Obra de teatro en varios actos con notas de pie de página. Monólogo a muchas voces.
Para el maestro con cariño, esperando que se recupere pronto de que duele su panza.
(Se abre el telón. Pero resulta que no está listo todo y lo vuelven a cerrar. Pero no muy cierra porque se atora la cobija que es el telón. Tardan. Ya por fin se abre el telón y empieza la obra de teatro. Sale al escenario un compa que de por sí no muy quería participar, pero ni modos, qué le va a hacer, le tocó).
El compa empieza a hablar:
– “Bueno, yo les voy a contar la parte que me toca. Porque la problema no fue sólo que éramos un chingo de personas quienes vimos la obra de teatro. O sea “la seña”, que así le decimos también acá. El caso o cosa, según, es que para mirar y escuchar no es que te sientas y ya. No. Porque el auditorio se movía y unas veces veías de un lado, luego de otro, luego de arriba, después de abajo. Y también a veces podías mirar lo que miraban los que participaban. Por ejemplo, a veces mirabas lo que miraba la Marijose, o la Verónica Palomitas, o el Monarca o el Capitán. O sea que podías mirar y escuchar todas las partes del todo, pero desde diferentes lugares. Un relajo pues”. (nota de pie de página Uno).
“Bueno, pero éramos muchos por razón de que era un secreto. El Capitán le dijo a la Verónica Palomitas que hay que hacer una obra de teatro, pero no le digas a nadie. Y, bueno, pues la Verónica es su modo que, si le dices que es un secreto, rápido va y lo publica. Y luego la Marijose le pidió permiso al Manuel de poner un letrero en la taquería “TaCostilla” para anunciar la obra.”
“El caso o cosa, según, es que se corrió la voz y al rato ya todos sabían de la obra de teatro. Y más por el título, porque las jóvenas zapatistas se organizaron para asistir y criticar: si la compañera la más bonitilla está gorda o flaca, o es alta o chaparra, si tiene su ojo chueco, si camina jorobada, si muy rabona su nagua que de una vez no se puede creer, y así. Yo las critiqué que no sirve que hacen así, pero me respondieron que van a mal hablar, sí, pero en común y organizadas. Los jóvenes, o sea los machitos, pues con más razón. Hasta partidistas, porque todos querían saber quién era la compañera la más bonitilla. Hasta las compañeras ya de edad llegaron, porque, dijeron, “de seguro anda con su nagua toda rabona que si se agacha se le ve hasta la garganta”. Total, que éramos creo más de dos chingos”.
“Y a unos les tocó sentarse arriba del escenario que sea que veían como si fueran un dron. Y otros les tocó mero abajo, que sea que veían las suelas y todo desde abajo, como si fueran bichitos. Los demás en los lados, alrededor de donde se presentaba la historia. Y donde te sientas, se mueve por todos lados”.
“Bueno, les digo esto para que entiendan que, aunque les voy a contar la historia, en realidad sólo les voy a contar una parte, la que me tocó mirar. Si quieren saber el todo, pues van a tener que hacer una asamblea y una compartición con todos los que asistimos”.
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Nota de Pie de Página Uno. – El local donde se presente la obra deber ser como una esfera. En su centro o núcleo estará el escenario y las bancas para el público estarán por todos lados en la esfera alrededor del escenario. Pero las bancas se mueven por toda la orillada de la esfera teatral. O sea que, como quien dice, ni cuarto muro, ni primero, ni segundo, ni tercero, ni arriba, ni abajo, ni a los lados. Así el escenario no estaría en el centro de una circunferencia de dos dimensiones, sino en el centro de una esfera multidimensional, agregando a la 3D la dimensión temporal.
O sea que la base de los espectadores es giratoria en todas las dimensiones. De modo que las escenas se aprecien por todos los lados, o sea desde diferentes y distintos puntos de vista. A los lados, por arriba, por abajo y en el lugar simultáneo de quienes actúan. Sería como un átomo, donde los neutrones serían la escenografía y las luces; los actores serían los protones; y los espectadores serían como los electrones girando alrededor del núcleo o escenario.
Ok, ok, ok. Sí, en caso de que fuera posible esto, sería carísimo, pero en realidad el problema está en que, para obtener una visión del conjunto de la escena, se necesitarían una serie de comparticiones en asamblea, donde cada quien diga lo que vio y así complete la visión de los demás. Y, aun así, se tendría sólo una parte, y sería necesario un número infinito de asambleas para tener el todo a partir de las partes.
Nota de pie de página a la nota de pie de página Uno. – Este planteamiento escénico será conocido luego como “La Paradoja del Capitán”. Nada de que Schrödinger, DC, ni Marvel, ni tortura animal, ni cosas por el estilo. Resistencia y Rebeldía. Fuck Trump and Fuck Netanyahu. Oh, lo sé, pero no pude resistirme.
Nota de pie de página a la nota de pie de página de la nota de pie de página Uno. – Como se puede apreciar, el autor de este delirio no desaprovecha para meter, como quién dice, la política. Ignorando así el sabio precepto que indica que el arte es arte y no política, y que una cosa es una cosa y otra cosa es no me chingues. Amén.
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Bueno, de ahí que aparece el Capitán que está en su champa y a saber qué está garabateando en un su cuaderno. Entonces se escucha que lo llama por radio el SubMoy. No es que dice “soy el SubMoy” sino que lo conocí su voz. Entonces el Capitán lo responde en el radio que “adelante”. Y el SubMoy le dice: “te voy a mandar un colego que necesita que lo apoyes”. “Está bueno”, dice el Capitán.
Y ahí nomás llega un chamaquito, como de unos 4 o 5 años que dice que se llama “Chinche”. El niño explica que se llama “Chuy”, pero como siempre está haciendo maldades, su mamá le dice “Pinche Chuy, tiraste el agua”, “Pinche Chuy, mojaste la ropa seca” y así. Pero el Chuy no habla bien y no sabe decir “pinche”, y dice “Chinche”. Entonces así se le quedó.
Y el Chinche le dice al Capitán que lo tiene que buscar quién es la compañera la más bonitilla. Que para qué quiere saber, le pregunta el Capitán. “Pues porque ya lo estoy buscando una mi mujer”, dice Chinche. “Pero si eres un crío de 4 o 5 años”, le dice el Capitán. “No importa, quiero buscar de una vez para luego no andar batallando de un lado a otro, y que regalitos y que canciones y que hay que bañarse y peinarse, y que ropa para verse bien galán, y de una vez no se puede creer”. “Pero qué vas a hacer, y qué tal que no te quiere”, le dice el Capitán. “Bueno”, dice Chinche, “pues ahí lo voy a ver yo, le echo la política para convencer. Pero tú no tengas pena y cumple la orden de que vas a apoyar”. “Bueno”, dice el Capitán, “ahí te aviso luego lo que salió de la investigación”. Bueno, tardan más hablando, pero les estoy contando como quien dice el resumen. Y se va el Chinche.
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Bueno de ahí sigue otra parte. Creo que dicen “otra escena”, pero es en el mismo lugar o sea en la champa del Capitán. Lo agarra su radio y dice “martillo, martillo”. Entonces se oye la voz del Monarca que dice “adelante, adelante”. O sea que “Martillo” es el Monarca. Entonces el Capitán le dice “Búscalo al Comando Palomitas y lo mandas”. “No se escucha, repite, repite”, dice el Martillo. El Capitán le repite que lo busque al Palomitas. Pero se ve que no recibe bien su radio del Monarca. “No se escucha, repite, repite”. Y el Capitán como que se desespera y grita “¡Que mandes al Palomitas!” Ahí sí lo escucha el Martillo y responde “copiado, copiado, ahí llevo”. Y al rato llega el Monarca cargando un costal pergamino lleno de palomitas de maíz. “¿Y eso?” pregunta el Capitán. “Pues pediste palomitas. Las acaban de hacer el compa Faustino y la Angelina”. “Dije “El Palomitas”, o sea el comando palomitas”, como que se enoja el Capitán. Y se va otra vez el Martillo, mientras el Capitán se atasca de palomitas. Bueno, pues regresa el Monarca con la Verónica Palomitas.
La Verónica lo está buscando si hay dulce de chamoy. El Capitán le pregunta por qué llegó nomás ella. La Verónica dice que el Amado y el Chinto ya están viejos y ya lo están buscando una su marida. Y la Cintia y el Chuy a veces llegan, pero no están ahorita.
“¿Pues cuántos años tienen pues?” “El Amado y el Chinto ya tienen 14 años, o sea que ya son palomitas rancias, ya no sirven”. Bueno, de ahí el Capitán le dice que hay un trabajo muy importante y muy secreto, que no puede decir a nadie ni andar publicando.
La Verónica, ya me acordé, en la obra se llama “Tiendera”, que porque siempre está en la tienda. O “Tamale Crudo” porque hace que duele tu panza. Bueno, la Verónica pregunta si en el trabajo hay chamoy. “Hay”, le responde el Capitán. La Verónica dice “bueno, ahí lo voy a ver si es que me conviene y si cumplo o no”. El Capitán la regaña porque es orden del SubMoy, pero la Verónica dice que ella es niña y por eso luchamos, para que las niñas hagan lo que quieran y los niños sí tienen que obedecer. Se ponen a discutir los dos, la Verónica con el Capitán. Tardan y nomás están neceando, entonces eso me lo salto. Ya por fin el Capitán le dice que hay que buscar a la compañera la más bonitilla. Entonces se ve que ahí está la problema como quien dice, porque la Verónica pregunta:
¿Pero dónde voy a buscar? Pues entre todas las compañeras, le responde el Capitán. ¿Todas las compañeras todas o sólo unas todas? Todas. ¿Aunque sean de otro planeta? ¿Cuál otro planeta? Bueno, fuimos a unos lugares que son muy otros, acaso llueve agua, llueve nieve y las niñas nos tenemos que forrar como tamale por el frío. Todas, dije. Bueno, pero ¿qué les digo o qué hago? Les tomas foto para ver si es que cumpliste el trabajo y ver cuál es la más bonitilla.
Ya lo sé cuál es la compañera la más bonitilla. ¿Quién? Mi mamá. ¿Pero quién te dijo eso? Mi papá. No vale. ¿Por qué no vale si mi papá es hombre y los hombres siempre dicen esas cosas raras de que si muy bonitilla o no mero? Bueno, pues porque tu papá tiene que decir eso porque si no tu mamá se embravece y se convierte en gorsodoma y hasta ahí nomás llegó tu papá. Es la más bonitilla. No es. Sí es. Tardan.
El Capitán como que se rinde y no tiene mucho saldo para mandar a la página el escrito de la obra y dice: “Bueno, entonces vas a buscar a la segunda más bonitilla”. “Bueno”, dice la Verónica. “Entonces te voy a prestar mi celular y tomas foto y traes para ver”, la despide el Capitán. Se va la Verónica Palomitas.
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En la siguiente escena entra la Marijose saludando al público, como si estuviera desembarcando en Vigo, Galizia. Luego dice: Aquí lo traje tu celular, capitán. ¿Cómo? Si le di a la Verónica para que toma fotos. Bueno, es que llegó la Verónica al puesto de tacos con una su banda de palomitas y pidió 5 órdenes de tacos, surtido. ¿A poco se zampó 25 tacos? No, sino que los compartió con su banda. ¿Y luego? Bueno, pues a la hora de pagar, pues no trae paga. Entonces me da el celular y me dice que queda en prenda y que ya que tenga paga viene a pagar su debe y ya le devuelvo su celular. Maldita Verónica. Entonces lo miré que es tu celular y te lo traje porque creo que va a tardar la Verónica en conseguir la paga. Bueno, ni modos, pero dile al Manuel que no se olvide de mis tacos, que ahí le voy a pagar luego. Já, dice la Marijose, o sea que lo sabe que no hay cuándo va a pagar el Capitán, mientras se retira saludando y mandando besos al público.
El Capitán revisa las fotos que tomó la Verónica de la compañera la segunda más bonitilla y son puras selfies de la Verónica haciendo caras y gestos. El capitán reflexiona y entiende que, en su cabeza de Verónica, ella es la segunda más bonitilla porque es la hija de la primera más bonitilla.
En eso llega la Verónica a cobrar los intereses de su salario como Comisión de Investigación. El Capitán le reclama que no cumplió. La Verónica alega que quién dice que no cumplió si sí lo hizo el trabajo. No hiciste. Sí hice. No. Sí. Míralo, ahí está la foto de la compañera la más bonitilla. Entrega una piedrita. Pero esto es una piedra. “No, ahí está la foto de todas las compañeras de todos los planetas. Porque todas las compañeras son las más bonitillas porque son compañeras y son compañeras porque son las más bonitillas. No hay quien más ni quien menos, sino que cabal”. Pero no se mira. Es que no sabes mirar bien, tienes que mirar dentro de la piedra. ¿Entonces la rompo la piedra? ¿Con un martillo? No, tienes que mirar dentro, pero respetando a la piedra porque la piedra no tiene delito. Pero no hay fotos. Hay. ¿Cómo sabes que no hay si no has mirado? ¿Y cómo voy a mirar? Lo agarras la piedrita y lo pones cerca de tu oreja y ahí lo vas a mirar. ¿Lo voy a mirar con la oreja? Bueno, pues de plano no entiendes. Así son los pinches hombres, que no saben mirar. Ah, y te aviso que tienes debe en la taquería, con el Manuel y la Marijose, porque en la chinga del trabajo pues tengo que comer, que sea el motor necesita gasolina. Pero fueron tacos, no gasolina. Es que hay diferentes tipos de motores. Ahí que te pasen la cuenta. Se va la Verónica Palomitas.
El Capitán queda pensando. “Bueno, pues entonces hay que cambiar de estrategia”, dice, “hay que buscar a la compañera la tercera más bonitilla”.
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Llega el Chinche a ver si ya hay razón de su encargo. El Capitán le dice que se siente, le pasa un dulce de chamoy. El Capitán tiene en las manos la piedrita que le dio la Verónica. La mira y le da vueltas. La pone cerca de su oreja. Le siguen dando vueltas. El Chinche ya se acabó el dulce y como que tose para que el Capitán vuelva a la realidad.
El Capitán suspira y le dice:
“Bueno compa, lo primero que tienes que hacer es conseguir un martillo”.
Telón… Telón… dije “Telón” … ¿?
Bueno, pues no hay telón. Era su cobija del Capitán y se la llevó. Y, como no cae el telón, entonces, como quien dice, se mira todo. Y así es como sabemos que, en Registro del Encuentro de Resistencias y Rebeldías próximo, hay ya 768 asistentes y participantes, de 37 geografías (Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Chipre, Colombia, Dinamarca, Ecuador, Egipto, Eslovenia, El Salvador, Estado Español, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Gales, Galicia, Ghana, Gran Bretaña, Grecia, Guatemala, Italia, Kurdistán, Los Balcanes, Marruecos, México, Noruega, País Vasco, Panamá, Perú, Rumania, Suiza, Uruguay). Y unas 252 participaciones apuntadas.
Eso, y un mensaje corto para el Frayba:
Todas las agresiones, hostigamientos, persecuciones y ataques de los malos gobiernos a quienes tienen, en la defensa de los derechos humanos, su vocación y destino, no son sino la confirmación de que están cumpliendo con la labor que abrazaron; y que las víctimas del Poder tienen, en ustedes, una esperanza de verdad y justicia.
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¿Ahora sí telón? ¿Ya consiguieron para reponer? … ¡No chinguen, ésa es la cobija del SubMoy! ¡Corran por sus vidas!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán. México, mayo-junio-julio del 2025.
Imágenes de preparativos para el «Encuentro de Resistencias y Rebeldías Algunas Partes del Todo» en agosto del 2025, Terci@s Compas Zapatistas Audio: Voz y palabras de Eduardo Galeano, «Reuniones Cumbre» y «Experto Internacional».
VIII.- EL COMÚN CONTRA LAS CAJAS MORTALES Y LAS PIRÁMIDES. Una asamblea de jefas, jefes y jefoas.
Imagine que llega a una asamblea zapatista. Permítame acompañar su mirada y su escucha. Estamos en una reunión. Preside el SubMoy. En una mirada general (“a vuelo de pájaro”, se decía antes -ahora es “con un dron”-), puede usted detectar diferencias evidentes entre quienes participan.
De género, por ejemplo. Hay mujeres, hombres y otroas.
De calendario. Hay niños, jóvenes, adultos y personas ya de juicio (“tercera edad” o “adultos mayores”). No falta la cría que aún está en el vientre de la madre.
De lengua. Hay quienes tienen por lengua madre el Cho´ol, el Tzotzil, el Tzeltal, el Tojolabal, el Mam o Ta Yol Mam, el Zoque, el Kakchikel, y la castilla.
De geografía. Hay de las distintas zonas de pueblos originarios del suroriental estado mexicano de Chiapas.
De credos y creencias. Hay católicos, evangélicos, presbiterianos, ateos, y sin creencia definida o indefinida.
Hay diferencias también en lo que es o significa nacer, crecer, vivir, y luchar como originarios en una geografía donde ser “otro” es motivo de desprecio, explotación, represión y despojo. “Ser” donde “no ser” es la regla y el estigma para el diferente.
Por ejemplo, hay quien sostiene, argumenta, debate, grita, manotea, se enoja, bromea, murmura: “viera que no nos chingaron los reyes mayas, los aztecas, los españolistas, los curas, los franceses, los gringos, los malos gobiernos de México y el mundo, y todos los cabrones, cabras y cabritos caxlanes que llegaron nomás a ver qué roban, ya hubiéramos encontrado la cura para el cáncer, el remedio para la tristeza y el consuelo para el desamor. Para todas las demás desgracias, ahí la llevamos, aunque lentos… como el caracol”.
Y, en cambio, hay quien le contra argumenta y defiende a ciertas religiones y caxlanes; que para la tristeza ya se descubrió la cumbia; y que, para el desamor, cualquier carpintero sabe que “un clavo saca a otro clavo”.
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Ahora busque semejanzas, identidades comunes.
Bueno, la primera que salta es que esas personas son zapatistas. Eso usted lo supone porque el gran galerón en el que se encuentran reunidas está en un caracol. Un “puy”. Esos como centros de trabajo y reuniones, donde suelen haber clínicas, a veces laboratorios, campos deportivos, tiendas de colectivo y del común, comedor, templetes, y gente caminando de un lado a otro.
Es posible que ahí ande también la Verónica Palomitas, quien tiene su propio servicio de mensajería. A cambio de un dulce, usted puede encargarle que vaya a conseguirle algo de la tienda cooperativa. La Verónica Palomitas se monta en su bicicleta y pedalea sin descanso para cumplir la misión. No importa la distancia. Así sean hasta 100… metros, la jefa en funciones del Comando Palomitas le asegura que su pedido llegue a sus manos de usted.
Sin embargo, a pesar de las evidencias, puede ser que no todos sean zapatistas. Es normal que, a veces, lleguen hermanos no zapatistas a algún servicio de salud -el ultrasonido, por ejemplo-, a pedir orientación sobre algún asunto, a echar fiesta o simplemente a pasear.
Si esperamos a la hora del pozol (esa especie de “break lunch” que se acostumbra en zonas campesinas en el trabajo o en sus largas reuniones), les escuchará hablar y sonreír en lenguas que usted supone originarias porque no entiende nada. Porque sí, no es lo mismo reírse en tzeltal que en tzotzil o cho´ol.
Ni llorar.
El finado supGaleano acostumbraba desesperar a la Verónica Palomitas cuando se ponía a chillar: “no te entiendo si lloras en cho´ol”, le decía y la Verónica se desconcertaba. “Viera que chillas en castilla, tal vez te entiendo”. La niña trataba de averiguar cómo se llora en castilla, pero ya se le había olvidado por qué era el berrinche…
Ah, ya. Unas chanclas muy bonitillas que la Verónica Palomitas miró en la tienda cooperativa. Su papá le decía que “no hay la paga” y el finado divagaba porque le argumentaba que eran mejor las botas. Inútil todo, por eso la chilladera. Nada grave, porque el Capitán, siempre prevenido, sacaba de su chistera… ¡un dulce de chamoy! Y entonces la Verónica y el Capitán se ponían a planear cosas terribles y maravillosas… como una obra de teatro con notas de pie de página. Pero todo eso son secretos que no se van a publicar… todavía.
Pero no se distraiga, concéntrese. Las semejanzas no son concluyentes, porque el ser originarios lo comparten con millones en México y en el mundo; el ser zapatistas con cientos de miles; el ser mujeres o varones u otroas también lo comparten con millones.
Cierto, tiene usted razón. Es palpable que esas personas no están ahí para quejarse, sea de su mala suerte, sea de que nacieron indígenas, sea que los han despojado, explotado, despreciado, reprimido. En fin, esa historia que comparten con otros pueblos originarios del mundo.
No se escuchan quejas más allá de que duele su panza porque los tamales estaban crudos, o porque ya entró su sueño, o porque ese otro compa usa palabras muy duras que ni él entiende, pero ni modos, hay que respetar su palabra.
Pero no se engañe, el silencio que se escucha no es de acuerdo, aceptación o resignación. Es de pensamiento.
Tampoco crea que todo transcurre en calma, no. Hay discusiones, y fuertes. No hay gritos y sombrerazos porque son pocos los que usan sombrero. Digamos que hay “gritos y cachuchazos”. Las compañeras suelen ser más letales: se lanzan mal miradas y gestos. Y no hay trifulcas con sillas como arma y escudo, porque… no hay sillas, sino unas bancas que disuaden cualquier carrera armamentista (pesadas pues).
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Ah, es cierto. Entre las diferencias está su historia como zapatistas. Los hay quienes, en la clandestinidad, prepararon el relámpago de enero de 1994. Quienes marcharon, armados de verdad y fuego, en las calles de 7 cabeceras municipales que fueron tomadas por “los indios”. Veteranos combatientes, viejos guerrilleros, responsables locales, de región y de zona, comandantas y comandantes del llamado “Comité Clandestino Revolucionario Indígena”.
Están quienes eran unas crías en el alzamiento, y crecieron en medio de traiciones de todo tipo, ataques y hostigamientos de los ejércitos, las policías, los paramilitares. Quienes levantaron la autonomía zapatista.
Están quienes han nacido en los últimos 30 años y que levantaron escuelas, clínicas y toda la estructura organizativa de la autonomía zapatista. Quienes han organizado encuentros, festivales, semilleros, torneos, juegos, artes, cultura. Quienes son Tercios Compas, Promotores de Educación, Promotores de Salud, Coordinadores de Arte y Cultura, pintores y pintoras, teatristas, canta-autores, bailarines y bailarinas, músicos y músicas (sin agraviar), albañiles, poetas, carpinteros, novelistas, mecánicos, choferólogos, milicianas, milicianos y milicianoas, poetizas, insurgentas e insurgentes, autoridades autónomas, cineastas, escultores, comisiones de todo lo necesario (comisión de templete, de limpieza, de estacionamiento, de letrinas, de bañaderos, de perritos y gatitos, de cocina, de leña, de vigilancia, de tienderos, de taquería, de tamale crudo, de pirámide, de musicales, de motor, de agua, de luz, de… ¿escarabajos?)
Y, claro, están las crías que se dedican a lo que toda cría en el mundo debería dedicarse: a hacer travesuras.
Tres generaciones. Cuatro si tomamos en cuenta a la niñez. 5 contando la que viene en camino.
En fin, una sociedad más o menos compleja. Con sus trabajos y sus disputas. Con la forma que estas mismas comunidades se han dotado para organizar los primeros y resolver las segundas.
Lo que se aprecia es la seriedad de la reunión. La misma seriedad con la que decidieron y llevaron a cabo un alzamiento; la misma seriedad con la que decidieron la autonomía y la levantaron; la misma seriedad con la que definieron su camino con dos palabras “Resistencia y Rebeldía” -y la luchan y la viven día y noche-; la misma seriedad con la que llamaron a la lucha por la vida; la misma con la que ahora planean este próximo encuentro.
La misma seriedad con la que se miraron en el espejo de la práctica, criticaron no el reflejo que les devolvía el espejo, sino lo que eran y son, y así se reconstruyeron.
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Muchas personas. Muchas diferencias. Y lo que tienen en común en realidad no les hace diferentes a otros, otras, otroas en el mundo.
Pero encontraron un punto de coincidencia. Un común. Algo en lo que coinciden y no les demanda dejar de ser lo que son, ni renegar de su historia, sus raíces, su modo. Algo a lo que pueden aportar, apoyar, con sus conocimientos, trabajos, opiniones, dudas.
Ya. Son parte de lo que se conoce como “Interzona”. Pero sólo una parte, porque hay autoridades de Inter-ACGAZ, ACGAZ, CGAZ y GAL. Hay coordinadores. Hay jóvenes de las distintas áreas. Mucha juventud. Mucha bulla.
Ahora les une un propósito común: dar de entender a otras geografías, modos, géneros, lenguas, generaciones, el cómo, contra una pirámide, se construyó otra; cómo fue derribada esta última; y cómo el común fue y es machete, hacha, barretón, martillo, que la edificó primero, y que luego la destruyó para así destruir la más grande: el sistema. El capitalismo, la pirámide madre, la que bajo su sombra y jerarquía ha visto nacer y crecer otras pirámides: el patriarcado, la homofobia, el vanguardismo, el autoritarismo, la psicopatía hecha gobierno, los nacionalismos, la destrucción criminal de la naturaleza, las guerras.
Y el por qué hay que destruir la pirámide, cualquier pirámide, todas las pirámides.
Es una asamblea por el modo. Pero no se reunieron para enterarse, sino para sacar un acuerdo del qué, cómo, dónde, por qué.
Una reunión para acordar y organizarse. Para preparar todo de modo que nuestras compañeras, compañeros y compañeroas de México y el mundo, se sientan como es de por sí, es decir, en compañía.
Y toda esta bulla para prepararse para un encuentro. Uno con compañeros, compañeras y compañeroas semejantes en sus diferencias. Uno internacional. Uno por la vida.
Desde las Montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán. México, julio del 2025.
Imágenes de preparativos para el «Encuentro de Resistencias y Rebeldías Algunas Partes del Todo» en agosto del 2025, Terci@s Compas Zapatistas Audio: Voz y palabras de Eduardo Galeano, «El derecho al delirio».
3 posdatas 3 VII.- PREGUNTAS, IMÁGENES Y SENTIMIENTOS.
¿Cuál imagen le conmueve?
¿La de un niño extraviado en una multitud de adultos? ¿La de una niña que no sabe aún que es sólo una pieza de cacería?
¿La de una mujer desaparecida, atrapada en el limbo de la violencia sin fin, atenida sólo a que sus cercanos le busquen porque las autoridades sólo están preocupadas por las estadísticas (las oficiales, porque la reales no se pueden manipular)?
¿La de una madre, con todo el dolor tatuado en el rostro, buscando a su cría desaparecida?
¿La de los cadáveres de infantes entre los escombros de Gaza?
¿La del migrante hombre, mujer, otroa (no importa el género sino el color de piel), que descubre que el terror no reconoce fronteras ni nacionalidades, y que tiene que agregar a las remesas el envío de miedo y desesperanza?
¿La de loa otroa, orgullosa de su ropaje de luces, con el rostro descompuesto al ver acercarse las luces rojas y azules de la policía?
¿La de la familia del trabajador, la empleada, el chofer, la repartidora, el albañil, la profesora, que no puede disponer del seguro porque el abogado del patrón “demostró” que el accidente que le costó la vida “no fue en horario laboral”?
¿La del pueblo originario (el Tata Juan Chávez nos enseñó que así se nombra a quien el de arriba llama “indio”, y que hay pueblos, naciones, tribus y barrios originarios) que mira desconcertado al que tiene su mismo color de piel pero no de corazón (ahora es funcionario -que quiere decir que tiene el color del dinero)-, que le dice algo y le entrega papeles, y ese pueblo no entiende que le están diciendo que será desalojado porque es invasor de la tierra que trabajaron sus padres y madres, sus abuelas y abuelos, sus bisabuelos y bisabuelas y así hasta siglos antes, pero que no se preocupe porque con esa mina, ese campo de fotoceldas, ese complejo turístico, esa autopista, ese tren turístico, ese centro comercial, llegará el progreso y la civilización y al fin podrá volver a ser peón de un nuevo hacendado?
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¿Cuál imagen le indigna?
¿La de Trump masturbándose mientras ve las noticias de más y más infantes asesinados en Palestina, y se imagina un complejo turístico “grande y hermoso” construido sobre los cadáveres?
¿La de Netanyahu declarando a la televisión internacional que Irán está atentando contra civiles con sus bombas y debería ser condenado por la comunidad internacional?
¿La del ministerio público que mira con morbo a la jovencita ultrajada mientras la juzga, sentencia y condena “porque con esas ropas, mija, tú te lo buscaste”?
¿La de la funcionaria transformadora que, para demostrar que está comprometida con las causas justas, ante la demanda de búsqueda de desaparecidas, “regala” picos y palas? (“oiga, pero las están cobrando”; “Bah, a ese precio están como regaladas”).
¿La del policía del ICE gringo que golpea con saña a un migrante que le dice, el rostro sangrante, que él está en la Unión Americana desde antes que ese agente naciera?
¿La de loa otroa, con el cuerpo roto cubierto de orines y sangre, mientras el de la cámara envía a su jefe la foto y el mensaje “va la foto del putito que quebraron”?
¿La del abogado que argumenta: “las leyes se estudian para saber cómo violarlas… legalmente, claro”?
¿La de la preclara legisladora progresista que, soberbia vana, consigue condenar a quien puso un tuit (o como se diga) diciendo lo que todos saben que es cierto, pero, al mismo tiempo, teme, humildad impuesta, que le cancelen la visa gringa?
¿La de funcionarios que no funcionan si no “se aceita la maquina”, o lo que es lo mismo: “with money dancing the dog”?
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Y ¿por qué necesita esas imágenes -si es que le conmueven e indignan, claro-, para reconocerse como ser humano?
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En la pirámide mundial, la geografía de la modernidad y el progreso, su mapa pues, es un gigantesco mural con fotos.
Arriba: las imágenes retocadas de las distintas marcas del Gran Capital. Pocas.
Abajo: millones de imágenes de desaparecidas, muertos y olvidadas. Selvas devastadas con máquinas y estupidez. Ríos y lagunas contaminadas con las heces mortales de las mineras. Pueblos originarios que ataño eran vida y hoy son un complejo hotelero “todo incluido”. Las colonias marginales. Los cielos humeantes de las ciudades industriales con piezas y engranes de carne y hueso. Guerras donde mueren los desechables de siempre. Un cementerio clandestino como Patria.
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Pero tal vez no es todo. Tal vez, ahí, en ese rincón, abajo y a la izquierda, hay quien resiste y, resistiendo, se rebela y revela. Tal vez…
“Son las voces, los brazos y los pies decisivos, y los rostros perfectos, y los ojos de fuego, y la táctica en vilo de quienes hoy te odian para amarte mañana cuando el alba sea alba y no chorro de insultos, y no río de fatigas,” y no una puerta falsa para huir de rodillas.”
Declaración de Odio. Efraín Huerta (1914-1982).
Desde las Montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán. México, Julio del 2025.
Imágenes de preparativos para el «Encuentro de Resistencias y Rebeldías Algunas Partes del Todo» en agosto del 2025, Terci@s Compas Zapatistas Audio: Voz y palabras de Eduardo Galeano, fragmentos de los textos «Los Ausentes», «El disfraz de la guerra», «Educación y Cultura» y «El Mundo». Entrevista de Mundo Untref, 2012.
Primero bufó irritado. Erizada la piel como gato huraño y rebelde, desdeñoso de cajas y pirámides. Así nomás, sin avisar siquiera.
Luego, para quien no sabe, una especie de caricia tierna. Después los zarpazos creciendo en cantidad y fuerza. Más luego, un remolino de inconformidad. Al poco, aquello era un corredero. A la furia del viento se sumó una lluvia como para decirle al ventarrón que compartía su rabia. Arrojó hombres y hojas contra las paredes de las champas y, lo juro, crujieron los cimientos del templete de concreto.
Viento y lluvia. Ni para donde hacerse. Mejor quedar a mitad de la furia que arriesgarse al vuelo de guillotina de las láminas arrancadas como desafiando el modesto pudor de los galerones ya limpios, con pintura y paredes renovadas.
Pero, por extraño que parezca, la tormenta respetó la periferia y se concentró en el centro. Ahí donde el esqueleto de una pirámide se elevaba a no pocos metros de la grava.
Como diciendo: “Aquí pirámides no”.
Y las mantas que simulaban las paredes de la pirámide, se hinchaban con esa mezcla de alas y velamen que a ratos semejaban un navío errante y a ratos una aeronave extraviada, sin tierra a la vista, sólo con la certeza de que abajo permanecía el suelo esperando sin apuro, como diciendo “aquí nomás”.
Tratamos de hablar con él, pero, entre la lluvia y los ventarrones, apenas conseguimos que amainara lo suficiente para que los compañeros que habían trepado a lo más alto para colocar el signo del dinero bajaran. Inmediatamente un fuerte y concentrado soplido terminó por arrancar el velamen y la manta voló montaña arriba.
“Así nacen los fantasmas”, pensé.
Empezamos a explicar atropelladamente que no era para que quedara de por sí, sino que era más bien como una explicación de la política. Para revelar, pues. Que nada de dioses falsos o verdaderos. Que de por sí se va a destruir. No sólo ésa, sino que todas las pirámides. Sí, en el todo y las partes. Sí, en todos los rincones del planeta.
Amainó de a poco, como dudando de nuestro compromiso.
Se fue luego pero no rápido, como diciendo “si el ser humano no cumple, cumpliremos nosotras, las partes de la madre primera”.
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El SubMoy checó la construcción y sentenció: “No fácil va a caer”.
Un compa como que caló la construcción haciendo, con su machete, una muesca en uno de los travesaños. Sólo murmuró: “de que va a caer, va a caer. De repente dilata, pero cae porque cae”.
“Lo más difícil va a ser la columna central, está muy maciza”, agregó, “va a haber que ponerle mucha fuerza, muchas ganas y no pocos, sino que muchos”.
“O sea: en común y organizados”, sentenció un joven pintor. Todos reímos, aunque todavía con el susto de ese viento irritado que a saber de dónde vino.
“Ese poste está bien enraizado. Aunque lo tumben, retoña. Hay que arrancarlo hasta las raíces”, acotó una mujer ya de edad, plantada en jarras frente a la construcción de madera, como desafiándola.
“Es su alma de la sistema”, respondió una compañera a la pregunta de una niña sobre el mástil central, “la propiedad privada de la tierra, de las máquinas, de las casas, de la gente, de la naturaleza, de los sueños y las pesadillas, de los cielos y los mares, de lo que se ve y lo que no se ve, del mundo pues. Está metida no sólo en la base de la sistema. También en nuestra cabeza, en nuestro corazón y en nuestra historia”.
-*-
“Pero ¿cuántos vienen?”, me preguntaron.
“Un buen tanto”, respondí.
“¿Pero traen su gana de luchar?”, insistieron.
“Saber”, me dije, “como dice el SubMoy: falta ver”.
“Oyes capitán, ¿esa cosa va a estar ahí toda la vida”, me pregunta una miliciana.
“No, cómo crees, es para la plática zapatista. ¿Por qué preguntas?”
“Porque creo viene un equipo de fútbol y pues esa cosa está en el frente de una de las porterías, por donde está nuestro comedor. Entonces no va a haber ni partido ni comida. El partido de futbol, vaya y pase, pero la comida, pues…”
La tarde empezó a brotar de los árboles. Por un instante, coincidieron la luna, el sol, la lluvia y el viento, compareciendo ante la montaña.
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Eso, ¿va a estar ahí siempre?
Pues no, por eso estamos luchando. De repente dilata, pero ya vamos a ser más.
Y en el viento siguió la advertencia que la lluvia grabó en la tierra:
“Si el ser humano no cumple, cumpliremos nosotras, las partes de la madre primera. La pirámide caerá”.
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No muy lejos en calendarios y geografías, Palestina seguía siendo una lágrima de sangre en el rostro indiferente de los gobiernos del mundo.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán. México, Julio del 2025.
Imágenes de preparativos para el «Encuentro de Resistencias y Rebeldías Algunas Partes del Todo» en agosto del 2025, Terci@s Compas Zapatistas Audio: Voz y palabras de Eduardo Galeano, fragmentos de los textos «Los Hijos de los Días», «El Miedo Manda» y «Los Nadies»
Lo mismo puede suceder con las pirámides sociales. En uno de los mundos la parte de arriba está ocupada, digamos, por personas de tez clara, y en la parte de abajo están las de tez oscura. En otro mundo paralelo, es lo contrario: las de la parte superior son de tez oscura y las de la parte inferior son de piel clara.
Puede ensayar las alternativas a su antojo: arriba varones, abajo mujeres; caxlanes arriba, indígenas abajo; heteros arriba, LGBTQI+ abajo: arriba ricos, abajo pobres; poseedores arriba, desposeídos abajo, y viceversa. Así podrá usted acomodar las distintas alternativas de planteamientos de análisis teórico y de propuestas políticas.
Ahora bien, si una persona de uno de los mundos se asoma al otro paralelo (y contrario contradictorio, agrego), concluirá que en ese mundo la pirámide está invertida. En ese otro mundo los indígenas están arriba y los caxlanes abajo; las mujeres dominan a los hombres; los “frijoleros” discriminan a los anglos; los latinos conquistan y subyugan a los europeos; las LGBTQI+ hacen escarnio, atacan y asesinan a los heteros; los trabajadores explotan a los patrones; los políticos cumplen sus promesas (ok, ok, ok, dudo que ese mundo exista); los criminales son castigados y los inocentes son libres; etcétera.
Para muchas teorías o “ciencias sociales” la pirámide de su mundo puede ser “natural” y “humana”. “Es natural que existan personas que tengan riquezas y personas que no las tengan”; “es natural que manden quienes tienen los conocimientos y que obedezcan los ignorantes”; “es natural que el ejército con mejor armamento derrote al ejército más débil”; “es natural que la gente bonita mande y la fea obedezca”; “es natural que el hombre domine a la mujer”; “es natural que los heteros violenten a loas otroas”; “es natural que los caxlanes discriminen a los de otras razas”. Claro, usted puede dar ejemplos que contradicen esa “naturalidad”, pero estoy siendo simplista.
En torno a esa “naturalidad” se construye no sólo un sistema político. También una serie de “evidencias” que se manifiestan en el todo de una sociedad: en la familia, la escuela, el trabajo, la riqueza, la pobreza, la delincuencia, la anormalidad, la lengua, el modo, la comunicación, la relación con lo otro y con la naturaleza, … y la militancia.
Se construye de esta forma algo así como el “algoritmo” de la sociedad. Una serie de creencias y referentes para lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, lo masculino y lo femenino, y así. “Evidencias” reforzadas por los medios de comunicación y la interacción social en redes y espacios de estudio, trabajo, transporte, política, activismo, reposo y esparcimiento.
En fin, la vida, la muerte… y la desaparición. Porque el sistema ha creado un nuevo estado de existencia de las personas: hay vivas, hay muertas y hay desaparecidas (ni vivas ni muertas). Así, sin necesidad de Schrödinger y su gato.
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La pirámide invertida es la base de las propuestas de las vanguardias, las transformaciones, las evoluciones y las revoluciones. En la pirámide, arriba hay pocas personas y abajo hay muchas, pero las de arriba poseen muchas riquezas, y las de abajo no. La propuesta es “voltear” la pirámide: que los que no tienen riqueza y están abajo, pasen a la punta de la pirámide, desplazando hacia abajo a los que detentan las riquezas.
A primera vista, la inversión de la Pirámide, voltearla pues, suena bien. Quienes siempre han estado abajo, tendrán su oportunidad de estar arriba. Y quienes están arriba, tendrán que sufrir las condiciones de abajo.
(oh, lo sé. Había dicho que eran 3 posdatas 3, pero… ¿no eran 4 los Tres Mosqueteros? … ok, ok, ok, mentí: no son 3, son …)
Una paradoja de la paradoja de Schrödinger
Erwin Schrödinger (Austria-Irlanda. 1887-1966), quien parece que no era muy afecto a los felinos caseros, propuso un ejercicio teórico para la física cuántica.
El planteamiento es sencillo, aunque sus implicaciones son muy complejas. Dentro de una caja han metido un gato. La caja tiene un dispositivo que, sin tiempo definido, libera una suerte de mecanismo letal y el gato morirá. Como la caja es hermética, no se sabe si el gato está vivo aún o ya pereció. Hasta que la caja se abre, se confirma una posibilidad o la otra. El momento previo, cuando no sabemos si está vivo o muerto, supone que hay dos mundos o dos universos simultáneos. En uno el gato está ya muerto, en el otro está vivo aún. Un mecanismo mortal activado y sin activar; un gato vivo y muerto a la vez; una superposición de estados según la física cuántica.
Dejemos, por ahora, de lado las referencias a los multiversos de los comics y las consecuencias en la física cuántica. Dejemos de lado también la animadversión de don Schördinger respecto a los gatos, y que es obvio que no conocía mucho de esos felinos (cualquiera que haya lidiado con ellos sabe que no se dejarían atrapar, y mucho menos permitir que los encierren, sin protestar y sin defenderse -más aún si se trata de un… gato-perro -). Tampoco nos fijemos mucho en que el gato está preso y condenado a muerte, a menos que alguien tenga a bien abrir la caja cuando el mecanismo mortal no se ha activado, y el gato salte y se libere de la prisión.
Se supone que este ejercicio teórico, sería una base para mostrar que son posibles mundos en varios universos, es decir, en un multiverso (aunque también es para mostrar que las leyes de física cuántica no aplican en lo cotidiano).
Hasta donde mi limitado conocimiento de los comics me permite, entiendo que, en esos mundos diversos, sigue prevaleciendo el individuo, pero en diferentes versiones. En un mundo, Sheldon Cooper (serie televisiva “The Big Bang Theory”), es un científico con problemas para relacionarse socialmente. En otro es un mujeriego irredento. En uno más es un juez “popular” del sistema judicial en México (oh, lo sé, mi perversidad es sublime).
Y esta digresión que, eso espero, desconcierta, viene al caso, o cosa, según, de que aún con la capacidad imaginativa para plantear la existencia simultánea del gato vivo y el gato muerto, no se plantea la posibilidad (o el universo) de que haya uno o varios gatos que se nieguen a entrar a la caja. Y tal vez con el agravante de que el supuesto gato en realidad sea un gato-perro.
Al señalar unas posibilidades, se omiten otras.
Cuando se habla del sistema capitalista, las diferentes propuestas se refieren a lo que pueden hacer para mejorar las condiciones del gato encerrado en la trampa, para alargar su vida (o sus posibilidades de vida), o para “humanizar” el dispositivo mortal.
Es, digamos, lo que plantea el progresismo. ¿Definición de progresismo? Bueno, quienes son de izquierda hasta la víspera de convertirse en gobierno y tener un puesto, cargo, paga pues. Entonces dejan de ser de izquierda, se convierten en oficialismo, y disfrazan su pragmatismo (que los lleva a aliarse y hermanarse con sus enemigos de la víspera -y a distanciarse de su pasado social-), de “realismo político”. Es, entonces, una izquierda agradable al capital. Es decir, una derecha “cool”, bonita, recatada y ruborosa.
En este caso, el progresismo promete, en la víspera, liberar al gato de su prisión. Luego, como no puede o no quiere hacerlo, “cambia” su propuesta: “voy a hacer que estés más cómodo”; “voy a conseguir mejores condiciones para tu muerte”; “voy a luchar para que el mecanismo mortal no se active muy rápido”. O, puede, en cambio, exhortar al prisionero a aguantar, ya que tiene el 50% de probabilidades de sobrevivir temporalmente. Preso, sí, pero vivo.
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El sistema capitalista es esa caja. Dentro de ella, multitudes esperan, sin saberlo, que se active el mecanismo asesino. Guerras, hambrunas, catástrofes “naturales”, asaltos violentos, asesinatos, arbitrariedades gubernamentales, destrucciones que habrán de solucionar el enigma: “¿vivir o morir?”.
En la caja hay quien tiene el delito de ser mujer, niño o niña, joven, anciana, otroa, de piel oscura, de modo originario, con lengua extranjera en su propia tierra, etcétera. No importa su condición, género, raza, ideología, religión, modo, estatura, complexión física: esa persona está dentro de la caja y está sujeta a esas leyes mortales.
No sólo sin posibilidad de salir, también sin imaginar siquiera que otro mundo exista allá afuera.
La opción para retrasar la muerte o mejorar las condiciones de la condena, es la sumisión y la aceptación a ser parte del escaparate de “cosas raras” que el sistema exhibe para esparcimiento de sí mismo. Mujer, Otroa, Originario, Raza, Barrio, Nacionalidad, cada “rareza” tiene su lugar en la tienda de curiosidades si se porta “bien». Si no, bueno, la “mano invisible del mercado” accionará la palanca exterminadora.
Ejemplo: el delito de nacer, crecer y luchar en tierras palestinas es no aceptar ser parte de la vitrina del capital. Y resistir y rebelarse contra la máquina. La máquina quiere un centro recreativo en Gaza y le estorba la civilización palestina, el pueblo palestino lucha por un territorio para vivir.
Palestina es el mejor ejemplo de la crisis terminal de los llamados “Estados Nacionales” y sus gobiernos. No ellos mandan, sólo obedecen a conveniencia. Son incapaces de presentar una política exterior independiente, digna y consecuente.
Y en al asesinato masivo en marcha, la complicidad y omisión de los gobiernos del planeta (salvo algunas excepciones), es patética. Las policías de los distintos gobiernos europeos y americanos reprimiendo las manifestaciones por el cese al genocidio en Palestina, son el mejor discurso sobre el “humanismo” occidental.
En el mundo de arriba, los gobiernos europeos son la corte ociosa e inútil del rey en turno. Rusia y China son los condes y duques conspirando para el regicidio, y ofrecen un monarca alterno. El resto de los gobiernos nacionales en el mundo, salvo quienes se han manifestado claramente en contra, son los pajes afanosos, estresados por las continuas demandas y hostigamientos de la familia real.
¿Quiénes contemplan, operan, se divierten y hacen apuestas sobre lo que ocurre en la caja? Los grandes capitales financieros, comerciales, industriales y, ahora, digitales y aeroespaciales.
Los gobiernos del mundo, en su mayoría, sólo son los boleteros de las apuestas, los “brokers” en las bolsas de valores donde las guerras siempre están al alza, y la vida de abajo… a la baja. Y, como los Mileis que en el mundo son y serán, son a quienes se manda a comprar y servir el vino que presidirá los banquetes monárquicos (la motosierra es un detalle autóctono).
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Sin embargo, hay quien o quienes se plantean otra posibilidad: no entrar a la caja o salirse de ella.
Más aún, hay quienes cuestionan la caja misma, su existencia eterna y omnipotente; y su pretensión de ser el único universo que tolera la existencia, dentro suyo, de la diversidad, de varios universos o multiversos… domesticados.
Esas personas que se plantean eso son lo que los zapatistas llamamos “resistencia y rebeldía”. Resistencia para entrar a la caja o, si se está adentro, Rebeldía para luchar por salir.
Resistencia y Rebeldía que se plantea la destrucción de la caja, de la lógica que la creó y de la creencia de que no es posible “otra cosa”.
III.- POSDATA PATRIÓTICA Una pesadilla con escudo, himno y bandera (y, claro, CURP biométrico).
Vamos a suponer un escenario ficticio: las posiciones que las fuerzas armadas norteamericanas han tomado en la frontera con México y en aguas del Golfo de México y del Pacífico, no son para amenazar, presionar o vigilar a los cárteles. Tampoco para escaramuzas o golpes de mano de entrada por salida en contra de algún cártel. La disposición estratégica de esas fuerzas es para una invasión.
Si esto fuera así, entonces las referencias al himno nacional serían más bien algo retórico. Un llamado a la unidad nacional, como en los tiempos de Luis Echevarría Álvarez y José López Portillo.
Siempre siguiendo con el supositorio, entonces se esperaría que los malos gobiernos empezarían preparativos: se activaría el Servicio Militar Obligatorio y se instruiría a la población civil en el manejo de armas de fuego, construcción de defensas, usos de abrigo y cubierta, conocimiento del terreno, cadena de mando. Claro, para eso habría que dotar a la población civil de armamento, por muy rudimentario que éste sea. Y las fuerzas armadas reorientarían sus acciones a la preparación de la defensa.
La prueba de que esto es impensable para los gobiernos es que precisamente la llamada ley de la guardia nacional aprobada iría en sentido contrario. Toda la estructura y estrategia de las fuerzas armadas en México estarían, en lo militar, dispuestas no para el control interno, sino para la defensa frente a un ataque del extranjero. Y los ejércitos no estarían diseñando, construyendo y administrando los megaproyectos de la propaganda oficialista de la 4T.
Supongamos que el señor Trump no se conforma con doblegar a México con aranceles, cierres selectivos de fronteras, y con medidas comerciales y financieras. Supongamos que el Trump es alguien ansioso por darse a notar, por “pasar a la historia” (¿les suena?). Supongamos que no le interesa un dominio discreto y callado de su objetivo, y que necesita alardear y piensa que nada mejor que las armas para hacerlo. Supongamos que el Trump es un “buleador” que no sólo necesita humillar a su objetivo, necesita que se vea, que esa acción cobarde “sirva de lección”. Claro, inteligente no es, pero tiene el arma cargada y apuntando.
¿Con qué contaría a su favor?
Un punto esencial de una invasión es tener una casus belli, un motivo pues, para esa guerra.
Eduardo Ramírez Aguilar, quien dice gobernar el suroriental estado mexicano de Chiapas, les habría dado ya, a los gringos, la pauta a seguir en esta situación hipotética. Sus fuerzas armadas locales invadieron momentáneamente el vecino país de Guatemala y él inmediatamente justificó la torpeza acusando a ese gobierno… de complicidad y de proteger al crimen organizado (lo mismo que dicen los gringos respecto a México). Claro que le dieron su coscorrón desde el centro, pero el mal estaba y está hecho.
Con su nueva prerrogativa, las fuerzas militares, en lugar de espiar a quienes critican y se oponen a la 4T, recabaría información sobre el terreno y de las capacidades militares del probable agresor.
Por su parte, la parte agresora recabaría la información necesaria sobre el objetivo de la invasión. Y, como se ha visto, pesaría más la información sobre el carácter del enemigo, su sicología, su modo pues.
Otro elemento para considerar en esa supuesta invasión sería si tiene apoyo local en el territorio invadido.
Porque, a diferencia de Ucrania y Palestina, donde no apareció -o no ha aparecido todavía-, un Juan Guaidó como en Venezuela, en México sí hay quien suspira y aspira a ser parte de la Unión Americana.
La ultraderecha (también conocida como “la oposición”) quiere hacerse notar. La alharaca que arman los siete días de la semana no tiene como destinatario al votante. Éste ya está militando en el oficialismo con el pago de los cada vez más raquíticos, a la hora de llegar al destinatario, apoyos sociales.
Se equivoca el oficialismo al festinar que la histeria de la derecha no produzca ningún efecto apreciable en lo que le importa: las votaciones.
La ultraderecha no hace berrinche y patalea para que la gente de México le mire. Es para que en “el norte revuelto y brutal” la tomen en cuenta.
Este sector, aunque pequeño en número, es bastante “ruidoso” en medios de comunicación. Sin embargo, tendría al menos dos problemas:
Uno es el cuándo exponerse como lo que son. Y cuando dicen, en sus sobremesas, “México no será Venezuela”, lo hacen pensando en no mostrarse hasta que la bandera de las barras y las turbias estrellas ondee sobre el antiguo Palacio de Cortés. “No seremos Juan Guaidó, que se quedó esperando el desembarco de los marines”, se dicen.
Pero, dos, el problema más grande que tienen sería decidir quién sería quien recibiría como anfitrión al invasor. Y en su afán de tomar la delantera, se revelarían. ¿Alito? ¿Anaya? ¿Salinas Pliego? ¿Un triunvirato? Esto último tiene el encanto de lo clásico.
En general, actualmente la 4T le debe mucho a la ultraderecha. Sus eructos mediáticos le dan cohesión interna, discurso patriotero y munición para las mañaneras y los cagatintas afines.
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Y en esto, la mirada al pasado, la ultraderecha coincide con el oficialismo (Partido Movimiento de Regeneración Nacional, Partido Verde Ecologista y el Partido del Trabajo -los 3 con la paradoja en sus nombres-).
Una y otra vez, en la escuela de cuadros de esos partidos, o sea en la “mañanera”, se repite que el pasado prehispánico fue esplendoroso (en realidad, se refieren a su adoración por el imperio azteca -que eso fue, un imperio-). Por eso rescriben la historia para acomodarla a su contentillo.
Mientras en la ultraderecha suspirarían por ver marchar al ejército norteamericano sobre Reforma, en el oficialismo unos soñarían con que sea el ejército ruso; otros el chino, y, bueno, el PT anhelaría la llegada del ejército de… ¡Corea del Norte!
En la ultraderecha y el oficialismo la disyuntiva sería quién estaría en la parte más alta de la pirámide. Un cambio en la parte superior de la pirámide o un cambio de pirámide, pues.
En esta situación hipotética, ¿imagina usted a los próceres de la 4T empuñando un FX-05 Xiuhcóatl (Serpiente de Fuego) calibre 5.56 mm? ¿Los imagina enfrentando con sus heroicos pechos las balas del invasor? ¿O los imagina corriendo a esconderse? Oh, oh, en este escenario hipotético no hay donde meterse. A menos que cambien de bando…
Cierto, tiene usted razón: ¡qué bueno que esto no va a suceder! No hay nada en el horizonte que haga suponer algo parecido. Son sólo ganas del Capitán de incordiar y arruinar la comida.
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Si se mira a la clase política, este país llamado México es un país con muchas mentiras. Muchos jefes -y jefas, según-. Sobran generales, falta tropa. Cada uno o una con su propia guerra para subir en la pirámide. Sus llamados a la unidad nacional son inútiles porque ni siquiera pueden unir a su organización partidaria.
Además: corrupción, ineficiencia e incapacidad (por ejemplo, frente a inundaciones y sequías), demagogia refrita, indigenismo de escaparate, voces “independientes” a sueldo: freelances y sicarios en la mañanera, las columnas especializadas, la institucionalización de las trampas (porque un acordeón es una vieja trampa escolar).
Mientras, como señal de cambio, el país pasa de ser un cementerio clandestino a una zona de desapariciones. Y se celebra como avance: “han disminuido las muertes violentas”, aunque ahora aumentan las desapariciones. El No Lugar como patria con CURP biométrico.
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Dudas:
1.- ¿Entonces lo que había que sembrar era maíz y frijol y no arbolitos comerciables?
2.- En consecuencia, ya que el oficialismo reconoce destrucción de la naturaleza con el Tren Maya (“no vamos a tumbar ni un árbol”, dijo el Supremo), y acorde con la política exterior de exigir disculpas, ¿le van a pedir perdón a las personas de “Sélvame del Tren” por los insultos, acosos y presiones, y a reconocer que tenían razón en sus denuncias? ¿Y a las comunidades originarias afectadas?
3.- Ah, ¿entonces no fue cierto que terminaron con el llamado huachicol?
4.- La situación actual, ¿significa que la política de “abrazos y no madrazos” no valió ídem?
5.- ¿Entonces el Salinas “bueno” (Ricardo Salinas Pliego) no es tan bueno, y fue un error financiarlo con la administración de los programas del Bienestar en los primeros años del sexenio pasado? ¿Ahora el Salinas “malo” (Carlos Salinas de Gortari) pasará a ser “el licenciado Salinas”?
6.- ¿Por qué sí hay tiempo, disposición y “buena voluntad” para recibir al paradójico Carlos Slim, al secretario de Estado gringo y a los grandes empresarios (pura gente bonita, oiga), pero no para recibir a la CNTE y las madres buscadoras? ¿Porque son feas y feos? ¿Porque son “come-cuando-hay-y-cuando-no-pos-no-oiga”? Ah, ¿por qué están en la base de la pirámide?
7.- Al acusar al inefable Alfonso Romo de lavado de dinero, ¿el gobierno gringo demuestra que aprendió del crimen organizado? ¿Así como, para advertir a Clara Brugada que no se salga de la vía del tren, le asesinan a dos colaboradores? ¿O para quién es la advertencia?
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Pero no todo es el desfiguro de la clase política nacional e internacional allá arriba.
Abajo…
Hay quien busca y, aunque tarde, no se rinde, no se vende y no claudica.
Hay quien no mira hacia arriba, sino que mira el espejo.
Hay quien, viéndose en otros, otras, otroas, se encuentra.
Porque “en el planeta entero nacen y crecen rebeldías que se niegan a aceptar los límites de esquemas, reglas, leyes y preceptos. Porque no son sólo dos los géneros, ni siete los colores, ni los puntos cardinales son cuatro, ni uno el mundo” (Semillero Comandanta Ramona, el 9 de agosto del 2018).
3 POSDATAS 3 II.- POSDATA DE RAZAS Y OTRAS DIFERENCIAS. Un continente, muchos colores.
Si usted pintara cada geografía con un color diferente, ¿cuál sería el elegido?
Pongamos que, en el continente americano, usted escoge el amarillo tirando a naranja. Es un color muy a la moda en el norte de ese continente. Muy a tono con el ICE gringo, cuyas tropas ocultan sus rostros para no mostrar que su piel tal vez es del mismo color que sus perseguidos. “Beaners” o “frijoleros”, es el término despectivo que usan para describir a sus víctimas. Con esa doble referencia a lo que se come y al color de la piel. También solían usar el de “cafecitos” (“brownies”).
El color de la piel y las identidades culturales son, para los de arriba y sus sicarios, un recurso para identificar al enemigo a liquidar. El ejército mexicano (hoy tan adorado por el progresismo que ayer clamaba contra él), cuando invadió territorio zapatista en 1995 -producto de la traición de Ernesto Zedillo Ponce de León en febrero de ese año-, atacaba a las comunidades para robar (como ahora lo hace la llamada Fuerza de Reacción Inmediata Pakal del gobierno estatal de Chiapas) las pocas pertenencias de los originarios. Al invadir gritaban: “¡Pinches indios pozoleros!”
Lo paradójico es que, cuando se desertaban, los soldados pasaban por las mismas comunidades que habían saqueado, suplicando por un poco de… pozol.
Pero no se distraiga usted con recuerdos políticamente incorrectos hoy día. Estamos hablando de colores de piel.
Hay más: por ejemplo, la lengua. Para el señor Trump es evidente que los “frijoleros” no sólo hablan muy otro el inglés, también han creado su propia lengua.
En enero de 1994, cuando decenas de miles de federales arribaron a Chiapas para “acabar con los transgresores de la ley”, un oficial que se desertó cuando se dio cuenta de a quién perseguían, nos contó que preguntaban a los altos mandos cómo identificaban a “los zapatistas”. Los generales respondían: “son bajitos, piel oscura, hablan mal o no hablan español, y sus ropas son muy de museo y tienda de artesanías”. La tropa se miraba entre sí. Eran millones quienes respondían a esa descripción.
Traigo este recuerdo porque ése es el criterio “criminal” que usa el ICE gringo para detener, golpear, encarcelar y deportar a migrantes.
¿Importa que el detenido tenga papeles? No, lo que importa es el color de su piel, su slang, argot, jerga (acá decimos “el modo”), su bigote, su ropa holgada, y que, frente a una hamburguesa y unos tacos, elige… los tacos (“con cilantro, cebolla, tomate y harta salsa por favor”). Si además es parte del movimiento LGBTIQ+, bueno, pues es un criminal con todas las agravantes.
En los primeros años del alzamiento, en los cuarteles del ejército federal, hacían lo posible por convencer a las tropas de atacar a los zapatistas. Por ejemplo, les presentaban obras de teatro (un recurso pedagógico válido) donde el finado SupMarcos era gay, homosexual, puto, maricón, mariposón, mayate, muerde-almohadas, o como se les diga ahora. Todos querían interpretar el papel del finado porque, lo que sea de cada quien, era guapo el hombre.
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Empezamos con colores de piel, de ahí a cultura, lengua, estatura, comida, ropa, identidad sexual y afectiva, etcétera. Agregue ahora su condición, legal o no, de tener otra geografía como lugar de nacimiento propio o de sus antecesores. Migrante, o de padres, abuelos, bisabuelos migrantes. Ahí tiene usted el perfil del criminal a perseguir.
Ahora contemple cualquier geografía e identifique a las personas que cumplan con ese perfil “científico” (que apenaría a cualquier serie gringa donde la policía siempre es brillante, bonita y, sobre todo, incorruptible y respetuosa de la ley), y verá que son millones.
Sin ir muy lejos, el gabinete de Trump tiene, en sus puestos claves, a descendientes de migrantes. Marco Rubio, secretario de Estado, no tiene un apellido muy anglo que digamos y es hijo de migrantes cubanos. Kristy Noem, secretaria de seguridad nacional, es de ascendencia noruega. Sin puesto (todavía) en el gabinete, está el senador de ultraderecha Ted Cruz, de padre cubano, y se llama Rafael. Lori Chavez, secretaria del trabajo, es de ascendencia mexicana. Trump es descendiente de migrantes y su señora esposa es eslovena de nacimiento.
Puesto que está difícil diferenciar con esos criterios, entonces ubiquemos el argumento reiterado: son delincuentes. En realidad, lo que no se dice es que los toman como “potenciales delincuentes”.
Deje usted de lado que varios de ese gabinete tienen acusaciones de abuso sexual y drogas. No está probado. Entonces concéntrese en quienes son convictos, es decir, juzgados y declarados culpables. ¿Lo ve?, sí, Donald Trump.
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En cuanto a migración, los llamados, pretenciosamente, Estados Nacionales, por iniciativa propia, y coincidiendo luego con la posición policíaca norteamericana, hacen lo propio. Al sur de la Unión Americana, México ha puesto un dispositivo criminal contra la migración que proviene de Centroamérica y, a través de ésta, de otros países. El Instituto Nacional de Migración es una réplica, en ilegalidad, brutalidad, arbitrariedad y violencia, de la BorderPatrol y el ICE de los EUA. Y el racismo en la sociedad no se queda atrás. Claro, con sus diferencias. En USA los golpean, los encarcelan y los deportan. En México los venden a los cárteles postores, los extorsionan, encierran, desaparecen, asesinan… y los queman vivos.
En El Salvador, Bukele (formado en la escuela de cuadros del FMLN hecho partido) los encierra y televisa las condiciones en que se encuentran. Lo que no impide que reciba su tajada del crimen organizado.
La historia se repite en el resto de los países que tienen en esos colores oscuros su fundamento y su historia. En el Chile progresista (já) y la Argentina de Milei, la gente de la tierra, el pueblo Mapuche, es acosado desde siglos (aunque ha salido 10, 100, mil veces vencedor). En el Brasil progresista, en el Amazonas opera un etnocidio “silencioso”. Geografías como Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia reprimen como pueden las protestas y rebeliones de originarios, quienes tienen el color de la tierra.
Y sin embargo, en los escaparates del progresismo (que, paradójicamente, se empeña en reivindicar el pasado), a veces lucen sus galas algunos maniquís “indígenas” que aspiran, como servidumbre, a que su color sea tolerado en los pisos superiores de la pirámide. O sea, como adorno de bisutería, barato y reemplazable.
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Los Estados Nacionales nacen del despojo de riquezas. Pero no sólo de ellas, también de identidades, diferencias y particularidades. El Estado Nación, con el mito de la ciudadanía, impone una homogeneidad y hegemoniza. Bandera, escudo, himno, fuerza armada, equipos nacionales de deportes, historia y lengua oficiales, moneda, estructura legal e impartición de la justicia; todo contribuye a suplantar, con una imposición violenta, las diferencias de color, raza, lengua, género y, ojo, posición social, historia y cultura.
Es “ciudadano” el negro, el café, el amarillo, el rojo, el blanco. Lo es el alto y el chaparro; el gordo y el flaco; el hombre, la mujer y loa otroa; el mestizo y el indígena; el patrón y el empleado; el rico y el pobre.
En este sentido es igual el pueblo originario que es despojado de su territorio, que el que ejecuta la orden de desalojo y el funcionario “indígena” que avaló ese robo. La mujer víctima de violencia es igual que el macho que la desaparece, asesina o agrede. La persona transgénero es igual que el policía que se “excede” en el cumplimiento de su deber. La empleada de una cafetería es igual que Carlos Slim. Y así.
Y esas “ciudadanías” se respaldan en una nacionalidad, la que, a su vez, sostiene los argumentos para genocidios, crímenes de todos los tamaños, y guerras… para eliminar a los prescindibles.
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Si hay diferentes colores arriba, en la cúspide de la pirámide, y abajo, en la base que soporta sobre sus corazones el peso de la riqueza de los de arriba, ¿cuál es entonces la diferencia?
El lugar en la pirámide.
Con todas sus diferencias, particularidades, colores, quienes están en la base de esa estructura tienen en común que son desechables. Y, por lo mismo, las guerras (en todas sus variantes) son para deshacerse de ellos.
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En todos los rincones de este planeta, incluso los más apartados, hay una pirámide mediana, grande o pequeña. Se piensa a sí misma como eterna, poderosa e indestructible.
Hasta que alguien dice “no más”, se hace colectivo organizado y la derriba al grito de…
¡A la chingada el pirámide! اللعنة على الهرم jebem ti piramidu γαμώ την πυραμίδα Fuck the pyramid scheiß auf die Pyramide fanculo la pirámide putain la pyramide merda á pirámide мамка му, пирамидата 屌個金字塔 a la xingada la pirámide ser*u na pyramidu 他妈的金字塔 피라미드 엿먹어 kneppe pyramiden do kelu pyramídu kurat püramiidist vittu pyramidi joder pe pirámide rehe לעזאזל עם הפירמידה
neuk de pirámide baszd meg a piramis tada leis an pirimid fokkið við pýramídanum ピラミッドなんてクソくらえ pîramîdê qelandin Pyramidem in malam rem! Ssexsi lpiramid xijtlasojtla nopa pirámide knulle pyramiden لعنت به هرم pieprzyć piramidę foda-se a pirámide pirámide nisqawan joder la dracu’ cu piramida к черту пирамиду је*и пирамиду knulla pyramiden piramiti siktir et до біса піраміду. piramideari madarikatua shaya iphiramidi
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Pero, en su lugar, ¿hacemos otra pirámide?
¿O algo diferente?
Tal vez en un encuentro de algunas partes del todo se insinúe una respuesta.
Nota: Este año se cumplen 20 de la Sexta Declaración y 5 de la Declaración por La Vida. Con la VI señalamos claramente nuestra posición anticapitalista y la distancia crítica a la política institucional. Con el empeño de la Declaración por la Vida intentamos ampliar la invitación a una compartición de resistencias y rebeldías. Para nuestras compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta y de la Declaración por la Vida han sido años difíciles, sin embargo, nos hemos mantenido sin rendirnos, sin vendernos y sin claudicar. La tormenta ya no es un mal presagio, es una realidad presente. Vayan pues las siguientes posdatas para reafirmar nuestro compromiso, y nuestro cariño y respeto por quienes, siendo diferentes y diversos, comparten vocación y destino según los modos, calendarios y geografías de cada quien.
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Todas las guerras son ajenas mientras no toquen a tu puerta. Pero la Tormenta no llama antes. Cuando la percibes ya no tienes puerta, ni paredes, ni techo, ni ventanas. No hay casa. No hay vida. Cuando se marcha, sólo queda el olor de la pesadilla mortal.
Ya llegará el hedor del diésel y la gasolina de las máquinas, el ruido con el que se construye sobre lo destruido. “Escuchad”, dice la bestia de oro, “ese sonido anuncia la llegada del progreso”.
Así, hasta la siguiente guerra.
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La guerra es la patria del caos, del desorden, de la arbitrariedad y la deshumanización. La guerra es la patria del dinero.
El uso de misiles, drones y aeronaves manejadas por IA no son una “humanización” de la guerra. Más bien es un cálculo económico. Rinde más en ganancia una máquina que un ser humano. Son más caras, es cierto. Pero, vamos, es una inversión a mediano plazo. Es mayor su capacidad destructora. Y no hay problemas posteriores con remordimientos de conciencia, veteranos lisiados física y mentalmente, demandas, protestas, “body bags” y juicios inútiles en tribunales internacionales.
Así será hasta que el derramamiento de sangre del agresor vuelva a ser rentable.
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Se suele calcular cuánta gente podría alimentarse con lo que se gasta en las guerras depredadoras. Pero, además de que es inútil apelar a la sensibilidad y la empatía del Capital, no se mide bien.
Lo que hay que cuantificar es cuanta ganancia dará el centro comercial y la zona turística cuando se erija sobre un montón de cadáveres ocultos bajo los escombros (ocultos, a su vez, bajo los hoteles y centros recreativos). Sólo así se puede entender el verdadero carácter de una guerra.
Los cimientos de la civilización moderna no se construyen con concreto, sino con carne, huesos y sangre, mucha sangre.
El sistema destruye, para vender luego la reposición. A las ciudades destruidas, se seguirá un paisaje de edificios de apartamentos, brillantes rascacielos, centros comerciales y campos de golf tan inteligentes que hasta Trump gana, mientras Netanyahu da cátedra de derechos humanos, Putin organiza carreras de osos siberianos, y Xi Jinping vende los boletos. Un signo monetario brilla en la cima de la pirámide que congrega al culto del dinero.
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En las últimas guerras, la soberbia Europa de arriba ha funcionado como cabeza de playa. Algo acorde con la función de zona de recreación y entretenimiento para el Capital. El llamado “eurocentrismo” es ya parte de un pasado nostálgico y rancio. El rumbo de esa Europa se decide en los consejos de accionistas y los “lobbies” de las grandes empresas. El jefe de Amazon celebra su matrimonio en la piscina de su casa de campo (Venecia), y la OTAN es la sucursal de reparto y cliente de las mercancías más rentables: las armas.
Los gobiernos de los Estados Nacionales de ese continente se tapan el rostro modosamente ante el “Padre Padrone”, de quien sueñan independizarse alistándose en el ejército del Capital. Ya no en un futuro, sino ahora mismo (como en Ucrania), el Capital pone las armas, Europa los muertos presentes y futuros, Putin los hologramas de una mezcla de Zarismo con URSS, y Xi Jinping afina su propuesta alternativa de pirámide social.
Cerca de ahí, no la prole de Trump, sino los herederos de las grandes compañías sueñan con vacacionar en una Palestina libre… de palestinos. Netanyahu, o su equivalente, será el amable anfitrión y, en las sobremesas, divertirá a los visitantes con anécdotas de infantes, mujeres, hombres, ancianos, hospitales y escuelas muertos de bomba y muertos de hambre. “Ahorré millones usando los centros de distribución de alimentos como cotos de caza”, alardeará mientras sirve el Zibdieh. Los comensales aplaudirán.
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La guerra es la opción primera del Capital para deshacerse de los desechables. Religión, corrección o incorrección políticas (eso ya dejó de importar), discursos enardecidos e historias heroicas fabricadas con IA, ceses al fuego con explosiones y disparos como música de fondo, treguas según indiquen las casas de bolsa y los precios del petróleo; todo eso no es más que la escenografía.
Los dioses diversos simulan estar atareados abanderando muerte y destrucción de uno y otro bando. Y el verdadero dios que todo lo puede y está en todas partes, el Capital, permanece discreto. O no, el cinismo es ahora virtud. Detrás de todo se esconde lo principal: el balance en la contabilidad de las grandes empresas y los bancos.
La legislación internacional sobre conflictos militares tiene décadas obsoleta. En las guerras modernas, la ONU es sólo una referencia para las celebraciones escolares. Sus afirmaciones no van más allá de las declaraciones de una aspirante en un concurso de belleza: “Deseo la paz en el mundo”.
Los ejércitos del Capital son el equivalente a los servicios de entrega a domicilio. Y hay quien, lejos en geografía del lugar de la entrega, califica: “5 estrellas para Netanyahu”. En la disputa por el premio al “repartidor del año”, Trump, Putin y Netanyahu puntean, cierto. Pero el sistema siempre tendrá la opción de elegir a otros… u otras (no olvidar la paridad de género).
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Por los medios de comunicación masiva, redes sociales incluidas, las geografías lejanas del territorio agredido, se asumen como espectadoras. Como si fuera una confrontación deportiva, eligen su favorito, toman partido por uno y otro bando. Aplauden a uno y abuchean al otro. Se alegran por los aciertos y se entristecen por las fallas de los contendientes. En los palcos de narración, especialistas aderezan el espectáculo. “Geopolítica”, le dicen. Y suspiran por cambiar de dominador, no por cambiar la relación en la que son víctimas.
Olvidan acaso que el mundo no es un estadio deportivo. En cambio, semeja un gigantesco coliseo donde las futuras víctimas aplauden mientras esperan su turno. No son gladiadores en la antesala, son las piezas de caza que víctimas serán de máquinas de guerra. Mientras, bots con todos los avatares e ingeniosos apodos, dirigen los aplausos, los rugidos y hurras; y, llegado su tiempo, el tañido de lágrimas y lamentos.
Desde su palco de honor, el Capital agradece los aplausos del público y escucha lo que los espectadores gritan con mudas palabras: “Salve César, los que van a morir te saludan”.
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Y sin embargo…
Un día, sobre las ruinas de la historia, yacerá el cadáver de un sistema que se creyó eterno y omnipresente. Antes de esa madrugada, hablar de paz es sólo un sarcasmo para las víctimas. Pero ese día, el sol de oriente mirará, sorprendido, a Palestina viva. Y libre, porque sólo libre se vive.
Porque hay quien dice “NO”.
Hay quien no quiere cambiar de patrón, sino no tener patrón.