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Adriana Guzmán, una de las referentes del movimiento feminista de Bolivia, analizó la composición de los grupos opositores a Evo Morales que perpetraron el golpe de Estado. ¿Quiénes se sumaron a Camacho? La influencia del racismo y la religión. “Se alimentó una cultura del odio, colonialista, profundamente racista”, disparó.

El golpe en Bolivia tuvo como actores fundamentales a Luis Fernando Camacho, Carlos Mesa y, en el final, a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, hay una composición social de los sectores que se plegaron al golpe. Adriana Guzmán, referente del Movimiento Feminista Comunitario Antipatriarcal de Bolivia, dijo que “la clave es preguntarse cómo se suma la gente a las movilizaciones”, más allá de los grupos armados y financiados desde el exterior que impulsaron la maniobra.

“Mientras este país ha estado transformándose desde los pueblos originarios, planteándose como plurinacional, desde que levantamos la cabeza y recuperamos nuestra voz se alimentó una cultura del odio, colonialista, profundamente racista”, señaló la dirigente social, quien agregó que “desde este lógica de que los indios de mierda somos ladrones, corruptos y queremos quedarnos en el poder, nunca se cuestionó lo mismo de los presidentes blancos”.

La clase media formó los cabildos de los que surgió Luis Fernando Camacho como figura opositora, sin cargo ni candidatura. “Hay una clase media que está lejos de la administración del Estado y no puede entender cómo con todos sus títulos no están administrando. Y no están por su incompetencia, por los años en los que vendieron y saqueron el Estado”, reveló Guzmán.

Los símbolos contrastantes son la Biblia y la whipala. De hecho, antes de entrar ilegalmente al Palacio Quemado –la casa de gobierno boliviana- Luis Fernando Camacho fue bendecido por un cura que gritaba que había que sacar la Pachamama del palacio con la Biblia, para que no vuelva nunca más. En todo el país se quemaron whipalas. “Es como una segunda colonización”, graficó Guzmán.

Así como el rebrote del racismo es un elemento central para entender lo que sucedió en Bolivia, también es central observar la influencia de la religión. Luis Fernando Camacho es un fanático católico aunque también muy cercano al fundamentalismo evangelista. “Hay fundamentalismo, ya que mucha gente cristiana se sumó a esas movilizaciones”, detalló Guzmán. Lo mismo sucedió con organizaciones sociales que tuvieron confrontaciones con el gobierno de Evo Morales. La resistencia está depositada en los pueblos originarios y el campesinado.

Aunque muchas veces fue crítica del ahora expresidente, Guzmán aseguró: “Que quede claro: esto es un golpe de Estado fascista encabezado por los empresarios oligarcas terratenientes fundamentalistas del país, que lograron con todo el terror y la violencia que generaron forzar la renuncia del compañero Evo Morales”. Contó que los golpistas militarizaron territorios en El Alto y en La Paz para desmovilizar a los masistas y que “su intención es instaurar una junta cívico militar, compuesto por militares más personajes notables, como ellos le llaman”. “Obviamente, en un golpe racista, los personajes notables serían ellos”, aclaró.

Por su parte, los sindicatos tuvieron actuaciones dispares. La Central Obrera Boliviana (COB), histórica aliada del MAS, terminó sugiriendo que Evo Morales debía renunciar si era necesario. “Previo al pronunciamiento de la COB se planteó una masacre en el país, un estado del terror”, aclaró Guzmán para contextualizar la postura. Los que sí se sumaron al golpe fueron los sindicatos mineros, especialmente de Oruro, siempre refractarios a Evo: “Los sindicatos mineros han querido profundizar la minería, la explotación y el extractivismo. Lo que lograron los cívicos fue aprovechar el fraccionamiento dentro del movimiento minero, y entonces teníamos en la puerta de la paz a 2 mil o 3 mil mineros que querían llegar con explosivos para consolidar el golpe. Nuestros compañeros campesinos han ido a detenerlos, porque no iban a traer flores”.