3 POSDATAS 3 III.- POSDATA PATRIÓTICA Una pesadilla con escudo, himno y bandera (y, claro, CURP biométrico) | ͶÀTIꟼAƆ ⅃Ǝ | Julio de 2025
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III.- POSDATA PATRIÓTICA
Una pesadilla con escudo, himno y bandera (y, claro, CURP biométrico).
Vamos a suponer un escenario ficticio: las posiciones que las fuerzas armadas norteamericanas han tomado en la frontera con México y en aguas del Golfo de México y del Pacífico, no son para amenazar, presionar o vigilar a los cárteles. Tampoco para escaramuzas o golpes de mano de entrada por salida en contra de algún cártel. La disposición estratégica de esas fuerzas es para una invasión.
Si esto fuera así, entonces las referencias al himno nacional serían más bien algo retórico. Un llamado a la unidad nacional, como en los tiempos de Luis Echevarría Álvarez y José López Portillo.
Siempre siguiendo con el supositorio, entonces se esperaría que los malos gobiernos empezarían preparativos: se activaría el Servicio Militar Obligatorio y se instruiría a la población civil en el manejo de armas de fuego, construcción de defensas, usos de abrigo y cubierta, conocimiento del terreno, cadena de mando. Claro, para eso habría que dotar a la población civil de armamento, por muy rudimentario que éste sea. Y las fuerzas armadas reorientarían sus acciones a la preparación de la defensa.
La prueba de que esto es impensable para los gobiernos es que precisamente la llamada ley de la guardia nacional aprobada iría en sentido contrario. Toda la estructura y estrategia de las fuerzas armadas en México estarían, en lo militar, dispuestas no para el control interno, sino para la defensa frente a un ataque del extranjero. Y los ejércitos no estarían diseñando, construyendo y administrando los megaproyectos de la propaganda oficialista de la 4T.
Supongamos que el señor Trump no se conforma con doblegar a México con aranceles, cierres selectivos de fronteras, y con medidas comerciales y financieras. Supongamos que el Trump es alguien ansioso por darse a notar, por “pasar a la historia” (¿les suena?). Supongamos que no le interesa un dominio discreto y callado de su objetivo, y que necesita alardear y piensa que nada mejor que las armas para hacerlo. Supongamos que el Trump es un “buleador” que no sólo necesita humillar a su objetivo, necesita que se vea, que esa acción cobarde “sirva de lección”. Claro, inteligente no es, pero tiene el arma cargada y apuntando.
¿Con qué contaría a su favor?
Un punto esencial de una invasión es tener una casus belli, un motivo pues, para esa guerra.
Eduardo Ramírez Aguilar, quien dice gobernar el suroriental estado mexicano de Chiapas, les habría dado ya, a los gringos, la pauta a seguir en esta situación hipotética. Sus fuerzas armadas locales invadieron momentáneamente el vecino país de Guatemala y él inmediatamente justificó la torpeza acusando a ese gobierno… de complicidad y de proteger al crimen organizado (lo mismo que dicen los gringos respecto a México). Claro que le dieron su coscorrón desde el centro, pero el mal estaba y está hecho.
Con su nueva prerrogativa, las fuerzas militares, en lugar de espiar a quienes critican y se oponen a la 4T, recabaría información sobre el terreno y de las capacidades militares del probable agresor.
Por su parte, la parte agresora recabaría la información necesaria sobre el objetivo de la invasión. Y, como se ha visto, pesaría más la información sobre el carácter del enemigo, su sicología, su modo pues.
Otro elemento para considerar en esa supuesta invasión sería si tiene apoyo local en el territorio invadido.
Porque, a diferencia de Ucrania y Palestina, donde no apareció -o no ha aparecido todavía-, un Juan Guaidó como en Venezuela, en México sí hay quien suspira y aspira a ser parte de la Unión Americana.
La ultraderecha (también conocida como “la oposición”) quiere hacerse notar. La alharaca que arman los siete días de la semana no tiene como destinatario al votante. Éste ya está militando en el oficialismo con el pago de los cada vez más raquíticos, a la hora de llegar al destinatario, apoyos sociales.
Se equivoca el oficialismo al festinar que la histeria de la derecha no produzca ningún efecto apreciable en lo que le importa: las votaciones.
La ultraderecha no hace berrinche y patalea para que la gente de México le mire. Es para que en “el norte revuelto y brutal” la tomen en cuenta.
Este sector, aunque pequeño en número, es bastante “ruidoso” en medios de comunicación. Sin embargo, tendría al menos dos problemas:
Uno es el cuándo exponerse como lo que son. Y cuando dicen, en sus sobremesas, “México no será Venezuela”, lo hacen pensando en no mostrarse hasta que la bandera de las barras y las turbias estrellas ondee sobre el antiguo Palacio de Cortés. “No seremos Juan Guaidó, que se quedó esperando el desembarco de los marines”, se dicen.
Pero, dos, el problema más grande que tienen sería decidir quién sería quien recibiría como anfitrión al invasor. Y en su afán de tomar la delantera, se revelarían. ¿Alito? ¿Anaya? ¿Salinas Pliego? ¿Un triunvirato? Esto último tiene el encanto de lo clásico.
En general, actualmente la 4T le debe mucho a la ultraderecha. Sus eructos mediáticos le dan cohesión interna, discurso patriotero y munición para las mañaneras y los cagatintas afines.
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Y en esto, la mirada al pasado, la ultraderecha coincide con el oficialismo (Partido Movimiento de Regeneración Nacional, Partido Verde Ecologista y el Partido del Trabajo -los 3 con la paradoja en sus nombres-).
Una y otra vez, en la escuela de cuadros de esos partidos, o sea en la “mañanera”, se repite que el pasado prehispánico fue esplendoroso (en realidad, se refieren a su adoración por el imperio azteca -que eso fue, un imperio-). Por eso rescriben la historia para acomodarla a su contentillo.
Mientras en la ultraderecha suspirarían por ver marchar al ejército norteamericano sobre Reforma, en el oficialismo unos soñarían con que sea el ejército ruso; otros el chino, y, bueno, el PT anhelaría la llegada del ejército de… ¡Corea del Norte!
En la ultraderecha y el oficialismo la disyuntiva sería quién estaría en la parte más alta de la pirámide. Un cambio en la parte superior de la pirámide o un cambio de pirámide, pues.
En esta situación hipotética, ¿imagina usted a los próceres de la 4T empuñando un FX-05 Xiuhcóatl (Serpiente de Fuego) calibre 5.56 mm? ¿Los imagina enfrentando con sus heroicos pechos las balas del invasor? ¿O los imagina corriendo a esconderse? Oh, oh, en este escenario hipotético no hay donde meterse. A menos que cambien de bando…
Cierto, tiene usted razón: ¡qué bueno que esto no va a suceder! No hay nada en el horizonte que haga suponer algo parecido. Son sólo ganas del Capitán de incordiar y arruinar la comida.
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Si se mira a la clase política, este país llamado México es un país con muchas mentiras. Muchos jefes -y jefas, según-. Sobran generales, falta tropa. Cada uno o una con su propia guerra para subir en la pirámide. Sus llamados a la unidad nacional son inútiles porque ni siquiera pueden unir a su organización partidaria.
Además: corrupción, ineficiencia e incapacidad (por ejemplo, frente a inundaciones y sequías), demagogia refrita, indigenismo de escaparate, voces “independientes” a sueldo: freelances y sicarios en la mañanera, las columnas especializadas, la institucionalización de las trampas (porque un acordeón es una vieja trampa escolar).
Mientras, como señal de cambio, el país pasa de ser un cementerio clandestino a una zona de desapariciones. Y se celebra como avance: “han disminuido las muertes violentas”, aunque ahora aumentan las desapariciones. El No Lugar como patria con CURP biométrico.
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Dudas:
1.- ¿Entonces lo que había que sembrar era maíz y frijol y no arbolitos comerciables?
2.- En consecuencia, ya que el oficialismo reconoce destrucción de la naturaleza con el Tren Maya (“no vamos a tumbar ni un árbol”, dijo el Supremo), y acorde con la política exterior de exigir disculpas, ¿le van a pedir perdón a las personas de “Sélvame del Tren” por los insultos, acosos y presiones, y a reconocer que tenían razón en sus denuncias? ¿Y a las comunidades originarias afectadas?
3.- Ah, ¿entonces no fue cierto que terminaron con el llamado huachicol?
4.- La situación actual, ¿significa que la política de “abrazos y no madrazos” no valió ídem?
5.- ¿Entonces el Salinas “bueno” (Ricardo Salinas Pliego) no es tan bueno, y fue un error financiarlo con la administración de los programas del Bienestar en los primeros años del sexenio pasado? ¿Ahora el Salinas “malo” (Carlos Salinas de Gortari) pasará a ser “el licenciado Salinas”?
6.- ¿Por qué sí hay tiempo, disposición y “buena voluntad” para recibir al paradójico Carlos Slim, al secretario de Estado gringo y a los grandes empresarios (pura gente bonita, oiga), pero no para recibir a la CNTE y las madres buscadoras? ¿Porque son feas y feos? ¿Porque son “come-cuando-hay-y-cuando-no-pos-no-oiga”? Ah, ¿por qué están en la base de la pirámide?
7.- Al acusar al inefable Alfonso Romo de lavado de dinero, ¿el gobierno gringo demuestra que aprendió del crimen organizado? ¿Así como, para advertir a Clara Brugada que no se salga de la vía del tren, le asesinan a dos colaboradores? ¿O para quién es la advertencia?
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Pero no todo es el desfiguro de la clase política nacional e internacional allá arriba.
Abajo…
Hay quien busca y, aunque tarde, no se rinde, no se vende y no claudica.
Hay quien no mira hacia arriba, sino que mira el espejo.
Hay quien, viéndose en otros, otras, otroas, se encuentra.
Porque “en el planeta entero nacen y crecen rebeldías que se niegan a aceptar los límites de esquemas, reglas, leyes y preceptos. Porque no son sólo dos los géneros, ni siete los colores, ni los puntos cardinales son cuatro, ni uno el mundo” (Semillero Comandanta Ramona, el 9 de agosto del 2018).
Desde las montañas del Sureste Mexicano.

El Capitán.
México, ya en Julio del 2025.
3 POSDATAS 3 II.- POSDATA DE RAZAS Y OTRAS DIFERENCIAS. Un continente, muchos colores | ͶÀTIꟼAƆ ⅃Ǝ | Junio de 2025
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II.- POSDATA DE RAZAS Y OTRAS DIFERENCIAS.
Un continente, muchos colores.
Si usted pintara cada geografía con un color diferente, ¿cuál sería el elegido?
Pongamos que, en el continente americano, usted escoge el amarillo tirando a naranja. Es un color muy a la moda en el norte de ese continente. Muy a tono con el ICE gringo, cuyas tropas ocultan sus rostros para no mostrar que su piel tal vez es del mismo color que sus perseguidos. “Beaners” o “frijoleros”, es el término despectivo que usan para describir a sus víctimas. Con esa doble referencia a lo que se come y al color de la piel. También solían usar el de “cafecitos” (“brownies”).
El color de la piel y las identidades culturales son, para los de arriba y sus sicarios, un recurso para identificar al enemigo a liquidar. El ejército mexicano (hoy tan adorado por el progresismo que ayer clamaba contra él), cuando invadió territorio zapatista en 1995 -producto de la traición de Ernesto Zedillo Ponce de León en febrero de ese año-, atacaba a las comunidades para robar (como ahora lo hace la llamada Fuerza de Reacción Inmediata Pakal del gobierno estatal de Chiapas) las pocas pertenencias de los originarios. Al invadir gritaban: “¡Pinches indios pozoleros!”
Lo paradójico es que, cuando se desertaban, los soldados pasaban por las mismas comunidades que habían saqueado, suplicando por un poco de… pozol.
Pero no se distraiga usted con recuerdos políticamente incorrectos hoy día. Estamos hablando de colores de piel.
Hay más: por ejemplo, la lengua. Para el señor Trump es evidente que los “frijoleros” no sólo hablan muy otro el inglés, también han creado su propia lengua.
En enero de 1994, cuando decenas de miles de federales arribaron a Chiapas para “acabar con los transgresores de la ley”, un oficial que se desertó cuando se dio cuenta de a quién perseguían, nos contó que preguntaban a los altos mandos cómo identificaban a “los zapatistas”. Los generales respondían: “son bajitos, piel oscura, hablan mal o no hablan español, y sus ropas son muy de museo y tienda de artesanías”. La tropa se miraba entre sí. Eran millones quienes respondían a esa descripción.
Traigo este recuerdo porque ése es el criterio “criminal” que usa el ICE gringo para detener, golpear, encarcelar y deportar a migrantes.
¿Importa que el detenido tenga papeles? No, lo que importa es el color de su piel, su slang, argot, jerga (acá decimos “el modo”), su bigote, su ropa holgada, y que, frente a una hamburguesa y unos tacos, elige… los tacos (“con cilantro, cebolla, tomate y harta salsa por favor”). Si además es parte del movimiento LGBTIQ+, bueno, pues es un criminal con todas las agravantes.
En los primeros años del alzamiento, en los cuarteles del ejército federal, hacían lo posible por convencer a las tropas de atacar a los zapatistas. Por ejemplo, les presentaban obras de teatro (un recurso pedagógico válido) donde el finado SupMarcos era gay, homosexual, puto, maricón, mariposón, mayate, muerde-almohadas, o como se les diga ahora. Todos querían interpretar el papel del finado porque, lo que sea de cada quien, era guapo el hombre.
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Empezamos con colores de piel, de ahí a cultura, lengua, estatura, comida, ropa, identidad sexual y afectiva, etcétera. Agregue ahora su condición, legal o no, de tener otra geografía como lugar de nacimiento propio o de sus antecesores. Migrante, o de padres, abuelos, bisabuelos migrantes. Ahí tiene usted el perfil del criminal a perseguir.
Ahora contemple cualquier geografía e identifique a las personas que cumplan con ese perfil “científico” (que apenaría a cualquier serie gringa donde la policía siempre es brillante, bonita y, sobre todo, incorruptible y respetuosa de la ley), y verá que son millones.
Sin ir muy lejos, el gabinete de Trump tiene, en sus puestos claves, a descendientes de migrantes. Marco Rubio, secretario de Estado, no tiene un apellido muy anglo que digamos y es hijo de migrantes cubanos. Kristy Noem, secretaria de seguridad nacional, es de ascendencia noruega. Sin puesto (todavía) en el gabinete, está el senador de ultraderecha Ted Cruz, de padre cubano, y se llama Rafael. Lori Chavez, secretaria del trabajo, es de ascendencia mexicana. Trump es descendiente de migrantes y su señora esposa es eslovena de nacimiento.
Puesto que está difícil diferenciar con esos criterios, entonces ubiquemos el argumento reiterado: son delincuentes. En realidad, lo que no se dice es que los toman como “potenciales delincuentes”.
Deje usted de lado que varios de ese gabinete tienen acusaciones de abuso sexual y drogas. No está probado. Entonces concéntrese en quienes son convictos, es decir, juzgados y declarados culpables. ¿Lo ve?, sí, Donald Trump.
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En cuanto a migración, los llamados, pretenciosamente, Estados Nacionales, por iniciativa propia, y coincidiendo luego con la posición policíaca norteamericana, hacen lo propio. Al sur de la Unión Americana, México ha puesto un dispositivo criminal contra la migración que proviene de Centroamérica y, a través de ésta, de otros países. El Instituto Nacional de Migración es una réplica, en ilegalidad, brutalidad, arbitrariedad y violencia, de la Border Patrol y el ICE de los EUA. Y el racismo en la sociedad no se queda atrás. Claro, con sus diferencias. En USA los golpean, los encarcelan y los deportan. En México los venden a los cárteles postores, los extorsionan, encierran, desaparecen, asesinan… y los queman vivos.
En El Salvador, Bukele (formado en la escuela de cuadros del FMLN hecho partido) los encierra y televisa las condiciones en que se encuentran. Lo que no impide que reciba su tajada del crimen organizado.
La historia se repite en el resto de los países que tienen en esos colores oscuros su fundamento y su historia. En el Chile progresista (já) y la Argentina de Milei, la gente de la tierra, el pueblo Mapuche, es acosado desde siglos (aunque ha salido 10, 100, mil veces vencedor). En el Brasil progresista, en el Amazonas opera un etnocidio “silencioso”. Geografías como Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia reprimen como pueden las protestas y rebeliones de originarios, quienes tienen el color de la tierra.
Y sin embargo, en los escaparates del progresismo (que, paradójicamente, se empeña en reivindicar el pasado), a veces lucen sus galas algunos maniquís “indígenas” que aspiran, como servidumbre, a que su color sea tolerado en los pisos superiores de la pirámide. O sea, como adorno de bisutería, barato y reemplazable.
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Los Estados Nacionales nacen del despojo de riquezas. Pero no sólo de ellas, también de identidades, diferencias y particularidades. El Estado Nación, con el mito de la ciudadanía, impone una homogeneidad y hegemoniza. Bandera, escudo, himno, fuerza armada, equipos nacionales de deportes, historia y lengua oficiales, moneda, estructura legal e impartición de la justicia; todo contribuye a suplantar, con una imposición violenta, las diferencias de color, raza, lengua, género y, ojo, posición social, historia y cultura.
Es “ciudadano” el negro, el café, el amarillo, el rojo, el blanco. Lo es el alto y el chaparro; el gordo y el flaco; el hombre, la mujer y loa otroa; el mestizo y el indígena; el patrón y el empleado; el rico y el pobre.
En este sentido es igual el pueblo originario que es despojado de su territorio, que el que ejecuta la orden de desalojo y el funcionario “indígena” que avaló ese robo. La mujer víctima de violencia es igual que el macho que la desaparece, asesina o agrede. La persona transgénero es igual que el policía que se “excede” en el cumplimiento de su deber. La empleada de una cafetería es igual que Carlos Slim. Y así.
Y esas “ciudadanías” se respaldan en una nacionalidad, la que, a su vez, sostiene los argumentos para genocidios, crímenes de todos los tamaños, y guerras… para eliminar a los prescindibles.
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Si hay diferentes colores arriba, en la cúspide de la pirámide, y abajo, en la base que soporta sobre sus corazones el peso de la riqueza de los de arriba, ¿cuál es entonces la diferencia?
El lugar en la pirámide.
Con todas sus diferencias, particularidades, colores, quienes están en la base de esa estructura tienen en común que son desechables. Y, por lo mismo, las guerras (en todas sus variantes) son para deshacerse de ellos.
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En todos los rincones de este planeta, incluso los más apartados, hay una pirámide mediana, grande o pequeña. Se piensa a sí misma como eterna, poderosa e indestructible.
Hasta que alguien dice “no más”, se hace colectivo organizado y la derriba al grito de…
| ¡A la chingada el pirámide! اللعنة على الهرم jebem ti piramidu γαμώ την πυραμίδα Fuck the pyramid scheiß auf die Pyramide fanculo la pirámide putain la pyramide merda á pirámide мамка му, пирамидата 屌個金字塔 a la xingada la pirámide ser*u na pyramidu 他妈的金字塔 피라미드 엿먹어 kneppe pyramiden do kelu pyramídu kurat püramiidist vittu pyramidi joder pe pirámide rehe לעזאזל עם הפירמידה | neuk de pirámide baszd meg a piramis tada leis an pirimid fokkið við pýramídanum ピラミッドなんてクソくらえ pîramîdê qelandin Pyramidem in malam rem! Ssexsi lpiramid xijtlasojtla nopa pirámide knulle pyramiden لعنت به هرم pieprzyć piramidę foda-se a pirámide pirámide nisqawan joder la dracu’ cu piramida к черту пирамиду је*и пирамиду knulla pyramiden piramiti siktir et до біса піраміду. piramideari madarikatua shaya iphiramidi |
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Pero, en su lugar, ¿hacemos otra pirámide?
¿O algo diferente?
Tal vez en un encuentro de algunas partes del todo se insinúe una respuesta.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.

El Capitán.
Junio del 2025.





