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A finales del pasado mes de diciembre, el gobierno griego aprobó una reforma del sistema penitenciario nacional que, además de otras medidas que empeoran las condiciones carcelarias, establece que los condenados por terrorismo no pueden acceder a las “cárceles rurales”, que se consideran más “abiertas” y a las cuales los presos de larga duración tienen acceso. La aprobación de esta ley activó inmediatamente el proceso burocrático para el traslado de Dimitri Koufontinas desde la prisión rural de Kassevitia.

Dimitri es un camarada condenado por participar en la Organización Revolucionaria 17 de noviembre, en prisión desde 2002.

El nuevo paquete de leyes estipula que los reclusos en las cárceles rurales se reclasifican y luego se transfieren a la última prisión en la que se encontraban. En el caso de Dimitri, debería haber sido la prisión ateniense de Koridallos. Sin embargo, la administración de la prisión decidió trasladarlo, manipulando los papeles de transferencia, a la prisión de Domokos. Aunque en Grecia no existen circuitos diferenciados de cárceles, la intención de la administración penitenciaria en los últimos años ha sido hacer de esta prisión una prisión “dura”.

Un traslado punitivo, por lo tanto, destinado a golpear a un compañero que siempre ha luchado, fuera, en los juzgados, en la cárcel: desde que fue detenido ha participado en numerosas protestas y ha llevado a cabo cuatro huelgas de hambre.

Esto es parte de una represión destinada a aniquilar a Dimitri Koufontinas pero que forma parte del proyecto represivo general del Estado griego: intentar aplastar a las partes más radicales y combativas de la sociedad para evitar la hipótesis de conflictos futuros.

Ante el traslado, Dimitri Koufontinas decidió no quedarse callado y utilizar la única arma que tenía a su disposición, su cuerpo. Desde el 8 de enero inició una huelga de hambre que continuará indefinidamente hasta que sea trasladado a la prisión de Koridallos.

A estas alturas comienzan a ser muchos los días de huelga, el compañero se encuentra en condiciones críticas y precarias en el hospital de Lamia: según los médicos podría tener un colapso en cualquier momento.

Durante la huelga hubo muchas iniciativas y acciones de solidaridad que se llevaron a cabo en toda Grecia y más allá: mítines, manifestaciones, pintas en las paredes, pancartas, ataques contra múltiples objetivos (políticos, bancos, oficinas de correos, etc.).

Pero ahora que se está acabando el tiempo, creemos que es necesario hacer un esfuerzo extra. Pensamos que la lucha de Dimitri es también la lucha de todos y cada uno de nosotros y nosotras.

Estamos convencidos de la importancia de crear y expandir los lazos internacionales, especialmente en un momento como este.

Por todo esto hemos decidido convocar un día INTERNACIONAL de solidaridad y acción para el VIERNES 12 DE FEBRERO para apoyar a Dimitri Koufontinas.

LAS DEMANDAS DE LA HUELGA DE HAMBRE DEBEN SER ACEPTADAS