriar a las y los guatemaltecos que se encontraban en la franja fronteriza. Ellas y ellos se encuentran en diálogo con su gobierno y México incumple con un deber humanitario al aumentar la presión sobre este grupo ya violentado.
– Detener el operativo en curso. Garantizar un trato digno y respetuoso a todas y todos los desplazados, garantizar que las niñas y niños se encuentren junto con sus padres. Constituye un trato inhumano separar a las familias.
– Garantizar todos los derechos de las y los guatemaltecos que se encontraban en el ejido Nueva Progreso, en la localidad de Tenosique, Tabasco.
– Se respeten y salvaguarden los derechos de las dos personas que fueron detenidas, llevadas inicialmente ante la PGR y que actualmente se encuentran en la estación Migratoria de Tenosique.

Iniciar de inmediato una investigación sobre el motivo y formas en las que se dio el operativo, ya que actualmente existía un proceso de diálogo con las autoridades mexicanas para garantizar la estancia de las familias.
– Deslindar las responsabilidades de los funcionarios públicos que hayan incurrido en violaciones a los derechos humanos de las y los refugiados guatemaltecos.
– Se respete y otorgue protección a los desplazados guatemaltecos, quienes ante situaciones adversar se vieron obligados a salir del país.
Nos mantenemos a la espera de una pronta acción y respuesta
A t e n t a m e n t e,
Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, A.C. (Centro Prodh)
Equipo Indignación Yucatán
Movimiento Migrante Mesoamericano
Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos
Centro de Derechos Humanos Usumacinta, A.C.

Las acciones urgentes hay que enviarlas a:

Dr. RAUL PLASCENCIA VILLANUEVA

Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos

Periférico Sur 3469, Col. San Jerónimo Lídice,

Delegación Magdalena Contreras, C.P. 10200, México D.F.
Teléfonos (55) 56 81 81 25 y 54 90 74 00 ext. 8163 y 8280

correo@cndh.org.mx

Dr. ALEJANDRO POIRÉ ROMERO

Secretario de Gobernación

Abraham González No.48, Col. Juárez,

Delegación. Cuauhtémoc, C. P. 06600, México, D. F.

Teléfono (55) 50633400 ext. 32400

secretario@segob.gob.mx

Ing. GENARO GARCÍA LUNA

Secretario de Seguridad Pública

Constituyentes no. 947, edif. “b” planta alta, Colonia Belén de las Flores,

Delegación Álvaro Obregón, C.P. 01110, México, D. F.

Teléfono (55) 1103 6000  Ext. 11700

genaro.garcia@ssp.gob.mx

Lic. SALVADOR BELTRÁN DEL RÍO MADRID

Comisionado del Instituto Nacional de Migración

Homero 1832, Colonia Los Morales Polanco, Delegación Miguel Hidalgo,

C.P. 11510, México, D.F.

Teléfonos (55) 53 87 24 00 ext. 18022

sbeltrandelrio@inami.gob.mx

Q.F.B. ANDRÉS GRANIER MELO

Gobernador Constitucional del Estado de Tabasco

Palacio de Gobierno Calle Independencia No. 2 Col. Centro C. P. 86000,

Villahermosa, Tabasco

Teléfono (01 993) 312 0711 y 314 5656. Fax (01 993) 314 2612

gobernador@tabasco.gob.mx

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CDH Miguel A. Pro

La frontera olvidada en la región de Tenosique, Tabasco

Informe de la Misión de Observación Civil en octubre de 2011 sobre las condiciones de las personas migrantes, desplazadas y defensoras de derechos humanos en Tenosique, Tabasco, disponible en
http://centroprodh.org.mx/prodh/index.php?option=com_content&view=article&id=409%3Ainforme-mision-civil-de-observacion-a-tenosique&catid=171%3Aeventos-por-mientras&Itemid=92&lang=es

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Wladimir Bolton

Chile – LA NUEVA PRIMAVERA 2011: Balance y proyecciones

Wladimir Bolton, Chile[1]

Para nadie que estuviera un poco inmiscuido en las dinámicas de la política universitaria y en la política más global le parecería extraño visualizar un año 2011 como el que vivimos. Cabe recordar la agenda Privatizadora que se quiso impulsar el 2010 sin mayores resultados, pero este año venían con todos.

Todo comenzó con marchas que rozaban en Valparaíso las 10 mil personas, la mayoría estudiantes universitarios y secundarios, el movimiento comenzaba a mostrar su fuerza, horas y horas asambleas interminables y la expectación que traía esperar la información de los CONFECH[2], para ver en que íbamos, como avanzábamos y ansiosos tras las vísperas del mensaje del 21 de mayo.

Paralelo a este inicio, estallaba en sus puntos más álgidos las movilizaciones en contra del proyecto más invasivo en el sur de nuestro país, hablamos de Hidroaysen[3], grandes marchas, mayores y amplias en convocatoria en comparación a las estudiantiles, se apoderaban de las tardes en las más importantes ciudades. Junto a este acto de reproche a las medidas que se estaban tomando, vuelve la represión, dejando en horarios peck diversas comunas intransitables por el olor a los gases lacrimógenas o el caos imperante en la ciudad.

Imponiendo el Orden.

Días antes del 21 de mayo el Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter, da a conocer la medida que prohíbe usar gases en las marchas, pero no obstante en la previa a la gran manifestación en Valparaíso… “Hoy día puedo informar que efectuados los estudios comprometidos, los gases lacrimógenos utilizados por carabineros en las concentraciones, no tienen efectos abortivos, ni causan problemas para la salud”. El tiempo diría que parte de esta cuña era absolutamente falsa ya que el supuesto informe que salió tras los estudios, serían plagios de informes anteriores. Ese día la represión en Valparaíso mostraba su poderío, que cada vez se fue superando.

Luego de esta negativa por parte del ejecutivo, los estudiantes de todo Chile dieron paso a la radicalización de la movilización. Comenzaron las tomas de universidades y liceos, espacios que se transformaron, muchos, en lugares abiertos de discusión, de respeto y fraternidad, donde el compañerismo se llevo al máximo. Los espacios de debate crecieron, la agilidad de los procesos aumento, ya no solo se peleaba por la defensa de lo poco y nada de educación Pública que nos va quedando, si no que se alza a nivel nacional: la necesidad de una Educación Pública, gratuita, democrática, accesible a las mayorías, de excelencia y que tenga un sentido ligado en su totalidad a las necesidades sociales de nuestro país.

La imaginación y las ganas puestas en cada manifestación daban a conocer una movilización única e histórica en nuestra patria, que cada día convocaba a más y más gente: niños y niñas, abuelos y abuelas, madres, padres, etc. eran parte de innumerables marchas multitudinarias, cada una era reprimida más cruelmente, quedando como una de las fechas insigne el 4 de agosto, mismo día que dado la represión, la CONFECH hace un llamado a “cacerolear”[4] en contra de la represión y a su vez le da un ultimátum de 6 días al gobierno.

Los buenos cabros.

Como era de esperar empezaron a resaltar ciertos rostros de la dirigencia de los diversos estamentos, por los estudiantes Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Francisco Figueroa hacían de las suyas en cuanto noticiero los invitaran, por el lado del gremio de los profesores Jaime Gajardo se prendía en llama para defender la movilización vez que podía, pagando costos incalculables. Cada semana en Tolerancia Cero la temática central siempre fue la educación, pasaron ministros, dirigentes, especialistas y, porque no decirlo también uno que otro payaso. Pero así como estaban los “buenos” también existían los malos: Lavín, Labbe, Bulnes, Zalaquet[5]t, entre otros, que estaban dispuestos a asumir todo el peso de la historia por mantener y profundizar el modelo imperante, el libre mercado, el que avala el lucro desde la cuna hasta los pos grados, el excluyente… en fin, en el que muchos vivimos.

La movilización llegó a su punto más alto, cuando se logró conectar con el mundo social, la gente que no está en las universidades, los sectores productivos. Recordados por todos será el paro de la CUT del 24 y el 25 de agosto, donde se pedía que Chile cambiará. De ahí en adelante el movimiento se logra sintonizar con la sociedad y logra ser empático, teniendo gran aprobación en conocidas encuestas.

Y así el movimiento siguió dejando atrás dos ministros, Lavín y Bulnes, dando paso a Beyer, que según varias fuentes, sería un estadista que basa sus argumentos en gráficos y tablas, mientras nosotros nos manteníamos en un debate profundamente político, nos ponen a una persona que es por sobre todo un tecnócrata evidencialista, pragmático y neoliberal por donde se le mire.

Si bien los avances en nuestras demandas han sido netamente económicas, es importante que nos hagamos cargo responsablemente de la gran aprobación que tienen nuestras demandas políticas. Y es en este sentido importante establecer los lazos con la ciudadanía, con este tejido social, que cada día va madurando, pero no podemos entendernos distantes a la ciudadanía por ser estudiantes, si no al contrario entender que nuestro rol dentro de la sociedad es sumamente importante, debemos generar espacios de participación, darle una relevancia perdida a las “juntas de vecinos”, de este modo poder capitalizar lo que hemos ganado durante todo este año de movilización: al pueblo, que ha vuelto a confiar, que ha despertado y ha entendido que cosas como el lucro, la inequidad social, entre otras tantas barbaridades que pasan en nuestro país, son modificables, y que si bien existe una institucionalidad esta le ha quedado chica a estos nuevos ciudadanos, críticos por sobre todo, que quieren y exigen a gritos: UNA NUEVA CONSTITUCIÓN[6]. En este sentido que iniciativas como el Plebiscito nacional por la educación, no es más que una clase al aire libre sobre Educación Cívica, que dicho sea de paso la derecha se negó y vetó el proyecto que quería volver a impartir esta cátedra.

Reforma de Cordoba, 1918.

Este 2012 debemos entender la relevancia histórica de nuestras demandas, que son las mismas que esgrimieron los compañeros en Argentina en 1918, o en Uruguay 1958, entre otras tantas reformas universitarias. Entender que estas demandas no son de ahora y que no se acabarán mañana, comprender que son demandas SOCIALES y en ese sentido es que no nos pertenecen como estamento estudiantil autónomo; es el sentir del pueblo, aquel que no está hoy en las universidades pseudo-estatales, sino que debe estudiar en las Universidades Privadas, donde se endeudan con la banca privada, es por ellos y ellas, los y las rezagadas que debemos seguir aportando en esta lucha, es también por los y las compañeras secundarias, que hasta el día de hoy no reciben respuesta a sus legitimas demandas, es por ellos y ellas y por todos y todas que han entendido que esta lucha es justa y solidaria.

Recordar que este año más de un millón de personas se movilizaron por una nueva educación, que esté al servicio de la sociedad y no de intereses mercantiles, ese millón, se debe transformar multiplicar infinitamente, a través de la organización, a través de la fraternidad, a través del profundo amor que tenemos muchos por el sentimiento de dignidad, equidad y justicia.

Necesitamos un nuevo Chile, que sea capaz de satisfacer las demandas sociales, de respetar la organización y que logre vivir en sintonía con su entorno, difícil tarea, pero manos sobran!


[1] http://lanuevaprimavera.blogspot.com/2012/01/2011-balance-y-proyecciones.html

[2] CONFECH: Confederación de Estudiantes de Chile. Agrupa a los estudiantes de las universidades chilenas, organizados en federaciones democráticamente electas

[3] Proyecto Hidroeléctrico que involucra una serie de represas en el Sur de Chile, donde la biodiversidad mantiene flora y fauna nativa, además de flujos de agua de reserva mundial.

[4] El “caceroleo” es una manifestación muy utilizada durante las protestas en contra de Pinochet en los años 80, y que hoy al fragor de las manifestaciones estudiantiles surgen; y consiste en golpear una olla o artefacto similar.

[5] Ministros y autoridades de la administración de la actual presidencia de la república.

[6] La actual  Constitución de Chile, fue impuesta durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, y rige desde 1980.

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Javier Sicilia

Javier Sicilia – LOS NUEVOS ODRES

(Texto escrito para el II Seminario Internacional de Reflexión y Análisis, Cideci/Unitierra, Chiapas)

Los nuevos odres

Javier Sicilia

Cada fin de año, La Universidad de la Tierra, vinculada con el zapatismo, realiza en san Cristóbal de la Casas, Chiapas, un coloquio sobre los movimientos antisistémicos. El año pasado, Javier Sicilia participó con una ponencia titulada: “Proporción y revolución” (Conspiratio 07). La presente entrega, con la que participó este fin de año, continúa con esa reflexión. En ella, retomando a los Padres del Desierto que salvaron a Europa cuando cayó del Imperio Romano, trata de analizar la manera en la que los Movimientos Sociales comienzan a generar lo nuevo frente al desmoronamiento de las instituciones de la modernidad.

No se echa vino nuevo en odres viejos, pues los odres reventarían, el vino se derramaría y los odres se echarían a perder. El vino nuevo se hecha en odres nuevos y los dos se conservan,

Mt. 9 17.

Uno de los grandes problemas de la percepción humana es que las realidades históricas en las que vivimos parecen haber estado siempre allí. Instituciones como el Estado, la economía, el mercado, las instituciones de servicio del mundo moderno y sus innumerables sistemas –el sistema burocrático, financiero, carretero, médico, educativo…– parecen, en la percepción del hombre contemporáneo, realidades inmutables cuyas crisis e injusticias pueden superarse. Así, desde la creación del Estado moderno y del capitalismo, las luchas políticas y sociales, nacidas del gran fracaso de las ideas que hicieron posible la revolución francesa –el momento, decía Hegel, de mayor libertad fue también el momento de mayor tiranía bajo el cadalso del terror y de la guillotina– no han sido otra cosa que intentos por hacer que el Estado y el capital encarnen en el sueño Ilustrado de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Ya fuera bajo la lógica de los fascismos, del marxismo y sus variantes revolucionarias o del actual liberalismo económico, el objetivo ha sido domesticar al Estado, al capital y a los sistemas que nacieron de ellos para ponerlos al servicio de todos los hombres. Sin embargo, no se ha logrado. Lejos de ello, el fracaso, el malestar y el horror, bajo el imperio de cualquiera de esos sistemas ideológicos, han cundido por todas partes. No sólo los seres humanos se han instrumentalizado, es decir, han sido sometidos, humillados y destrozados en nombre de esos sueños que, a través del Estado, debían encarnar en la historia –los horrendos asesinatos del crimen organizado o desorganizado no son más que la forma sin contenido ideológico de esa instrumentalización humana que corre a lo largo de los tres últimos siglos de amar las abstracciones del hombre por encima de los seres humanos de carne y hueso–, sino que esas instituciones, a las que se ha intentado domesticar y dirigir para que sirvan a todos, están en una profunda descomposición y pronto colapsarán.

La razón es que, más allá de los límites de nuestras percepciones en las que siempre estamos atrapados, el Estado, el capital y sus sistemas, son una construcción histórica y, al igual que sucede con  toda construcción histórica, morirán, como algún día murió no sólo el imperio romano, el feudalismo, los absolutismos, la Iglesia como poder político, sino también las variantes más claramente ideológicas del Estado hobbsiano: los Estados fascistas y el Estado soviético. La realidad, también, es que la esperanza de esa sociedad perfecta, que nació de los sueños de la Ilustración –esos sueños que, como una confirmación de lo que vio Goya, han engendrado monstruos— y que nos vienen del sueño judeocristiano de un Reino donde imperaría la justicia, han resultado –y allí están las maneras en las que se asesina hoy– un absurdo criminal. Si en nombre de los seres humanos y de su felicidad, es decir, en nombre de la sociedad perfecta, no hemos cesado, desde la revolución francesa, de oprimir, asesinar y destrozar la felicidad cotidiana de los seres humanos que viven no en el futuro idílico sino el presente de cada momento histórico; hoy, se les sigue asesinado por la misma horrenda realidad, que los sueños abstractos de las ideologías encubrían, la nada, la pura voluntad de poder, para decirlo con Nietzsche, que está llena de nada.

No obstante, entre las fracturas profundas de esas construcciones históricas –los desastres económicos, la ineficiencia y corrupción de los partidos y de los gobiernos, el crecimiento de la miseria y del crimen, las devastaciones ecológicas, la criminalización de las protestas— comienza –al igual que ha sucedido cada vez que se desmorona una construcción histórica– a emerger algo nuevo. ¿De qué orden es? No lo sabemos. Lo nuevo es siempre tan tradicional, como el cultivo de las uva, y tan sorprendente como un vino nuevo. Quisiera, sin embargo, delinear algunos rasgos que creo comenzar a descubrir en esa novedad. Para ello, me serviré de una analogía histórica –siempre para comprenderse hay que mirarse en el espejo del pasado– a la que ya había aludido el año anterior en mi ponencia “Proporción y revolución”,[1] al tratar de aclarar lo que más allá de cierto lenguaje marxista –remanente de las instituciones que se resquebrajan– el zapatismo tiene de novedoso.

En el siglo IV, frente a las fracturas del imperio romano y como una manera de rescatarlo, Constantino I dio rango jurídico a una de las doctrinas religiosas que, por sus contenidos éticos y por su expansión por los territorios dominados por el Imperio, podía funcionar como una manera de apuntalar las corrompidas instituciones romanas: la Iglesia cristiana. Al conferirle a los obispos el mismo rango que a los magistrados romanos en las cuestiones jurídicas le permitió al Imperio darle nuevos contenidos a las urbs romanas: no sólo –algo que ya estaba en el derecho romano– tener ciudadanos romanos por adopción, sino también, por esa novedad que el cristianismo trajo al mundo: la caridad, atender y mantener bajo el control del imperio, a los extranjeros sin estatuto jurídico que invadían las urbs y que los cristianos llamaban prójimos, mediante órdenes caritativas de derecho social. Lo que en el Evangelio era una novedad de la libertad del amor: el prójimo es alguien al que decido amar más allá de las prescripciones y proscripciones jurídicas de mi étnia (un acto tan libre como gratuito y ajeno al poder que en las primeras comunidades cristianas se expresó por la costumbre de tener siempre un cabo de vela y una cama por si Cristo llegaba a tocar a la puerta en la figura de un desconocido), se convirtió, con la Iglesia oficializada por el Imperio, en un conjunto de instituciones al servicio de la administración de una projimidad  impersonal.

En ese contexto, un grupo de hombres de la joven cristiandad, abandonaron las ciudades del imperio para irse a vivir a los desiertos de Siria y Egipto. Seguramente intuyeron que la libertad del Evangelio era incompatible con un poder administrativo y una política de regulación. Lo que buscaban en los desiertos era paradójicamente el Paraíso.[2] No un lugar, con el que siempre han soñado los milenarismos y las utopías modernas nacidas de la revolución francesa, de abundancia y riqueza, sino un sitio donde pudieran vivir una nueva naturaleza, revelada en Cristo, y expresada en la sabiduría y el amor encarnado en la vida solitaria o común, llena de proporciones –lo que las sociedades modernas llaman despectivamente pobreza—y siempre abierta todos. Fueron ellos los que, un poco después de la caída del Imperio y la devastación de sus instituciones en el siglo V, rescataron, bajo la inspiración de la vida monástica articulada por San Benito, la civilización y crearon una forma de vida nueva que más tarde la Iglesia y los remanentes imperiales se encargarían de corromper, dejándola sólo como espacios simbólico de lo que fue la vida de las primeras comunidades cristianas y de la vida de los Padres del Desierto.

Vivimos, en este sentido, una realidad parecida. La crisis del Estado moderno y del modelo económico, han hecho emerger de sus fracturas un conjunto de movimientos contestatarios llamados antisitémicos. El zapatismo es uno de ellos. Lo son también los indignados, la llamada primavera de los países árabes, los occupy y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Lo que los asemeja a los Padres del Desierto es que han entrado en conflicto con los poderes de su tiempo. Lo que los diferencia, es que nosotros no hemos huido a los desiertos –ya nos los hay; los que aún existen están sometidos a los Estados y a las expansiones del capitalismo global y sus sistemas—y que hemos decidido enfrentar esos poderes. Sin embargo, mientras los Padres del Desierto trataron de crear un nuevo modo de vida basado en una vida austera de oración y de trabajo con sus manos, es decir, el de un nuevo estatus ontológico de libertad venido de Cristo, al margen del Estado y sus instituciones, los movimientos de hoy quieren, como un remanente del cerco de las percepciones y de las maneras en las que durante los últimos tres siglos otros movimientos se han enfrentado al poder, transformar al Estado. Hay en este sentido, algo nuevo y algo viejo en los movimientos antisistémicos. Los parteaguas históricos –como el de la caída del imperio romano o el desmoronamiento del Estado hobbsiano y de la economía moderna—generan franjas ambiguas donde lo nuevo no termina de delinear su rostro y lo consabido, que ya no sirve, continúa utilizándose para una transformación fundamental. Son, por lo mismo, momentos de profundos clarosocuros. En nuestro caso, lo nuevo es la conciencia de que tanto el Estado como la economía ya no responden a lo que se esperaba de ellos: ni cuidan la vida de los ciudadanos ni producen riqueza para todos –la suma de sus destrucciones y despojos es más profunda que la suma de sus producciones que invaden todo–. Lo nuevo, también, es que a diferencia de los movimientos sociales del pasado, no quieren el poder y en lo mejor de sí mismos son no-violentos Lo viejo es que creen todavía que el Estado y el mercado, que ya entraron en una descomposición fatal que terminará por destruirlos, pueden cambiar, transformarse o enmendarse. En medio de ellos, lo ambiguo. Cuando leí la Primera Declaración de la Selva Lacandona, lo que admiraba era la aparición del universo indígena que reclamaba su autonomía y la defensa de sus mundos. Lo que me alarmaba, era que también querían lo que los destruiría: el mundo de la modernidad expresado en un conjunto de sistemas propios del Estado moderno y su economía: lavadoras, escuelas, clínicas, etc. Algo parecido me encontré cuando visité a los occupy en Washington y Los Ángeles. La forma en la que viven es un proceso de autonomía –en medio de sus campamentos, levantados en parque públicos, dialogan entre sí, se organizan, se alimentan, mantienen limpio y cuidado su entorno y se apoyan unos a otros–. Están en los espacios de la ciudad que custodia el Estado, pero confrontados y al margen de él. Sin embargo, su accionar reclama al Estado y al mercado su inoperancia para incluirlos en el pastel. Son, dicen, el 99% de los excluidos que buscan las rebanadas que el Estado y el mercado les roba. Algo parecido sucede con los indignados y, habría que decir también, con los jóvenes de la primavera árabe –el caso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se mueve en el mismo territorio de la descomposición, pero es de otra índole y me referiré a él más adelante–. Lo ambiguo de estos movimientos está tanto en lo que son –una forma distinta de ser al margen del Estado y una respuesta a su resquebrajamiento–, como en lo que demandan a ese mismo Estado y a un sistema económico en descomposición que los ha desplazado. Si el Estado hobbsiano y la economía moderna no pueden darles lo que reclaman es porque se basan en lo que Iván Illich llama el “desvalor”. El concepto es complejo.[3] No existe en el diccionario. Pero en relación con el valor que, despojado de su sentido utilitario, está asociado con el bien, significa, en los términos de Illich, una destrucción de los ámbitos de comunidad, de sus culturas y del medioambiente, cuyo resultado es la pérdida del trabajo tradicional, es decir, proporcional y limitado, que hace posible la subsistencia, y su reemplazo por el desempleo, las mercancías y la lucha por acceder a ellas, es decir, la instalación de la violencia. Es, en síntesis, la destrucción del bien por el valor de lo inaccesible o, en otras palabras, la desvalorización del bien.  A pesar de que estos movimientos habitan ya lo nuevo, como un retorno al límite, a la proporción, al trabajo común, utilizando de manera limitada ciertas herramientas del mundo moderno, siguen creyendo, primero, que las tareas del Estado y la tareas económicas, cuya finalidad es el control de los seres humanos bajo burocracias y cadenas productivas, pueden todavía usarse en las realidades humanas, cuya dimensión no es el valor, sino el bien. Segundo, continúan creyendo en una dimensión ficticia del progreso, cuya realidad más evidente es la negación del pasado, de la tradición y de la convivencia, como desechos de la historia. Aunque el zapatismo, iluminado por la tradición de los pueblos indios y obligado a replegarse por la persecución del Estado, ha logrado descubrir la fuerza de sus saberes creando los Caracoles, creo que en su fondo continúa creyendo que es posible transformar al Estado para reproducir, en la lógica de las ideologías históricas, sus propios descubrimientos.

Esta crítica puede hacerse también al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Sin embargo, hay ciertos matices en él. De alguna forma se parece al zapatismo. Nace, como él, de la visibilización de los negados por el sistema –no de los indígenas, sino de las víctimas de una guerra, consecuencia del pudrimiento del Estado y de una criminalidad que en la lógica del capital lleva a grados atroces la instrumentalización de lo humano–. Al igual que él tiene un lenguaje poético de altísima dignidad moral. A diferencia suya no tiene un ejército y ha apostado por un diálogo con todos los poderes y los sectores sociales para obligar al Estado a reparar la justicia y la paz. También, a diferencia suya, no nace de una comunidad ancestral que le ha permitido crear una sólida estructura comunitaria y proporcional al margen del Estado, sino, semejantes a los occupy, a los indignados y a los muchachos de la primavera árabe, es el fruto de ciudadanos, atomizados por el Estado y la economía, que el dolor y la exclusión ha reunido en un extraño común. Su fuerza no radica tanto en su confrontación con el Estado y los criminales, sino en la manera en que lo hace. Al dialogar, confronta la ancestral violencia de las ideologías por la disputa del poder y la administración del Estado; al recorrer el país, reunir a las víctimas en un abrazo y darles voz en el espacio público, usurpado por los poderes, rompe el cerco del poder y redescubre la vida comunitaria hecha de solidaridad, de límites, de apoyo mutuo y de relaciones personales. Por último, al besar a todos, reedita una antigua práctica de las primeras comunidades cristianas: la conspiratio, el intercambio de espíritus, a través del aliento, que simboliza la abolición de los estamentos., la reconciliación y la paz.

Ninguno de estos movimientos reformará al Estado ni al capital que está en el centro del malestar. Son, como digo, en analogía con los cristianos que partieron a los desiertos de Siria y Egipto, formas nuevas que, al mirarse en la tradición, emergen de las grietas de las instituciones modernas como preludio de lo que se gesta en medio de este nuevo desastre histórico. En esas condiciones no es posible saber, como tampoco lo sabían los Padres del Desierto, lo que estos movimientos aportarán al desmoronamiento para rehacer y preservar el mundo. Lo que, sin embargo, sabemos es que podemos mantenernos juntos, en un profundo diálogo, en un profundo apoyo y profundizando lo nuevo que emerge de nosotros al margen del Estado y de la economía, como formas pedagógicas de lo que el Estado y el capital han negado y se obstinan en continuar negando a pesar del desastre. No es otra cosa lo que esos Padres del Desierto hicieron mientras el imperio terminaba de desmoronarse. No es otra cosa tampoco lo que en el fondo, en las márgenes que a veces toman el centro, hacemos al expresar una vida de proporción, es decir, humana. Nuestras diversas formas de caminar, nuestras distintas maneras de organizarnos y de decir deben ser una invitación a los otros a reflexionar sobre lo que conviene hacer en determinado sitio y en determinadas circunstancias teniendo siempre en mente el bien como virtud y no como valor. Estas maneras de ser y de actuar son, como lo señalé en mi ponencia pasada, “Proporción y revolución”,[4] una manera no sólo de conservar el mundo que otros prepararon para nosotros, sino de hacerlo más habitable. Son los odres nuevos para el vino nuevo que se prepara por encima del horror y la desesperanza.

Además opino que ha que respetar los Acuerdos de San Andrés.


[1] Cf. Conspiratio 07, ¿Es posible la revolución”, Jus, México, pp. 48-58.

[2] Cf. Javier Sicilia, “El lugar del no-lugar: las Reducciones del Paraguay”, Ixtus 45, Jus, 2004, pp.80-84.

[3] Para una visión más profunda del concepto, Cf. “Desvalor”, en Iván Illich, Obras reunidas II, FCE, México, 2008, pp. 477-486.

[4] Cf. Conspiratio, op. cit.

radio
Pablo González Casanova

Pablo González Casanova – EL MOVIMIENTO MUNDIAL DE LOS INDIGNADOS DE LA TIERRA EMPEZÓ EN LA LACANDONA

EL MOVIMIENTO MUNDIAL
DE
LOS INDIGNADOS DE LA TIERRA
EMPEZÓ EN LA LACANDONA

Guión para unas palabras

01/01/2012
Pablo González Casanova

Si pensamos en el conocimiento y la acción de un movimiento mundial como el de los indignados, pronto advertimos que hay problemas teóricos y prácticos considerablemente distintos a los que se plantean en la academia, en los partidos y los gobiernos. Afortunadamente tenemos  la posibilidad de enriquecer nuestro conocimiento con las preguntas que los pueblos se hacen y con las respuestas que se dan.

Teorías y prácticas que vienen “de abajo y a la izquierda” tienen la originalidad de criticar al poder cuando éste se siente  distinto de la sociedad, y cuando se  separa de la sociedad.

Los nuevos movimientos del pueblo plantean una democracia que corresponda a las decisiones del pueblo, y que en caso de que se separe del pueblo dejará de ser democracia.

Depauperados y excluidos, “indignados” y “ocupas”  formulan teorías  que contienen un gran respaldo empírico. Se trata de explicaciones y generalizaciones basadas en una gran cantidad de experiencias. Se trata de conocimientos, de artes y técnicas que corresponden al saber y al saber al hacer de los pueblos, ese saber que tanto exaltara el antropólogo Andrés, y en que aparece, en vez del yo individualista, el nosotros tojolabal que Carlos rescatara para la filosofía de la solidaridad humana .

Teorías y prácticas tienen mucho de particular y también de universal…Y no exagero. Pensemos en la inmensa movilización de “los indignados” y “los ocupas” que luchan por otro mundo posible. Hoy,–escriben admirados dos profesores ingleses–: la movilización es gigantesca.  Nunca se había dado una de esta magnitud, y toda la movilización “empezó (añaden) en las junglas de Chiapas con principios de inclusión y de diálogo.”

Vemos así que “desde abajo y a la izquierda” y desde las selvas tropicales surge un movimiento que no sólo lucha por defender los derechos de los pueblos indios sino por la emancipación de los seres humanos.

Y ese movimiento universal en medio de sus diferencias vive problemas parecidos. Es más, encuentra soluciones parecidas para la creación de otro mundo y de otra cultura necesaria, a la que los pueblos  de los Andes  expresan como el bien vivir, “en que el vivir bien de unos no dependa del mal vivir de otros”.

A esas aportaciones que de los indios de América vienen se añaden muchas más que corresponden a las experiencias de múltiples culturas e historias y que  crean la  historia universal de la lucha por la libertad, por la justicia y por la democracia, lema que levantó el movimiento zapatista y que anda por el mundo entero no como eco sino como las voces de un pensar y querer parecido.

Y allí están las juventudes griegas que luchan contra el tributo de la deuda externa, están los movimientos de la primavera árabe a quienes los militares no pueden transar, están las asambleas de los indignados españoles que articulan intereses vitales que el sistema no puede satisfacer, están los jóvenes estadounidenses que ocupan Wall Street como centro del poder corporativo contra el que todos luchamos, o los jóvenes chilenos que dan su vida para que no les quiten sus escuelas y universidades..

En todas las movilizaciones hay mucho de común. Todas o casi todas coinciden con  “lo incluyente” y con “lo dialogal”, y un número cada vez mayor, con la idea de que el capitalismo corporativo es el origen de todos los problemas que afectan y amenazan a la humanidad.

Coinciden también en que la solución es esa democracia de todos para todos y con todos que no se delega, y que algunos llaman socialismo democrático o socialismo del siglo XXI y otros nomás democracia, y que es eso, y mucho más, pues es una nueva forma de relacionarse con la tierra y con los seres humanos…una nueva forma de organizar la vida.

Y es en medio de la riqueza y novedad de esta movilización mundial  como se captan  una serie de reflexiones  que vienen de abajo y a la izquierda y cuya respuesta busca el triunfo de los indignados y de los pobres de la tierra.

La riqueza de las reflexiones y llamados es enorme y exige la atención la profundización de algunos que enuncio escuetamente y en los que debemos trabajar más:

  1. El llamado a perder el miedo antes que nada, que el movimiento  zapatista destacó como un requisito para pensar y actuar.
  2. El no pensar sólo en “qué hacer” sino en “cómo lo hacemos”.
  3. El precisar con quiénes “lo hacemos” en las distintas circunstancias.
  4. El aclarar nuestras diferencias internas con un nuevo estilo de discutir y acordar.
  5. El rechazar terminantemente la lógica de la caridad. Y también la lógica del paternalismo, pues ambas ocultan la manipulación. Caridad y paternalismo  son la cara buena de la cultura autoritaria.
  6. Combinar la lucha por los derechos de los pueblos, los trabajadores y los ciudadanos con la lucha por la construcción de una sociedad alternativa en que los colectivos de los buenos gobiernos practiquen el “mandar obedeciendo”. Precisar con ejemplos en que consiste la práctica del mandar obedeciendo
  7. Dar los pasos necesarios para que el proyecto emancipador sea un proyecto realmente incluyente,  y dé lugar a un trato respetuoso de las diferencias de raza, sexo, edad, preferencia sexual, religión, ideología, nivel educativo.
  8. Redefinir los conceptos de la libertad, la igualdad, la fraternidad, la justicia, la democracia…Redefinirlos en la  vida cotidiana, en el aquí y el ahora.
  9. Aclarar que las redes no son sólo redes informáticas. Aclarar que se han organizado y se van a organizar redes de colectivos y de sistemas de colectivos que permitan el predominio de las organizaciones horizontales sobre el mercado y el estado, que estimulen la cooperación y la solidaridad frente al individualismo del mercado, y en que los en-cargados manden obedeciendo los lineamientos que las organizaciones horizontales les den y no se sientan ni un minuto por encima de ellas. Al mismo tiempo crear organizaciones centralizadas y descentralizadas, como el EZLN, o como las policías de los pueblos del sureste y como las autonomías municipales.
  10. Profundizar y promover los sistemas solidarios y cooperativos con flujos e intercambios que acerquen la producción, el consumo y los servicios, por ejemplo,  de educación, salud, seguridad social
  11. Actualizar constantemente los conocimientos sobre las contradicciones en el interior de los propios movimientos emancipadores, y no sólo sobre las contradicciones externas.
  12. Fomentar el respeto a la dignidad y a la identidad de personas y pueblos, sin caer en el individualismo o el aldeanismo, y antes cultivando la emancipación universal.
  13. Combatir el maniqueísmo, y ese tipo de discusiones que  invocan a los clásicos para comprender el aquí y el ahora e incluir sus narrativas y reflexiones en la memoria creadora de nuestras generalizaciones.
  14. Reconocer que en todos los grandes movimientos los pueblos –con una razón de enorme peso—no se inclinan por una revolución violenta sino por la ocupación pacífica y multitudinaria de la sociedad y de la tierra.
  15. Pensar que el 99%  de la humanidad va a ganar esta lucha y que de su triunfo y de la sociedad que construya dependerá la creación ecológica de un sistema terrestre sostenible, capaz de satisfacer las demandas vitales de una población creciente que hoy sufre hambre y frío por cientos de millones, y capaz de impedir que continúe un sistema económico-político en que la industria de guerra es el motor principal de la economía.
  16. Plantear cómo se lucha y gana pacíficamente en una guerra de “espectro amplio” como la diseñada por el Pentágono. Si uno de los  “espectros” es la guerra violenta y armada, podemos luchar en los otros que comprenden la guerra informática y cibernética, la guerra contra la educación, la guerra contra la cultura, la guerra económica con la deuda externa y derivados, la guerra social que deshace el tejido comunitario, familiar, de clase; la guerra ideológica y pseudo-científica neoliberal, cínica, re-colonizadora y neofascista: la guerra que destruye la biósfera y la guerra que siembra el terror acompañadas de la guerra inmoral para cooptar, macro-corromper y someter a una humanidad que se rinda y se venda.
  17. Insistir en que los pobres de la tierra y quienes estamos con ellos debemos enfrentar la guerra de espectro amplio en todos los espectros pacíficos posibles: en el terreno de la educación para pensar y hacer, en el terreno de la economía de la resistencia que cuida el pan y el agua, el fogón y el techo, los servicios de salud y  de seguridad; el tejido social de la familia y el de la comunidad, y el de una clase trabajadora que reestructure la unión necesaria de los trabajadores regulados y des-regulados; en la lucha ideológica contra las corporaciones, los líderes amarillos y las mafias que ocultan su guerra depredadora con otras guerras no menos infames –como las del terrorismo,  el narcotráfico y la confusión..Y estar cada vez más conciente de que la guerra actual de intimidación y corrupción busca sobre todo el despojo de lo territorios comunales, de las parcelas campesinas, de las tierras nacionales,  de los bosques y las minas, de los viveros de petróleo y de los mantos acuíferos; de los suelos y los subsuelos, de las costas y las sierras. Y no conforme con oprimir a los pobres entre los pobres y a los habitantes de la periferia mundial, en forma cada vez más abierta está empobreciendo a los sectores medios y privando de sus derechos y de su futuro a los jóvenes y los niños del mundo entero

Con los indignados de la tierra hemos de enfrentar la nueva política del azúcar y el garrote, de la corrupción y la represión macroeconómica que  emplea el capitalismo corporativo, con sus aliados y subordinados, Frente a sus intentos de intimidación y corrupción universal blandiremos  la moral de lucha y el coraje de  los pueblos.  Lo haremos, conscientes de que somos cada vez más y de que serán cada vez más quienes en el mundo entero luchen por lo que en 1994 sólo parecía ser una “rebelión indígena postmoderna” y que en realidad es el principio de una movilización humana considerablemente mejor preparada para lograr la libertad, la justicia y la democracia a que todos aspiramos.

radio
Paulina Fernández

Paulina Fernández – EL COMPA JOLIL

(Texto escrito para el IIº Seminario Internacional de reflexión y análisis)

El Compa Jolil,
o las motivaciones de los autoridades autónomos zapatistas

Paulina Fernández C*.

La llamada democracia representativa se ha convertido en pieza fundamental de la ideología dominante. Como pocas veces en la historia de México se repite que los partidos políticos son indispensables y consubstanciales a una democracia; que los procesos electorales son la mejor oportunidad que tienen los ciudadanos para participar en política; que las elecciones son el único medio válido para cambiar el estado de cosas; y que por todo ello, hay que destinar miles de millones de pesos para financiar precampañas, campañas, precandidatos, candidatos, y actividades ordinarias de los partidos políticos registrados, pues la democracia cuesta mucho –dicen- y vale más. Sólo para tener una idea, basta decir que en días pasados el Consejo General del Instituto Federal Electoral aprobó un presupuesto de 5 mil 344 millones 875 mil pesos para los gastos de los partidos políticos en el año 2012.[1]

Cuando en las esferas oficiales e institucionales se habla de procesos electorales invariablemente se les identifica con democracia, pero ¿qué perspectiva democrática pueden ofrecer a la sociedad los partidos cuyos miembros son incapaces de celebrar una sola elección interna sin hacerse fraude unos a otros? ¿O los que ni siquiera eligen a sus dirigentes? ¿O los partidos pequeños que sin respaldo ciudadano sobreviven sacando provecho de coaliciones electorales pactadas entre cúpulas? ¿Qué se puede esperar de gobernantes y legisladores que siendo miembros de un partido, se hicieron elegir por otro distinto? ¿Qué se puede esperar de los partidos políticos que no asumen la menor responsabilidad de las decisiones y actos de quienes apoyaron para llegar al poder ejecutivo o al legislativo? ¿Qué respeto pueden merecerle a los dirigentes de los partidos políticos los ciudadanos en general, si a sus propios militantes los han convertido en clientes, o en mercancías canjeables por posiciones políticas personales? Cómo se atreven a hablar de procesos democráticos cuando el solo hecho de existir un registro legal de partido político como requisito previo obligatorio para postular candidatos es en sí mismo una negación de los derechos políticos de la mayoría de los ciudadanos. El registro oficial del que gozan los partidos políticos, base legal del sistema electoral mexicano, es inconstitucional y profundamente antidemocrático porque excluye a la mayoría de la población e impide la participación directa de quienes no quieren hacerlo a través de los partidos. No es casual que más allá de declaraciones propagandísticas y demagógicas, los partidos políticos registrados, únicas organizaciones con presencia en las cámaras legislativas, sigan negando una y otra vez el derecho a postular candidatos independientes, y que cuando incluyen el tema en sus iniciativas de reformas constitucionales en materia política o en algunas disposiciones electorales secundarias, lo hagan subordinándolos al sistema electoral establecido, y acaben negando ese derecho a la mayoría de los mexicanos.[2]

En las últimas semanas hemos visto que, sin el más mínimo pudor político, se apuntan en listas de aspirantes a candidatos de los partidos políticos a los puestos de “elección popular”, todo tipo de personas, incluidas muchas que en el cargo que todavía ocupan, o en el que anteriormente desempeñaron, no han rendido cuentas o, peor aún, que tienen cuentas pendientes con “la justicia”. De entre las múltiples razones que mueven a quienes pretenden ser gobernadores, diputados, senadores, presidentes municipales, o un poco después funcionarios públicos de alto nivel, se pueden adivinar algunas: además de tener un trabajo asalariado y bien remunerado, hay quienes lo primero que buscan es tener fuero constitucional que los proteja por las trapacerías hechas en el cargo anterior; otros quieren sentirse importantes, conocidos, famosos, poderosos, traficantes de influencias; algunos buscan compensar un rato su ego mirándose en la televisión, coleccionando los recortes de periódico donde se publica su nombre; no faltan quienes aspiran a ascender socialmente para ya no tener que regresar a vivir y trabajar al barrio, al pueblo de donde salieron; a muchos los mueve simple y llanamente la ambición, aunque también los hay quienes pretenden convertirse en gestores y así obtener recursos para su gente; a casi todos les gusta disponer de un séquito de secretarios, ayudantes, auxiliares, asesores, choferes y acompañantes.

Al aspirar a formar parte de la llamada clase política se pretende también sobrevivir sin mayores problemas en un país en el que el Estado de derecho se invoca, pero no se cumple; en el que los derechos sociales y las garantías individuales no se respetan; en el que la burocracia –pública y privada- es exasperantemente lenta e ineficiente; en el que la corrupción es mundialmente reconocida como factor favorable a la acumulación de capital y lubricante de la maquinaria estatal en todos sus engranes; en uno de los países con más desigualdad social e injusta concentración de la riqueza; y sobre todo, en un país en el que el común de sus habitantes experimenta una sensación de impunidad total, que para ponerla en términos oficiales, desde 2008 se admite que “el 98.76 por ciento de los crímenes quedan impunes”[3], y todo indica que esta cifra no ha disminuido en los últimos tres años.

Lo anterior significa que tras la competencia por un cargo público, lejos del servicio y la representación fiel de las necesidades de la población, está la búsqueda inconfesable de una situación excepcional individual, que conjuga poder con dinero. Una encuesta hecha en San Luis Potosí, cuyos resultados bien podrían generalizarse a todo el país, muestra que el 65% de la población piensa que la motivación principal de los políticos para buscar cargos de elección popular se debe a los “ostentosos sueldos que se perciben en la función pública”; 25% opina que la motivación es “el hambre de poder”; 5% las “ganas de figurar en la política”; y el otro 5%, cree que es la “vocación de servicio”. Respecto a los salarios que perciben los funcionarios públicos 93% de los encuestados los consideró excesivos.[4]

Más que participar en un proceso electoral democrático, quienes hoy luchan por alcanzar un lugar entre candidatos y futuros funcionarios están participando en una exclusiva feria sexenal del empleo, a la que no están invitados los casi 3 millones de desocupados reconocidos oficialmente en 2011, ni los 13 millones y medio de mexicanos que se dedican a alguna actividad informal, con remuneración precaria, sin prestaciones ni seguridad social; tampoco los 4 millones 200 mil mexicanos subempleados[5], que sólo tienen trabajo por unas cuantas horas; ni muchos otros millones de mexicanos que quisieran cambiar sus condiciones de trabajo y mejorar ingreso.

Gracias a nuestro sistema democrático, quienes viven “de la política”, al amparo del presupuesto público, se sienten con derecho a gozar de condiciones privilegiadas al mismo tiempo que se enteran con indiferencia que para el país en su conjunto se fija un salario mínimo general que no va a llegar a 2 mil pesos mensuales en todo el año 2012[6], cantidad que tendría que multiplicarse por tres para poderse adquirir los alimentos básicos recomendables[7] y que, obviamente no es un ingreso “suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”[8] como lo manda la Constitución general de la República.

Para quienes desean ponerse a salvo de las condiciones de vida, de trabajo y de salario que padecen los mexicanos “comunes y corrientes”, la mayoría de los municipios del país se ha convertido en un espacio adecuado para lograr sus objetivos personales. De los tres niveles de gobierno, es en el municipal en el que parece haber condiciones más propicias para los abusos y la corrupción, ya que, con el pretexto de la soberanía presupuestal la mayoría no dan a conocer el manejo de las finanzas públicas, empezando por el salario que se asignan los alcaldes. Bajo el precepto establecido de que “los municipios administrarán libremente su hacienda”[9], no faltan presidentes municipales que interpretan esta libertad como la oportunidad de entrar con las manos libres para salir con las manos llenas. Si bien hay casos como el de Navolato, Sinaloa, en el que el alcalde tiene un sueldo base equivalente a un salario mínimo -los 2 mil pesos mensuales que ya mencionamos-, la realidad es que percibe 50 mil pesos más, diferencia que suele llamarse “compensación”, y esta “compensación” puede ascender hasta los 80 mil pesos mensuales como en el caso del alcalde de la ciudad de Chihuahua, quien los recibe además de los 27 mil que tiene de sueldo base[10]. En algunas entidades federativas, como en el estado de México, los diputados locales recomiendan “austeridad” a los servidores públicos, sugiriendo remuneraciones desde 55 mil hasta 136 mil pesos, pero en Toluca esos límites no se toman en cuenta y quien encabeza la presidencia municipal tiene un ingreso mensual promedio de 267 mil 780 pesos[11].

Hasta hace poco tiempo, el del municipio de Aguililla era el alcalde con mayor remuneración económica en el estado de Michoacán, ya que percibía un salario de 49 mil 500 pesos, al que sumaba una compensación de 61 mil 500 pesos, dando un total de ingreso de 111 mil pesos mensuales. Lo relevante de este dato es que el nivel de ingresos del gobernante municipal no corresponde al nivel de vida de los gobernados ya que el municipio de Aguililla es considerado como de “alta marginación” en Michoacán[12]. Esas diferencias también se pueden encontrar en otros estados. Según los resultados de una investigación publicada por Periodismo sin censura, en Chiapas el sueldo de cualquier alcalde rebasa por mucho el que pueda ganar un jornalero, y la autora lo demuestra con los siguientes datos: “En muchos municipios los trabajadores no alcanzan a ganar ni un salario mínimo que es de 56 pesos con 70 centavos”, mientras el alcalde que recibe “el mejor salario en Chiapas” que es el de Villaflores, “gana diario 2 mil 392 pesos”[13].

Pero ¿cómo es que por todo México hay autoridades municipales que por hacer –bien o mal- su trabajo cobren legalmente 40 mil, 50 mil, 100 mil y hasta más de 200 mil pesos al mes durante tres años, y que en otro tipo de municipios, las autoridades acepten trabajar también por tres años pero sin recibir un sueldo a cambio? Y a diferencia de los primeros, si éstos últimos duran en el cargo los tres años quiere decir que hicieron bien su trabajo, porque si no hubieran trabajado bien, el pueblo que los eligió los hubiera cambiado de inmediato. Así es en los municipios autónomos.

En los municipios autónomos zapatistas no es el dinero la palanca que mueve toda la maquinaria del gobierno; me consta que son otros los resortes que activan la participación popular y que llevan a los miembros de una comunidad a ser autoridad. Hace unos años, tuve la enorme fortuna de encontrarme varias veces con una misma persona, y percibir en esos diferentes momentos las motivaciones para servir a las comunidades de su municipio, el sentido de su responsabilidad a pesar de todas las dificultades que tenía que enfrentar desde el principio, en ese cargo que en las esferas oficiales es llamado Presidente Municipal. Con sorpresa que me despertó un explicable orgullo, en sólo un par de años pude apreciar la evolución, el crecimiento, el aprendizaje de una autoridad autónoma zapatista, de un “compañero Consejo” que aquí le daremos el nombre de Jolil, Compa Jolil.

Cuando conocí al Compa Jolil experimenté sensaciones e impresiones muy contradictorias. Después de varios días de trabajo y de un largo viaje, llegaba yo a la cabecera municipal con la necesidad de sumergirme en un río y darme un buen baño antes de cualquier otra actividad, pero el río se quedó esperándome. De inmediato me recibieron en una oficina los integrantes del Consejo Autónomo, nos presentamos todos, y ya informados del trabajo que íbamos a hacer, se fueron a continuar una reunión amplia en la que estaban participando en otro lugar. El Compa Jolil le pidió a otro de los miembros del consejo, un joven de 16 años, que se quedara a acompañarme. Después de esperar más de cuatro horas, regresaron a preguntar algo relacionado con las actividades del día siguiente, y me invitaron a comer caldo de gallina recién preparado por una viejita vecina, quien también puso al alcance de nuestra mano una buena cantidad de tortillas.

Empieza la reunión y las autoridades del Consejo discuten sobre lo que vamos a hacer –lugares, calendario, autoridades, etcétera. En la discusión participan todos -como se acostumbra ahí-, son más de 15 compañeros poniéndose de acuerdo en tzeltal con algunas expresiones en castellano. Yo sigo las intervenciones con mucha atención y muy poca comprensión de lo que dicen… parece que ya resolvieron algo, son las 18:44 horas.

El que se expresa mejor en español le dicta el acuerdo a un compa autoridad, sentado detrás del escritorio listo para escribir:

– 6:30 salida desde la cabecera municipal

– 8:00 reunión en el Primer poblado

– 11-13:00 Segundo poblado

– 15-17:00 Tercer poblado

– No regresamos a la cabecera municipal, quedamos la noche allá.

– Pasado mañana, reunión con autoridades municipales.

Al terminar la reunión, ya todos de acuerdo con la cita y las actividades del día siguiente, pregunté al Compa Jolil ¿dónde me iba a quedar a pasar la noche? Me llamó la atención que fue él personalmente a indagar, es decir, no le dio órdenes a nadie para que lo hiciera, habiendo muchos compañeros cerca de nosotros. Al cabo de un rato de andar de un lado a otro, regresa con la novedad de que ahí, ahí mismo en la oficina me iba a quedar, al igual que los demás compas, los que vivían lejos y ya no daba tiempo de que regresaran a sus casas y estuvieran temprano para la salida. Y ahí nos repartimos el suelo, unas sillas y las bancas, a manera de camas.

Al día siguiente, después de caminar como hora y media al amanecer, llegamos al primer poblado, nos unimos a los compañeros que ya nos estaban esperando bajo los árboles, junto al auditorio donde se llevaría a cabo la asamblea. Generosos como suelen ser cada vez que llega alguien de fuera, nos invitaron a desayunar un buen plato de frijoles con muchas tortillas, acompañados con una gran taza de agua de color rojo grosella. Luego de lavar cada quien su plato y taza, pasamos al auditorio, construido con una interesante disposición de bancas en un amplio círculo, de tal modo que todos nos veíamos las caras desde posiciones iguales, no diferenciadas salvo por una pequeña mesa en la que nos ubicaron al Compa Jolil como autoridad, a un compañero que ayudaría como traductor, y a mí, gracias a lo cual pude escribir cómodamente y desde ahí observar la presencia de mujeres abuelitas, muchas jóvenes mamás, niños de todas las edades, y hombres jóvenes y adultos.

Una vez terminadas las reuniones de trabajo, nos citamos a una hora temprana de la mañana siguiente para salir de regreso, otra vez caminando, hacia la cabecera municipal. Cuando llegué a la casa del Compa Jolil donde nos íbamos a reunir para salir todos juntos, él me dijo que ya no iríamos a pie sino en una camioneta, porque había que ir a recoger madera para llevarla a la sede del Municipio Autónomo. La esposa del Compa Jolil, de trato suave y amable, me dio una taza de café, y mientras disfrutaba la bebida caliente, en la puerta de su casa, con una vista espléndida desde lo alto de una pequeña montaña, me animé a preguntarles acerca del poblado. Nos llegó la hora de irnos y el Compa Jolil había alcanzado a decir:

– No teníamos terreno antes, en la Ranchería se pagaba para trabajar las tierras, se pagaba con producto. Por media hectárea se pagaban 5 ontes y por una hectárea 10 ontes de maíz. [1 zontle son 400 mazorcas]

– Al levantamiento [del EZLN], nomás escucharon la declaración de guerra se retiraron los dueños, dicen que se fueron al 2° valle de Ocosingo, ahí son sus tierras.

– Ahora, en el Nuevo Poblado, tierras colectivas, se trabaja maíz, frijol, potrero, caña de azúcar, café, se reparte entre los cooperantes y el resto se va a vender a Ocosingo.

Salimos de la casa caminando como 20, 30 minutos, hasta encontrar la camioneta. En el camino paramos donde estaba un compa esperándonos. Ahí había que recoger la madera para llevarla a la obra de la tienda de los promotores de salud, que se estaba construyendo en la cabecera municipal. Nos bajamos, los compañeros se saludaron y se internaron entre plantas secas y árboles caídos hasta perderse de vista. En muy poco tiempo los veo regresar uno detrás del otro, inclinados, ladeados, cada uno cargando una viga al hombro. Ya cerca de la camioneta, ayudo al otro compañero a recibir las vigas y a subirlas una por una –es lo más que puedo hacer, pesan muchísimo. En total fueron 12 horcones que recogimos en 2 lugares distintos.

Lo ejemplar, lo que me impresionó profunda y muy positivamente, es que los compas, todos, le entran a todos los trabajos. El Compa Jolil fue el que más me sorprendió: era una autoridad municipal autónoma, la cabeza del Consejo, había salido de su casa muy limpio, vestido muy propio, con su camisa de manga larga, como quien va a su oficina sabiendo que va a tratar con mucha gente, asumiéndose como autoridad respetable, y de repente lo veo transformado, arremangado, cargando horcones, uno tras otro, acalorado, sudando bajo el sombrero. Así también, el compa que conducía la camioneta, esa misma mañana había interrumpido su marcha hacia la milpa a donde se dirigía a trabajar con sus hijos, cuando le avisaron que se necesitaba la madera. Este mismo compa era a la vez promotor de salud, que en todas las comunidades es un cargo de vital importancia, que supone una preparación especial y mucha disposición de servicio. En esos instantes me fue inevitable tratar de imaginar a un presidente municipal oficial, de cualquier partido político, haciendo lo mismo, humildemente, como compañero, solidario, ¡no, imposible! Cuando veía a estos compas cargando los horcones, pensaba que cualquier senador, diputado federal o local, o incluso cualquier líder campesino institucional, hubiera dado órdenes a sus ayudantes, secretarios o guaruras para que hicieran el trabajo físico, de carga pesada, que supone ensuciarse, astillarse las manos, sudar, sudar, sudar y cansarse; ellos, funcionarios públicos y políticos del sistema nunca hubieran hecho tal esfuerzo físico, hubieran dicho que ese no es su trabajo, que a ellos no les pagan para ser cargadores.

Dos años después, me encuentro con que la tienda de los promotores de salud que se estaba construyendo, ya está funcionando. Y estando a unos pasos de ahí, veo llegar al Compa Jolil en su caballo, con el sombrero bien puesto, despacio desmonta, y en la misma imagen de un par de años atrás, lo veo cómo pasa la soga entre las ramas del árbol en el que suele amarrar su caballo, el mismo árbol, su caballo, el mismo transporte, observo que viene con el mismo tipo de ropa, siempre sencillo y propio, solo, sin ayudantes, ni acompañantes, con su morraleta de lado donde carga documentos, papeles y probablemente trae una bola de pozol en bolsa de plástico. Compartimos varias horas en una reunión, y por su participación, la forma de hablar, el volumen de la voz, el contenido de sus intervenciones y el sentido de sus palabras, confirmé mi primera impresión de ese reencuentro: que el Compa Jolil es el mismo, ¡venturosamente el mismo! Dos años “en el poder” no lo han transformado ni trastornado. Percibo con mucho gusto que dos años de autoridad autónoma han sido suficientes para darle seguridad en sí mismo, para ser más desenvuelto, para hacerlo crecer como persona y como zapatista, pero sin complejos de superioridad, sin ínfulas ni soberbia. A través del Compa Jolil también confirmé, con admiración, que se puede desempeñar un cargo de gobierno sin enriquecerse, que se puede prestar un servicio gratuito al pueblo sin arruinarse, que se puede ocupar un puesto de elección popular sin formación ni experiencia previas, y que sobre la marcha se puede aprender a ser autoridad, siendo parte de un gobierno autónomo que trabaja colectivamente haciendo lo que manda el pueblo.

A los compañeros zapatistas no los mueve el interés económico, inmediato, personal, al aceptar ser autoridad de su comunidad, de su municipio. No habiendo dinero de por medio que les prometiera “salir de pobres”, que los dispensara de otras obligaciones o los eximiera de trabajar en el campo ¿por qué, entonces, aceptan ser autoridad?

Al conversar con ell@s, al observarl@s en su trabajo cotidiano, se advierte que entienden la participación en el gobierno autónomo como un servicio a la comunidad de la que forman parte; su propia comunidad l@s elige por ser responsables, trabajadores y cumplidos. Hombres y mujeres de diferentes edades aceptan ser autoridad porque tienen un proyecto colectivo de vida, un proyecto con futuro para su pueblo y para sus hijos; un futuro que día a día están construyendo para que en cada comunidad haya escuela, servicios de salud, alimentos para todos, trabajos colectivos, fiestas y bailes. Han aceptado y siguen aceptando cargo porque, aunque sea poco a poco, han estado avanzando y han visto resultados favorables de su trabajo autónomo. A diferencia de muchos simpatizantes de los partidos políticos registrados, las bases zapatistas participan en las tareas de su gobierno sin recibir un salario, motivados no por paga sino por conciencia, porque saben que están luchando contra y por liberarse de un sistema que los ha fastidiado, marginado, empobrecido, explotado y reprimido a lo largo del tiempo; porque se identifican con una organización que tiene un rumbo que ellos están continuamente definiendo; porque entienden la necesidad de luchar y defenderse organizadamente; porque en la defensa y ejercicio de sus derechos como pueblos indígenas, han visto que la resistencia da mejores resultados que todas las oportunidades del gobierno oficial.

A las jóvenes generaciones zapatistas las anima ser autoridades, el ejemplo de compañeras y compañeros que, con la fuerza de su convencimiento, se mantienen firmes, que no se rinden cuando todo parece andar mal. A las bases zapatistas sirve de estímulo para su trabajo, el saber que cuentan en la historia de su organización con dirigentes y comandantes, mujeres y hombres que, como lo explica el Subcomandante Marcos en entrevista con el Teniente Coronel Moisés, son “ese dónde agarrarte, esa piedra, o ese árbol, esa rama fuerte”[14] que sostiene para no caer en los tiempos difíciles.

En la conciencia de cada cual, en los principios fundamentales que comparten y les da cohesión política, en los objetivos claros de su lucha y resistencia, en los ejemplos vivos de otros compañeros y compañeras, ahí está la fuerza de sus miembros y la solidez moral de la organización zapatista que respalda y motiva a quienes, como el Compa Jolil, trabajan en los Consejos de los municipios autónomos.

IIº Seminario Internacional de reflexión y análisis
“Planeta tierra: movimientos antisistémicos”
Universidad de la Tierra, San Cristóbal de las Casas, Chiapas
1° de enero de 2012


* Doctora en Ciencia Política. Profesora de Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

[1] La Jornada, 17 de diciembre de 2011, p. 9.

[2] Al respecto pueden consultarse las iniciativas de reformas constitucionales que incluyen materia político-electoral presentadas en la Cámara de Senadores: por la Presidencia de la República, el 15 de diciembre de 2009; por el conjunto PRD-PT-PC, el 18 de marzo de 2010; y por el PRI, el 23 de marzo de 2010, en el Diario de los debates http://www.senado.gob.mx Cabe precisar que el proceso legislativo de esta supuesta reforma política, no ha concluido hasta la fecha, en diciembre de 2011.

[3] “Segundo Informe Especial sobre Seguridad Pública” de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Nota de Víctor Ballinas en La Jornada, México, D. F., 16 de diciembre de 2008, pp. 1 y 3. En la exposición de motivos de reformas constitucionales del 23 de marzo de 2010, a propósito del fuero y la responsabilidad de los servidores públicos, este dato es retomado por los senadores del PRI con las siguientes palabras: “En general, en México la tasa de impunidad es muy elevada, pues llega hasta el 98% del total de delitos cometidos, según datos proporcionados por académicos e instituciones públicas como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.” Diario de los debates http://www.senado.gob.mx, ya citado.

[4] Encuesta levantada del 6 al 12 de agosto del 2010. Los resultados presentados en este estudio fueron realizados por Voss Contact Center y presentados por la subsidiaria Voss Analytics y puede consultarse en http://www.vossmexico.com/files/ResumenEncuesta036-2009.pdf

[5] Datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al cierre del tercer trimestre del año 2011, publicados en El Economista, 13 de noviembre de 2011.

[6] Los salarios mínimos legales que regirán a partir del primero de enero de 2012 son los siguientes: área geográfica “A”, 62.33 pesos diarios; área geográfica “B”, 60.57 pesos diarios y área geográfica “C”, 59.08  pesos diarios. Comisión Nacional de los Salarios Mínimos http://www.conasami.gob.mx/nvos_sal_2011.html

[7] De acuerdo con el último reporte del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM, sería necesario un salario mínimo de $180.92 pesos diarios para adquirir la canasta básica.

[8] Fracción VI del artículo 123 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

[9] Cfr. Artículo 115, fracción IV de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

[10] Análisis sobre la Remuneración Mensual de los Presidentes Municipales, elaborado en la Cámara de Senadores. El Federalista, 15 de agosto de 2011 en http://elfederalista.mx/2011/08/15/opacidad-en-sueldos-de-presidentes-municipales/

[11] Nota de Antonio Miranda “Conoce el sueldo máximo de tu presidente municipal” en El Universal Estado de México, 10 de marzo de 2011.

[12] Con información de La Voz de Michoacán, 24 de septiembre de 2009, publicada en http://luismdxw.wordpress.com/2009/09/24/salario-de-presidentes-municipales-de-michoacan/

[13] Sandra de los Santos, “Sin control los sueldos de los presidentes municipales en Chiapas”, 1 de diciembre de 2011, publicado en http://periodismosincensurachis.blogspot.com/2011/12/sin-control-los-sueldos-de-los.html

[14] Teniente Coronel Insurgente Moisés y Subcomandante Insurgente Marcos. “Cómo se hacen los trabajos. Parte II” en revista Rebeldía. Año 9, número 76, 2011, pp. 11-16.

radio
Gustavo Esteva

Gustavo Esteva – PENSAR DESDE EL ABISMO

(Texto escrito para el II Seminario Internacional de Reflexión y Análisis, Cideci, Unitierra, Chiapas)

No estamos al borde del abismo. Ya caímos en él. Estamos  en caída libre por un  abismo que parece realmente insondable. No se le ve el fondo.

No somos un “estado fallido”, una categoría mal intencionada e inasible que hace unos años empleó el Departamento de Estado de Estados Unidos al clasificarnos junto a Congo y Pakistán. Pero ya no se sabe bien lo que somos. El país que teníamos se ha estado cayendo a pedazos y ni siquiera sabemos adónde van quedando algunos de ellos.

Al atender esta nueva convocatoria de la Universidad de la Tierra en Chiapas propongo de entrada que repasemos brevemente las evidencias del desastre, por mucho que nos duela hacerlo.

El desastre

Desde hace años, México crea al hombre más rico del mundo y a un grupo que lo acompaña en los primeros lugares de esa lista escandalosa de potentados mundiales que hoy son más ricos que nunca. México crea también a algunos de los pobres más pobres del planeta y una proporción creciente de los mexicanos ha entrado en la categoría de pobres. No son dos hechos separados. Son el mismo. Lo que destroza cada vez más el país es esta máquina enloquecida que acumula inmensas riquezas para algunos y despoja y empobrece a la mayoría. El sistema, el capitalismo, es un dispositivo para empobrecer – como explican muy bien Jean Robert y Majid Rahnema en el libro que se acaba de presentar aquí mismo. Esta máquina, esta manera de organizar la sociedad para beneficio de unos cuantos, es la raíz y el trasfondo de nuestros desastres. Repasemos algunos.

  • La quinta parte de los mexicanos ha tenido que abandonar el país para irse  a Canadá y Estados Unidos…e incluso tan lejos como el Japón. La nuestra es una de las más grandes emigraciones de la historia. Cientos de miles siguen tratando de cruzar cada año esa puerta de escape, aunque se encuentre cada vez más cerrada. ¿Dónde quedan ahora nuestras fronteras? Los nuestros de allá, que hace años no están con nosotros, se siguen sintiendo mexicanos y sus remesas son condición de subsistencia para millones de personas. Aquí operan y dirigen los policías de allá, las corporaciones transnacionales controlan sectores cada vez más amplios de nuestra economía, y se afianzan costumbres, productos, actitudes y músicas que desplazan todo lo nuestro. ¿Cuál es hoy el contorno actual del país en términos geográficos, económicos, culturales? ¿Cómo fue que permitimos este trágico desmantelamiento?
  • El número de crímenes que se cometen diariamente en México es abrumador. Su barbarie encoge el corazón. No hay ya lugar seguro y en amplias porciones del territorio nacional se han perdido todas las formas civilizadas de convivencia; rige sólo la ley del más fuerte. La violencia, cada vez más general, se hace cada vez más aleatoria. Activistas, dirigentes sociales y periodistas siguen siendo blancos favoritos, pero se multiplican también asesinatos sin sentido que el gobierno llama “bajas colaterales” y pretende esconder bajo la alfombra de su guerra criminal. Las mujeres, como siempre, padecen más que los hombres. La violencia ha invadido la esfera doméstica y se instituye como norma de relación.
  • Estos dos géneros de violencia brutal, la que separa a la gente de su familia, su comunidad y su país y la que mata y golpea indiscriminadamente, se manifiestan también como agresión brutal a la Madre Tierra. Se despoja a pueblos enteros para destrozar con formas muy dañinas de explotación el pedazo de tierra que habían protegido hasta ahora. Se destruye continuamente, con la complicidad general, lo que nos queda de un territorio privilegiado que lo es cada vez menos, esa porción de la Madre Tierra considerada entre las de mayor diversidad en el mundo que alguna vez se describió como cuerno de la abundancia.
  • La injusticia, opresión y arbitrariedad que antes afectaban sobre todo a los más pobres se ha generalizado. Las instituciones creadas para proteger de la violencia, ofrecer solidaridad frente al infortunio y el desamparo y garantizar el respeto a la libertad de las personas están produciendo lo contrario. Aparece en toda su desnudez el carácter de nuestro régimen político, en el cual las leyes se formulan y aplican como privilegio de clase. “Nuestra clase política” ha dicho Javier Sicilia, “vive una forma de criminalidad tan impune como la delincuencia que dice combatir”. Al convertir el fraude en “modo de vida” y “hacer de la depredación, del pillaje y del crimen simples técnicas de gestión, la verdadera diferencia entre el crimen legal y el ilegal sólo es una diferencia de intensidad” (Proceso 1811, 17/6/11). En vez de estructuras formales reguladas por normas generales, conocidas y aceptadas por el cuerpo social, la mayor parte de lo que nos queda de país se encuentra bajo el control de mafias y bandas que operan al margen de todas las normas legales e institucionales, dentro y fuera de los aparatos de Estado. México padecía hace mucho tiempo esa condición, que era uno de los secretos de la supervivencia del PRI. Pero el punto a que se ha llegado no tiene precedentes y es claro resultado del carácter monstruoso y disparatado de la guerra de Calderón, que convirtió un asunto de salud pública en cuestión de seguridad nacional y la abordó con aparatos podridos hasta el tuétano.
  • Aunque no lo queramos reconocer, estamos en plena guerra civil. Está entre las peores de su clase, porque se ha estado perdiendo noción clara de los bandos en pugna y no existe ya ganador posible. Como escribió hace poco el subcomandante Marcos, “esta guerra…está destruyendo el último reducto que le queda a una nación: el tejido social” (“Apuntes sobre las guerras”, Carta primera a don Luis Villoro Toranzo del subcomandante insurgente Marcos, enero-febrero 2011).

Hace seis meses escribí que “un horror gelatinoso amenaza cada vez más nuestra vida cotidiana. En muchas partes ya no se puede salir a la calle a ciertas horas. Este toque de queda no declarado marca límites y orienta el comportamiento. En una variedad de esferas no hay siquiera toques de queda que delimiten lo que podemos o no hacer. No sabemos ya dónde se hallan peligros a menudo mortales.” (La Jornada, 25/7/11).

La situación ha empeorado desde entonces. Estamos de verdad en caída libre en un abismo insondable.

El dolor de la conciencia

Cultivemos el dolor que todo esto provoca, un dolor que se haría aún más intenso si prosiguiéramos la enumeración. No lo matemos.

Permítanme una desviación. Por culpa de los alemanes redujimos con ellos el sentido de la palabra estética, que hace mucho tiempo significaba sentir, percibir con los sentidos. Todos éramos estetas, todos sentíamos. Huellas de ese origen están en la palabra hiperestesia, que muy pocos usan. Quiere decir sensibilidad excesiva y dolorosa. Y está también en una palabra que todos empleamos, anestesia, que es la insensibilidad al dolor inducida artificialmente, la falta de sensación.

Sin masoquismo alguno, sin anestesia, tratemos de sentir a fondo, sin velos, pretextos o salvedades, el dolor profundo que nos puede causar percibir el estado en que nos encontramos.

Estar intranquilo sería enfermedad o anomalía si no hubiera motivo para estarlo, si fuera solamente una ansiedad patológica sin contacto con la realidad. Pero hay razones sobradas para la intranquilidad actual, esa inquietud que nos pone en alerta cuando algo anda mal y debemos hacer algo. Acudir a tranquilizantes, en esta situación, implica negar lo que percibimos para mantenernos quietos, calmados, sosegados. Eso se quiere hacer hoy: anestesiarnos, paralizarnos, evitar la acción inducida por la conciencia que nos da el dolor.

En las culturas tradicionales el dolor se interpreta como un reto que exige una respuesta y el sufrimiento aparece como parte inevitable de un enfrentamiento consciente con la realidad. En la sociedad moderna, en cambio, se nos enseña a interpretar el dolor como un indicador de que necesitamos comodidades y mimos que nos proporcionarán los médicos, para quienes el dolor es un problema técnico. Se trata de matar el dolor, de mantenernos anestesiados. Decía Iván Illich, hace años, que el uso creciente de dispositivos para matar el dolor nos convierte en espectadores insensibles de nuestra propia decadencia.

Eso es lo que experimentamos hoy. Ante el desastre cuyas evidencias cotidianas se multiplican aumenta el consumo de tranquilizantes químicos o discursivos. Con las drogas legales o ilegales, con la cocaína lo mismo que con Prozac, Valium,  o la simple aspirina, perdemos vitalidad y capacidad de respuesta, nos hacemos pasivos y apagados, dejamos de sentir… Lo mismo ocurre cuando consumimos discursos en vez de drogas. Unos políticos tratan de negar la evidencia y se afanan continuamente en ocultarla tras nubes estadísticas y retóricas. Otros usan una especie de cachondeo apocalíptico para llevar agua a su molino ideológico: sostienen que bastará hacerles caso y usar las aspirinas que prescriben y ellos administrarán para que el cáncer desaparezca. Las elecciones logran ya que hasta algunos de los más enterados de nosotros desvíen su atención de lo que importa para entretenerse y entretenernos con el circo de tres pistas que se anuncia ya por todas partes. Disimulan cuanto nos causa dolor y vergüenza para que nos refugiemos en un juego de ilusiones que condena a la parálisis, para que no intentemos la acción que realizaríamos si sintiéramos a plenitud lo que está ocurriendo con nosotros y nuestro país.

Traigo todo esto a colación para explorar por qué nos dejamos llevar hasta este punto a pesar de las evidencias de lo que se venía encima y de que fuimos oportunamente advertidos. El 20 de noviembre de 1999, por ejemplo, el subcomandante Marcos describió en La Realidad las características de la Cuarta Guerra Mundial. Lo que dijo entonces anticipó muy puntualmente lo que acabo de describir. Explicó también el derrumbe de las viejas estrategias y las viejas concepciones de hacer la guerra y analizó la lógica y alcances de la nueva. En junio de 2007 amplió la descripción. Hizo ver que por fin había una guerra mundial totalmente total. Nos dijo, un año antes de la caída de Lehman Brothers, que “empresas y estados se derrumban en minutos, pero no por las tormentas de las revoluciones proletarias sino por los embates de los huracanes financieros”. Señaló también que el neoliberalismo “destruye todas las falacias discursivas de la ideología capitalista: en el nuevo orden mundial no hay ni democracia, ni libertad, ni igualdad, ni fraternidad” (“Siete piezas sueltas del rompecabezas mundial, junio de 2007). Teníamos incluso algunos acotamientos del camino que podíamos tomar: estaba La Otra Campaña.

Mi tema, hoy, es el por qué. Estamos ante una grave emergencia nacional que exige acciones colectivas inmediatas, urgentes. No podemos esperar. ¿Por qué hay tantos a la expectativa? Parece que preferimos ingerir algunas de las drogas que mencioné antes y refugiarnos en la pasividad y parálisis que propician.

La ilusión democrática

Tengo la impresión de que la más grave de las drogas paralizantes que se distribuyen entre nosotros se llama ilusión democrática. Se le consume de manera masiva, a la vista de todos, hasta que se produce una profunda intoxicación colectiva.

“Uno entiende –con don Antonio Machado- que los argumentos nunca desbancarán a las creencias; y la creencia en la democracia se muestra especialmente resistente a ellos. Pero que esa creencia sea también impermeable a la experiencia reiterada parece señalarla como una creencia formidablemente acorazada” (Emmanuel Lizcano, Diagonal Web, 28/11/11).

Pero no sólo estamos ante una creencia: se trata ya de una forma de fundamentalismo. Hace más de diez años, en plena transición española, la revista Archipiélago (núm. 9) señaló:

“En el punto en que la democracia se afirma como tabú de la tribu empieza a negarse a sí misma, a instituirse como manera desnuda de dominio, como bruta sinrazón sin otro objeto que el perpetuar el para tantos insoslayable estado de cosas… ¿No será ésta nuestra peculiar variante de fundamentalismo? ¿No se tiene a sí mismo por el único camino verdadero en vez de uno más entre los posibles o deseables? ¿No comparte con otros fundamentalismos análoga pretensión de verdad definitiva y conquista irrenunciable?… ¿No se adorna de una misma ceguera respecto de sí mismo? ¿No se estará creyendo en la Democracia bajo la misma ilusión con que se cree en el Corán o el carácter divino del imperio?”

Estamos, efectivamente, ante una forma de fundamentalismo que consagra como ideal supremo e intocable a instituciones que generan sólo ilusiones de democracia y la convierten en espectáculo.

Los pontífices de la religión democrática repiten incansablemente que el camino electoral es el único para transformar el país y agregan que la vía armada es inaceptable. Se divulga así una doble falacia. De un lado,  el camino electoral es también el de las armas. Está sembrado de cadáveres y desemboca inevitablemente en un régimen basado en la violencia. El monopolio de la “violencia legítima” que se otorgó al gobierno para proteger a los ciudadanos se usa cada vez más contra ellos. La vía electoral sólo sirve para definir, tramposamente, quién estará a cargo del gatillo.

De otro lado, insinuar que la única opción al camino electoral es la vía armada nos atrapa en la obsesión de que sólo a través de la toma del poder estatal –con votos o con armas- podemos plantear el cambio. Necesitamos escapar de esa trampa. La lucha actual no consiste en conquistar un dispositivo de opresión con la ilusión de que será posible darle funciones emancipadoras. Lo que hace falta es desmantelar esa maquinaria estatal –como señaló Marx con claridad cuando examinó el caso de la Comuna de París. Foucault nos lo ha planteado en términos elegantes y contemporáneos. Señaló que unos plantean sustituir la ideología sin modificar las instituciones y otros proponen cambiar éstas sin alterar el rumbo ideológico. Todo marchará bien si yo estoy ahí, dirán unos; con ajustes aquí y allá, corrigiendo vicios del pasado, resolveremos todos los problemas, dicen otros. Lo que hace falta, subrayó Foucault, es una conmoción simultánea de ideologías e instituciones. Es inútil sustituir al capitán del barco, si el barco mismo es el problema. Y se está hundiendo.

Ir más allá de la democracia no significa volver a las tradiciones autoritarias que marcaron a la izquierda en el siglo XX. Al contrario. Se trata de combatirlas en todas sus formas, tanto las abiertamente dictatoriales como las que se disimulan como democracias representativas. Se trata de hacer evidente que el famoso “gobierno de la mayoría” es profundamente autoritario y que las elecciones son sólo la cortina de humo para disimularlo. Que no sólo estaremos este año ante las elecciones de la ignominia sino que estaremos ante la ignominia del voto, lo que nos plantea un problema ético y político muy serio, que incluso nos enfrenta con muchos mexicanos que creen estar de nuestro lado, que quieren también el cambio, que consideran la situación tan insoportable como la sentimos nosotros…

Pero todo esto no es sino una colección de argumentos que evidentemente ha sido incapaz de desbancar a las creencias democráticas. Los adeptos de esa religión y sus pontífices fundamentalistas se multiplican y su iglesia parece  consolidarse.

¿Tendrá acaso razón Raúl Zibechi cuando sostiene que el problema está en la falta de opciones? La gente estaría recurriendo a las drogas químicas o discursivas porque habría reconocido la gravedad de la situación pero no sabe qué hacer y  no encuentra salida del atolladero. La parálisis vendría de esta angustia específica, de esta sensación de impotencia. La droga se usaría solamente para calmarla, para atenuar sus efectos, para no sentirla.

Dice bien Zibechi que los movimientos tradicionales de la izquierda, lo mismo que los nuevos movimientos sociales, parecen paralizados “porque el mundo en el que nacieron y crecieron está desapareciendo rápidamente”. Tiene razón también cuando subraya que “no se trata de cambiar el mundo, como si fuera algo externo a nosotros, sino de cambiarnos con el mundo.” Finalmente, también tiene razón al sostener que “ni el capitalismo ni el sistema-mundo caerán solos”, que “necesitamos desmantelarlos” y que “si lo conseguimos caeremos con ellos”.  “Sería vanidoso –concluye Zibechi- pretender que podemos salvarnos por el solo hecho de creernos revolucionarios”.

Zibechi describe el predicamento que parece aquejar a los anticapitalistas en todas partes del mundo en términos muy claros:

“No tenemos estrategias para vencer al capital, ni electorales ni insurreccionales, y no tenemos siquiera un imaginario alternativo a las urnas o a la toma del palacio. En segundo lugar, no hemos puesto en pie economías autosustentables, capaces de sostener la vida y de entusiasmar a los de abajo a dedicar todas sus energías a esas tareas. En suma, si llegamos a triunfar contra el capital, no sabemos con qué sustituir el capitalismo, salvo empeñarnos en repetir aquel “socialismo de Estado” (que en realidad era un capitalismo de Estado autoritario) que fracasó a finales de la década de 1980” (La Jornada, 18/11/11).

El despertar

Examinemos con cuidado esta hipótesis, que contribuye a entender la parálisis relativa que vivimos y la medida en que millones de personas siguen presas de la ilusión democrática. Este análisis, empero, no ve el otro lado de la medalla. Nos encontramos en una situación radical. Podemos observar un despertar colectivo producido por la coincidencia de una situación general muy adversa –los desastres- y la evidencia general de que la respuesta convencional, lo que hacen los gobernantes y los capitales, agrava esa condición y conduce a callejones sin salida. Surge así la ruptura. Empieza a pensarse lo impensable.

La situación radical que hoy vivimos emana de la condición general en que la inmensa mayoría de la población siente en riesgo su modo de vida, aunque sólo una minoría vea directamente amenazada su supervivencia. Se pierden los empleos, los haberes, las expectativas. Sólidas seguridades que eran argamasa de la vida social se desvanecen en el aire. En esta condición general, se hace cada vez más evidente para todos que las respuestas del Estado y del mercado son inútiles y a menudo agravan las dificultades en vez de remontarlas.

El despertar se manifiesta a menudo de manera caótica e imprevisible, como un rayo en noche serena, una iluminación, un estallido. De un día para otro lo que se consideraba normal toma el aspecto de andar de sonámbulo. De repente se perciben inmensas cuarteaduras que estaban ahí desde hace tiempo pero que dejamos de ver y entraron a formar parte del paisaje. Algunos de estos estallidos resultan efímeros, meros fuegos de artificio. Pero el despertar colectivo que caracteriza una situación radical no funciona así. Requiere tiempo para madurar. Su propio tiempo. Tiene su calendario y su geografía.

El despertar en la dispersión cotidiana rebelde

Poco a poco, en la base social, la gente sustituye sustantivos como educación, salud o vivienda, que serían “necesidades” cuya satisfacción depende de entidades públicas o privadas, por verbos como aprender, sanar o habitar, los cuales expresarían el intento de recuperar agencia personal y colectiva y habilitar caminos autónomos de transformación social.

  • Hemos llegado a un punto en que quien no tiene miedo al hambre, que acosa cada día a mil millones de personas, tiene miedo de comer, porque sabemos ya de los ingredientes dañinos de los alimentos que se ofrecen en el mercado. Pero la gente está rompiendo esa dependencia. Los habitantes de las ciudades empiezan  a producir sus propios alimentos. La mitad de lo que comen en La Habana lo cultivan ahí mismo. En Pasadena, California, en poco más de 300 metros cuadrados se cultivan tres toneladas al año de más de 400 vegetales. Se cultivan alimentos hasta en el centro de la ciudad de México. Al mismo tiempo, se asocian consumidores urbanos y productores rurales para crear una alternativa al mercado. La tradicional lucha por la tierra se convierte en defensa del territorio. Lo dijo en Jaltepec, hace un par de años, el Foro Nacional Tejiendo Resistencia por la Defensa de Nuestros Territorios: “Estamos en resistencia. No nos dejaremos vencer por esta nueva ofensiva neoliberal de despojo. Creemos profundamente en el valor de nuestras asambleas, del ejercicio de la autoridad vista como servicio, la propiedad colectiva de la tierra y la reconstitución de nuestros territorios como pueblos, como instituciones de las que obtendremos fortaleza” (http://www.huizache.org/noticias/declaracion-jaltepec)  Hace cuatro años los zapatistas anunciaron la Campaña Mundial por la Defensa de las Tierras y los Territorios Indígenas, Campesinos y Autónomos en Chiapas, México y el Mundo. Todas estas expresiones se enmarcan en la idea de soberanía alimentaria que ha definido Vía Campesina, la organización de campesinos más grande de la historia: se trata de definir por nosotros mismos lo que comemos… y producirlo en nuestros propios términos (Ver Declaración de Nyéleni, en http://www.nyeleni.org/spip.php?article291)
  • El sistema educativo se halla en crisis: no prepara a la gente para la vida y el trabajo y margina a la mayoría. A pesar del fracaso evidente y bien documentado de la escuela y de la experiencia cotidiana de los daños que provoca persiste aún una lucha generalizada por “obtener educación”; la mayoría ha sido educada en la idea de que sólo así podrá “ser alguien” y dejará de padecer la discriminación que se ejerce contra todos los “nadies”. Pero la gente ha estado reaccionando. Junto a los intentos de reformar y mejorar el sistema y de impulsar formas de educación alternativa, se extiende cada vez más un movimiento vigoroso que avanza en otra dirección. Las prácticas de aprendizaje autónomo y libre se han vuelto más populares que nunca y el movimiento está generando sus propios arreglos institucionales, al margen, en contra y más allá del sistema. Tales prácticas, sustentadas en su propio aparato teórico, desbordan los marcos actuales, recuperan antiguas tradiciones de aprendizaje e introducen tecnologías contemporáneas en las formas de aprender y estudiar como actividades gozosas y libres. Se trata de un movimiento peculiar. Es posiblemente el más grande del mundo, en términos del número de personas involucradas: quizás miles de millones. Pero es básicamente invisible y buena parte de quienes participan en él no se sienten parte de un movimiento social o político en el sentido convencional del término, aunque se entusiasman al encontrarse con otros como ellos, entablar relaciones horizontales y compartir experiencias. En general, están plenamente conscientes del significado de lo que hacen: viven a fondo la radicalidad de romper con toda forma de educación para aprender y estudiar en libertad.
  • El sistema de salud es cada vez más ineficiente, discriminatorio y contraproductivo. Se ha documentado ya  el efecto iatrogénico: médicos y hospitales producen más enfermedades que las que curan. La producción, distribución y consumo de salud es el segundo sector de la economía en el mundo, involucra a un número creciente de personas y se amplía tan rápidamente como sus fracasos. La gente ha reaccionado. Prosiguen esfuerzos de reforma y proliferan terapias alternativas. Al mismo tiempo, cunden iniciativas que desafían abiertamente al sistema mismo de salud, rompen con las nociones dominantes de enfermedad, salud e incluso cuerpo y  mente, al tiempo que nutren prácticas autónomas de sanación, recuperan tradiciones terapéuticas que habían sido marginalizadas y descalificadas por la profesión médica y habilitan formas de comportamiento más sanas y formas de tratamiento más humanas, arraigadas en el hogar y la comunidad. Empiezan ya a tomar forma sus nuevos arreglos institucionales.
  • Se extienden aún los desastres que habitualmente acompañan los desarrollos públicos y privados y estimulan la proliferación de personas sin techo.  Al mismo tiempo, se multiplican las movilizaciones que tienden a frenarlos, reformular el ámbito urbano y empezar a crear condiciones de vida diferentes en las ciudades, replanteando incluso la noción misma de ciudad. Se consolidan y fortalecen prácticas de autoconstrucción que definieron por mucho tiempo la expansión  urbana, enriqueciéndolas con tecnologías contemporáneas. Estilos de asentarse que por muchos años fueron la forma característica de construir de los llamados “marginales” se extienden hoy a otras capas sociales. Docenas de “ciudades en transición” definen un intento radical de transformación de la vida urbana. Se extiende por todas partes el movimiento okupa, los empeños de regeneración barrial y la creación de nuevos ámbitos de comunidad. Proliferan luchas que traen a la ciudad la mutación política en el campo y crean coaliciones de defensa territorial –contra un aeropuerto, una nueva vialidad, desarrollos públicos y privados. Tienden a convertirse en semilla para instalar formas autónomas de gobierno.  Forman parte de estos movimientos las iniciativas tendientes a recuperar la auto-movilidad, a pie o en bicicleta, y resistir activamente la subordinación a los vehículos de motor.
  • Aunque prosigue la Walmartización del mundo y unas cuantas compañías extienden su capacidad predatoria causando toda suerte de daños, se amplía también una nueva era de intercambio directo que se realiza fuera del mercado capitalista. Prosperan no sólo los mercados en que productores y consumidores abandonan esa condición abstracta para practicar el trato directo entre personas, sino también las monedas locales, que operan como medios de pago y argamasa comunal para facilitar las diversas formas de trueque que están renaciendo. Reciben muy diversos nombres los métodos de intercambio que en muchos casos abandonan la utilización directa del dinero-mercancía y buscan sustituir el mercado abstracto por relaciones entre partes que se conocen y se tienen confianza y ninguna explota a la otra. En todos los casos, son iniciativas que desafían abiertamente la ficción del mercado autoregulado que se ha empleado para disimular el dominio corporativo.

En todas las esferas de la vida cotidiana se manifiestan nuevas actitudes, bien arraigadas en sus contextos físicos y culturales, que prosperan dentro de nuevos horizontes políticos, más allá de las ideologías dominantes y de los patrones convencionales. Tales iniciativas adquieren creciente visibilidad en la hora de la crisis, puesto que ofrecen creativas opciones de supervivencia y resisten con eficacia las políticas y proyectos dominantes.

Es cierto que muchas personas participan en estas iniciativas sin abandonar el individualismo dominante. No sólo contraen la actitud a sí mismas, para su propia satisfacción, sino que rechazan con firmeza su sentido social y político. Pero es igualmente cierto que incluso ellas empiezan a reaccionar contra el hiper-individualismo reinante, padecen sus consecuencias y se abren a otras en un intento de redefinirse en su condición social.

Buena parte de estas iniciativas aparecen como reacciones de supervivencia, en situaciones difíciles y hasta desesperadas. Están por lo general desarticuladas entre sí: no brotan como expresión de un movimiento colectivo y organizado, pero esto mismo revela su carácter: se enmarcan en una situación radical, en ese despertar colectivo en que personas de las más diversas características coinciden en una toma de común de conciencia y logran por sí mismas encontrar respuestas que tienen un denominador común: su carácter no capitalista. Hay en ellas, con toda claridad, eficaces respuestas a la doble enajenación de las relaciones capitalistas de producción: la de los frutos del trabajo y la de la propia actividad creadora. Son también reacciones heréticas a la religión del dinero.

El despertar en la calle

Han tenido gran visibilidad múltiples manifestaciones del despertar colectivo que actualmente recorre el mundo. La primavera árabe, el asalto a las plazas públicas que se extiende por todas partes, la erupción masiva tan intensa como la represión violenta que intenta apagarla, la marcha tenaz que todo lo desafía… Aunque lo reflejan y expresan, no debemos confundirlas con él.

Las movilizaciones que tomaron por sorpresa a los poderes constituidos lo mismo que a los ciudadanos y los partidos son iniciativas valerosas y coherentes que desafían, a veces en forma espectacular, el comportamiento normalizado, previsible y predecible que se nos ha estado imponiendo.  “Mis sueños no caben tus urnas”, dijeron en Plaza del Sol. “Tener demandas sería pensar que allá arriba hay alguien que las pueda atender”, dijeron en la Plaza de la Libertad en Wall Street; “y eso es, exactamente, lo que ya no creemos”. Es ésta la novedad, lo que revela el carácter de estas acciones multitudinarias.

Los que se presentan a sí mismos como meros gestores de la crisis, que sólo pueden dar cierto cauce a fuerzas que los rebasan y los preceden; los que se lavan continuamente las manos por medidas no sólo impopulares sino antipopulares  pues según ellos no tienen más remedio que aplicarlas; los que exigen continuamente “obediencia debida” a decisiones que no deben ser cuestionadas y por ello criminalizan toda disidencia; los que así instalan lo que Hannah Arendt llamó “gobierno de nadie”, una de las formas más crueles y tiránicas de gobierno porque nadie aparece como auténtico autor de las acciones y de los acontecimientos y todos actúan como meros engranajes de una maquinaria total de la que nadie está a cargo;todos estos “poderes” predican, generalizan y arraigan formas de comportamiento  homogéneas, atrapadas en la norma, sujetas a las disposiciones del mercado y del estado, configuradas y moldeadas desde arriba, que son condición para que la maquinaria pueda seguir funcionando. Se trata, como ha recordado Amador Fernández-Savater (through Europe, 06/12/11), de que interioricemos esos automatismos impuestos para que hagamos lo que debemos hacer, veamos lo que tenemos que ver, digamos lo que hay que decir y pensemos lo que está prescrito pensar, es decir, que seamos interna y externamente lo que esos poderes establecen. Es esa, muy claramente, la actitud que nos llevó a las catástrofes actuales.

Lo que hemos estado viendo a lo largo de 2011 encaja bien en lo que la propia Hannah Arendt llamaba “la acción”, cuando la gente, los cualquieras, los hombres y mujeres ordinarios, personas sin líderes y en general sin partidos o ideologías específicas, desafían radicalmente aquellos automatismos, se unen a sus iguales, resisten cuanto significa obedecer y repetir, salen de su aislamiento e impotencia y empiezan algo nuevo. Estas iniciativas, subraya Fernández-Savater, “no confían el mando a los que saben, sino que parten del principio de que todos podemos pensar; no tienen rostro, pero precisamente para que quepan todos y cada uno de los rostros singulares; no gestionan lo que hay, sino que inventan colectivamente nuevas respuestas para problemas comunes. Pluralidad, invención, pensamiento: así es la danza de los nadie contra el Gobierno de Nadie”.

Y aquí, en esta actitud radical que se extiende por todas partes, parece inevitable recordar el momento en que se nos dijo, con toda claridad: “Detrás de nosotros estamos ustedes”…

“Sobrepasando las barricadas de la resistencia y de la autodefensa, las fuerzas vivas del mundo entero se despiertan de un largo sueño”, ha comentado Raoul Vaneighem. “Su ofensiva, irresistible y pacífica, barrerá todos los obstáculos levantados contra el deseo de vivir que alimentan aquellos que, innombrables, nacen y renacen cada día. La violencia de un mundo por crear va a suplantar la violencia de un mundo que se destruye”.

Para apuntalar su esperanza Vaneighem menciona a los zapatistas, que  “han emprendido la resistencia contra todos las formas de poder organizándose ellos mismos y practicando la autonomía. Estos ‘sin rostro’, que tienen la cara de todos, están a punto de devolver a la humanidad su verdadera faz,” porque “en la crisis de nuestras democracias parlamentarias corroídas por la corrupción en todos los sitios y manipuladas también en todos los sitios por las empresas multinacionales” inventan una sociedad que libera “la vida cotidiana de la empresa económica en la que se encuentra reducida a un objeto de transacción mercantil”, o sea, libera la vida cotidiana de la prisión capitalista. (L’État n’est plus rien, soyons tout, 2010; hay traducción de Raúl Ornelas).

El despertar en la cabeza

El despertar colectivo actual está generando nuevos centros de producción de conocimiento fuera de los centros de investigación públicos o privados y de las instituciones universitarias convencionales. Se gestan en ellos nuevas tecnologías, basadas en innovaciones teóricas significativas, que reformulan la percepción del mundo e introducen nuevas metodologías para interactuar con él que cuestionan  los paradigmas dominantes. Como sugería Foucault, ahí se fortalece y profundiza la insurrección de los saberes sometidos: se recuperan los contenidos históricos que habían sido enterrados o enmascarados dentro de coherencias funcionales y sistematizaciones formales; se revalora el saber que fue descalificado porque se le consideró incompetente, insuficientemente elaborado, ingenuo y jerárquicamente inferior al científico, un saber específico, local, regional, diferenciado; y se yuxtaponen y combinan saberes eruditos con memorias locales, para formar un saber histórico de lucha, lo que exige demoler la tiranía de los discursos globalizantes, con su jerarquía y con los privilegios que se derivan de la clasificación científica del conocimiento, que tiene efectos intrínsecos de poder.

La empresa autónoma de pensar, el desafío radical a la producción institucional de los enunciados con los cuales gobernamos nuestro comportamiento, ha estado tomando diversos nombres, que intentan ir más allá de la investigación convencional, incluso en su forma de investigación participativa. Se le llama reflexión en la acción o investigación militante o insurgente y aparece por todas partes, lo mismo en el Colectivo Situaciones, de Argentina, que en la Universidad de la Tierra en California o en el corazón de Italia. Se trata de un fenómeno realmente general que se ajusta bien al estado de cosas, cuando las formas de pensar dominantes ya no son útiles para entender lo que pasa y mucho menos para construir el mundo nuevo.

Articular la rebeldía

La guerra civil y el control delincuencial de la realidad social, que en muchos puntos de la geografía nacional hace ya imposible una vida cotidiana normal, ya no digamos una elección, está ampliándose e intensificándose. Es posible que su extensión a todo el territorio constituya la perspectiva más realista. Va tomando forma la hipótesis de que el gobierno no tiene real interés en detenerla. Al contrario. Como se dice en Honduras, tiene miedo de que la gente esté perdiendo el miedo. De la misma manera que en localidades específicas la gente prefiere abiertamente el control oprobioso del ejército al de los delincuentes, el gobierno podría estar esperando que ese sentimiento se hiciera general para dar base social a la decisión de consolidar legalmente el estado de excepción no declarado en que ahora vivimos a fin de profundizar la represión y detener las iniciativas populares.

Aquí mismo, en su intervención en el Primer Seminario Internacional (diciembre 2009-enero 2010), Javier Sicilia señaló que “las crisis que vivimos… nos colocan en estado de revolución, es decir, en la necesidad de un cambio profundo.” Advirtió que se trata de una revolución de naturaleza distinta a las que conocemos y recordamos, porque la idea misma de revolución que viene del pasado se ha vuelto inviable. La nueva revolución, para Sicilia, que sigue estando en la entraña del zapatismo, apenas ha sido entendida. Y éste es el desafío actual: un desafío a la comprensión y a la imaginación, a partir del reconocimiento explícito de que el cambio vendrá de abajo, de la propia gente, porque así es como los verdaderos cambios se producen. Esa revolución es un arte y exige reconocer en la gente, en los hombres y mujeres ordinarios, a los artistas capaces de darle forma y fondo a la creación nueva.

Nadie sabe cómo hacer una revolución. No es algo que alguien pueda proponerse y pueda someterse a un plan. Pero no podemos seguir a la expectativa. Estamos realmente ante una emergencia nacional y sabemos bien que las clases políticas no se atreverán a declararla. Hacerlo mostraría su inutilidad y su complicidad con ella: no supieron preverla, han contribuido a crearla y no saben cómo enfrentarla.

Necesitamos declarar nosotros mismos la emergencia nacional y  concertar la acción consiguiente.

Nuestra declaración se apoyaría el despertar colectivo en que nos encontramos. No estaría en el vacío. Podría mostrarse que, contra lo que piensa Zibechi, se ha estado construyendo, desde abajo y a la izquierda, un “imaginario alternativo a las urnas o a la toma del palacio” para vencer al capital por vías que no son electorales ni violentas. Revelaría que se han estado generando hipótesis y teorías con suelo social y político que permiten reconocer el carácter opresor de las urnas y de las insurrecciones armadas y formulan opciones. El nuevo imaginario, que toma formas cada vez más claras, acota con precisión el camino. Hemos aprendido ya a prescindir de la construcción de tierras prometidas, visiones alternativas de la sociedad en conjunto, proyectos alternativos de nación… Identificamos en todas esas fórmulas ilusiones útiles para la manipulación y el control, no para la acción auténticamente transformadora. Confiamos ahora en que la propia gente, desde sus ámbitos propios, en sus asambleas y foros, desde la diversidad, podrá imaginar y construir uno por uno los ingredientes del mundo nuevo, que como siempre surgirá del vientre de la sociedad que muere.

Dice Zibechi que “no hemos puesto en pie economías autosustentables, capaces de sostener la vida y de entusiasmar a los de abajo a dedicar todas sus energías a esas tareas”. Por eso piensa que si llegamos a triunfar contra el capital no sabremos con qué sustituir el capitalismo, porque sólo disponemos de fórmulas ya fracasadas. He tratado de mostrar lo contrario. He mencionado ejemplos de las maneras en que millones de personas han estado organizando economías capaces de sostener la vida, conscientes de que si no lo hacen están condenadas a la extinción. Iniciativas como las de la agricultura urbana, la defensa del territorio, las formas alternativas de aprender, de sanar y habitar, las modalidades de policía comunitaria que apuntalan una noción propia de seguridad, las iniciativas que recomponen eficazmente el tejido social en barrios y comunidades, las capacidades redescubiertas de pensar por uno mismo, todas ellas de carácter no capitalista, no son actos marginales o de pequeñas sectas disidentes. Son iniciativas que lejos de obedecer y repetir los automatismos impuestos, buscando opciones de supervivencia en el mercado o en el Estado, reivindican las maneras del buen vivir y demuestran que a pesar de todas las restricciones, con todo en contra, la gente puede recuperar paso a paso sus propios medios de subsistencia y su capacidad creadora, rompiendo el aislamiento y la impotencia.

Declarar la emergencia nacional  no operaría en el vacío. Podría ilustrar de mil maneras distintas cómo podemos, en cualquier parte en que nos encontremos, en cualquiera de nuestros contextos y posiciones, desgarrar los tejidos autoritarios en que se nos ha mantenido y emprender la acción liberadora. De esta manera, la declaratoria serviría ante todo para evitar la trampa de pensar que el mero recambio de dirigentes permitirá enfrentar las dificultades actuales y que alguno de ellos tiene en sus manos las recetas que permitirán remontarlas. Es una trampa en que pueden haber caído ya millones de mexicanos, convencidos acaso de que no hay otra opción.

La declaratoria serviría también para mostrar que no hace falta forjar un consenso previo entre los ciudadanos para que se afilien con algún candidato, o bien opten por votar en blanco o abstenerse. Podría poner en perspectiva la elección misma y sacar la atención de las campañas, mostrando su radical irrelevancia para todo lo que importa.

El nosotros que necesita declarar el estado de emergencia y hacerle frente es todavía tenue, vago, desarticulado… No tiene un perfil claro. Esto corresponde en parte a las nuevas formas del protagonismo social, porque el sujeto de la transformación, el que está tomando en sus manos la iniciativa, no adopta las formas tradicionales de las organizaciones de clase y las estructuras partidarias. Eso no significa que se carezca de organización: existe en la base social y en estos años se ha estado fortaleciendo, ante las dificultades del día y las agresiones permanentes. Con infinidad de nombres: foros, coaliciones, coordinadoras, espacios, congresos, alianzas…a partir de las simples organizaciones de barrio, de comunidad, de pueblo, se han multiplicado las formas organizativas que ya entran en disputa con las mafias y bandas políticas y económicas, legales e ilegales, que intentan controlar todos los territorios.

Declarar desde ellas y con ellas la emergencia nacional sería una forma de articular esas múltiples iniciativas en un empeño común que ha de eludir cuidadosamente el carácter de una revuelta. No sería un estallido repentino, que puede dejar huellas duraderas, como la lava de un volcán, pero que desaparece con la misma rapidez con que surgió; no podría verse siquiera como la erupción simultánea de volcanes adormecidos. Tampoco sería análoga a episodios como los que se convierten en símbolos de una transformación duradera, como la toma de la Bastilla, el Palacio de Invierno o el grito de Miguel Hidalgo.

Necesitamos una rebelión – el tipo de gesta que constituye la sustancia de toda auténtica revolución. Se trata de que los humillados y ofendidos, los que hemos estado continuamente dominados por un sistema opresor que nos ha estado despojando de todo lo nuestro y que en estos años amenaza lo que nos queda, dignidad y tejido social, se trata de que todos ellos irrumpan en el acontecer político de la dominación.

Parece que estamos listos para esta rebelión novedosa porque se comparte cada vez más la convicción, basada en la experiencia de todas las luchas anteriores, de que no podemos ceder la fuerza, el mando, la capacidad de conducir la transformación. Ya no estamos dispuestos a delegar todas nuestras capacidades en un grupo de dirigentes, incluso los emanados de nuestras propias filas, para que den forma al nuevo marco legal e institucional que acotará el nuevo estado de cosas. Para no repetir la experiencia histórica, en que una y otra vez se nos expropia lo conseguido, buscamos hoy mantener el control del proceso. Hemos estado aprendiendo a hacerlo en asambleas y parlamentos de coaliciones cada vez más amplias, en que se logran acuerdos entre quienes acuden con representación temporal y sujeta a mandatos precisos, siempre expuestos a la revalidación de los representados. Nada de esto, que requiere imaginación y creatividad sociológica y política, tiene que ser decidido de antemano. Surgirá en el propio proceso, cuando se requiera.

Las iniciativas en pequeña escala que he estado mencionando son claro anticipo de la sociedad por venir, pero tienen que realizarse a contrapelo de un sistema agresivo y hostil que los acosa continuamente y les causa grave desgaste. Hace falta el levantamiento – un levantamiento que opere por contagio (como ha sido siempre con el zapatismo), más que por concertación estratégica clandestina desde las dirigencias. Es cierto que pelear es abominable, pero no debe causar tristeza entregarnos a esta militancia. Al conectar nuestros deseos con la realidad, entretejiendo rabias y descontentos en la acción, en vez de retirarlas a las formas de la representación teórica o política, les daremos cabal fuerza revolucionaria (Foucault, 1983, p. xiii).

Declarar la emergencia nacional y actuar en consecuencia, es decir, abandonar las reacciones “normales” y normalizadas, como si fuera posible esperar que cayera de algún cielo político el cambio que necesitamos con urgencia, puede constituir un acto revolucionario, porque establecería una nueva posibilidad: se habrían transgredido fronteras culturales para abrir un nuevo camino que no parecía posible.

Los días de furia en las calles y en las plazas, lo mismo que las acciones calladas en las casas y en los patios, siguen las gradaciones de la revuelta y la rebelión. A través de ellas se va mostrando un tipo de contagio revolucionario que se realiza sin la Bastilla o el Palacio de Invierno y carece de Zapatas, Villas, Carranzas y Obregones. Existe como iniciativa de la propia gente, de hombres y mujeres ordinarios, de la gente común…los insumisos, los rebeldes, los soñadores, que saben bien cuál es el calendario y la geografía apropiados para su acción. Ejercen así su poder, que en esas condiciones se llama dignidad.

Desde el vientre de una sociedad destrozada, bajo amenazas insoportables, está naciendo ya la nueva. Nace para evitar el horror que nos acosa y agobia y para contener los males en curso. Nace también para iniciar un nuevo camino de transformación y regeneración.

Declarar la emergencia nacional, desde nosotros mismos, le dará visibilidad y dinamismo a esa nueva sociedad, hará posible concertar el empeño y así podremos ponernos en marcha con la urgencia que hace falta.