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Por Alejandra Argüello

Fili es una mujer originaria de la zona otomí tepehua, Zacacuautla, una pequeña comunidad en la zona más arbolada en el estado de Hidalgo. A los dieciséis años movida por su deseo de aprender, decidió dejar su casa para trasladarse a la ciudad más cercana y trabajar como asistente de un médico. Más tarde, ella y el médico se trasladarían a la Ciudad de México y fue así como llegó a laborar en un hospital público. Durante sus treinta años de vida laboral, ella se interesó en los asuntos públicos y laborales, se descubrió como trabajadora con derechos e inició entonces su vida sindical como miembro del Comité Sindical en un puesto sencillo. Su inquietud la llevó a buscar preparación teórica y a tener otros aprendizajes populares, fue así como militó en el CLETA- UNAM y más tarde fue parte de la Escuela de Cultura Popular M-68. Su empeño, valentía y preparación la llevó a ser elegida como Secretaria General y después fue miembro de una de las carteras más importantes en el Sindicato Nacional de Trabajadores de Salud. Su trayectoria sindical se distinguió por la entrega total a la defensa de los derechos laborales y por mantenerse siempre independiente de la burocracia partidista que reinaba en las estructuras sindicales. Junto con su Comité fundó en su sección sindical el periódico Regeneración que difundía temas sindicales para todos los agremiados, además instituyó la Escuela Sindical para preparar a los trabajadores en la defensa de sus derechos que ya se veían amenazados con el anuncio de la reforma al sistema de pensiones. Creó la “Zona de Hospitales” como órgano de coordinación de planes de acción con los trabajadores de los Institutos de Salud. A la par, fue miembro de la Brigada Multidisciplinaria de la UNAM cuyo objetivo era llevar salud a las comunidades más apartadas de Hidalgo y Puebla y fundó colectivos de autoorganizacion popular para la lucha de los derechos en comunidades marginales.

Fue miembro de la Comisión Nacional de Asuntos Escalafonarios de la FSTSE y desde ahí emprendió la batalla en contra de las reformas que permitirían el retiro voluntario y con ello la desaparición de plazas y derechos. Queriendo aprovechar su liderazgo y la amplia simpatía ganada por su trabajo en beneficio de los derechos sindicales de los agremiados a lo largo y ancho del país, fue postulada a un puesto de mayor nivel a cambio de su colaboración en esta ofensiva. Al rechazar el ofrecimiento regresó a su actividad laboral desde donde en donde denunció y se organizó para detener la evidente traición de la plana mayor de la FSTSE a los trabajadores en lo que sería el atentado más grande en contra de sus derechos. Vivió momentos de acoso, señalamiento y represión por parte de la cúpula priísta quienes no perdonaron su desprecio.

Al jubilarse de su vida laboral decide regresar a Zacacuautla, en dónde se vinculó con hombres, mujeres y niños para realizar trabajos en beneficio de la comunidad. Después de algunos años de este trabajo, fue elegida como primera mujer Delegada. Durante su gestión logró la creación de una biblioteca, un centro de cómputo y el mejoramiento del mercado. Trabajó por recuperar tradiciones comunitarias como la ofrenda de Día de Muertos y el Carnaval con niños de la comunidad. El Carnaval de Zacacuautla ha sido reconocido más de una vez por las autoridades municipales y del ámbito cultural ganando premios y reconocimientos en varias ocasiones.

En febrero de 2007, junto con otras mujeres, descubre que el monte en dónde nace el manantial que surte de agua a la comunidad estaba siendo talado, devastado y quemado de forma brutal acabando con flora y fauna. Deciden convocar a la comunidad e iniciar la lucha por la defensa de su monte y su agua. Desde entonces, han hecho uso de todo a su alcance, unas veces con el único recurso de entrelazar sus manos con las de otras compañeras alrededor de un árbol para tratar de salvarlo de las motosierras, otras veces interponiendo denuncias en todas las instancias, municipales, estatales, federales exigiendo la atención de las autoridades, cierres de carretera, tomas de patrullas, vigilancias nocturnas, plantones en la cabecera municipal, jornadas culturales etc., etc.

La lucha por este monte ha tenido como resultado una organización encabezada principalmente por mujeres que se han atrevido a salir de sus casas y enfrentar el acoso, el señalamiento, la discriminación, el machismo y la indiferencia de las autoridades quienes mantienen impune el asesinato en contra de uno de sus compañeros, Samuel Cruz Hernández. Su organización les ha permitido mantener vigilado el monte, estar alertas al sonido de las motosierras, dar respuesta a los ataques. Les ha permitido publicar dos libros con los versos de Benita Ibarra quien inició con la escritura de pequeños versos para denunciar lo que estaba ocurriendo. Además, les permite la defensa legal que tuvieron que aprender cuando Filiberta y otros compañeros fueron llevados al Ministerio Público con denuncias de hechos falsos que dieron lugar a catorce procesos penales, un secuestro y prisión en contra de ella y cuatro compañeros más.

Para la defensa legal se constituyeron en Asociación Civil con carácter ecologista y a través de esa figura han participado en foros locales y nacionales. A pesar de los obstáculos como la falta de señal telefónica en la comunidad y las largas distancias por recorrer, han logrado coordinarse con organismos de defensa de derechos humanos y con organizaciones populares de otras comunidades. Consiguieron la filmación de al menos tres cortometrajes para difundir la problemática y así han logrado la solidaridad de colectivos culturales que acompañan la lucha y año con año imparten talleres infantiles gratuitos de artes plásticas, fotografía y dibujo, entre otras, organizan actividades como la limpieza comunitaria del manantial y de las calles y caminos en dónde participan principalmente niños.

Todo aquel que conoce a Doña Fili sabe que su carácter fuerte la distingue, sabe que aquel que acude a ella encuentra solidaridad y apoyo. Sabe que en este camino, los partidos la han buscado para tratar de comprar su lucha sin éxito pues ella se mantiene independiente de todos ellos. Todo aquel que la conoce sabe que entrega su tiempo, sus recursos, su vida a la defensa de los montes, del agua, de la vida sin más interés que el bienestar de su comunidad y de las futuras generaciones.

Con la reapertura de las oficinas ministeriales, se activó una carpeta de investigación referente a la tala ilegal en donde son señalados varios sujetos. Uno de ellos, Crisóforo Mejía, amenazó públicamente a Filiberta por considerar que la denuncia que lo implica ha sido levantada por ella. En plena plaza pública Crisóforo vociferó que si él o alguno de sus hijos resulta detenido por esta denuncia entonces “yo vengo y la mato”. Al estar los dos presentes, Filiberta y Crisóforo ante la autoridad de la comunidad, Crisóforo reitera su amenaza diciendo ” me pasa algo a mi o a alguno de mis hijos y vengo y le doy sus chingadazos o busco a alguien que se los de” y más tarde retoma la amenaza inicial: “si algo les pasa claro que sí, vengo y la mato y la remato”.

De noche, han roto los vidrios de la casa de Filiberta, han disparado en la puerta durante la madrugada, en reuniones con participación mayoritaria de hombres, se ha sugerido que la solución sería correrla del pueblo, sacarla de su casa y hasta quemarla.

Las amenazas son graves sobre todo en un país en el que las mujeres son asesinadas impunemente todos los días. Son graves porque la denuncia penal contra los taladores avanza y ese sería el pretexto para cumplirlas.

Las palabras de Crisóforo y otros hombres no son casualidad, son el resultado de un machismo criminal que las ha dejado desprotegidas a lo largo de este camino. Que no les ha prestado oídos porque lo que digan las mujeres en este país no le interesa al Estado y sus instituciones, porque ese machismo les permite amenazar de muerte a una mujer como si fuera cosa casi “natural”, ese machismo que no les perdona el atreverse a salir de su casa para tener voz propia y luchar por su comunidad.

El relato de la vida de esta mujer me parece necesario para llamar a los que a lo largo de su vida la han conocido, para llamar a la solidaridad de todos porque las amenazas de este hombre hoy no son sólo en contra Filiberta Nevado, son amenazas en contra de las mujeres, todas, las que son valientes, las que no se callan, las que han entregado su vida a la lucha y solidaridad con otros. Es una amenaza en contra de las generaciones de trabajadores que hoy disfrutamos de lo que ella conquistó y que enfrentamos los ataques por defenderlas. También es una amenaza en contra de una cadena de solidaridades tejida durante toda una vida en distintos ámbitos, pero también es una amenaza para todos a su alrededor, para sus compañeros, para los niños con los que trabaja en fomentar amor por su tierra y sus costumbres, es una amenaza para los que tomamos agua de esos manantiales, para los que respiramos de esos árboles. Las agresiones y amenazas en contra de una defensora de los bosques amenaza a todos los que se organizan y luchan también por sus bosques, por sus territorios, por sus derechos.

Fotografía: Alejandra Argüello