Presentación del álbum Sna mutetik – Nido de pájaros
Por Delmar Penka
Sna mutetik. Nido de pájaros es el nuevo álbum del músico de rock tsotsil Zanate Blues. A quien yo considero uno de los más grandes referente del rock tsotsil, del rock en bats’i k’op en Chiapas y el mundo.
Sna mutetik. Nido de pájaros es una obra maestra que hace vibrar las pulsaciones más ínfimas del corazón. No hay manera de no conmocionarse al escuchar las canciones que brillan con luz propia. Naturaleza, mitos, sueños y creencias se conjugan en cada pieza musical, que son revelados a través del canto de los pájaros, cuyo nombre es el de cada canción. Las aves, que pertenecen al mundo tsotsil, guían el ritmo aural; marcan el compás de la guitarra, la batería, el bajo, el piano y los coros. Sobrevuelan en nuestros oídos y nos llevan a un viaje donde lo onírico, lo terrenal y sobrenatural aparecen como un sueño.
La voz de Zanate, con esa estridencia distintiva de su palabra, nos cuenta las historias de las aves que conforman el mundo del álbum. Chinchón-gorrión inicia el vuelo, lo hace al ritmo de un blues efusivo y de una flauta que se oye prolongada en el tiempo. “Jujun k’ak’al ta xi k’ot ta ana. Jchiukot ja’nox ti muxa vilone. Todos los días llego a tu casa, estoy contigo, solo que tú nunca me vez”. Así se devela que las pájaros, aún cuando son cotidianos, pocas veces nos detenemos a oírlos, a contemplar su existencia a escuchar cómo armonizan nuestras mañanas.
Ts’unun, colibrí, anuncia su llegada con un leve zumbido y aleteo. “Vo’ot, ta xa vich’be tal sk’op ti buch’o chametik xae. Tú eres el mensajero de los que ya no se encuentran en estas tierras”, canta Zanate. En la letra se devela un saber sobre el colibrí, un ave mensajero de los que se han ido. Un saber de los pueblos mayas. El artista envuelve el canto del colibrí con el tiempo en que suena la guitarra. Así rompe con las duraciones convencionales y efímeras de la música contemporánea y comercial, para darnos una mayor experiencia aural. Nos lleva un trance sensorial y anímico. Es como el bats’i son, que dura lo que el tiempo de un ritual, lo que dura el canto libre de las aves.
Así aparece Jex-Pájaro azul, un ave milenaria, constantemente asediada por la destrucción de su hábitat como sucede con muchas otras especies de la fauna. “K’alal li sutal jujun k’ak’al, ch’aval xalaj ti laj nakotike. Un día cuando regresamos ya no encontramos nuestro hogar”. La guitarra marca un ritmo nostálgico, pausado, introspectivo. Los demás instrumentos hacen lo propio, mientras Jex canta para hacernos saber que tiene el deseo de volar, de seguir viviendo; nos dice que debemos volver a conectar con nuestra humanidad en armonía con la naturaleza. Una voz femenina aparece, demuestra la complementariedad del mundo, de igual modo que el canto de las aves que nunca se hace en solitario. Jex es la voz de todas las aves que claman la vida.
Kurkuvich’-pájaro nocturno se asoma, lo hace con efusividad, como lo hacen las tormentas anunciadas por los céfiros amenazantes y el aullido de los perros ante la presencia de seres extraños. El ritmo es marcado por un bajeo acentuado por las manos que lo tocan. “Tax vil tal, ja’ yajval li balumil, chvil ta muk’ta ak’ubal. Ya viene volando el dueño de la tierra, sobrevuela la gran noche”, viene como del inframundo, para recordarnos lo terrenales que somos, que incluso el canto de un ave puede presagiar nuestras fatalidades. Es el recordatorio hacia el respeto de lo sagrado, de lo que emerge de la noche. “A vu’un lij ch’ulele. Mi alma te pertenece”, susurra una voz femenina, en forma de rezo, lo hace con el respeto a los seres nocturnos.
Bak mut-Zanate canta con la furia que caracteriza su canto, como liberando tempestades. Un juego de guitarras acentúa la explosividad del canto y la letra. “Vu’une ja’on mut bolom, oy jun k’ak’al ta xlok’ skotol li xtal yan k’ak’aletik. Yo soy el pájaro jaguar, un día todo se desvanecerá, la tierra nos llamará de nuevo”. Revela Bak mut, lo hace para reiterarnos que las aves, pese a todo, volverán a florecer; lo harán con el ímpetu con el que vuelan cada mañana; con la vitalidad con la que liberan su canto. El ritmo de la melodía emula el revoloteo de las aves cuando la mañana se enciende, como si danzaran mientras Zanate toca la guitarra con el sello que le caracteriza. No se puede escuchar la canción sin que algo, adentro de nuestro ch’ulel, tremule con fuerza.
Sempal-Cenzontle, aparece con sus cuatrocientas voces, el único pájaro capaz de imitar el canto de otras aves e insectos y de proclamar las lluvias. La letra, entonada a dos voces, dice: “Lij vayiche tsakal xchi’uk li balumile. K’alal chk’evujin lij muk’tame’e ta xtal vo’. Mis sueños están conectados con la tierra. Cuando me abuela canta hace llover”. La abuela de la historia es la voz del cenzontle. La canción tiene un ritmo cadencioso, sublime, acompañada de varios silbidos, como si una montaña entera se manifestara. Así se cumple el ciclo de las aves, de su vuelo.
Sna mutetik. Nido de pájaros es, sin pretensiones, un álbum desafiante que ha nacido para dejar una huella importante en la historia del rock tsotsil. Sna mutetik es un álbum que distingue la personalidad de su creador, al fusionar distintos instrumentos y géneros musicales que devienen del blues, el jazz, el rock progresivo y psicodélico. Una fusión de sonidos que no se disocían de los ritmos de la naturaleza. Esto devela que no hay límites creativos.
Escuchar el disco es reconocer a Zanate. No hay manera de diferenciarlos, se tratan de uno mismo. Al final, me parece que esa es la búsqueda de toda persona artista: encontrar su propia voz, su propio estilo, su propia manera de mirar y sentir el mundo, su propio o’ntonal. Sna mutetik es, a titulo personal, el disco más desafiante que he oído en mucho tiempo. Yo invito a toda la gente, aquí reunida, que se dé la oportunidad de volar con cada canción. No tengo la menor duda de que esta obra maestra les hará vibrar como lo ha hecho conmigo. Deseo que sna mutetik vuele y llegue muy lejos, a otras tierras y cielos, sin muros ni fronteras, como lo hacen las aves, a quienes zanate les rinde un digno y bello homenaje.
Que los pájaros de este álbum hagan eco en otros oídos y latitudes, que su canto nos devuelva un poco la esperanza de que otro mundo es posible. Un mundo sin la decadencia humana, un mundo sin violencia, sin racismo, sin discriminación. ¡Viva Palestina Libre! ¡Vivan los pueblos originarios!
Kolaval ta akotolik. Muchas gracias.