
resistencia
(Español) “Quien lucha por la vida no muere” – A 100 años del asesinato del General Emiliano Zapata
Es Chinameca y es 10 de abril un siglo después del crimen. Aquí, donde murió asesinado, Zapata quema y nos espabila. El sol abrasador entra por los pies, por la cabeza y hasta por las uñas. Las gargantas secas de los pueblos en lucha y de las organizaciones en resistencia y rebeldía se empapan cuando denuncian otros asesinatos mucho más recientes. Aquí Zapata es anhelo y horizonte. Su recuerdo nos empuja hacia delante. Entre maizales que ya quieren lluvia caminan 134 organizaciones de 28 estados mexicanos y otros cuatro países. Andan a pie la ruta que anduvo Zapata montado en un alazán y acompañado por 15 revolucionarios en 1919. Acostumbradas a seguir andando, voces en lucha exigen un alto al despojo y a la destrucción que generará el Proyecto Integral Morelos con su termoeléctrica. “¡Viva Zapata, vivan los ríos, vivan los bosques!”, van a gritar.
Entreveradas con un festival escolar, decenas de consignas reciben en la puerta de la hacienda a centenares de jóvenes que, mientras marchan, escuchan “¡agua sí, termo no!” y “¡Samir no murió, el gobierno lo mató!”. Desde un templete sencillo, hablan mujeres y hombres del Congreso Nacional Indígena y su Concejo Indígena de Gobierno, del Comité de Padres de Familia de Amilcingo, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Morelos, Puebla y Tlaxcala, de la Asamblea Permanente de los Pueblos de Morelos, de la revolución del Kurdistán, de policías comunitarias, de colectivos de música y arte. La vocera del CIG, María de Jesús Patricio Martínez, transmite el mensaje del Subcomandante Insurgente Moisés, vocero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que nos convoca y aglutina.
En Amilcingo, en Cuautla, en Ayala y en Huexca, Zapata pesa. De ahí el aplomo con que enfrentan su duelo familiares y compas de lucha de Samir Flores Soberanes, asesinado unos días después de que lo marcara con virulencia un presidente que hoy no se atrevió a venir a señalarnos. Al terminar el acto en Chinameca hay que volver a Huexca. En las puertas de una de las dos termoeléctricas que, junto con un acueducto y un gasoducto, contempla el PIM, la protesta se calienta tanto como el entorno. Ahí el dolor se desborda despacio. La poca prisa con que decenas de personas se arremolinan en la puerta cerrada contrasta con la velocidad a la que abandonan la termo quienes ahí trabajan.
Muy lejos de lo profundo, de lo que duele, se busca impulsar un Zapata a modo y una revolución a la medida de franjas sociales que dicen no querer más violencia mientras aplauden el nacimiento de una guardia nacional. En los albores de nuestra militarización permanente, toda la fuerza de los medios de comunicación gubernamentales, toda la ambición de sus instituciones se concentran en inventar una historia donde la muerte es chida porque es light. El fiasco de Museo de la Revolución Mexicana remodelado por Marcelo Ebrard en 2010 nos advierte que sólo se aceptará hablar de procesos que resulten wow. Zapata hípster, Zapata classy, Zapata súper cool. Una revolución que se contempla y se disfruta porque no habla de despojo, desprecio, explotación ni represión.
Pero “quien lucha por la vida no muere”, como dijo una luchadora en Amilcingo el día anterior, donde tanto Zapata como Samir Flores Soberanes estuvieron presentes de una forma muy otra. Allí, en Amilcingo, en la escuela por la que tanto luchó Samir Flores y que ahora lleva su nombre, se celebró una asamblea que congregó al Congreso Nacional Indígena y su Concejo Indígena de Gobierno, a las Redes de Resistencia y Rebeldía, a adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y a más de una centena de organizaciones que luchan por la vida en México y varios otros países. En cinco mesas de trabajo se analizó la presente administración y lo que la supuesta “cuarta transformación” significa para los pueblos. El diagnóstico fue unánime: continuidad. Continuidad de un proyecto neoliberal de nación. Continuidad del desarrollismo, de la privatización del sector energético, del despojo de tierras y territorios, de destrucción del medio ambiente, de una educación orientada a los intereses del capital, de la militarización, de la criminalización de la resistencia y la oposición, del clientelismo, de la devastación.
Y sin embargo, también fue unánime la percepción de que esta administración es aún más peligrosa que las anteriores, pues oculta su verdadera afiliación tras un ropaje de “izquierda” y la apropiación de discursos y formas propias de los pueblos, como las supuestas consultas con las que se pretende legitimar megaproyectos devastadores como el Proyecto Integral Morelos, el Corredor Transístmico y el Tren Maya.
Los pueblos, organizaciones e individuos que participaron en la asamblea acordaron unir fuerzas para enfrentar la amenaza, declarando emergencia nacional ante cualquier intento de imponer megaproyectos que atenten contra los pueblos y sus territorios, construyendo y fortaleciendo la articulación de luchas locales, regionales y nacionales. Y será justamente en el Istmo de Tehuantepec, uno de los territorios más amenazados por los proyectos del capital, donde se realizará la segunda asamblea de esta articulación de fuerzas que se rehúsa a aceptar la versión hipster de una revolución inofensiva porque no cambia nada. “Aquí quien habla es la tierra. Es la voz de la tierra, los ríos, las montañas, los cerros, el manantial —dijo la misma compañera, incansable con sus muchos años a cuestas—. Damos gracias a este lugar, porque lo más hermoso de un pueblo es cuando nos unimos todos. Aquí nos quitamos el yugo… es lo que estamos haciendo.”
En Chinameca y en 10 de abril se mezclan pasado y presente con miras a un mejor futuro porque “en esta tierra se gesta la revolución”. Los pueblos que trabajan por tierra y libertad se organizan en el dolor y la rabia. Desde su templete sencillo se escuchan verdades complejas. “Si no nos unimos y no nos volvemos más rebeldes” nos van a seguir aplastando. Que sepan las empresas que “la tierra está viva y a ella nos debemos”, que aquí, como en el Kurdistán, “las mujeres abren los caminos que el patriarcado les cierra” y que “las ideas no pueden ser detenidas”. Zapata vive, Samir vive. Aquí la lucha sigue. “AMLO no es el dueño” del agua ni de la tierra ni del aire ni del fuego. “No le venimos a hacer la guerra; él nos la hizo a nosotros”. Que le informen “que la dignidad no se vende y que la vida no se negocia”. Aquí “nos faltan 43” y miles más. En esta tierra donde mataron a Zapata y a Samir, “cada gota de nuestro sudor, cada sangre es para generar más conciencia”. Aquí nombramos y recordamos cada asesinato, cada desaparición, cada tortura porque no somos “rebaños de esclavos”. Y aunque “ha reaparecido la guerra de antes”, nos organizamos y avanzamos.
Aquí, “la lucha zapatista pervivirá, los pueblos originarios pervivirán”.
Ve las imágenes:
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Message from the Zapatista Army for National Liberation on the 100th Anniversary of the Assassination of General Emiliano Zapata
ZAPATISTA ARMY OF NATIONAL LIBERATION
MEXICO
April 2019
To the family and friends of Samir Flores Soberanes:
To the Assembly of the Amilcingo Resistance:
To the Morelos-Puebla-Tlaxcala People’s Front in Defense of the Land and Water:
To the National Indigenous Congress:
To the Indigenous Governing Council:
To the National and International Sixth:
To the CIG Support Networks and the Networks of Resistance and Rebellion:
To all those who struggle against the capitalist system:
Sisters and brothers:
Compañeros and compañeras:
This is Subcomandante Insurgente Moisés, writing you on behalf of all of the Zapatista women, men, children, and elders. It is my job, as EZLN spokesperson, to communicate our collective word.
We also send you our collective embrace from the mountains of the Mexican southeast to the dignified lands of Emiliano Zapata and his successors in struggle—like Samir Flores Soberanes, our brother and compañero in the struggle to defend life. That embrace comes from all of the Tzotzil, Chol, Tojolabal, Zoque, Mame, Mestizo, and Tzeltal Zapatista peoples. Brothers and sisters, accept this embrace from all of the Zapatistas of the EZLN as a symbol of our respect and admiration.
We aren’t able to be present there with you as we would have liked, for the simple reason that the bad government has increased its military, police, and paramilitary presence in our lands, as well as its use of spies and informants. Flyovers by military planes and helicopters and armored vehicle patrols have once again reappeared here, just as during the presidencies of Carlos Salinas de Gortari [1988-1994], of Ernesto Zedillo Ponce de León [1994-2000] (political mentor of the current president), of Vicente Fox Quesada [2000-2006] after the betrayal of the San Andrés Accords, of Felipe Calderón Hinojosa (that psychopath), and of that pompadoured thief in a suit and tie named Enrique Peña Nieto, but now with greater frequency and aggression.
Those patrols and flyovers are not monitoring the narco-trafficking routes, nor the routes of those exhausted caravans of our migrant brothers and sisters who are fleeing one unrecognized war to enter another, the latter hidden behind that yammering bully who occupies the [US] presidency. No, this death threat passes by air and by land through the indigenous communities who have decided to maintain their resistance and rebellion in defense of the land, and thus in defense of life.