
Oaxaca
Surge nueva escuela autónoma en resistencia en la sierra Mazateca
Por Santiago Navarro F
Fotos: Mapoc
En México los proyectos expansivos del capital, a través de mega emprendimientos de “desarrollo”, se aceleran e incluso son considerados de seguridad nacional. En medio de este escenario, donde la incertidumbre ha tomado por asalto a varios pueblos originarios de México, en un rincón del estado de Oaxaca, en la sierra Mazateca, la comunidad de Agua de Lluvia ha decidido marchar a contracorriente.
La mañana del domingo (12), el sol les pintó distinto, era el día, un nuevo comienzo se asomaba con un nuevo espacio de esperanza en la comunidad, el comienzo de la escuelita comunitaria Agua de Lluvia. Con la presencia de las autoridades tradicionales, la comunidad en general e integrantes del Congreso Nacional Indígena (CNI) inauguraron la escuelita comunitaria.
El surgimiento de esta iniciativa remonta a un escenario de crisis y convulsión política que vivía el estado de Oaxaca en el año 2006. En ese momento, una protesta de los profesores afiliados a la denominada Sección 22, había escalado a nivel estatal. Obtuvieron un gran respaldo de diversos pueblos originarios, es entonces que el gobierno creó un sindicato paralelo para contrarrestar fuerza, la Sección 59.

La comunidad de Agua de Lluvia sufrió las consecuencias de esta estrategia, “la Sección 59 tomó la escuela”, cuenta la profesora Rocío Escudero Rodríguez. Fue entonces cuando nace una primera iniciativa en 2011, “junto con algunos padres de familia, quienes apoyaban a la Sección 22, solicitamos personal docente para que se abriera una escuela alterna en una casita”, que les fue prestada.
La profesora, quien también es parte de esta comunidad, relata que todo iba caminando bien, incluso, el número de estudiantes aumentó. “El espacio era muy chico y ya no cabían los niños. De esta manera surge la idea de conseguir un terreno para la construcción de un aula, bajo un proyecto comunitario”, explica la profesora.
Tras varios intentos de recuperar la escuela tomada por la Sección 59 no obtuvieron una respuesta favorable por parte de instancias del gobierno y de la propia Sección 22. Por ello, “decidimos, con los padres de familia en resistencia que, a través de faenas, se iba a realizar el solar y los adobes. Se realizaron rifas. Los niños vendieron lo que cosechamos, chicharos, rábanos. Con lo poco que se iba juntando, comenzamos a comprar lo necesario. Con los niños elaboramos los adobes, cerca de 2500 adobes, y se compraron algunas cosas como cemento y algunas de las comunidades vecinas aportaron grava y arena”.
Esta acción impactó directamente a los padres que apoyaban a la Sección 59 y comenzaron una campaña de desprestigio contra la iniciativa de la escuelita comunitaria. “Se encargaron de realizar un trabajo político, mal informando a los padres en resistencia, obligándolos a que sacaran a sus hijos, queriendo debilitar el trabajo que ya iba avanzando”, señala la profesora.

Pero no solo realizaron estas acciones, sino que también los lideres de la comunidad, el gobierno y líderes de la Sección 22 hicieron acuerdos sin tomar en cuenta a los padres en resistencia. “Recibí una orden de mis superiores para que me retirara de este lugar y así se pudieran recuperar la escuela. No me quedó otra opción más que aceptar y retirarme de esta comunidad”, agrega la profesora Rocío.
Hoy, la iniciativa de la escuelita comunitaria camina y se le “está dando otro rumbo al proyecto”, remarca la profesora, va a seguir siendo comunitario, pero más abierto. “Se pretenden rescatar las costumbres, la ayuda mutua, la colectividad. Que consolide la armonía de las comunidades que están lastimadas por los partidos políticos, que controlan y dividen a los pueblos”.
Rocío sostiene que el trabajo que se pretende realizar en esta escuelita no busca afectar el trabajo de los docentes de la escuela oficial de la comunidad. “Al contrario, sentimos, que va a ser un apoyo para que realicen sus trabajos pedagógicos de ellos. Porque en esta escuelita comunitaria se van a dar talleres de cuentos, dibujo, lectoescritura, valores, artesanías y del trabajo con el campo, entre otros más, como la música, que pueda servir a la comunidad y a otras comunidades que se quieran integrar. Es un trabajo con los niños, pero también, para los padres”.
Juan Carlos Escudero, mazateco que forma parte del Movimiento de Articulación de los Pueblos Olvidados de la Cañada (Mapoc), rememora a cada una de las personas que han iniciado este proyecto y el giro que dio la escuela que, en un principio, se buscaba que estuviera bajo la jurisdicción del gobierno. Hoy ha dado un giro radical. “La escancia política de este lugar se ha inspirado en las escuelas y caracoles zapatistas, así como las luchas autónomas y las ocupaciones de tierras”.
El espacio de uso común es una respuesta, también, a los diversos actores que han fracturado a las comunidades mazatecas. “Lo que se pretende con la escuela es retejer el tejido y los lazos en la comunidad. Con el tiempo, se pretende que también sirva para la lucha por la justicia y la dignidad humana y de los pueblos originarios”, agrega Juan Carlos.

Actualmente, mediante los lazos y puentes de solidaridad que han venido construyendo, también se busca resolver las necesidades que requieren. “Porque aquí nadie recibe un sueldo, no se recibe recursos del gobierno y nos movemos con nuestros propios medios. Esa es una gran diferencia con la escuela oficial y nuestra escuela esta inspirada en procesos de lucha que pretende ser desescolarizada”, argumenta Juan Carlos, que anuncia que el próximo año 2022 iniciarán con rifas y una campaña de recaudación de fondos para completar lo que les hace falta.
La profesora Rocío reflexiona que este proceso es una lucecita más que va a fortalecer el caminar de los pueblos que forman parte del CNI. “Con este proyecto vamos a retomar los principios zapatistas. Sentimos que este proyecto va a fortalecer internamente y esperamos que también al pueblo Mazateco y el resto de los pueblos que luchan”.
En el caminar de los 25 años del CNI con sus diversas iniciativas desde los pueblos originarios, “nosotros pensamos que, el hecho de definir este lugar de esta manera, nos fortalece, porque tenemos claro la reconstitución de nuestro pueblo”, agrega Juan Carlos.
México: Mujeres chontales resisten al despojo anunciado de su territorio
Por Santiago Navarro F
Silvia Ramírez Nolasco nació en la comunidad de Santa María Zapotitlán, en el estado de Oaxaca, al sur de México. Ella conoce cada vereda de su territorio, las flores y las plantas medicinales que convergen con la calma del bosque. Ella habita la parte alta del pueblo Chontal, dónde los primeros rayos del sol contrastan con el blanco de la neblina presurosa que va danzando al ritmo del viento. Saca de su morral un radio walkie talkie y se comunica de montaña a montaña con las autoridades agrarias de su comunidad y avisa, “todo está bien”.
Su mirada es atenta y profunda, siempre está alerta. Su radio es parte de su responsabilidad. Cuenta con el respaldo de sus hermanas chontales, mayores y menores que ella. Es concejala de la Asamblea del Pueblo Chontal e integrante del Comité Regional de Mujeres Chontales. “Tuve que aprender a reconocer mi territorio cuerpo como mujer. A cuidarlo y defenderlo. Porque antes, los hombres no nos tomaban en cuenta, la mujer solo servía para los hijos y las labores del hogar. Todas hemos tenido que aprender a luchar para hacer entender, a los hombres, que las mujeres somos parte de la comunidad y que sabemos asumir un cargo”, dice la concelaja.
En las comunidades chontales más mujeres se suman a las tomas de decisiones y van asumiendo cargos como autoridades tradicionales. Aunque la lucha de Silvia, y de las mujeres con las que ha caminado, no solo se reduce a procurar espacios en las asambleas comunitarias (máxima autoridad de los pueblos originarios), sino además se han organizado, “para defender el territorio tierra y el territorio cuerpo en conjunto, porque son uno mismo; es una necesidad porque está en riesgo”, cuenta al equipo de Avispa Midia.
El riego al que se refiere Silvia es porque, desde el año 2018, se enteraron que más de 5 mil hectáreas del pueblo chontal, específicamente cinco comunidades agrarias, están concesionadas a una empresa llamada Minera Zalamera S.A de C.V., filial de la canadiense Minaurum Gold Inc, cuyo objetivo es extraer oro, plata, cobre, zinc y plomo. “Desde entonces toda la comunidad se puso en alerta y las mujeres, pues, somos las que más hemos trabajado para informarnos. Hemos tomado conciencia de que es necesaria nuestra participación. Es necesario prepararnos para defender nuestra memoria, nuestra historia, nuestro territorio que nos heredaron nuestras ancestras y ancestros”, agrega.