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Hoy el Gobierno de la Ciudad de México decidió, en plena madrugada, intentar desalojar a la comunidad Otomí de la Casa de Pueblos y Comunidades “Samir Flores”. Seguramente los titulares de ésta mañana estaban listos con frases como “recupera el edificio”, aderezados con palabras como “choque” o “enfrentamiento”, comno se estila decir desde el poder cuando desde arriba se trata de aplastar a quienes desde abajo luchan por la dignidad. Pero la realidad es que la comunidad Otomí mostró que la digna rebeldía es capaz de resistir los cobardes madruguetes de quienes ven en el etnocidio una oportunidad para hacer de la ciudad un negocio o un botín electoral.

La soberbia, racismo e incapacidad de Marti Batres de ver el México que existe más allá de sus mezquinos proyectos le impide ver una verdad muy simple, nunca antes un edificio público había servido más a los pueblos indigenas de México que desde que el del INPI fue liberado por la comunidad Otomi. Lanzó éste operativo porque en su lógica el Estado es un patrimonio y el edificio del antes Instituto Nacional de los Pueblos Indigenas es de los funcionarios y burócratas en turno, no de los pueblos indigenas.

Para quienes gobiernan arriba lo indigena sólo les interesa cuando puede mercantilizarse como folcklore en los teatros y museos, como artesanía en las boutiques para turistas o como un conjunto de símbolos que usan con oportunismo e hipocresia cuando los tiempos electorales lo requieren, sea
haciéndose pasar por Otomies como Xochitl Gálvez o con escenas manipuladoras com de López Obrador entregando un bastón de mando a Claudia Sheinbaum.

Visto desde arriba, el edificio deberia ser el INPI para poder repartir limosnas a los pueblos que se busca desaparecer con megaproyectos extractivos. Para quienes luchan desde abajo ese edificio ha sido
un centro de diálogo entre pueblos, de fortalecimiento de sus identidades políticas, de organización de la defensa de sus territorios y de los ecosistemas que habitan y protegen.

El intento de desalojo usando al presuntamente desaparecido cuerpo de granaderos de la policia de la Ciudad de México y el paso de unos motociclistas disparando son un aviso, como muchos otros que han precedido a tragedias y crímenes de Estado. Arriba se avecina una pelea sucia y mentirosa llamada proceso electoral en donde las élites se disputarán quien va a administrar y monetarizar el infierno, una pelea que se seguirá pagando abajo con dolor y sangre.

Arriba tienen prisa por eliminar a todo aquello que no les sirve para controlar votos y ganar elecciones, sean comunidades Zapatistas en Chiapas o edificios ocupados en la Ciudad de México. Abajo, en todo el mundo, los ojos de gente honesta y digna están mirando directamente a la Casa de los Pueblos y Comunidades “Samir Flores”, vigilando que ese edificio pueda seguir sirviendo para y a quienes debe servir.

 

Nodo de Derechos Humanos (NODHO)