El domingo 28 de julio, miles de hombres, mujeres, ancianos y niños marcharon por las calles de Tila, en la zona norte de Chiapas, para conmemorar los 79 años de la fundación del ejido. En la conmovedora celebración estaba presente el espíritu de casi un siglo de lucha en defensa de la tierra y del territorio, la inquebrantable determinación de generaciones de indígenas ch’oles de mantener aquello que le da vida a la vida y sentido a la existencia colectiva.

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Crónica de los adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del Ejido Tila: http://laotraejidotila.blogspot.mx


Lo que la madre tierra nos da

Celebración de la cultura y resistencia de las mujeres Ch´oles de Tila

Rita Valencia

Los hombres y mujeres de Tila llevan ya un muy largo caminar. Podríamos decir que su camino empezó hace 79 años, cuando recibieron el documento en el que el gobierno mexicano les reconocía su derecho a la tierra al legalizar el ejido. ¿Cuántas generaciones aprenden a luchar y a defender su tierra en casi 80 años? Pero no, el camino del pueblo Ch´ol de Tila viene de más lejos todavía y tiene raíces muy profundas porque viene de la larga noche de los 500 años de conquista y de una cultura que camina y respira en la cotidianidad.

La marcha para conmemorar los 79 años de la legalización del ejido Tila inició su caminar con la imagen de algunos ejidatarios tomados de las manos, como protegiendo a los tatuches (abuelos principales) que esparcían copal y eran seguidos a su vez por las mujeres del ejido cargadas con canastas y envoltorios de hoja de plátano.

Bajo el sol de Julio serpenteaban los ríos de gente por las calles empinadas de Tila. El mitin en la plaza principal demostraba la fuerza y determinación de los ejidatarios y ejidatarias que permanecieron bajo el mismo sol hirviente durante todo el evento.

Si bien el mitin comenzó con el himno nacional mexicano, la identidad cultural del sujeto colectivo que se movilizó ese día se materializó en la lengua de la mayor parte de los discursos: el Ch´ol.

Un acto sencillo pero de una profundidad inmaterial diferenció este acto público: Las mujeres del ejido que durante la marcha cargaron canastas y envoltorios fueron depositándolos con su contenido en el templete, en una suerte de mesa-altar.

Llegado el momento hicieron la presentación de todo lo que produce la madre tierra y que es sustento de la vida en toda la región: Maíz y frijol, pero también hierbamora, cacaté, camote, macal, yuca, cebollín, cilantro, nance, guineo, calabaza, chinim y otros para los que no hay nombre en castellano.  También estaba el pozol que es el alimento más importante del campesino y campesina, que acompaña por el monte y da fuerza, ánimo, compañía.  Así está registrado también en la memoria del pueblo de Tila: “Fueron el pozol y la tostada los que mantuvieron en pie a los abuelos en su peregrinar a Tuxtla para pedir la dotación de tierra, cuando fueron caminando por varios días y no había camino. “

Lo que mostraban las mujeres con la “dignidad de la mujer indígena y campesina” es no sólo la diversidad de su producción y alimentación, sino también lo complejo de su cultura. Se trataba de un acto político en el que las mujeres que luchan y resisten el despojo de su tierra y territorio decían: esto somos porque esto es lo que comemos, lo que produce nuestra tierra con nuestro trabajo y así lo hemos hecho porque así nos lo enseñaron nuestros padres, madres y abuelos. Estos frutos, estos alimentos son nuestra identidad, nuestra esencia.

Es decir, se trata también de un acto de memoria que a su vez recuerda las palabras de Lionso, líder indígena Kankuamo, que desde Colombia describe así a la memoria:

“Desde el comienzo del mundo nosotros ya existíamos en el pensamiento de la Madre. Éramos memoria, pensamiento y posibilidad; ya ella sabía lo que nos iba a suceder, cómo nos íbamos a perder y cómo volveríamos al camino. En ese momento aún no éramos, pero ya estábamos. Y cuando se empezó a materializar el mundo la madre empezó a construirnos desde su memoria, desde su esencia. Ella no nos ha construido desde sus recuerdos, porque la memoria no son recuerdos; no son relatos históricos…somos cada uno de nosotros, sabiendo que hacemos parte de todo y que todo está contenido en nosotros.”

Y continúa diciendo el viejo Lionso:  “Se debe recuperar la memoria de los alimentos originarios de nuestras tierras, recordar que somos y pensamos según lo que comemos.”[1]

Y el pueblo Ch´ol de Tila que resiste y lucha por su tierra y territorio, sabe bien quién es, cuál ha sido su camino y cómo se ha nutrido. Los alimentos que acompañaron esta marcha fueron los mismos que viajaron a Tabasco para aliviar el hambre, pero sobre todo la tristeza, cuando las inundaciones del 2007 arrasaron aquel estado. En un comunicado, el Subcomandante Marcos incluyó el recuento de una habitante de la zona que describía no la ayuda, sino la solidaridad que recibieron:

“Los compas bases de apoyo zapatistas convocaron en Tila, Chiapas, y en los municipios autónomos a la solidaridad con nosotros…Sabíamos que, junto con la ayuda de la sociedad civil y la parroquia de Tila, venía el apoyo de las bases zapatistas de la zona norte. Sabíamos que los compas estuvieron trabajando día y noche en el acopio. Y la ayuda fue no sólo oportuna, sino maravillosa. Cuando no había cómo guisar en las casas, sólo en algunos albergues, nos llegaron tres camiones llenos de pozol, tostadas, y todo lo que es nuestros alimentos tradicionales y no como los diversos gobiernos que nos daban esas horribles sopas instantáneas.”[2]

Metáfora que hoy día alcanza para lo que el Estado mexicano considera casi como damnificados en todo el territorio nacional (probablemente de sus políticas económicas y sociales) al impulsar suplementos nutricionales “enriquecidos” y otros productos industrializados para acabar con el hambre dentro de la Cruzada Nacional contra el Hambre.

Es frente a esta política de la “sopa instantánea” que mujeres indígenas y campesinas emiten uno de los actos de resistencia y memoria más dignos: el presentar, nombrar, ahumar los productos de la madre tierra. Declaran así la indivisibilidad de su territorio con su cultura, espiritualidad e identidad como pueblo y es en su defensa que se organizan y luchan.

Otra forma de encarnar las palabras de la compañera que presentó los alimentos en el centro de su pueblo: “Tenemos un puño fuerte, pero a la vez suave, porque el corazón lo tenemos en la mano para luchar.”


[1] Palabras del viejo Lionso en el texto de Maestre Daniel, “Conversando sobre la memoria, o mejor, escuchando al viejo Lionso sobre qué es la memoria en Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad, 2012. Hescuela: Desaprendiendo para Liberar. Hijos Colombia, United States Institute of Peace, pp. 111-115

[2] Participación del Subcomandante Insurgente Marcos, en el segundo día del Coloquio Internacional In Memoriam Andrés Aubry, Viernes 14 de Diciembre 2007. Ni el Centro ni la Periferia…Parte III.-Tocar el Verde. El Calendario y la Geografía de la Destrucción. Disponible en: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2007/12/15/parte-iii-tocar-el-verde-el-calendario-y-la-geografia-de-la-destruccion/ (Consultado el 29 de Julio de 2013)