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Josefina López Mendoza, tiene 21 años de edad y es madre de 2 pequeños: Isaac Sánchez López (4 años de edad) y del pequeño Juan Antonio Sánchez López con tan sólo 4 meses de nacido y de quien en esta ocasión contaremos su historia. Una historia triste, como seguramente la de muchos niños y niñas en esta ciudad y en este país. Pero al mismo tiempo, esperanzadora, pues a pesar de que el Gobierno del Distrito Federal estuvo a punto de negarle el derecho de nacer, Luis Antonio resiste, al igual que su familia, por seguir viviendo, por vivir con dignidad.
A la fecha, este mismo gobierno de la ciudad de México, le niega a Luis Antonio otros derechos, como el de tener un hogar digno, el derecho a la salud o a la alimentación, entre otros derechos fundamentales para su crecimiento. Y si bien esta historia se repite en varios rincones de la urbe, se vuelve particular por el contexto de represión que la enmarca. Una Represión cada vez más agudizada en contra de los movimientos sociales y que pega por igual a hombres, mujeres y también a los niños y las niñas de esta ciudad de México. De este modo, podemos ir develando a un gobierno autoritario y represor que finalmente ha decidido quitarse la careta de pseudo izquierda, para mostrar lo que verdaderamente son: los serviles capataces del Gobierno Federal que también se inclinan para poner en bandeja de plata las pocas riquezas del país. En el caso de la ciudad de México: los terrenos, las propiedades, el agua, la electricidad a disposición y beneficio del capital trasnacional. Y todo aquél que se atreva siquiera a intentar detener tal avallas amiento, será condenado a la violencia de Estado, a la ley del garrote, que no se detendrá en destruir o encarcelar, así sean seres que por leyes y convenios internacionales deberían estar protegidos, resguardados, bajo cualquier circunstancia. Y cuando un desgobierno llega a esos niveles, hay pocas esperanzas. Sin embargo, las hay….
El día 16 de enero del 2014, entre las 11-12 horas, Josefina se encontraba durmiendo con el pequeño Isaac entre sus brazos y con el pequeño Juan Antonio de apenas 7 meses de gestación en su vientre, cuando de repente empezó a escuchar muchos ruidos, golpes, gritos, insultos, patadas a puertas, ruidos de mazos y picos derrumbando paredes y cosas. Ese mismo caos que escuchaba, llegó al interior de su pequeña habitación, eran al menos 10 policías, uniformados y vestidos de civil, pues igual venían rapados y golpeando como los otros.
Lo único que alcanzó a hacer Josefina, fue tomar al pequeño Isaac entre sus brazos y huir de tan espantoso espectáculo. Sin embargo, ya afuera, junto a sus compañeras, se acordó de que en el cuarto había dejado diez mil pesos, un dinero que con mucho esfuerzo, ella y su esposo, sacaron como préstamo para gastos del parto que próximamente iban a necesitar. Cuál fue su sorpresa que al regresar a la habitación, tanto el dinero como su teléfono celular ya no estaban en el lugar indicado, se lo habían robado los policías. En su desesperación, Josefina rogó a gritos pidiendo la devolución de su dinero, como respuesta encontró un severo empujón que la estrelló contra la puerta y su estómago. Sintió el golpe, pero nunca imaginó las consecuencias del mismo.
Con mucho esfuerzo y muy asustada, pudo levantarse para ir a resguardarse junto con sus otros compañeros y compañeras quienes desde la calle, vieron y lloraron amargamente cómo sacaban y destrozaban todas sus pertenencias que con mucho esfuerzo habían conseguido a lo largo de sus vidas.
El desalojo duró el resto del día y durante todo ese tiempo, Josefina e Isaac no comieron ni bebieron nada, no tenían más que la ropa con la que los habían desalojado y tampoco recibieron algún tipo de atención médica. Entre otras de las cosas valiosas para Josefina que destruyeron, fueron todos los estudios y exámenes médicos que llevaba a raíz de su embarazo, así como la documentación médica para seguir siendo atendida.
Más tarde, con ayuda de su esposo, Josefina y familia se refugiaron en casa de su madre, quien la obligó a comer algo en beneficio del nonato. Josefina comió con mucho esfuerzo, pues el susto y el impacto del suceso casi la hicieron perder el conocimiento y no podía parar el llanto. Esa misma noche Josefina, sin poder dormir, sintió cómo se mojaba toda entre sus piernas. Había roto la fuente mucho antes de tiempo y como pudieron, ella y su familia, corrieron al hospital materno infantil de Inguará en carácter de urgencias.
En el hospital, después de un ultrasonido, el médico le dijo a Josefina que tanto ella como el bebé estaban en peligro de muerte, pues el líquido amniótico era mínimo, había que operar de inmediato. La desesperación y el dolor que una noticia como ésta pueda ocasionar en una madre, sólo lo entiende una madre. Bajo estas circunstancias, Josefina firmó los documentos que deslindaban al hospital de cualquier responsabilidad y procedieron a operarla.
Dicen que aún en el caos más devastador, siempre cabe un rayo de esperanza. Para Josefina, esa esperanza llenó su corazón al escuchar el llanto de su pequeño cuando lo sacaban de su vientre.
Luis Antonio tuvo que ser trasladado de inmediato a una incubadora, ser sometido a toda una serie de estudios, así tan pequeñito, lleno de parches, piquetes de agujas, de vendas y tubos, pues su organismo no estaba desarrollado por completo y en los pulmones le encontraron agua.
Hoy Luis Antonio sufre insuficiencia respiratoria, debido a que sus pulmones no alcanzaron a formarse en tiempo. Esto ocasiona que a ratos el pequeño Luis se quede sin respirar y hay que darle alguna palmadita para “recordarle” que debe vivir…. Lo anterior le provoca una terrible angustia a Josefina y ruega a los compañeros y compañeras solidarios, la posibilidad de obtener otro punto de vista Médico que le permita otro diagnóstico y a su vez la posibilidad de proporcionarle a Luis Antonio, un mejor desarrollo para su organismo.
Los padres de Luis e Isaac, se han quedado sin nada, sin casa, sin ropa, sin alimentos, sin dinero. Conseguir pañales o la leche de fórmula que debe tomar Luis (pues Josefina a diferencia de su otro hijo, no produce leche) se ha vuelto un sacrifico cotidiano. Una lata de leche, papillas, pañales, ropa para bebé, vitaminas, aportaciones económicas, serán de gran utilidad para la sobrevivencia de estos pequeños.
Como hemos dicho en ocasiones anteriores en otros casos de represión en contra de compañeros: Sabemos que de los malos gobiernos sólo podemos esperar desesperación y muerte, de los compañeros y compañeras que luchan por un mundo donde quepan otros mundos, podemos esperar toda la solidaridad.
Sexta para Niñoas-DF
26 marzo 2014
Contacto y/o aportaciones: chavitosenlaotra@hotmail.com
* El desalojo se da en un contexto de lucha que la organización Frente del Pueblo-Resistencia organizada (FP-RO) adherente a la SDSL, está llevando a cabo desde hace 14 años con la posesión pacífica del predio y con un proceso político y jurídico del cual tenía todo conocimiento Gobierno del Distrito Federal. Detrás de esta agresión se encuentra la conocida trasnacional WALL MART, que desde hace años está intentando echar abajo el proyecto de vivienda para las familias y poner uno más de los cientos de supermercados que tiene la trasnacional en esta ciudad.