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Por Juan Calles

“Denunciamos que el Estado de Guatemala y estos gobiernos enterraron los Acuerdos de Paz y estamos en las vísperas de una nueva confrontación social”, expresó Miguel Itzep coordinador del movimiento de víctimas del Conflicto Armado Interno CAI

Con ofrendas de flores, comida, granos y cereales se realizó una ceremonia maya en la plaza central esta mañana; en idioma maya un guía espiritual pedía al corazón del cielo, al corazón de la tierra que las víctimas del Conflicto Armado Interno, CAI, encuentren justicia, encuentren respeto. El fuego sagrado crepitaba como acompañando las manifestaciones que a 25 años de la firma de la paz dejaban escuchar el reclamo de regresión, injusticia y violencia.

Durante los 36 años que duró el CAI en Guatemala se registraron más de 200,000 víctimas y más de 45,000 desaparecidos. Entre ellos, alrededor de 5,000 niños. Según el Informe de Esclarecimiento Histórico, el 93% de las violaciones documentadas se le atribuye al ejército de Guatemala y sus grupos paramilitares y el 3% a la guerrilla.

Las víctimas y familiares de víctimas del CAI se reunieron esta mañana en la plaza central de la ciudad de Guatemala; allí se dio lectura a un comunicado en el que se acusa al actual gobernante Alejandro Giammattei de desmantelar la institucionalidad de la paz, y de mantener una agenda de regresión violenta y de cierre de espacios democráticos.

“Después de 25 años esas esperanzas de cambio se han convertido en decepción porque las cosas siguen igual. Los empresarios depredadores se siguen enriqueciendo pagando, salarios miserables mientras las comunidades indígenas viven en extrema pobreza, cada día se profundiza más la desigualdad, La discriminación y a la corrupción”. Se leyó en el comunicado de la Plataforma Nacional de Organizaciones de víctimas del conflicto armado interno.

Durante la conmemoración se sumó la Procuraduría de Derechos Humanos, PDH, a través de la Procuradora Adjunta, Miriam Roquel quien durante su intervención respaldó el comunicado de la Plataforma Nacional de Organizaciones de víctimas del CAI y además mencionó que la PDH mediante un comunicado ve con preocupación la regresión que la conflictividad social representa en la actualidad.

“Los discursos de odio, incitados o tolerados desde el poder, y los ataques y hostigamientos contra defensores de los derechos humanos, operadores de justicia y periodistas independientes pueden ser el pre anuncio de la implantación de un régimen arbitrario y opresivo, que enlutaría nuevamente a las familias guatemaltecas”, mencionó Roquel mientras se dirigía a las personas congregadas en la plaza central.

Una representación del pueblo Ixil también se reunió en la plaza central, Antonio Caba, dio lectura a un comunicado frente a la casa presidencial en donde se exigió también el cumplimiento de los acuerdos de paz y el cese de la represión en los territorios de pueblos indígenas.

Otro sector señalado como responsable de la actual situación social y política en el país fue el sector empresarial, etiquetada como depredadora y explotadora, la oligarquía guatemalteca tiene una gran responsabilidad al no permitir que se cumplieran los acuerdos de paz y apoyar a los últimos gobiernos en los que la corrupción, la impunidad y la aprobación de megaproyectos extractivos violan la constitución y los acuerdos firmados hace 25 años por el Estado y la guerrilla.

Con la llegada de Giammattei al poder, la institucionalidad democrática, especialmente la destinada a la búsqueda de las personas detenidas y desaparecidas, el resarcimiento integral y la reconstrucción del tejido social fueron desmanteladas, contrario a esto, la justicia y los procesos encaminados a juzgar los delitos de lesa humanidad corren el riesgo de desaparecer con el desmantelamiento de la fiscalía de Derechos Humanos del Ministerio Púlico, con Consuelo Porras al frente del MP.

Al final de la jornada, una frase se repetía en el ambiente, una especie de murmullo colectivo, un eco doloroso y molesto, “nada que celebrar”, “nada que celebrar”, todo se mezclaba con los vendedores de helados y frutas que intentaban vender algo para poder llevar comida a sus hogares.