Latinoamérica
Carne procesada vendida en España está vinculada a deforestación en Brasil
Fuente: Avispa Midia
Por Sare Frabes
Los siete principales minoristas en España – Carrefour, Mercadona, Alcampo, Lidl Supermercados, El Corte Inglés, Grupo Dia y Aldi – tienen “compromisos inadecuados” para detener la deforestación vinculada a la soja en la Amazonía y el Cerrado brasileños. Eso porque la soja que se produce en estos biomas, fruto de la deforestación, es utilizada como alimento de ganado con el cual se produce alimentos procesados, como embutidos, jamón, tocino y mortadela, vendidos en las estanterías de sus supermercados en España.
Los datos fueron revelados por una investigación realizada por la organización Mighty Earth, publicada en julio de 2024.
Sólo Aldi, Carrefour y Lidl tienen una política que, según las propias cadenas de supermercados, buscan no tener una relación con la deforestación. “Aunque se encontraron pocas pruebas de medidas o esfuerzos prácticos para abordar este riesgo de deforestación”, dice el estudio.
Además, ninguno de las siete empresas publica sus datos sobre su huella global de soja, “a pesar de que los supermercados representan casi el 50% de las ventas de carne procesada en el país”.
España es uno de los principales productores de carne de la Unión Europea, con una cuota de mercado del 18% y una producción total de 7,55 millones de toneladas el año pasado.
De acuerdo con el estudio, 5 millones de toneladas de soja fueron importadas a España en 2023, con un 74% procedente de Brasil. Tanto el bioma de la Amazonía como el del Cerrado son la fuente de prácticamente toda la soja brasileña utilizada por la industria española de alimentos para ganado, según Trase.
Brasil se convirtió, en 2023, en el mayor exportador de soja a España (58%), cuando tradicionalmente procedía de Argentina. En comparación, en 2022, el 53% de soja importada por España procedía de Argentina y el 39% de Brasil.
La Oficina Económica y Comercial de España en Brasilia, en un informe sobre Brasil, señala que en 2021 la soja representaba el 46% de la producción agrícola total del país sudamericano.
Deforestación
En un estudio publicado en marzo de 2024, Mighty Earth, con base en la combinación de alertas de deforestación con imágenes de satélite e investigaciones en el terreno, alertaba sobre la relación entre el cultivo de soja y la deforestación, alcanzando 30 mil hectáreas en la Amazonia y casi 27 mil hectáreas en el Cerrado.
Este estudio relacionó las explotaciones agrícolas que produjeron soja en la cosecha de 2022 con los principales comerciantes mundiales de soja: Amaggi, ADM, ALZ Grãos, Bung, Cargill, COFCO y LDC.
En un informe anterior publicado en junio de 2023, Mighty Earth descubrió que solamente Bunge estaba directamente vinculada a la deforestación de 11,351 hectáreas en el Cerrado brasileño.
Carne: un alto costo para el planeta
El 90% de la soja del mundo se utiliza para producir alimento para ganado, menciona el estudio, y su expansión está provocando la deforestación de biomas vírgenes en toda América Latina.
Alerta que la producción de la carne representa el 14% de los Gases de Efecto Invernadero en el mundo. “Una reducción significativa de nuestro consumo de carne será necesaria para cumplir los compromisos climáticos y evitar los peores impactos del cambio climático”. Además, la Organización Mundial de la Salud ha clasificado la carne procesada como “cancerígena para el ser humano”.
En el caso de España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) estima que el consumo ideal de carne en un máximo de tres raciones semanales (una ración equivale a 100-125g), o unos 15 kg al año, mientras que el consumo medio español supera actualmente los 32 kg por habitante y año. “Para lograr un sistema alimentario sostenible y saludable, parece necesario un cambio hacia una dieta proteica de origen vegetal”, sostiene.
Perú-Cusco: criminalización de comuneros detenidos en protestas
Fuente: Avispa Midia
Por Javier Bedía Prado
Cuatro jóvenes de la comunidad campesina Cuyo Grande, en la región Cusco, Perú, fueron sentenciados a siete años de prisión por protestar contra las masacres en los andes durante el primer bimestre de Dina Boluarte en el gobierno.
Las desproporcionadas penas siguen la línea de criminalización del derecho a la protesta en el Perú, mientras que ningún mando político, militar o policial, los responsables de las matanzas, recibe sanciones.
El 31 de enero de 2023, cuando las fuerzas militares y policiales habían asesinado a 45 manifestantes, la mayoría en territorios andinos de poblaciones quechuas y aimaras, agentes infiltrados detuvieron a Richard Camala (23 años), Ferdinán Huaccanqui (34 años), Redy Huamán (23 años) y Joel Hivallanca (22 años).
La justicia desconoció el arraigo domiciliario de los imputados, debido a que viven en tierras comunitarias. Al no reconocerles un domicilio, la justicia consideró que habría riesgo de fuga en caso de procesarlos en libertad.
Desde entonces permanecen recluidos en el penal Qenqoro, acusados en primera instancia del delito de disturbios y entorpecimiento al funcionamiento de servicios públicos. Los comuneros, mediante engaños, por desconocimiento, firmaron actas de intervención policial sin poder leer el contenido, aceptaron la terminación anticipada y se declararon culpables, lo que complicó su situación.
El último 31 de julio, la Primera Sala de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia del Cusco ratificó las condenas, sin reconocerles arraigo de domicilio. Los procesados, quienes se dedican a la agricultura, presentaron constancias de posesión de tierras, por lo que la medida es calificada de discriminatoria por sus familiares.
A las sentencias, las autoridades judiciales le suman un elevado pago de reparación civil (250 mil soles, alrededor de 70 mil dólares).
Persecución coordinada
El abogado de los sentenciados, Marcelino Quispe, denunció irregularidades en el proceso: detención ilegal por parte de policías encubiertos, manipulación de pruebas del representante del Ministerio Público y el dictamen de una jueza durante su periodo de vacaciones para, según señala, promover su ascenso al cargo de vocal.
El jurista apunta a la colusión entre el Ministerio del Interior, Poder Judicial y fiscalías, evidenciada en otros casos de persecución de la protesta social desde la gestión de Boluarte. La defensa de los comuneros planteará todavía recursos para anular la resolución y se propone llevar el caso al Tribunal Interamericano de Derechos Humanos.
Hasta el día de la detención de los jóvenes de Cuyo Grande, el gobierno había reprimido con violencia extrema las movilizaciones en Puno, Ayacucho y Apurímac, donde victimaron en total a 38 personas, entre ellas menores de edad. Otros once manifestantes fueron asesinados en Cusco, Arequipa, Junín, La Libertad y Lima en los meses de convulsión, entre diciembre de 2022, mes del golpe de Boluarte, y enero de 2023.
Organismos internacionales de derechos humanos han calificado los actos de las instituciones armadas de ejecuciones extrajudiciales con sesgos raciales.
En enero de 2023 también fueron detenidos y trasladados a Lima siete integrantes del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (Fredepa), sindicados de apología al terrorismo, a quienes dieron arbitrarias penas de prisión preventiva. En las últimas semanas salieron en libertad tres de los activistas que continuaban presos, luego de 18 meses.
Aún se espera la liberación de Rocío Leandro Melgar, presidenta de la organización, para quien el Ministerio Público pide adicionar seis meses de encierro preventivo. Asimismo, la del brigadista y estudiante de derecho Vladimir Molina, procesado por disturbios durante las protestas en la capital.