
Sentidos y significados profundos de la ejecución del Padre Marcelo
Desde hace casi cuatro años la violencia en Chiapas a manos de los corporativos narcocriminales glocales ha ido en aumento causando desplazamientos forzados, el asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos.
Por Xochitl Leyva Solano | El Salto Diario
Eran las primeras horas del domingo 20 de octubre de 2024 cuando entró en mi celular un WhatsApp con la noticia del asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez al salir de dar misa en un barrio de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. La noticia tuvo un efecto telúrico y ante eso podríamos preguntarnos ¿por qué? si ya desde hace casi cuatro años la violencia en Chiapas a manos de los corporativos narcocriminales glocales ha ido en aumento causando desplazamientos forzados, el asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos, así como la ocupación y el despojo de territorios (comunitarios) rurales y urbanos. Cómo entender que ríos de personas de inmediato tomaron las calles y se hicieron presentes por doquiera: donde se veló el cuerpo y se realizó el sepelio. Para comprender los múltiples sentidos y significados de este asesinato-ejecución es necesario detenernos brevemente en la persona, los pueblos en movimiento, la institución eclesial y, claro, poner el hecho “local” en un contexto, al menos, por el momento, nacional.
La persona
El Padre Marcelo era uno de los 15 sacerdotes indígenas miembros de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Su origen era maya tsotsil. Su extracción, humilde campesina. Su padre tuvo el cargo tradicional de mayordomo en la iglesia de San Andrés Larráinzar. Luego de pasar por el internado indígena definió su vocación para servir a Dios y en 2002 fue ordenado sacerdote católico. Un sacerdote enraizado en Chiapas que lo mismo dominaba el tsotsil que el castellano. Todo ello, sin duda, abonó a cultivar su nato carisma y su particular modo pedagógico de dirigirse a la feligresía con la que conectaba espiritual y energéticamente a través de palabras de fervor, ánimo y dignificación. Estos elementos delinearon su vida como pastor, pero, sobre todo, como defensor de la vida y el territorio, defensor de derechos humanos, así como tejedor de diferentes instancias y mundos e impulsor y mediador en conflictos y en procesos locales de paz.
Pueblos en movimiento
Para comprender a cabalidad al Padre Marcelo tenemos que ponerlo en su justa dimensión histórica; en su tiempo y espacio. Nació en enero de 1974, en el momento en que la Diócesis de San Cristóbal preparaba con las comunidades indígenas las reflexiones que sustentaron el Congreso Indígena de 1974. Congreso parteaguas, motor de la formación de organizaciones independientes campesinas más tarde autodefinidas como indígenas. El Padre Marcelo afirmó que los sucesos post-congreso le influyeron pero que no fue hasta que fungió como párroco en Chenalhó y prestó oídos a los sobrevivientes y parientes de las víctimas de la Masacre de Acteal (sucedida a manos de paramilitares en 1997) que su vida tomó el ejemplo de valentía y dignidad de ellos y ellas y lo condujo al camino de compromiso con el Pueblo Creyente para que injusticias como esa y otras, nunca se volvieran a dar.
(Continuar leyendo…)El fogón de las palabras: 05 – Colonia La Maya
Entre mayo y julio 2023 nos reunimos cada miércoles en el salón de usos múltiples de la Colonia La maya, al sur de San Cristóbal de las Casas. En un espacio construído por los propios habitantes organizados de la colonia: un espacio que resguarda a sus espaldas la montaña que protegen desde hace muchos años.
(Descarga aquí)Cuando llegué a la maya…
Cuando llegué a la Maya, llegué acompañando a mi madre Doña Ofe, que ahora tiene 80 años. Mi mamá siempre cargaba su morral de ixtle de colores, un morral Tojolabal.
Llegamos al mediodía, había luz, sol, las nubes azules, el silencio que caracteriza esta zona.
Y mi mamá me dijo: mijito hoy vamos a ir a ver tu terrenito.
Yo llegué hace 22 años, atrás de mi casa había un humedal, en la noche era impresionante el ruido de las ranas y los sapos. Luego salían muchas flores de muchos colores. Este es el terreno en el que ahora quieren construir la gasolinera.
Bloqueamos dentro de la colonia para que no hicieran la gasera. Para mi sentí que era como una fiesta comunitaria, por ejemplo si tu tienes frijoles y quieres estarte en el bloqueo, llevas tus ollas de frijoles y compartes ahí… llevábamos pan, café…
Pudimos llegar hasta el fondo de regresar a las historias que uno trae en la vida y que no se recuerdan, no se cuentan, no hay manera de comentar todo lo que vives a menos que encuentres a una persona que le interese y te quiera escuchar.
Nos abrieron un camino para recordar, recordar es vivir otra vez, cómo éramos, cómo fuimos y cómo somos ahora.
La gente va a saber cómo nos hemos organizado como colonia, defendiendo nuestro territorio, los humedales, y toda la lucha que hemos venido haciendo.
En las historias colectivas nos reconocemos entre las vecinas y vecinos y nos ayuda a formar un nosotras y nosotros.
…desde ese ánimo de seguir luchando y defendiendo un territorio que quizás no pensábamos defender.
Ahora Somos La Maya
Palabras de don Tacho, Erika, Maritza, doña Lucía, Carlos, Pedrito, Raúl, Alberto y el pequeño Ian, vecinos organizados de la Colonia la Maya, participantes en el laboratorio y realizadores del podcast.