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González, quien fue detenida en el operativo de la Fiscalía de Asuntos Internos, ahora es señalada del delito de abuso de autoridad, por haber investigado el caso contra la magistrada Blanca Stalling. La abogada está a cargo de la defensa de al menos nueve abogadas y abogados, que trabajaron en casos de corrupción de alto perfil por varios años, seis de ellos son exfiscales del MP y tres de ellos exmandatarios judiciales de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
El Ministerio Público (MP) continúa sumando acciones contra operadores de justicia que encabezaron las investigaciones contra la corrupción en Guatemala. Esta vez, dirigió una nueva pesquisa contra la abogada Claudia González, quien seguía en el país representando legalmente jueces, fiscales, periodistas y activistas que están siendo perseguidos por el ente investigador.
González, quien fue detenida en el operativo de la Fiscalía de Asuntos Internos, ahora es señalada del delito de abuso de autoridad, por haber investigado el caso contra la magistrada Blanca Stalling, quien fue señalada de tráfico de influencias, pero beneficiada por el sistema de justicia.
Pese a los riesgos, González estuvo al frente de la defensa de varios operadores de justicia, como los casos contra Juan Francisco Sandoval, Virginia Laparra y la abogada Leily Santizo. En abril, fue reconocida en Holanda por la organización “Abogados para abogados” (Lawyers for Laywers) con el Premio que otorga la organización a los profesionales del derecho que enfrentan un alto riesgo debido al trabajo que realizan.
A su traslado a la Torre de Tribunales, González dijo que se siente preparada para enfrentar el proceso y la acusación “totalmente falsa”. “Es usual que utilicen el sistema para mantenernos en prisión, mantenerme en carceletas y con orden de aprehensión. Esperemos que el fiscal Noé Rivera venga bien preparado con su imputación”, declaró.
Acá la declaración de la abogada a su traslado:
La exmandataria de la extinta Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) está a cargo de la defensa de al menos nueve abogadas y abogados, que trabajaron en casos de corrupción de alto perfil por varios años, seis de ellos son exfiscales del MP y tres de ellos exmandatarios judiciales de la CICIG.
Abogó por operadores de justicia
A diferencia de otros operadores de justicia, la abogada González seguía en el país y encabezaba el equipo legal que está a cargo de defender a los fiscales que han sido detenidos. Entre ellos, Paola Escobar, Allis Morán, Carlos Videz, Juan Francisco Sandoval, Virginia Laparra, entre otros fiscales que dirigieron casos de alto impacto.
Como mandataria de la CICIG, también investigó casos que alcanzaron a altos funcionarios del Estado, narcotraficantes y empresarios. Uno de ellos fue el de Blanca Stalling, a quien acusó de tráfico de influencias tras la denuncia del juez Carlos Ruano.
A raíz de esos expedientes y, que seguía defendiendo a sus colegas, González estuvo denunciando acoso e intimidación en las redes sociales por parte de cuentas anónimas y dirigidas por los mismos señalados de corrupción.
El caso en el que más se le observó fue el relacionado con Virginia Laparra, quien lleva más de un año en prisión preventiva por dos casos. La exmandataria de CICIG recientemente logró que a Laparra le otorgaran una medida sustitutiva por uno de los casos.
En una entrevista con Prensa Comunitaria de abril, la abogada aseguró que el peligro de que fuera captura era latente. “Hay un caso en la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI) en el que me denunciaron y no me han permitido tener el acceso a esa investigación, sí es latente el peligro en el cual me encuentro por el trabajo que desarrollo”, expresó.
Obtuvo reconocimiento internacional
El pasado 11 de mayo, Abogados para abogados” (Lawyers for Laywers), entregó un reconocimiento a la abogada González, por el trabajo de alto riesgo que continuaba realizando en el país.
“Este premio reconoce la situación de riesgo a la que se enfrentan muchos operadores de justicia, entre ellos las abogadas y abogados”, dijo Claudia González, defensora de varias operadoras de justicia que han sido criminalizadas por el Estado de Guatemala, entre ellas Virginia Laparra y Leily Santizo. El premio fue entregado en Holanda, el 11 de mayo.
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San Cristóbal de Las Casas, Chiapas
3 de agosto de 2023
Boletín No. 19
Exigimos al Tribunal Superior de Justicia de Chiapas la libertad de los cinco defensores tseltales presos de San Juan Cancuc
La resolución del recurso de apelación es un momento oportuno para detener la criminalización en su contra.
Ha transcurrido ya un año y tres meses de su Privación Arbitraria de la Libertad
El día de ayer 22 de agosto de 2023 se celebró la audiencia de alegatos de segunda instancia la Sala Regional Colegiada Mixta de San Cristóbal de Las Casas del Poder Judicial del Estado de Chiapas por el caso de los cinco defensores tseltales de San Juan Cancuc, Manuel Santiz Cruz, Agustín Pérez Domínguez, Juan Velasco Aguilar, Martín Pérez Domínguez y Agustín Pérez Velasco, privados de su libertad desde el 29 de mayo de 2022 en el Centro Estatal de Reinserción Social para Sentenciados Número 5.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) presentó ante el Tribunal las violaciones cometidas durante este proceso de fabricación de culpables. Fueron exhibidas las deficiencias y contradicciones probatorias resultantes de un evidente montaje de de pruebas y que pese a ello la Juez de primera instancia resolvió condenarlos. El Tribunal escuchó también las innumerables violaciones a derechos humanos, al debido proceso y a la presunción de inocencia que los jueces de primera instancia no tomaron en cuenta en un evidente contubernio para perpetuar este proceso de represión.
Los magistrados Julio César Pascacio Pérez, Pedro Raúl López Hernández y Josué Alejandro Utrilla Bravo tienen hasta el viernes 25 de agosto para decidir sobre el recurso de apelación, por lo que tienen una nueva oportunidad de dictar una sentencia absolutoria, que permita que los cinco defensores tseltales puedan recobrar su libertad y su proyecto de vida junto a sus familias.
Como recordamos, los cinco compañeros defensores tseltales han caminado en diferentes procesos de defensa de la tierra y el territorio, así como en contra de la militarización. El 29 de mayo de 2022 en un operativo conjunto entre la Guardia Nacional, Ejército Mexicano y Policía Municipal tres de ellos fueron detenidos de manera ilegal en San Juan Cancuc, para después ser desaparecidos por más de 24 horas.
Fueron falsamente acusados por la Fiscalía de Justicia Indígena de haber sido detenidos en flagrancia, por posesión de drogas en San Cristóbal de Las Casas en una fecha posterior a la de su real detención. Enseguida los tres defensores fueron acusados, procesados judicialmente y condenados por un homicidio del cual no tienen ninguna responsabilidad, delito fabricado por el que hoy se encuentran luchando por su libertad.
Con motivo de la acusación por delitos contra la salud, dos integrantes de la comunidad acudieron a atestiguar la falsedad sobre la versión de la detención. Como reacción, la Fiscalía Indígena decidió deternelos acusándolos del homicidio mencionado.
Esta simulación no hace sino visibilizar la perversión del sistema en el que se articulan autoridades de los tres niveles de gobierno para estigmatizar a defensores indígenas en Chiapas. Desafortunadamente no se trata de un caso aislado, sino que hemos observado se trata de un patrón que es necesario desmantelar.[1]
Hacemos un llamado urgente a las personas, organizaciones y colectivos solidarios a instar al Poder Judicial del Estado a dictar una sentencia que sea absolutoria, de carácter progresista, imparcial, acorde a derecho y a los estándares internacionales de derechos humanos y con perspectiva intercultural.
[1] Más información al respecto en nuestro Sitio Especial “Fabricación de culpables contra defensores de pueblos originarios en Chiapas”, Disponible en: https://www.frayba.org.mx/presos-tseltales
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Por Javier Pineda
Más de 100 hs. en huelga seca, con absoluta indiferencia del gobierno “progresista”
Hasta la cárcel de Temuco llegó el Lonko Víctor Queipul, pu Werken y familiares de los Prisioneros Políticos Mapuche (PPM) en huelga de hambre de la cárcel de Angol.
La delegación Mapuche ingreso a visitar a los PPM que se encuentran en ese recinto penitenciario en Huelga de Hambre en apoyo a los hermanos de la cárcel de Angol y sus demandas. Son 19 peñi en huelga de hambre, de cuales 8 están en huelga de hambre seca.
“El objetivo es poder verlos y enterarnos del estado de salud de todos los peñi (hermanos) que están en la huelga. Hemos podido ver que los peñi solidarios están decididos y convencido de apoyar las demandas de los peñi de la cárcel Angol. Entendiendo que es un acto solidarios entre mapuche y es también legitimo compartir los fundamentos de las demanda de establecer condiciones culturales, espirituales y otras, en consonancia del convenio N°169 de la OIT para los Mapuche en prisión política.” Señalo el Lonko Víctor Queipul.
Añade que “En el nutran se pudo establecer que la huelga de hambre liquida y seca esta en curso en Temuco. Lo mismo que la huelga de hambre liquida sigue en plenamente vigente en la cárcel de Angol.”
“Hemos podido entablar una conversación en la que hemos constatado que los peñi que llevan la huelga seca por mas de 100 horas presentan las primeros signos de complicación y una situación delicada. Esto nos tendrá atentos y comprometidos a monitorear su situación, acompañar y facilitar medios a nuestro alcance en las próximas horas en caso de necesitarse, así como también a los prisioneros en huelga de hambre liquida, que ya presentan baja de peso.”
“Queremos destacar la entereza y el newen (fuerza, energía) con que estos prisioneros políticos han decidido solidarizars con los prisioneros de Angol, da cuenta de la convicción con que el prisionero mapuche enfrenta la prisión política, comprendiendo que está condición es parte del weichan (luchador) mapuche.”
Por el fin a la dispersión de los prisioneros políticos mapuche.
Por la consolidación de módulos de prisión política Mapuche respetando el Convenio 169 de la OIT.
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Por EdenBeats
Dos años después del estallido social, las víctimas de la brutalidad policial que perdieron sus ojos siguen clamando por justicia.
Pasaron dos años de las mayores protestas registradas en la historia reciente de Colombia y quienes sufrieron lesiones físicas y psicológicas por cuenta de la violencia policial siguen exigiendo que se sepa quiénes fueron los responsables y se les sancione, mientras la justicia es para estas personas tan esquiva como su derecho a una atención digna en salud.
Al menos 116 personas fueron víctimas de lesiones oculares por cuenta de la represión con la que el gobierno de Iván Duque intentó silenciar el descontento de la población. La pérdida de sus ojos sigue siendo un doloroso recordatorio de lo que ha significado para los jóvenes enfrentar su indignación y compromiso por lograr una sociedad más justa con la fuerza bruta y el abuso como respuesta estatal.
“¡Mis ojos!”
Cuando estallaron las protestas en la ciudad de Pasto, al suroccidente de Colombia, Clara* era estudiante y, aunque nunca pensó en manifestarse en la calle, las agresiones de la Policía a los jóvenes que protestaban la llevó a salir a acompañarlos:
“Al principio quería como dedicarme a mirar, acá en la casa o así en la web, pero cuando sentí que ya era mucha gente dije: ‘la gente está poniendo de acuerdo, es verdad’ […] Miré una peladita [joven] que estaba en la plaza del Carnaval y un muchacho grabando. ¡Y taz! [le dispararon] a la muchacha con un gas lacrimógeno en la cabeza […] unos 18 a 20 años […] era jovencita […] Yo miré ese video y dije: ‘mierda, ¿qué pasó aquí?’. Entonces, como que ya empecé a salir a las manifestaciones, pero sola”.
Pasaron los días y la pelea en la calle no hacía sino crecer en todo el país. Clara ya no solo era una observadora sino que participaba activamente en el movimiento de los jóvenes y las Primeras Líneas, en sus reuniones en los cierres de vías y manifestaciones, tomando las precauciones que podía ante la violencia de la Policía: “Nosotros ya salíamos protegidos con escudo, casco, y gafas [de protección]. Sabíamos cómo se maneja la Fuerza Pública”.
Lamentablemente, nada la preparó para lo que pasó el 9 de junio de 2021. Según recuerda, ese día no pudo comer en la olla comunitaria que habían organizado otros muchachos como ella porque el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía la destruyó y arruinó los alimentos, y el cansancio ya se iba apoderando de su cuerpo. Esa noche el ataque de los uniformados fue especialmente brutal contra los manifestantes:
“Me di cuenta de que las gafas estaban empañadas y entonces dije: ‘[hay que] salir corriendo de aquí…’, porque ya se estaban preparando los del ESMAD para seguir disparando. Bajé las gafas un poquito para limpiarlas y cuando yo subí [la cara] el de la Policía ya estaba así [apuntándome]. Fue tan raro porque yo miré cómo se venía la ‘esa’ [granada de gas]. O sea, directo, en milisegundos que uno no alcanza ni a reaccionar ni nada. Uno queda así como en la nada […] Dije: ‘¡mis ojos!’, y ya, hasta ahí”.
Esa noche Clara perdió casi totalmente la vista en su ojo derecho y afronta graves problemas de salud desde entonces.
De acuerdo con la Casa de la Memoria, una coalición de defensores de derechos humanos surgida con ocasión del estallido social en Pasto, esa noche se reportaron 14 personas con lesiones físicas causadas por el exceso de fuerza del ESMAD, varias de ellas por disparos de diversos tipos de armas a la cabeza de los jóvenes.
La cosa no paró allí. Según Clara, la Policía se ensañó contra las personas heridas y los manifestantes tenían graves sospechas de que agentes de civil estaban suplantando al personal médico: “en ese tiempo hasta en las ambulancias estaban llevando por allá los chicos y les estaban dando… ¡qué golpizas!”. Por eso se negó a ser atendida por la Cruz Roja: “se dieron cuenta [los socorristas] de que yo era de Primera Línea, entonces dijeron: ‘uds. no se puede ir en ambulancia, toca en moto’”.
Disparos sistemáticos a la cabeza
Cinco semanas antes, dos jóvenes de Bogotá vivieron la misma tragedia: perdieron uno de sus ojos por el impacto de objetos disparados por la Policía hacia ellos.
El 1 de mayo de 2021 Daniel Jaimes llegó al sector de Marichuela en la localidad de Usme, al sur de la capital colombiana, para participar en la marcha del Día Internacional de los Trabajadores y manifestarse en contra de “el abuso policial, la privatización de la educación, la reforma tributaria, todas las reformas que se estaban lanzando en ese momento. Fue algo que nos hizo sentir afectados como comunidad”, según recuerda.
Esa noche un agente del ESMAD le disparó una granada de gas lacrimógeno al rostro y le generó graves lesiones que, por desgracia, no fueron atendidas oportunamente y lo llevaron a perder su ojo derecho.
Durante semanas tuvo que enfrentar demoras en la atención para su salud y barreras para recibir el tratamiento adecuado. A esto se sumó que el Hospital El Tunal, donde fue remitido inicialmente, no tenía especialistas para este tipo de lesiones y tuvo que ser remitido al hospital de Facatativá. Asegura que “en un mes recibí tres cirugías a nivel facial, también se vio afectado mi ojo derecho, mi nariz, mis pómulos, los pisos orbitales. Tuve una hemorragia en mi ojo izquierdo y una alta probabilidad de quedarme ciego”.
Después de un mes tuvo que continuar con el procedimiento en otro centro de salud, pues “la cirugía que me habían realizado no fue muy buena”.
Ese mismo 1 de mayo, Juan Pablo Fonseca también salió a manifestarse, pero en la localidad de Usaquén al norte de Bogotá. Asegura que participó en las protestas debido que “ya veníamos con varias dificultades desde 2019 y 2020, haciendo presión para que fueran escuchados los jóvenes, se pedía una serie de cambios”.
Como Clara y Daniel, Juan Pablo también fue víctima de trauma ocular por el impacto de una granada de gas lacrimógeno disparada a su rostro. El joven, que en esa época era auxiliar de cocina, asegura que “afortunadamente […] tuve una atención pertinente para la gravedad de lo me había pasado: en 15 días ya había tenido 5 cirugías. Fue importante en su momento porque tenía la posibilidad de perder la vida”.
No obstante, no duda en señalar lo difícil que fue el proceso por la gravedad de las heridas que le causó la Policía en la cabeza:
“Fue muy doloroso porque las fracturas que tuve en la mandíbula, en la parte de los músculos, no me dejaban abrir la boca. Entonces, yo solo me estaba alimentando con líquidos y ya había perdido casi 17 kg, llegué a pesar casi 42 kg. Llevaba un mes hospitalizado […] Para la reconstrucción maxilofacial me abren por la parte coronal de la cabeza, tuvieron que levantar el rostro para empezar a reducir las fracturas, fueron aproximadamente 72 puntos, entonces el dolor era constante, tenía un catéter conectado para poder eliminar la sangre que estaba en el cerebro y que no tuviera coágulos”.
Actualmente, Daniel y Juan Pablo hacen parte del Movimiento en Resistencia contra las Agresiones Oculares (MOCAO), una iniciativa para que las víctimas de lesiones oculares puedan denunciar lo ocurrido y seguir exigiendo justicia.
Meses después la violencia policial siguió, a pesar de los llamados por parte de las Naciones Unidas al gobierno Duque para detener los ataques a los manifestantes y garantizar justicia para las víctimas. El 26 de agosto de 2021, David Racedo fue herido en Bogotá cuando protestaba en la localidad de Usme de Bogotá. Al igual que en los casos mencionados anteriormente, él también perdió uno de sus ojos por un objeto disparado por los uniformados, según recuerda:
“El ESMAD comenzó a lanzar gases indiscriminadamente y soy afectado en mi ojo derecho por una bala de goma […] Empiezo a sangrar y los jóvenes de la Primera Línea empiezan a gritar: ‘un herido’. Me ayuda la misma comunidad”.
David asegura que primero fue trasladado al hospital Meissen y no recibió allí mayor atención médica porque “no había especialistas en el área de oftalmología, entonces, al otro día me remiten al hospital El Tunal. Allí me revisa un oftalmólogo y me dice que es una herida grave pero que no tenían los especialistas”. David finalmente fue atendido en el hospital Simón Bolívar.
Para Carolina, una defensora que participó en el comité de verificación de derechos humanos en la localidad de Usme, “las exigencias eran bastante básicas: oportunidades laborales, un trabajo estable, alimentación”, pero el gobierno Duque se negó completamente a escuchar a los jóvenes. “Ellos [las autoridades] tenían la posibilidad de parar todo lo que ocurrió, hasta la muerte de personas. Hubieran podido parar la pérdida ocular de estos jóvenes. Esto se pudo evitar”, asegura.
Solidaridad
A pesar de todo esto, lo que salvó incontables vidas durante el paro nacional de 2021 fue la solidaridad. Por todo el país, decenas de voluntarios y profesionales de la salud se unieron para proteger a los heridos y brindarles apoyo. Sin embargo, las afectaciones físicas, económicas y mentales dejaron una profunda huella en las víctimas y sus familias, quienes enfrentan dificultades y luchan contra el olvido.
En Pasto los grupos de socorristas voluntarios y defensores de derechos humanos trasladaban a las personas que resultaron heridas a la Casa de la Memoria, donde recibieron refugio y primeros auxilios. Martín*, un voluntario que atendió allí a cientos de heridos, afirma que llegaron a tener “cuatro, cinco, seis, siete, camillas” pero que después no fueron suficientes. Agrega que la mayoría de las lesiones eran heridas abiertas por golpes de objetos, intoxicaciones por inhalar gas lacrimógeno e impactos directos a la cabeza. Según recuerda:
“Hubo un chico […] le dieron estando a 5 metros en el rostro. Creo que cuatro o cinco dientes perdió y estaba inflamadísimo. Le dieron directamente en la cara. A otros otros les dispararon en el pecho: uno casi se nos muere porque no podía respirar”.
Un disparo a corta distancia de la Policía le provocó esta lesión en la cara a este joven, quien perdió varios de sus dientes.
Desde la Casa de la Memoria, los heridos que necesitaban atención hospitalaria eran remitidos en ambulancias, pero la mayoría de estas fueron pagadas por las personas que se solidarizaban con la protesta porque, según Martín, las autoridades no ofrecieron ayuda alguna: “acá pasó algo particular y es que desde la alcaldía [de Pasto] nos decían que no había ambulancias. De hecho, hubo gente que pagó ambulancias [privadas] para llevar muchachos porque las ambulancias de la alcaldía nunca [aparecieron]”.
Clara asegura que el apoyo que recibió de los voluntarios médicos fue vital para evitarle complicaciones mayores y hasta para costear su tratamiento:
“Cuando [el doctor] me miró, [dijo]: ‘esto es de urgencias […] ¿Ya usted tiene la plata?’ […] Imagínense una cirugía de esas, porque fueron como cuatro a la vez en una, y yo creo que por ahí ya esa cosa va estando en sus seis o siete millones [de pesos]. A mí me tocó pagar como $400.000 no más y eso me lo ayudaron […] mucha gente me ayudó”.
Gracias a este apoyo y a la oportuna intervención quirúrgica que le realizaron, en la que se reemplazó parte de su humor vítreo por un sintético, Clara se salvó de la pérdida de su ojo derecho pero no puede ver por este y necesita de la atención de un médico especialista que no hay en Pasto: “imagínense la fila que tienen, entonces, la gente trata de irse como a Bogotá”, asegura.
Sin embargo, la solidaridad que permitía atender a los jóvenes heridos en la Casa de la Memoria también suscitó el acoso de la Policía, según recuerda Martín:
“Venían como en una actitud también amenazante, como que ‘bueno, ¿acá qué está pasando?’, y había rondas constantes de la Policía. Como siempre estaban pasando […] en un momento ya les dijimos: ‘sí, acá tenemos heridos. ¿Cuál es el problema? Si nosotros los dejamos afuera tirados es omisión de socorro y eso es un delito”.
Aun así, allí no terminaban las agresiones a las personas heridas. Una vez entraban al sistema hospitalario tenían que soportar el acoso de los policías que iban allí a buscarlos entre los pacientes.
Alba*, médica en un hospital de Pasto, asegura segura que en muchos casos la gente llegaba al hospital con traumas craneoencefálicos por golpizas en la cabeza y que hubo ocasiones en los que los agentes llegaban hasta allí para preguntar a los vigilantes por personas heridas en cabeza, brazos y piernas, a lo que varias personas del centro de salud se opusieron por el riesgo que esto suponía para los pacientes. Esto llevó a la creación de una red solidaria entre el personal de salud, según relata Alba:
“Empezamos a hablar con respecto a lo del paro, con respecto a las personas que hacen parte de este paro, sí, porque realmente nosotros no teníamos la visión de que los chicos y las chicas de las líneas eran, como la gente los llamaba, vándalos y gamines”.
Prótesis oculares. Foto: Germán Tenorio
Una violenta desatención
Para las víctimas y sus familiares, las lesiones oculares significaron cambios muy duros. Esto, de un lado, porque este tipo de heridas son inocultables, lo que implica sufrir un estigma social que siempre refiere al momento de la agresión; y, de otro, por las barreras para la atención que mantiene el sistema de salud colombiano y la situación de abandono en la que se encuentra la mayoría de hospitales del país.
Al respecto, Alba asegura que para los jóvenes que atendió esos cambios eran notorios:
“Ellos decían: ’es que [ahora] me siento como un viejito, que tengo que estarme echando las gotas cada hora, que tengo que estar tomando el medicamento’; y la adaptación de la familia también a ellos, a esas nuevas rutinas de empezar a pelear con la EPS, endeudarse para [comprar] los medicamentos”.
Por su parte, Daniel Jaimes manifestó que a pesar de estar afiliado al sistema de aseguramiento en salud como beneficiario, los costos de tratamiento han sido muy altos y que los medicamentos no le han sido suministrados a tiempo. Según relata, esto llevó a la familia a vender parte de sus pertenencias para poder pagar estos costos:
“Les tocó hacer rifas, vender cosas para que yo pudiera tener mi asistencia médica. Me sentía una carga para mi familia, me sentía mal, tuve muchas recaídas emocionales, depresiones. [Por esto] puedo decir que de víctima me fui convirtiendo en activista social”.
Carolina denuncia que hubo falta de atención en el sistema de salud porque las personas heridas al momento de ingresar a los centros médicos se encontraban con una misma respuesta: “si eran integrantes de la Primera Línea o [estaban allí] por protestas no les podían atender. Nos pasó en el CAMI de Santa Librada, no les atendieron”. Agrega que muchos obtuvieron atención pero haciendo pasar las lesiones por accidentes de tránsito: “para que recibieran una atención inmediata muchos compañeros ingresaron como una situación del SOAT [Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito]”.
Después de salir del hospital las víctimas no recibieron un acompañamiento profesional adecuado ni un seguimiento adecuado por parte del sistema de salud, viéndose obligadas a esperar hasta que las EPS tuvieran un espacio para consulta con un especialista. Así, a la situación de violencia policial que causó sus lesiones se sumó a una revictimización de parte del Estado por negligencia en la atención en salud que estas personas siguen cargando sobre sí.
Al respecto, Paulina Farfán, coordinadora del área de Democracia y Protesta del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, organización defensora de derechos humanos que hace acompañamiento jurídico a varios casos de lesión ocular, afirma que:
“Los jóvenes tienen dificultades para acceder a su atención médica, no les entregan medicamentos, tienen retrasos con las cirugías. Este tipo de cosas suceden un montón en los casos de lesiones oculares porque manifiestan [las EPS] que son cirugías muy costosas”.
Protestas en Bogotá. Foto: Andrés Gómez
El ESMAD y sus excesos
La violencia policial fue tal que la Comisión Intermericana de Derechos Humanos (CIDH) visitó Colombia entre el 8 y el 10 de junio de 2021, y luego de analizar miles de audios, videos, fotografías y testimonios individuales y colectivos pudo “constatar” que la respuesta del Estado a la protesta social se caracterizó por el uso excesivo y desproporcionado de la fuerza, que en muchos casos fue letal.
Según datos del Ministerio de Defensa del gobierno Duque, durante los tres meses que duró el estallido social de 2021 el ESMAD fue desplegado 1.653 veces y 24 civiles habían resultado asesinados y otros 1.147 lesionados en el marco de las protestas. Sin embargo, dicha cartera no informó nada sobre quiénes eran los responsables ni sobre los tipos de lesión, pero sí que la Policía procedió rápidamente a judicializar al menos a 224 personas, 80 de las cuales recibieron medidas de aseguramiento. Hoy decenas de jóvenes siguen privados de su libertad o vinculados a procesos penales interminables por haber participado en estas protestas.
No obstante, el balance que presentan las organizaciones defensoras de derechos humanos es muy diferente. El Instituto de Estudios para el Desarrollo y Paz (Indepaz) informó que, entre abril y julio de 2021, 83 personas fueron asesinadas, siendo la Fuerza Pública la presunta responsable de 44 homicidios.
Infografía elaborada por Indepaz acerca de las agresiones a manifestantes durante el paro nacional de 2021.
Mientras Indepaz presenta 93 heridos oculares, el informe “Represión en la mira”, elaborado por el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, la Campaña Defender la Libertad: Asunto de Todas, MOCAO y el Centro de Atención Psicosocial, informa un número mayor:
“De los 116 casos, 12 fueron cometidos contra mujeres, 70 fueron hacia hombres y en 34 no se logró establecer la identidad de género […] La no identificación de las víctimas en muchos de los casos se debió a la prevención y el temor de que pudieran ser judicializados”.
Solo en Pasto la Casa de la Memoria reporta que entre el 28 de abril y el 9 de junio de 2021, la Policía es responsable de 476 detenciones arbitrarias, 233 lesiones físicas, 17 amenazas, 2 casos de tortura, 1 agresión sexual y 2 atentados. De las personas lesionadas 191 fueron hombres y 41 mujeres, y 61 sufrieron lesiones en la cabeza, representando 26% de quienes resultaron heridos.
Lesiones en la cabeza registradas en la ciudad de Pasto. Fuente: Casa de la Memoria
Tanto las cifras como los testimonios de Clara, Daniel, Juan Pablo y David, ocurridos en lugares y fechas diferentes, demuestran que durante el estallido social de 2021 existió un patrón en la actuación de la Fuerza Pública para apuntar a la cabeza armas de fuego, como lanzagases y escopetas, y disparar con ellos gases lacrimógenos y municiones de impacto, como balas de goma y otros proyectiles, que produjeron lesiones en ojos, cara, cráneo y mandíbula de los jóvenes que protestaban.
Dos años adaptándose
Los daños causados por este tipo de criminalidad estatal han dejado daños profundos en las víctimas, tanto por las lesiones en su cuerpo como por los impactos psicosociales que han tenido que afrontar durante y después de sus tratamientos médicos. En el caso de quienes han sufrido lesiones oculares, reconstruir su proyecto de vida y retomar sus actividades cotidianas ha tenido una dura carga de aprendizaje de algunas habilidades básicas. Al respecto, Juan Pablo Fonseca, señaló que este proceso no ha sido fácil y explica cómo lo ha sobrellevado:
“Con esta violencia sí se pierden los sueños, se modifica la vivencia de uno. No es fácil vivirlo ni asimilarlo. Vivir con esto también es un aprendizaje constante: cómo movernos, cómo recuperar nuestra motricidad, cómo trabajar con esos 90° de ángulo y no con 180° [de campo visual]. Puede ser complejo no ver por el lado derecho, saber que no hay nada ahí. Es algo que se aprende con el tiempo y se seguirá aprendiendo. La idea también es fortalecer esa introspección hacia uno mismo”.
Para otras personas como Daniel Jaimes, fue su voluntad de continuar como artista y su sueño de ser tatuador lo que le ayudó en su proceso:
“Los sueños que yo tenía en ese momento se vieron opacados, pero con mi fuerza de voluntad, la ayuda de psicólogos y [después] de conocer varias víctimas de lesiones oculares, sigo con mi proceso de tatuar. Eso me ayudó muchísimo”.
Asimismo, David Racedo asegura que se ha adaptado para atender público, debido a que trabaja en el comercio, y que ha tratado de afrontarlo de manera positiva junto a su mamá e hija, a pesar de lo difícil que es:
“Al principio me sentía un poco deprimido: que la gente me viera con ese nuevo aspecto que tenía, con una herida tan grave y en el rostro […] Yo sabía y era consciente de que eso dependía de mi actitud”
Por su parte, Clara había ahorrado junto a varios amigos y logrado comprar una máquina de impresión 3D para su negocio antes del Paro Nacional, pero luego de la agresión de la Policía le es difícil trabajar y tiene deudas. La pérdida casi total de la visión por el ojo derecho hace que el izquierdo tenga que hacer un esfuerzo al que no está acostumbrado, por lo que ha tenido que adaptarse a unos dolores de cabeza que califica de “inmundos” cuando no usa un parche para cubrir el órgano lesionado.
Además, esta situación es todavía más difícil cuando trata de calibrar los espejos de la impresora 3D o de pasar periodos largos frente a la pantalla del computador o tatuando, por lo cual trabajar es todo un reto. Clara asegura que “para los tatuajes, para la pintura y el aerógrafo se me ha hecho recomplicadísimo. Igual con el computador, tampoco puedo usarlo mucho tiempo. Entonces, me ha tocado más aprender, por así decirlo”.
Homenaje a las personas asesinadas por la Fuerza Pública durante el estallido social. Foto: Andrés Gómez
Pero no todos han podido adaptarse. De acuerdo con los integrantes de MOCAO, el llevar una lesión ocular toda la vida tiene unas implicaciones y más sin una atención integral. A esto se suma la carga social y el estigma por parte del Estado. En este sentido, Juan Pablo Fonseca expresa lo revictimizante que es todo el proceso:
“Después de que uno pierde su ojo empieza a encontrar unas consecuencias más altas. La falta de atención psicosocial […] Nos tenemos que someter a la estigmatización por todas las instituciones del Estado: salud, laborales, Justicia. Evidenciamos una tortura sistemática”.
En la misma línea, Paulina Farfán explica que estos traumas oculares generan otros impactos graves sobre la salud, el bienestar psicosocial y la vida de las víctimas. Esto, según explica, van más allá del simple abuso policial:
“Tenemos algunos elementos para considerar que es una tortura: se presenta un daño tanto físico como psicológico, hay unos patrones que evidencian intencionalidad [porque] gran parte de las lesiones oculares fueron ocasionadas con gases lacrimógenos [a los cuales] se da un uso antirreglamentario, y un fin [porque] existe un amedrentamiento, existe un castigo contra quienes ejercen su derecho a la protesta social”.
Por su parte, Carolina afirma que muchos de quienes salieron a la calle en 2021 para protestar por sus derechos y resultaron lesionados hoy lidian con cicatrices profundas también en sus emociones, mientras demandan que se atienda su salud mental para evitar más tragedias:
“Al no solucionarse las condiciones [de subsistencia de estas personas] y hoy seguir buscando la manera de resolver la vida, eso ha generado en los jóvenes unos problemas de salud mental muy fuertes, al punto de perder completamente el sentido de la vida. Aquí en Usme una compañera de 17 años decidió irse [suicidarse]. Es muy difícil y muy duro vivir en estas condiciones como están”.
La doctora Alba ve este mismo problema de salud mental y considera que:
“Hay algunos de ellos que realmente uno no mira que vivan realmente: mueren a diario, mueren en sus ilusiones, mueren en todos su ser […] O sea, viven en la muerte […] A a esto se le suma el olvido desde nosotros como sociedad: fueron los chicos que en su momento enfrentaron situaciones duras, ¡sí que fueron!, y les llamábamos héroes y ahora están totalmente olvidados”.
Protesta con velas en homenaje a las víctimas de la Fuerza Pública. Foto: Andrés Gómez
Rehaciendo la vida en medio de la impunidad
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en su primer informe de seguimiento publicado en 2023, señaló la poca atención que el Estado colombiano ha prestado a las recomendaciones de dos años atrás y le hizo un llamado para que investigue y sancione a los responsables de los asesinatos, desapariciones, torturas, agresiones sexuales y detenciones arbitrarias sufridas por civiles en el marco del estallido social de 2021. En especial, el organismo llamó la atención sobre la impunidad en los casos de centenares de heridos y en particular de las personas con trauma ocular por cuenta del uso indebido de armas de baja letalidad por parte del ESMAD y los excesos de la Fuerza Pública durante las jornadas de protesta.
Han pasado dos años y en muchos de los casos las investigaciones son nulas y pocos los avances. Algunos casos han pasado a la Justicia Penal Militar y en las imputaciones de delitos, cuando se llega hasta allí, se toman estas actuaciones como lesiones personales. Para MOCAO, las víctimas se enfrentan a la poca voluntad de los operadores de Justicia para investigar con imparcialidad los casos y sancionar a los responsables. Sobre esto, Paulina Farfán afirma que:
“Tenemos tres casos de lesión ocular en los que se ha condenado al Estado o se le ha otorgado esa responsabilidad al ESMAD. Resultan estos tres casos históricos, pero son de bastante tiempo atrás, entonces, podemos ver los altísimos niveles de impunidad”.
No obstante, lo más preocupante para la defensora de derechos humanos es que en estos únicos tres casos no hay una responsabilidad penal. “No hay una individualización de esa responsabilidad, no hay una responsabilidad institucional”, asegura Paulina.
Hoy, las investigaciones por presuntas faltas disciplinarias no avanzan, aunque en 2021 la Inspección General de la Policía informara de 218 investigaciones disciplinarias abiertas: “103 por abuso de autoridad, 16 por homicidio, 25 por lesiones personales, 41 por agresiones físicas, 3 por acoso sexual”. Alrededor de este tema, la Procuraduría General de la Nación, en respuesta a un derecho de petición de este medio, reporta que de 917 procesos disciplinarios contra la Policía, 184 “corresponden a actuaciones que fueron clasificadas como adelantadas por miembros del ESMAD”, y aclara que en etapa de instrucción hay 165 casos, de los cuales 117 han sido archivados; apenas 12 han llegado a etapa de juzgamiento y 6 han sido trasladados a otras instituciones por problemas de competencia. Ninguno de ellos ha terminado en sanciones disciplinarias luego de dos años.
Respecto a esta dura realidad, la doctora Alba asegura que si bien ha sido duro para las personas lesionadas lidiar con la impunidad, “algunos de ellos han logrado organizarse, han logrado generar unas redes de apoyo con sus mismos pares”. Tiene razón: Juan Pablo Fonseca explica que al unirse con otras víctimas como él y organizarse ha logrado el soporte que ni el Estado ni la sociedad le ofrecen:
“Sentimos que hacemos una campaña hacia la empatía [para] no sentirnos revictimizados, acompañarnos en este proceso tan eterno que esta violencia ha dejado […] Hemos aprendido un montón, es imaginable. Todos los compañeros tienen cantidad de conocimientos, sus expectativas de vida son muy enriquecedoras, cada uno de ellos y ellas es una persona muy especial y con unas historias de vida muy profundas”.
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Por: La Zarzamora
El 15 de agosto del 2021 los talibanes se instalan en el poder, tras una negociada salida de las tropas EEUU (en su mayoría conformadas por servicios contratistas) luego de 20 años de ocupación del territorio Afgano. Desde entonces la situación para mujeres y niñas se ha agravado y vuelto insostenible ante las restricciones establecidas por la dictadura talibana, la eliminación de sus derechos fundamentales sumado a una fuerte crisis económica y alimentaria.
Durante los últimos dos años, la dictadura talibana ha negado a mujeres y niñas los derechos a la educación, al trabajo, a la circulación y reunión. Esto ha conllevado a que las mujeres sufran despidos masivos y pierdan sus puestos de trabajo, así mismo se les prohíbe trabajar para organizaciones humanitarias. El yugo talibán les ha prohibido incluso la entrada a la educación secundaria y superior¹.
La represión a la cual se enfrentan quedó retratada el pasado 20 de agosto, cuando los talibanes detuvieron a 8 mujeres asociadas al movimiento “Unión y Solidaridad de Mujeres Afganas” previo a la realización de una manifestanteación en Kabul. Las manifestantes habrían llegado al lugar, que prontamente fue rodeado por las fuerzas represivas de la misoginia talibana, quienes las retuvieron y apresaron. Hasta el momento las detenidas han sido identificadas como Hajar, Khatol, Lima, Farida Moheb, Husna, y habría 3 cuyos nombres aún no se revelan².
Este hecho sin embargo no es aislado, sino una arbitrariedad cotidiana que deben enfrentar las mujeres, niñas y adolescentes diariamente con la nefasta «policía de la moral» y la violencia patriarcal generalizada.
Las compañeras de Afganistán lograron comunicarse con La Zarzamora y nos expresan:
«En la era actual, los talibanes están tratando de destruir incluso las manifestaciones más pequeñas y básicas de la vida (por ejemplo, el acceso al derecho al trabajo y la educación y la elección de la ropa de las mujeres) y diversas atrocidades y la falta de seguridad y pobreza han aumentado el sufrimiento de nuestras masas miserables, aún las mujeres hemos mantenido viva la llama de la resistencia y la esperanza. No se dan por vencidas y están tratando de alzar la voz por todos los medios posibles y luchar contra el fascismo religioso de los talibanes, estos sirvientes del imperialismo estadounidense. Estamos orgullosas de luchar de la mano de las mujeres que luchan en todo el mundo por la justicia y la libertad, esta lucha nos da fuerza e inspiración».
Mensaje enviado a medio libre La Zarzamora.
Ante este escenario, las integrantes de RAWA (Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán), la organización política y social más antigua de mujeres afganas (1977), realizaron el siguiente comunicado:
Hace dos años, la pesadilla de la toma del poder por los talibanes envolvió a un pueblo que ha sido golpeado por la traición y el fundamentalismo durante muchas décadas. Ese día, por las manos sangrientas de Estados Unidos y el imperialismo occidental, Afganistán fue una vez más arrebatado a las sucias garras de sus sirvientes y tecnócratas yihadistas y puesto en las fauces de sus depredadores talibanes.
Estos dos años han hecho que la nación más desesperada, más desgraciada y más miserable del mundo se vea aún más desastrosamente sumergida en tragedias y sumido a nuestra patria en tiempos prehistóricos: El ataque a todas las manifestaciones de humanidad, libertad y democracia; El aterrador aumento del hambre, el desempleo y la inseguridad.
Los asesinatos y la represión planificados de minorías religiosas y nacionales para intensificar estos conflictos; secuestro, tortura, confesiones forzadas y asesinato de figuras de la oposición y manifestantes al estilo de sus amos del ISI; Consejos de guerra con sentencias de lapidación, azotes y represalias; Censura y presión sin precedentes sobre los medios de comunicación, que llevaron al cierre de la mayoría de los medios; corrupción, saqueo y saqueo hasta tal punto que la gente ahora hablaría del estado cleptocrático caído como «los buenos viejos tiempos»; cerrar las puertas de las escuelas a las niñas mayores de tercer grado y prohibir las actividades de los salones de belleza a partir de las últimas sentencias…
Y lo que han estado atravesando las mujeres de nuestro país desde los últimos dos años es una angustia de múltiples capas y muchas veces más pesada que ha hecho sus vidas más oscuras que la época medieval: cobertura obligatoria, prohibición del derecho al trabajo y a la educación, insultos atroces diarios por parte de las «autoridades de la policía de la moral», el alto número de violencia doméstica y la invulnerabilidad de sus criminales, el aumento de matrimonios de menores, suicidios y asesinatos por honor en todo el país, amenazas, presiones y violaciones de mujeres manifestantes en las cárceles, practicar torturas en sus órganos sexuales (para que no puedan documentar las huellas de la tortura a través de los medios de comunicación e instituciones internacionales) y atrocidades tipo yihadistas sobre ellos, son todos esos pasos y actos que nuestras mujeres están sufriendo hasta los huesos.
Aunque ahora incluso los niños pequeños de nuestro país han llegado a conocer ese fascismo, que en la era de la inteligencia artificial y la conquista de Marte intenta impedir que las niñas «altas» y de más de tercer grado vayan a la escuela, no durará. durante mucho tiempo, pero Estados Unidos y sus aliados todavía tienen sus sangrientas garras aferradas al suelo de Afganistán y la región, especialmente porque China y Rusia se consideran una posible amenaza.
Como podemos ver, al inyectar públicamente paquetes de 40 millones de dólares semanalmente e incontables dólares más en secreto en el cadáver podrido de su producto, se evita el colapso total de su régimen y, en nombre de un Estado «todo incluido», se lucha por formar un gobierno «que incluya a los traidores» y «que incluya a los agentes», que sería el garante de su gobierno a largo plazo, intereses estratégicos, mientras que una nueva generación de productos de la CIA se impondrá a nuestro exhausto pueblo.
Tecnócratas y autovendidos, los intelectuales yihadistas también acechan como buitres inquietos para que, a través de los hilos de sus amos, puedan regresar y derrochar en su paraíso de corrupción y fundamentalismo y con el «apoyo» de su antiguo todopoderoso y restaurar otra administración grotesca. , dominan el destino de nuestra desafortunada Afganistan.
Sin embargo, por otro lado, a pesar de soportar todos los tormentos espirituales, nuestras fuerzas y personalidades progresistas, especialmente nuestras líderes femeninas, no han perdido el arma más valiosa de un movimiento revolucionario: la ESPERANZA. Esperanza de un Afganistán libre del dominio imperialista y libre de la inmundicia del fundamentalismo.
Las masas de Afganistán, ya sea en las aldeas y montañas más remotas o en las ciudades y zonas centrales, ya han alcanzado esta conciencia política más básica de que, excepto haciendo referencia al testimonio de la historia reciente de Afganistán y a la inevitable derrota de las fuerzas reaccionarias, ningún poder podrá detener por mucho tiempo a la nación, aunque agotada y desposeída, de marchar hacia el convoy de la humanidad por mucho tiempo.
Los talibanes, como fuerza mercenaria y de poder, no tiene raíces en la sociedad y sólo busca gobernar con la fuerza de las armas y los dólares de sus propietarios extranjeros, cuya “luna de miel” pronto llegará a su fin con oleadas de resistencia y lucha. Tampoco hay que olvidar ni por un momento que la lucha contra los sanguinarios e ignorantes talibanes será incompleta, inconclusa e ineficaz sin una lucha contra los peores yihadistas gemelos y sus pseudointelectuales sin conciencia que, como indican sus gobiernos iraníes y paquistaníes, gobernantes, siempre harán sonar el tambor de los conflictos étnicos y regionales.
Talibanes quemando instrumentos y equipos musicales.
Desde los primeros días después de reinstalar en el poder a las hienas talibanes, fueron las mujeres afganas quienes se levantaron y comenzaron magníficas y valientes protestas sin temor al pavor de los talibanes, y a pesar de ser azotadas, humilladas, amenazadas y torturadas, lo hicieron. No nos quedaremos callados hasta hoy…. Más recientemente, en protesta contra la decisión de cerrar los salones de belleza, convirtieron las lágrimas en fuerza y organizaron protestas. Seguramente tales oleadas de resistencia y lucha aumentarán y enojarán día a día el espíritu de venganza de las masas.
Para liberarse de las cadenas del fundamentalismo y de cualquier tipo de fascismo y reaccionarios misóginos, no hay otra arma que la conciencia, la organización, la movilización y la lucha. Eliminando a las lobbistas de los talibanes como Madina Mahboobi, Rina Amiri, Mahbooba Saraj, Fatema Gilani, Fawzia Kofi, Habiba Sarabi y… de las filas de las mujeres y organizando formaciones antiimperialistas y antifundamentalistas, eso contiene el antídoto Después de décadas de catástrofes, debemos mantener persistentemente vivo y en expansión el rugido de la lucha antiimperialista y antifundamentalista por una sociedad independiente, democrática y secular.
La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA) sólo conoce una solución y esa es la que nos ha enseñado nuestra mártir Meena: ¡luchar y seguir luchando hasta el final!
¡Que rugan siempre las olas de las luchas de las mujeres por un Afganistán libre, democrático y laico!
¡Que siempre esté exaltada la gloriosa bandera de las mujeres revolucionarias de todo el mundo que son nuestra fuente de orgullo e inspiración!
Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA)⁴
15 de agosto de 2023
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En portada: Familiares de los cinco defensores presos de San Juan Cancuc protestan en la ciudad de San Cristóbal de las Casas.
Este martes (22), a escasos días de cumplir 15 de meses desde la detención de cinco tzeltales, defensores del territorio del municipio San Juan Cancuc, en los Altos de Chiapas, se realizó la audiencia para la apelación de la sentencia de 25 de prisión dictada contra los indígenas.
Ante ello, organizaciones de derechos humanos, Pueblo Creyente y el Movimiento en Defensa de la Vida y el Terrritorio (Modevite) acuerparon la denuncia de los familiares de los cinco presos, quienes, mediante comunicado, acusan “a la Fiscalía Indígena y a la jueza de primera instancia María Guadalupe Flores Rocha por su falta de seriedad y responsabilidad en el juicio de investigación del caso de los acusados, porque no tomaron en cuenta realmente las pruebas”.
Las familias de Agustín Pérez Velasco, Juan Velasco Aguilar, Agustín Pérez Domínguez, Manuel Santiz Cruz y Martín Pérez Domínguez, quienes se encuentran presos por el supuesto delito de “homicidio calificado” de un policía municipal, enfatizan que la muerte del elemento de seguridad “es responsabilidad de la policía municipal de San Juan Cancuc, porque habiendo una clínica con urgencias no lo llevaron y lo dejaron morir en la comandancia municipal”.
Mediante comunicado, difundido previo a la audiencia, resaltan que, dentro de las irregularidades en el caso, no se investigó a la patrulla en la que murió el policía Antonio Aguilar Pérez, ni se realizó investigación en el lugar de los hechos donde elementos de seguridad recogieron con vida al agente, para posteriormente entregarlo a su familia muerto, cinco horas después.
A lo anterior se suman “las contradicciones de los supuestos testigos, la necropsia del cuerpo realizada hasta los 40 días después del fallecido y no se hizo la prueba de taxología, (además de la) alteración de acta de defunción corregida a mano y con corrector”, señalan los familiares de los presos.
Es por estos elementos que los familiares y las organizaciones exigen la liberación inmediata de los cinco presos injustamente “ya que son víctimas de fabricación de delitos por parte de la Fiscalía de Justicia Indígena”.
Fábrica de culpables
A inicios de agosto, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) presentó una denuncia ante el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU, donde argumenta que las detenciones arbitrarias, como en el caso de los defensores de San Juan Cancuc, son un castigo de parte de las estructuras gubernamentales para “quienes se organizan contra la imposición de proyectos de infraestructura carretera en su territorio y lo defiendan de la militarización y contra la imposición de proyectos políticos que violan la autonomía de los pueblos originarios”.
El Frayba resaltó que los cinco indígenas tzeltales forman parte de organizaciones como el Pueblo Creyente, el Modevite y además participan en el Comité de Derechos Humanos de la Parroquia San Juan Evangelista de San Juan Cancuc, mediante las cuales se han posicionado contra megaproyectos que afectan sus territorios, tales como la construcción de una hidroeléctrica en el río Chacté y la ampliación de la denominada “carretera de las culturas”, que pretende conectar a los Altos de Chiapas con el Tren Maya.
“El objetivo de la criminalización a los cinco indígenas fue el de enviar un mensaje ejemplar hacia la población a fin de que no se organicen contra la imposición de proyectos de infraestructura carretera en su territorio y lo defiendan de la militarización”, explicaron integrantes del centro de derechos humanos en la denuncia ante la ONU.
Actualmente, los cinco defensores se encuentran presos en el Centro Estatal de Reinserción Social de Sentenciados No. 5 (CERSS No. 5), ubicado en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Sus familiares y organizaciones exigieron a los magistrados de la Sala Regional Colegiada Mixta, del Tribunal Superior de Justicia de San Cristóbal de Las Casas, “la inmediata liberación de los compañeros, ya que se ve claro la fabricación de delitos por parte de la fiscalía y la colusión con los jueces”.
“Vemos que para el sistema de justicia y los políticos la justicia es una cuestión de cifras y números para tratar de aparentar que no hay impunidad en Chiapas, pero que acaba con las vidas de personas inocentes y sus familias como el caso de nuestros compañeros quienes se encuentran injustamente presos”, resaltaron.
Tras la realización de la audiencia, los magistrados cuentan con un plazo de tres días para dar a conocer su dictamen.
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¿ACASO LA PALABRA OBTENIDA BAJO TORTURA SE PUEDE CONVERTIR EN VERDAD? DE CUANDO LOS ARDILLOS ASESINOS QUISIERON LAVAR SU ROSTRO CON LA SANGRE DE NUESTROS MUERTOS.
Al Ejército Zapatista de Liberación Nacional
Al Congreso Nacional Indígena
Al Concejo Indígena de Gobierno
A la Sexta Nacional e Internacional
A las Redes de Resistencia y Rebeldía
A la Misión Civil de Observación Sexta
A las Organizaciones de Derechos Humanos
A los medios de comunicación
Al movimiento social guerrerense
al pueblo en general
22 de agosto de 2023.
Ante los acontecimientos recientes perpetrados contra pobladores de nuestras comunidades, agradecemos la difusión, el acompañamiento y las muestras de solidaridad de todas y cada una de persona de manera individual, de colectivos honestos y que luchan por la
vida, de las organizaciones de la sociedad civil, de las organizaciones defensoras de
Derechos Humanos y de los medios de comunicación libres, independientes, alternativos o como se llamen y de medios de comunicación; a todos aquellos y aquellas cuya memoria no olvida.
Hechos:
• El 13 de agosto, aproximadamente a las 11:20 de la mañana, Esteban Xochitempa Tepexco (40 años) y su hijo, Juan Xochitempa Macario (16 años), pertenecientes ambos a la comunidad de Xochitempa, habían sido asesinados en la gasolinera de Chilapa, por el grupo narco-paramilitar los ardillos, con el silencio de la policía municipal que opera para los ardillos y pone al servicio de este grupo criminal el sistema de video vigilancia de Chilapa.
• El pasado 17 de agosto de 2023, Nicolás Rodríguez Díaz (25 años), Marcelino Hernández Tecorral (23 años) y Ángel Villalba Salvador (29 años), todos de la comunidad de Zapapexco, fueron secuestrados en el tramo carretero que va de Chilpancingo a Chilapa, en el crucero de Ayahualulco (pueblo del ardillo Celso Ortega), donde hay un retén militar y estatal. Es ahí donde fueron detenidos nuestros compañeros cuando viajaban en una urban rumbo a Chilapa, por 4 hombres fuertemente armados, con ropa de policía Estatal y una patrulla de la Policía Estatal, es aquí donde se mira claramente la vinculación del grupo
narco-paramilitar los ardillos y la policía Estatal de Chilapa, pero también del ejército, por hechos que mencionaremos más adelante. Estos datos fueron aportados por un testigo de una de nuestras comunidades que viajaba en una urban que iba adelante de la urban en la
que viajaban los 3 secuestrados. Este testigo ya había sido interrogado, por los 4 hombres armados, pero dijo ser de una comunidad ajena al CIPOG-EZ, CRAC-PC-PF, pues intuyó que podía ser violentado por estas personas. Lamentablemente, los 3 secuestrados, tenían identificaciones que señalaban que pertenecían a Zacapexco, una de las comunidades del CIPOG-EZ, CRAC-PC-PF, por lo que fueron secuestrados y llevados a Ayahualulco.
• El día 21 de agosto, circularon videos donde Angel Villalba Salvador y Nicolás Rodríguez Díaz, secuestrados el 17 de agosto por los ardillos, en evidente estado de tortura, con las manos atadas a la espalda, hacen declaraciones a difamando al Concejo Indígena y Popular
de Guerrero Emiliano Zapata y a la CRAC-PC-PF, dicen pertenecer a los Tlacos y nombran a nuestro promotor Jesus Plácido Galindo como responsable de enviarlos a pelear contra un grupo delincuencial. Las declaraciones las hacen privados de su libertad, son declaraciones forzadas, bajo tortura, con la desesperanza, el último intento de salvar sus vidas si lo hacen, de jóvenes indígenas, donde aparecen sin playera, con hematomas y signos de tortura y la
mirada fija hacia la cámara.
Destacamos que entre las declaraciones que dieron, hablaron de grupos guerrilleros y dan datos como que en julio de 1996 hubo una emboscada a militares en la comunidad de Ahuejote, entre Chilapa y Tixtla. Mencionan también que hubo otra emboscada en 1998, por parte de la guerrilla a militares en la comunidad de Tepozonalco entre Chilapa y Atlixtac y que en 1992 de diciembre hubo una emboscada de la guerrilla a judiciales en Alcozacán. En estos años ellos aún no nacían y son datos que no tenían los jóvenes. Es clara la insistencia en los ataques al ejército y la exactitud en las fechas y lugares; estos
datos están en la memoria del ejército y del Estado, que no perdona y guarda rencor, por lo que nos sugiere que en el interrogatorio y secuestro no sólo participaron los ardillos y la policía estatal, sino el ejército y el Estado.
• El 21 de agosto, tras los videos, se desata una campaña mediática donde participan medios de comunicación controlados por los ardillos y circulan ampliamente, con la clara intención de borrar la historia de dolor y muerte que nuestras comunidades han vivido, como resultado de la guerra de exterminio que los ardillos han mantenido en contra de las comunidades que pertenecemos al CIPOG-EZ, CRAC-PC-PF.
¿A caso es posible que nuestros muertos y desaparecidos, sean olvidados por unas
declaraciones obtenidas bajo tortura?
¿Es posible que la historia criminal de los ardillos, de asesinatos, tortura, desapariciones, así como su vinculación con los gobiernos municipales y estatales, cambie y ahora sean los ardillos las víctimas y quienes dicen la verdad?
Como si los agresores, asesinos, secuestradores, torturadores, tuvieran “calidad moral” y “credibilidad”, para desacreditar con base en videos donde quienes hablan están secuestrados y están siendo obligados a hablar. La historia no se borra; una larga lista de agravios está escrita con la sangre de nuestros muertos, sangre derramada por los ardillos:
• Más de cincuenta personas asesinadas.
• Más de diez desapariciones forzadas.
• Desplazamiento forzado de comunidades.
• Torturados (descuartizados, quemados, etc).
• Disparos a comunidades, drones con explosivos.
• Ordenes de aprehensión y encarcelados por delitos fabricados.
Delitos de lesa humanidad que van encaminados al exterminio de las comunidades indígenas de la montaña baja de Guerreo que se resisten a pertenecer al grupo criminal los ardillos
(Información que se puede obtener del Informe elaborado por la Misión Civil de Observación, llamado: “Graves Violaciones a los Derechos Humanos en las Comunidades de la Montaña Baja de Guerrero”, se puede consultar en https://www.caminoalandar.org/post/crimenesde-lesa-humanidad-contra-las-comunidades-indígenas-del-cipog-ez-cni-cig-guerrero).
Los delitos anteriormente señalados, aunados a la falta de acceso a los derechos más básicos como lo son: salud, educación, trabajo, acceso a la justicia, seguridad, identidad y al libre tránsito, ya que nuestras comunidades se encuentran cercadas por grupos del crimen organizado que diariamente amenazan, atacan, disparan y nos mantienen en asedio. Es por eso que decimos que el Estado también es cómplice del dolor que viven nuestras comunidades, por el abandono y el silencio que guardan frente a la violencia que vivimos.
Es por lo anterior que sus intentos de desacreditarnos y difamarnos, no nos preocupa; porque sabemos que quienes no olvidan saben que los asesinos son los ardillos. Porque sabemos que quienes han dado seguimiento a nuestro proceso organizativo, así como a los hechos de violencia que hemos vivido, saben quiénes somos, que nuestra palabra ha sido cabal y que no nos vendemos, no nos rendimos y no claudicamos; saben bien que el CIPOG-EZ, es una organización que lucha por la autonomía y por la vida de sus comunidades, no por cargos públicos, ni por recursos económicos.
También decimos con mucha claridad, nosotros y nosotras, las comunidades que nos agrupamos en el CIPOG-EZ, CRAC-PC-PF, nos hacemos responsables por la vida de cada uno de nuestros hermanos y hermanas. Y si llegara a suceder que algún compañero de nuestra organización decide entregarse a los partidos políticos, venderse al crimen organizado y volverse contrario a nuestros principios de la lucha por la vida y el territorio, esto no implica que la organización que se ha mantenido a base de sacrificios y vidas, se tenga que ver implicada con hechos que no correspondan con nuestros principios.
Sepan también que el CIPOG-EZ, CRAC-PC-PF, no es un individuo, que somos 25
comunidades de la Montaña Baja de Guerrero, con presencia en la Costa Chica y Costa Montaña, cuyo máximo órgano de toma de decisiones es la Asamblea y no un individuo que puede tomar decisiones, sean correctas o incorrectas. Pero sí señalamos en este sentido que Jesus Plácido Galindo, ha sido promotor del CIPOG-EZ y hasta hoy se ha mantenido firme a los principios de defensa del territorio y de la vida, por lo que responsabilizamos al Estado por lo que le llegue a suceder ya que nuestro compañero cuenta con el Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de los Derechos Humanos.
No se confundan, nosotros y nosotras, seguiremos en resistencia, por ahora bloqueando la carretera de José Joaquín de Herrera–Chilapa, por justicia para nuestros muertos, por las exigencias de las investigaciones de los presidentes municipales, de la policía municipales de
Chilapa, de Atlixtac, de Quechultenango y demás municipios controlados por los hermanos Ortega Jiménez; esperando a que las autoridades federales y estatales den la cara por la inoperancia de sus instituciones, la infiltración y vinculación de sus autoridades por el crimen organizado.
Por un Guerrero donde nuestros niños y niñas, abuelos y abuelas, hombres y mujeres, vivan en paz.
VIVAN LOS PUEBLOS INDÍGENAS!
¡VIVA EL CONGRESO NACIONAL INDÍGENA!
¡VIVA EL CONGRESO NACIONAL INDÍGENA!
NUNCA MÁS UN MÉXICO SIN NOSOTROS
Comisarios, Autoridades y promotores del Concejo Indígena y Popular de Guerrero Emiliano Zapata (CIPOG-EZ)
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En las primeras horas de la mañana del jueves pasado, 5h30 para ser más exacto, Agentes de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Yucatán y centenas de policías de la Secretaría de Seguridad Pública irrumpieron en la comunidad maya de Ixil para asegurar un predio de 324 hectáreas. Presumiblemente esta propiedad es privada y pertenece a los empresarios Chikri Abimerhi Bodib, Gerardo José Millet Palomeque y Gerardo José Millet Menéndez.
Los campesinos se movilizaron inmediatamente. Consideran que es un acto de despojo. “La policía cortó los caminos de acceso a las áreas de cultivo e impidió que entráramos en nuestras tierras. Cuando intentamos entrar, la policía nos agredió con gases lacrimógenos y piedras”, dijo Luis David Quijano Pool, ex comisario ejidal de Ixil, en una conferencia de prensa.
Este predio, que se encuentra localizado a 20km al nororiente de Mérida, Yucatán, según la Fiscalía de este estado, es reclamado por los empresarios que dicen ser los dueños legítimos. Por ello interpusieron una denuncia por usurpación del bien inmueble, de manera que se abrió la carpeta de investigación UNATD11-GD/882/2023.
No obstante, la comunidad reclama que estas son tierras comunales que les pertenecen. Los respalda la Resolución Presidencial de Ampliación del ejido de Ixil, firmada por el expresidente Lázaro Cárdenas el 3 de septiembre de 1937 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 4 de julio de 1939.
“Los Abimerhi y Millet han usado su influencia política sobre el gobierno de Mauricio Vila (gobernador de Yucatán) para agredir al pueblo de Ixil. Afirman que la tierra es de ellos, pero todos en Ixil conocemos la Resolución”, dijo Beatriz Garrido Vallejos, vecina de ixil.
Los empresarios han realizado varios intentos, con apoyo de la seguridad pública, de tomar posesión de este predio. “Desde el año pasado (2022), el 4 de agosto, hemos sido atropellados y no nos han dejado descansar. El gobierno lo sabe. Nos están tratando como criminales, ni a los criminales los desplazan con 500 elementos de la policía”, señaló una mujer vecina de esta comunidad que omitió su nombre.
Los vecinos de Ixil también alertaron que se está recurriendo a grupos delincuenciales para presionar a la población de Ixil. “También trajeron en la noche a un grupo de personas ajenas a la comunidad con aspecto de delincuentes y los metieron en esos terrenos para amedrentar a los campesinos. Estuvieron entrando en los predios cultivados por la comunidad, y se robaron herramientas de trabajo”, agregó el vecino Jorge Yam Ek.
El saldo
Durante el operativo policiaco, la comunidad fue atacada con gas lacrimógeno, piedras y fue agredida verbalmente. Un integrante de la comunidad fue herido mientras intentaba cruzar por esta vía para ir a dar de comer a sus animales. Fue llevado de urgencia al Hospital General Dr. Agustín O’Horán, en Mérida.
“Mi esposo me contó que estaba pidiendo permiso para pasar a ver sus animales, ellos (los policías) no le contestaron. También preguntó por el comandante. Él arrancó su moto para poder pasar y lo agredieron. Afortunadamente no está muy grave. Sí, está muy golpeado, pero no tienen ningún hueso roto”, señaló Antonia Trinidad Cisneros, esposa del herido.
De acuerdo con los indígenas, los oficiales a cargo del operativo se negaron a identificarse ante la comunidad.
Los empresarios
Durante el operativo, algunos representantes de las familias Abimerhi y Millet hicieron acto de presencia. Estas familias se han hecho dueñas de diversas tierras en la región y son consideradas como parte de la oligarquía yucateca.
Chikri Abimerhi Bodib es líder en la cadena de gasolineras y gaseras privadas, las cuales suministran combustible a las industrias, empresas hoteleras y a particulares. También figura en el ramo del servicio de grúas y servicio para colisión de automóviles.
Los primos, Gerardo José Millet Palomeque y Gerardo José Millet Menéndez se destacan en la compra y venta de lotes, al sector hotelero y de bienes inmuebles.
Los vecinos temen que estos empresarios lotifiquen estas tierras para su venta. “Ahí hay abejas, hay apiarios. Hay gente que está cultivando y lo va a seguir haciendo. ¿por qué nos piden credencial para pasar, si estamos en nuestra tierra, no estamos en otro país. Definitivamente nos tratan como delincuentes”, expresa la señora Trinidad.
Trinidad puntualiza que la fiscalía no solo respalda a estos empresarios, sino que, además, tiene una “larga historia de apoyar despojos de tierras ejidales en Yucatán. El ex subprocurador de la FGE, Rafael Acosta Solís, es uno de los principales despojadores de tierras, y asesora a Alejandro Escoffié, que lleva años intentando despojar las tierras de Ixil para entregárselas a empresarios corruptos”, además, asegura que ni siquiera conocen la orden y denuncia realizada ante la Fiscalía que “ordena despojarnos de nuestras tierras”
Acciones
En la actualidad los ejidatarios y sus familias son los que cultivan y cuidan las tierras. Junto a los vecinos de Ixil, aseguraron que van a defender su territorio y que la represión no los va a desmovilizar. Por ello llaman a sumarse a un boicot contra gasolineras Abimerhi. “Pedimos que no compren a las empresas de estas familias que están queriendo despojar a nuestro pueblo de la tierra de la que vivimos”, declaró Mercedes Cocom Noriega, ejidataria de Ixil.
Noriega también solicitó la solidaridad para sumar firmas en una campaña que sostienen actualmente en la plataforma Change (https://chng.it/jMrHpJXtfq), la cual ya suma más de 3 mil firmas. La campaña se llama: ¡Detengan el Despojo y la Violencia Policial en la Comunidad Maya de Ixil!
Los ejidatarios y vecinos de Ixil anunciaron que se movilizarán en marcha de protesta en Mérida el 16 de septiembre, el día de la independencia.
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San Juan Cancuc, Chiapas, México, A 22 de agosto de 2023
Mateo 5, 12 “DICHOSOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED JUSTICIA, POR QUE SERÁN SACIADOS DICHOSOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ, POR QUE SE LES LLAMARA HIJOS DE DIOS
DENUNCIA PUBLICA
A los 15 meses de detención, encarcelamiento y condena de 25 años de cárcel, hoy 22 de agosto de 2023 se lleva a cabo la audiencia de apelación de los compañeros: Manuel Santiz Cruz, Martín Pérez Domínguez, Agustín Pérez Velasco, Agustín Pérez Domínguez y Juan Velasco Aguilar.
Como pueblo creyente, derechos humanos y modevite nos unimos a las familias de los compañeros mencionados anteriormente, para denunciar a la Fiscalía Indígena y la jueza de primera instancia Maria Guadalupe Flores Rocha por su falta de seriedad y responsabilidad en el juicio de investigación del caso de los acusados porque no tomaron en cuenta realmente las pruebas: por ejemplo las contradicciónes de los supuestos testigos , la necropsia, del cuerpo realizada hasta los 40 días después del fallecido y no se hizo la prueba de taxología, alteración de acta de defunción corregida a mano y con corrector, ni tampoco investigaron la patrulla en la que murió, no realizaron ninguna investigación en el lugar de los hechos, la policía recogió con vida al señor Antonio Aguilar Pérez a las 5 am y hasta las 10 de la mañana lo entregaron a su familia ya muerto.
Esta muerte es responsabilidad de la policía municipal de San Juan Cancuc, por que habiendo una clínica con urgencias no lo llevaron y lo dejaron morir en la comandancia municipal.
Exigimos a los magistrados Julio Cesar Pascacio Pérez, Pedro Raúl López Hernández y Josue Alejandro Utrilla Bravo de la Sala Regional Colegiada Mixta, del Tribunal Superior de Justicia de San Cristóbal de Las Casas, que dicten una sentencia de segunda instancia realmente apegada a derecho y a la constitución y ordenen la inmediata liberación de los cinco compañeros presos injustamente, ya que son víctimas de fabricación de delitos por parte de la Fiscalía de Justicia Indígena.