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América Leatina desde Abajo

Chile: la aurora del veintiséis de enero

La aurora del veintiséis de enero

Por Ignacio Andrés
[Fotografía: Karynn Cabrera Rosales]

El pasado sábado 27 de enero, en la plaza ubicada en la intersección entre Avenida La Bandera y calle Sargento Candelaria, se celebró la conmemoración del 48° aniversario de la toma “26 de enero”, primer nombre del campamento que derivaría en la actual Población La Bandera.

Un 26 de enero de 1969, a las 3 de la madrugada y con consignas tales como “casa o muerte”, alrededor de 300 familias —a las que poco a poco se sumarían más— realizaron la ocupación del Fundo La Bandera, constituyendo lo que en un principio se denominó el “Campamento 26 de Enero” y más tarde la “Población La Bandera”. Este suceso marcó un punto de inflexión para otras ocupaciones de terreno que se desarrollaban en Santiago en aquel entonces, logrando generar instancias de coordinación entre las mismas, como lo fue el “Congreso Provincial de Pobladores” en 1970. Es así como en el origen de esta Población se correlaciona el problema de la vivienda, la ascendente movilización social y la colaboración del Movimiento de Izquierda Revolucionaria o MIR*.

 Acerca de la conmemoración del 48° aniversario de la toma “26 de enero”

La jornada comenzó al caer la tarde, tras los preparativos llevados a cabo principalmente por los Talleres Libres Veintiséis de Enero, con un pasacalle en donde participaron la comparsa “La Sin Nombre”, la batucada “Bombanda”, los zanquistas de “Pensamiento Rebelde” y la agrupación “Chikitinkus”.

A continuación tuvo lugar la presentación en escenario de los distintos talleres impartidos. Fue el caso del taller de cuentacuentos, de teatro y de defensa personal. En paralelo, fueron exhibidos los trabajos del taller de arte, de xilografía y telar, cuyo montaje fue distribuido por la plaza. En el caso del taller de huerto, fueron entregadas semillas a modo de reconocimiento para sus participantes. Aparte, lo aprendido en el taller de tinku fue manifestado en el pasacalle previo.

Más tarde fue el momento de la música, a cargo de Abraham, quien tocó trova con un repertorio propio. En simultáneo fue pintado un mural a cargo de Camilo Aguirre y otros compañeros, dedicado a la agrupación “Chikitinkus”.

Por otro lado, la misma jornada valió para el lanzamiento del libro “El árbol” de María Luisa Bombal Anthes (1910 – 1980), cuento escrito en el 1939, impreso para la ocasión y editado por Colectiva Púrpura. El mismo caso para “Sororidad”, una serie de ensayos sobre sororidad, con relatos y testimonios sobre la misma, así como también del fanzine de “Maracas insumisas” que abarca el estereotipo de la femineidad y lo bello, instrumental al patriarcado. En el mismo stand de Colectiva Púrpura se contó con medicina y cosmética natural vegana.

Para el cierre fue dejada la proyección de los documentales “La toma de La Bandera” (2014), acompañado del estreno de “Recogiendo memoria”, producidos por los Talleres Libres Veintiséis de Enero y todavía en proceso de edición.

El primero revela la historia de la toma, remitiéndose a los tiempos en que el sector era un fundo, la organización para la toma, la resistencia al desalojo. Proceso representado por un elenco infantil, compuesto principalmente por niñas. Una crítica implícita, cuando no explícita, a una historia en la que sobresalen los dirigentes —que no perduran en el posterior desarrollo de la Población—, y que oculta el desarrollo político cotidiano, sostenido en el hogar y conducido principalmente por pobladoras.

Lo anterior es fundamental a la hora de abarcar el devenir de la población durante la dictadura, así como desde la transición pactada hasta el presente. Algo que abarca el documental que se mostró a continuación, donde se recogen testimonios de organización en el período dictatorial —que en ciertos casos prefiguraban una sociedad nueva desde la misma organización barrial—, y que al mismo tiempo, expone los nada extraños casos de violencia doméstica, frente a los cuales fueron constituidos incipientes órganos de autodefensa femenina, según detallan algunos relatos.

No menos relevante es señalar que el pasacalle —así como el carácter de la jornada misma— fue dedicado a las pobladoras, que explotadas y oprimidas, mantienen la organización territorial. En virtud de ello, fue citado al comienzo de la actividad el caso de Lorenza Cayuhan Llebul, mujer mapuche quien el 17 de octubre de 2016 fue obligada a parir engrillada y frente a la presencia de un gendarme hombre, en la Clínica de la Mujer del Sanatorio Alemán de Concepción**, así como también el caso de Joane Florvil, quien murió el 30 de septiembre del 2017, tras un mes de hospitalización en la Posta Central, por golpes supuestamente autoinfringidos —los que en realidad fueron propinados por carabineros según se constató más tarde***—  luego de haber sido acusada de abandonar a su hija de dos meses de edad. Más tarde quedaría establecida la inocencia de Joane, quien murió sin volver a ver a su hija****.

Como resultado, la conmemoración, lejos de ser un evento nostálgico, formal o de acento patrimonial, fue una denuncia de la violencia sistemática hacia las Poblaciones por parte del Estado, con especial ensañamiento hacia  las mujeres y niños, así como también de la violencia en el hogar, muchas veces omitida, tanto como el importante rol de las pobladoras en el pasado y presente de la organización territorial.

Pero además, a partir de todo lo anteriormente expuesto, entramos en cuenta de que tales problemáticas —enraizadas en lo más profundo de nuestra sociedad—, lejos de suponer un impedimento para el encuentro entre vecinas y vecinos, lo fomentan, y que La Bandera, además de ser un territorio de digna memoria, es una comunidad rebosante de  (auto) organización, donde la lucha, la sencillez y el afecto van de la mano y perduran todavía, desde aquella madrugada de 1969, en el alma de la Población.

 

Notas

* Para una breve revisión del origen de la Población recomendamos dos artículos, de distinto origen y énfasis contrapuesto. En primer lugar, “No éramos del MIR los pobladores, nosotros estábamos por una necesidad que era la vivienda: Los pobladores del campamento Nueva La Habana y el MIR, 1970-1973”, disponible en http://ediciones.ucsh.cl/ojs/index.php?journal=RHyG&page=article&op=viewFile&path%5B%5D=1202&path%5B%5D=973. En segundo lugar, “Historia de la toma de la Bandera (La 26 de Enero)” a cargo del Colectivo Miguel Enríquez, disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11483.

** “Querellas y manifestación por caso de mujer mapuche obligada a partir engrillada y con presencia de gendarmes hombres”, disponible en http://www.mapuexpress.org/?p=12201.

*** “Director de la Posta Central declara que Joane Florvil habría sido golpeada en la comisaría”, disponible en http://www.24horas.cl/nacional/director-de-la-posta-central-declara-que-joane-florvil-habria-sido-golpeada-en-la-comisaria-2545581.

**** “El mes de injusticia que apagó la vida de la haitiana Joane Florvil en Chile”, disponible en http://www.eldesconcierto.cl/2017/10/06/el-mes-de-injusticia-que-apago-la-vida-de-la-haitiana-joane-florvil-en-chile/.

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Chaski Clandestinx

Machi Francisca Linconao toma la palabra

En Bolivia, Machi Francisca Linconao toma la palabra

(La fuerza de Tralkan)

A pesar del revuelo y especulaciones, varias de ellas con aire racista,  en la prensa y el ámbito político en Chile sobre la  llegada de Machi Francisca Linconao a Bolivia,  ella estuvo aquí la anterior semana simplemente porque tiene el derecho de viajar a donde quiera, después de haber sido absuelta por segunda vez en el caso Luchsinger-Mackay.

Francisca Linconao, Machi de la Lof Rahue, en Temuco, accedió a brindarnos un testimonio sobre su vida en estos últimos años. La vida de una mujer mapuche, autoridad espiritual de su comunidad,  en la cual podemos ver reflejadas de muchas maneras la vida y la lucha en Bolivia de mujeres en comunidades indígenas que están siendo amenazadas en su propia existencia por actividades extractivas, expansión de monocultivos, proyectos de mega infraestructura, mineros o petroleros.

Machi Francisca, fue la primera mujer mapuche en interponer y ganar un Recurso de Protección el 2009, haciendo cumplir por vez primera en Chile el convenio 169.

Para muchos de nosotrxs, el  nombre de Francisca Linconao,  fue desconocido hasta varios años después, cuando  la prensa difundió la noticia sobre su primera detención en enero de 2013 por el caso de la muerte del matrimonio Luchsinger Mackay.

Antes de que medios corporativos y el estado chileno a través de la Ley Antiterrorista, vincularan e inculparan a la Machi Linconao y otros 10 comuneros mapuche por la muerte de los dos hacendados, la lucha más subterránea de Francisca Linconao se había desarrollado en Temuco, cuando ella decidió proteger las plantas medicinales y los Menokos (o fuentes de agua) de su lof,  interponiendo un Recurso de Protección frente  a la Forestal Palermo, representada por Alejandro Taladriz.

Francisca Linconao es Machi Tralkan, es decir sus poderes de curación y sanación están ligados al trueno. Su victoria frente a una forestal que realizaba la tala ilegal de árboles, la plantación de especies nocivas como los pinos y eucaliptos, que afectaron los bosques nativos y los manantiales de la comunidad,  no solo es la victoria de sus conocimientos de sanadora  frente al poder de las empresas forestales, sino una de las claves, nos dice la Machi, para entender la persecución posterior que aún continúa enfrentando.

Ella, que ganó un recurso de protección a una forestal,  y ahora, por decisión del poder judicial y presión de la familia Luchsinger, a sus 61 años,  habiendo sido absuelta dos veces, deberá recomenzar por tercera vez el proceso legal por el mismo caso.

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Medios Libres

Marcha en Chile por la Machi Francisca Linconao

Ayer, 8 de enero, se realizó una marcha en Chile por la Machi Francisca Linconao y los 11 peñis procesados por la reapertura del caso Luchsinger Mackay. En estos momentos se lleva a cabo en tribunales de Temuco la audiencia de revisión de medidas cautelares, en donde la fiscalía podría solicitar la prisión preventiva.

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Resumen Latinoamericano

Nación Mapuche: “Fue una cacería racista, los fusilaron”

Luego de que fuerzas de seguridad desalojaran el jueves pasado a la comunidad mapuche que reclama sus tierras en la zona del Lago Mascardi, se produjo hoy un nuevo cruce que terminó con dos heridos y un muerto.


Imagen: Gentileza Diario Río Negro

El día en que comenzó el velatorio de Santiago Maldonado, el joven hallado muerto en el río Chubut 78 días después de haber desaparecido tras una represión de Gendarmería en Chubut, un integrante de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu murió en la ciudad de Bariloche tras ser baleado por las fuerzas de seguridad federales que la perseguían desde el jueves pasado. Ese día, varios miembros de esa comunidad huyeron del desalojo y represión desatado en un predio lindero al Lago Mascardi. La víctima es Rafael Nahuel, de 27 años, quien falleció de un disparo en el estómago. Otros dos integrantes de esa comunidad, un hombre y una mujer, fueron heridos con balas de plomo y trasladados al Hospital Ramón Carrillo, de esa ciudad.

La muerte de Nahuel provocó la reacción de centenares de personas que se congregaron frente a las oficinas de Parques Nacionales, bajo cuya órbita se encuentra el predio que la comunidad reivindica como ancestral. Durante la protesta hubo algunos incidentes. También hubo manifestaciones en la catedral local, donde la policía montó un fuerte operativo.

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Resumen Latinoamericano

Otro mapuche asesinado para que los terratenientes “vivan en paz”

Carlos Aznárez – Resumen Latinoamericano, 26 noviembre 2017

 

Un nuevo comunero mapuche asesinado. Se llama Rafael Nahuel y su nombre se suma al de Santiago Maldonado y una larga lista de luchadores y luchadoras marcados a fuego por el Sistema. Esta vez no podrá haber pistas falsas ni ocultamiento durante meses de lo sucedido. Los uniformados que operaron a las órdenes del juez lo hicieron a la luz del día. Pertenecen al temible grupo de la Prefectura Naval, los Albatros, que durante la dictadura militar y en otros episodios ligados al golpismo que sufrió Argentina durante décadas, actuaban con total impunidad cazando y asesinando militantes políticos. Como ahora, exactamente como ahora, en que las órdenes las reciben de un gobierno que se dice “democrático” y poco a poco va instalando una auténtica dictadura militar. Para ello cuenta con prefectos, gendarmes, policías de distintos uniformes y también con la complicidad de muchos y muchas que llegado el momento de repudiarlos, los votan. O sea, impunidad para sus crímenes con aval “popular”, que es lo peor que le puede suceder a un pueblo.

Lo que está ocurriendo en el sur, en la Patagonia mapuche es muy grave. Léase que no escribo “argentina” cuando me refiero a ese territorio, porque fueron los antecesores de estos que gobiernan actualmente, los que les arrebataron esas tierras ancestrales a sus legítimos dueños, el pueblo mapuche. En realidad, es un calco de lo que ocurre en casi todo el continente que en sus mejores momentos (cuando no habían llegado “ellos”) se denominaba Abya Yala.
Son precisamente en esas tierras en disputa, donde el gobierno de los ricos, el de Macri, en el plano político y Patricia Bullrich (la ministra de Seguridad) en el quehacer represivo cotidiano, desea asegurar una paz de los cementerios para que sus amigos que hoy las poseen, los Benetton, los Lewis y una larga lista de terratenientes millonarios puedan seguir usufructuando de las mismas. Esos mismos y siniestros personajes que nucleados en la Cámara de Comercio o en la Sociedad Rural de Bariloche, Rio Negro o Neuquén, salían a festejar el asesinato de Nahuel al grito de “un indio menos”. Claro que Macri podrá argumentar que el problema no comenzó con él, sino que fueron todos los gobiernos que le precedieron los que abrieron el camino de entregar la Patagonia a las trasnacionales y al latifundismo, es cierto, pero es el actual presidente el que hoy ha decidido aplicar un plan de exterminio contra los auténticos y originarios habitantes de esas tierras. Desde que llegó a la Casa Rosada, puso a rodar la data de que en el sur “operan grupos terroristas”, potenció el nombre de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) en grados superlativos, imaginó junto a su ministra de Seguridad que allí también hay “gente de las FARC, los Montoneros y hasta de ETA”. Suena imbécil pero hay muchos que por desgracia, lo creen de la A a la Z porque “lo dice la tele”. Armaron entonces toda una ensalada de siglas con el único objetivo de generar el clima en la población de que “a esos indios hay que matarlos a todos”, como suele leerse en las redes o en los foros de los medios hegemónicos. Medios estos que ayudan a poner en la superficie este tipo de conjeturas y mentiras, y que luego cuando ocurre un crimen como el actual, son los que titulan “mapuche muerto en un enfrentamiento” e insultan el sentido común, apuntando que “se resistió con piedras”, pero no remarcan que el joven mapuche fue ametrallado.

Para “pacificar a estos salvajes”, como en algún momento de nuestra historia sentenció y llevó a la práctica el genocida general Julio A.Roca entra en juego la idea de Bullrich de militarizar ese territorio, igual que lo viene haciendo durante todo su mandato Michelle Bachelet en Chile. Quien hoy quiera recorrer esa zona a ambos lados de la Cordillera se encontrará con cientos de gendarmes, prefectos, policías, carabineros, y hasta soldados israelíes (que vienen a vacacionar al sur del mundo para descansar de sus continuas masacres del pueblo palestino). No olvidar que al Estado terrorista sionista, siempre, desde Teodoro Herzl en adelante, le interesó la Patagonia como objetivo de vida futura. Es lógico, allí hay agua, hay minerales, hay excelente explotación turística, y hasta petróleo.

De allí que no asombre lo que ahora está ocurriendo. El plan imperial y de la oligarquía local, al igual que lo que ocurre con los palestinos o con los zapatistas, consiste en expulsar de sus tierras a los Mapuche, ponerlos en la mira de la criminalización constante, difamarlos, estigmatizarlos y luego comenzar a cazarlos como animales. Y a todo aquel que los apoye o se solidarice, también meterle el terror o la muerte en la piel, como ocurriera con Santiago. Coincidentemente con esos operativos de guerra contra un enemigo construido desde los medios, también el Gobierno desarrolla otra tarea “necesaria” para sus fines. Amedrentar a la población en general, golpearla con medidas de capitalismo salvaje, que desde que Macri llegara al poder se vienen aplicando un día sí y otro también: despidos, cierre de fábricas, inflación galopante, eliminación de conquistas sociales logradas a fuerza de lucha, impunidad y puerta abierta de las cárceles para los genocidas de la dictadura militar, apagón informativo para que las medidas neoliberales se deslicen sin oposición, cooptación de dirigentes sindicales y persecución a sus pares que no bajan los brazos, ataques judiciales y encarcelamiento de luchadores y luchadoras, aprietes a la luz del día para lograr que quienes deberían convocar a la movilización pacten bajar su discurso y propongan “asegurar la gobernabilidad”.

Son mil y uno los ataques a las posibilidades de reacción popular, pero sin embargo no pueden ni podrán ocultar lo que se ha hecho evidente.Este Gobierno es parte fundamental de la escalada imperialista en Sudamérica, responde al FMI y al Banco Mundial, y como tal busca amordazar con hambre y represión la respuesta de un pueblo que hasta en las peores circunstancias dio muestras claras de resistencia y lucha. De eso se trata, de que las calles, las plazas y los confines más remotos de este país, muestren el repudio al terror, a los crímenes contra el pueblo mapuche, a las políticas de exterminio social contra el resto de la población. Si no se hace ahora, ellos seguirán ganando terreno y después no servirá de nada quejarse del estado de destrucción social al que se ha conducido al país. Ya se vivió con la dictadura, con Menem y con De la Rúa. Es cuestión de autodefensa no permitir que se repita.

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Comunidades Mapuche-Tehuelche

Comunicado mapuche sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado

Comunicado Público

Comunidades Mapuche-Tehuelche
Puelmapu, 11 agosto del 2017

 Nosotros, las comunidades Mapuche-Tehuelche: VUELTA DEL RIO (Cushamen), SANTA ROSA LELEKE (Cushamen), LOF CAYUN (Lago Puelo), LOF CAÑIO (Buenos Aires Chico), LOF ÑIRIPIL (Buenos Aires Chico), ÑAMKULAWEN LOF (Comodoro Rivadavia), NEWEN MULFUÑ (Pico Truncado), CALFU NAO (Trelew), nos solidarizamos con los familiares de Santiago Maldonado desaparecido en un contexto de represión a una comunidad mapuche, y exigimos su aparición con vida a todas las autoridades políticas, judiciales y demás fuerza represivas responsables y cómplices de que esta situación haya llegado a las instancias actuales.

Nosotros, comunidades Mapuche-Tehuelche repudiamos enérgicamente el accionar represivo del estado en sus distintas instancias, una vez más, en contra del Pueblo Mapuche, la criminalización de la protesta social y el nulo valor que la vida tiene para el gobierno. Somos conscientes que un hecho como este se puede repetir y que ninguno de nosotros está –y nunca estuvo exento a sufrir el autoritarismo y arbitrariedad estatal. Ante esto nos preguntamos: ¿A cambio y en pos de qué intereses mezquinos y egoístas desaparece una persona? Nos preguntamos: ¿En nombre y justificación de qué, como parte de los Pueblos Originarios de este país, tendríamos que aceptar que nos nieguen y atenten en contra de la defensa de nuestras vidas, de nuestros territorios y de nuestras subsistencias?

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MANIFIESTO INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA HACIA EL PUEBLO MAPUCHE

MANIFIESTO INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA HACIA EL PUEBLO MAPUCHE

 

Ante el asesinato de Luis Marileo Cariqueo (24 años) y Patricio González Guajardo (23 años), el brutal allanamiento policial que sufrieron niños y niñas de la Escuela G-816 de Temucuicui (Región de la Araucanía, Chile) el día 14 de junio de 2017 y frente a la violencia policial sistemática contra comunidades mapuche que impulsan procesos de recuperación y defensa territorial, los profesores y profesoras, estudiantes, activistas, profesionales e integrantes de organizaciones sociales que suscribimos este manifiesto internacional venimos a expresar lo siguiente:

 

  1. Rechazamos enérgicamente que el crimen de Luis Marileo y Patricio González sea calificado como acción de “legítima defensa” frente a supuestos actos “delictuales” o “terroristas” mapuche. El asesinato debe ser contextualizado en la incapacidad que el Estado chileno, la clase política y los gobiernos democráticos han tenido en generar las condiciones para una resolución política a las legítimas demandas del pueblo mapuche por recuperar su territorio y derecho a la autodeterminación. De igual forma, la llamada “legítima defensa” y “paz” que pregonan organizaciones de latifundistas en la Región de la Araucanía, lo que busca es cercenar derechos al pueblo mapuche y acentuar la violencia contra líderes, comunidades y organizaciones que protagonizan procesos de reclamación territorial en el marco de la construcción de autonomías y reparaciones históricas frente al despojo.
  2. Repudiamos con indignación la violencia policial que sufrieron los niños y niñas de la Escuela G-816 de Temucuicui, quienes producto de los gases lacrimógenos expulsados por Fuerzas Especiales de Carabineros de Chile, debieron huir del lugar asfixiados y atemorizados. Estos acontecimientos no constituyen efectos colaterales del actuar policial, por el contrario, son parte de una estrategia política estatal que mediante la violencia focalizada hacia niños, jóvenes, mujeres y ancianos, pretende infundir terror y desmovilizar a actores que son fundamentales para la reproducción y proyección autónoma de la vida social, política y cultural mapuche.

Esta estrategia de golpear, amedrentar y violentar a niños y niñas, es común en el despliegue de las Guerras de Baja Intensidad (GBI), pero también representa la continuidad de los castigos, la violencia simbólica y los secuestros vividos por generaciones mapuche en las escuelas misionales, estatales e internados durante el siglo XX, como parte de una política estatal de exterminio legitimada en las ideas de “progreso” y “civilización”. La continuidad de esta violencia en nuestros días, justificada en discursos de seguridad nacional, no hace más que aumentar la rabia acumulada producto de una historia larga de violencia y despojos coloniales.

  1. Los asesinatos de Alex Lemún (2002), Julio Huentecura (2004), Zenón Díaz Necul (2005), José Huenante (2005), Matías Catrileo (2008), Jaime Mendoza Collío (2009), Rodrigo Melinao Lican (2013), Macarena Valdés (2016) Luis Marileo y Patricio González (2017), así como la sistemática criminalización y violación de los derechos humanos mapuche durante el contexto democrático post-dictatorial chileno, no constituyen eventos aislados. Se explican por un Estado de Ocupación Colonial que se forjó a raíz de la ocupación militar de la Araucanía y la violenta colonización de la Fütawillimapu en los siglos XIX y XX. Esta estructura colonial profunda, instalada en la organización política del Estado, los procesos territoriales, la economía, la desigualdad estructural en Chile y enquistada en las prácticas cotidianas mediadas por el racismo, en el actual contexto neoliberal se agrava con la violencia que el capital extractivo (forestal, minero, acuícola, hidroeléctrico, etc.) y la economía de activos ejerce sobre el territorio histórico mapuche, las vidas humanas y no humanas que en éste habitan. Es por ello que la defensa mapuche del territorio, es ante todo una defensa y lucha por la vida de todas y todos.
  2. La violencia que vive el pueblo mapuche en la actualidad, al no restringirse a una coyuntura exclusiva de los gobiernos democráticos, sino a un problema histórico de profunda complejidad que permea distintos campos de la vida, entre ellos la academia, los trabajadores, los estudiantes, pobladores, inmigrantes y organizaciones sociales diversas, requiere de pronunciamientos y alianzas para generar un cambio estructural de las relaciones de poder en Chile.
  3. Consideramos que las posibilidades de resolución del conflicto que el Estado y el gran capital mantiene con el pueblo mapuche, necesariamente deberán considerar la complejidad y magnitud de los procesos históricos, socioeconómicos, políticos e ideológicos que connotan el Estado de Ocupación Colonial. Para ello, el respeto al derecho a la autodeterminación de los pueblos, la restitución territorial, el freno al capital extractivo, la desmilitarización de las comunidades, la libertad a los presos políticos, el cese a la criminalización, así como la justicia y reparación por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el pasado y el presente contra el pueblo mapuche, debieran situarse como parte de una plataforma básica desde la cual establecer una negociación política.

 

Junio de 2017

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América Leatina desde Abajo

Danza, niñez y resistencias desde Cerro Blanco, Chile

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Por Ignacio Andrés.
América Leatina desde Abajo.

I.-Celebrando Anata en el Cerro Blanco

Durante el 3, 4 y 5 de marzo se realizó la decimotercera versión del Anata en el Cerro Blanco. Fueron tres días en donde resonaron las tarkas y las danzas se sucedieron una tras otra, en los que la alegría se apropió de anfitriones y asistentes tanto como el juego y la compartición.

Antes de abordar dicha experiencia, inicialmente cabe comenzar por precisar el significado del Anata. Para el Centro Ceremonial Cerro Blanco – Apu Wechuraba, impulsor del mismo, el Anata es una festividad que hace referencia al “tiempo de juego” en un contexto ritual en plena época de Jallu Pacha o lluvias en el Altiplano. Es el tiempo femenino, tiempo de la Phaxsi Mama (Luna) y de la Pacha Mama, ya que la tierra está abierta, fue sembrada y aparecen los primeros frutos y flores.

Todos los ritos están dirigidos a la papa, la quinoa, la arveja y todo lo que esté floreciendo, y en algunos casos se esté cosechando. Se le conoce también como la fiesta o “floreo de la gente”, es el espacio de reproducción social de la comunidad. Son tres días de fiesta en la que aparece la organización espacial y social de los ayllus y en que se representa la adscripción y pertenencia a un grupo de parentesco y comunidad identificada por los antepasados.

La celebración del Anata se hace generalmente en el mes de febrero o comienzos de marzo, cuando las plantas están en pleno florecimiento. Como tiempo ritual, sagrado, se invoca a las divinidades andinas expresadas en cerros y zonas sagradas, los Apus, Achachilas, Uywires, Wakas.1

Por considerarse una época femenina es el momento propicio para la fertilidad de todo ser vivo. Las plantas de la papa florecen, dando a su tiempo el fruto esperado por la comunidad.

En el Anata se manifiesta la relación intrínseca en el mundo andino entre el Jaqi o Runa (persona), la naturaleza y las divinidades. Es un tiempo de renovación. Las relaciones sociales se restablecen, los ahijados visitan a los padrinos, los niños socializan con la comunidad, se realizan alianzas matrimoniales. Es tiempo de encuentro.

El Anata está asociado con el uso de instrumentos como tarkas, moseños y pinkillos. Las danzas ejecutadas están en directa relación con el instrumento. Dentro de los aguayos las personas portan los primeros productos de las chacras, seleccionando los mejores para ser challados, los cuales posibilitan la multiplicación en la cosecha.

En la celebración del Anata es primordial la ch’alla (rociar la tierra o algún elemento con alcohol) y la instalación de mesas ceremoniales en las cuatro esquinas de todo lugar. Este agradecimiento se extiende a todo el conjunto de la naturaleza, animales, casa, bienes. Todo lo circundante al Jaqi o Runa, las herramientas de trabajo, los productos agrícolas, la naturaleza, las cosas, adquieren vida, son seres que comen y beben.

Lanzar agua en Anata está relacionado con la fecundidad de la tierra, en las comunidades se juega con agua y también harina. La Pacha Mama necesita confites para satisfacer su hambre, realizándose mesas ceremoniales dulces. La serpentina y la mixtura son otros elementos fundamentales para esta festividad, simbolizando la continuidad, alegría, unidad y cooperación, pero sobre todo la hoja sagrada de la Mama Coca, la que nos permite relacionarnos con nuestras divinidades.

En algunas comunidades el Anata es representado por una figura masculina llamada Ño Carnavalón o José Domingo Carnavalón, dando cuenta del principio andino de la dualidad, el chacha-warmi (hombre-mujer), siendo el complemento de la Pacha Mama, el abuelo eterno. Su desentierro en el inicio de la fiesta representa el regreso de los antepasados. Es tiempo de fertilidad y hay que despedirlo con alegría.2

Pero hay algo más por exponer. Históricamente, el Anata que se realiza en el Cerro Blanco guarda una estrecha relación con el Anata oriundo del Valle de Azapa (ubicado en la XV región de Arica y Parinacota), desde que a principios de los 70’ agrupaciones de danza aymaras bolivianas junto a familias afro-descendientes organizaran el primer carnaval en dicho valle, que ya en aquel entonces tenía la figura del abuelo carnavalón o «espíritu de los cultivos», una suerte de jornalero o campesino de la zona. Cabe señalar también que estas primeras agrupaciones referirían sus nombres a los pueblos de origen en Bolivia, como es el caso de la agrupación Andino Sajama que alude a la provincia de Sajama, departamento de Oruro.3

Por otra parte, podríamos decir que el abuelo carnavalón, abuelo carnaval, o también conocido en otros lugares como el Ño carnavalón, visto con ojos de no creyente, es un mono hecho de paja, madera y otros elementos, con vestimentas de traje, un vestón y un pantalón de tela muy elegantes. Pero él, al levantarse de la tierra, es el que da comienzo tanto a los carnavales de los pueblos del interior de Arica como al del Cerro Blanco. Según la concepción andina, cada pueblo cuenta con su propio abuelo enterrado en algún cerro sagrado, debiéndose realizar un ritual en agradecimiento (denominado pawa) al desenterrarlo, vistiéndolo para los días que siguen de carnaval, y al acabar éste, enterrarlo nuevamente y permitirle descansar hasta el otro año. Comúnmente una agrupación denominada «alférez», suele hacerse cargo de la ceremonia de vestimenta para el abuelo, de comprarle un traje nuevo para este año, así como zapatos, sombrero, camisa, etc., si es necesario.4

En el caso del Anata del Cerro Blanco – Apu Wechuraba, el alférez de este año fue la fraternidad Caporales Centralistas San Miguel, agrupación con más de cuarenta años de trayectoria, que sostuvo durante los tres días de carnaval las diversas ceremonias, actividades, comidas, bebidas, higiene y aseo del cerro y centro ceremonial, además de acoger a las más de 500 personas asistentes y manteniendo así el espíritu del carnaval.5 El próximo año el nuevo alférez deberá desempeñarse en la misma función, sin esperar nada a cambio, en íntima reciprocidad con las demás agrupaciones, como ya es marcada tradición.

Todo esto ocurre en un territorio que al estar ubicado en el Valle del Mapocho y sus cercanías, alberga todo un universo de entidades sagradas que nos rememoran antiguos parajes donde convivían personas venidas del norte, pueblos andinos del kollasuyu, y pueblos del sur, mapuche. Lo que hoy se conoce como Santiago siempre constituyó un espacio intercultural. De hecho, en las laderas del Cerro Blanco en dirección poniente, se ubica el Qhapaq Ñana (o camino principal en quechua), el sendero que los pueblos del norte y sur usaban para cruzar el valle del Mapocho, en donde actualmente se ubica la Avenida Independencia y la calle Bandera.6

Hoy día, la celebración del Anata es parte de una política latente, en tanto proyecto y necesidad, que da cuenta por entre otros aspectos, de la apremiante necesidad del encuentro entre nuestros círculos de organización, de las muchas veces omitida compartición y alegría en nuestras relaciones, concíbanse estas políticas o no. Un valeroso programa que a través de la rigurosidad que conlleva el constante levantamiento de actividades, se consolida y defiende ante el hostigamiento de las instituciones de la vieja política y la ascendente represión hacia las comunidades.

No hay duda que en un país como el nuestro, convertido ya desde hace décadas en un laboratorio del neoliberalismo, la cultura constituye una aguda problemática en donde cada pormenor, dicho sea de paso, puede tornarse crucial. Es cuestión de entrever como ésta se desarrolla en el actual conflicto del Centro Ceremonial Cerro Blanco – Apu Wechuraba. Desde la hora en que sale el sol hasta que éste se pone, son fácilmente distinguibles dos culturas.

Por una parte, una cultura «desde arriba», que en el caso que nos ocupa, se muestra estática, incapaz de romper con el paternalismo y las concepciones de identidad dominantes, impuestas con sangre, tristeza y olvido, como lo son la nación o inclusive la de raza, cuya autenticidad ha sido reducida a certificados provistos por la misma República que desde su conformación, no ha hecho más que reprimir las comunidades indígenas. Vemos ahí el hecho trágico de que, como antaño, la política se antepone a la cultura —traducido esto en la maquinación partidista que amenaza la gestión del cerro—, proliferando así la indiferencia, la ambición y la traición en las relaciones humanas.

Por otra parte, en paralelo se robustece una cultura «desde abajo», que al ser dinámica se reinventa una y otra vez, aunándose de forma comunitaria, a partir del encuentro, del sentir, haciendo de este un catalizador ante las amarguras del día a día. Cultura que en el caso que nos convoca, inspiró tanto a quienes de manera eventual tocaron, bailaron o de alguna u otra fueron parte del Anata, como es parte de quienes desde hace dieciséis años han sido parte íntegra de la construcción a pulso y se han esfuerzan día a día en la manutención del Centro Ceremonial Cerro Blanco – Apu Wechuraba. En este caso se difícil distinguir el divorcio entre cultura y política o siquiera establecer un orden «táctico» entre ambas.

Con este telón de fondo, el CONACIN o Coordinadora Nacional Indianista se ha situado en el desarrollo y fomento de la cultura desde abajo, potenciando así no sólo la ancestral condición de punto de encuentro del Cerro Blanco, sino que hoy al mismo tiempo, la de resistencia.

De allí que a cuatro días de finalizado el Anata, el jueves 9 de marzo, fuese realizada la Mesa Indianista en la Aldea de La Paz del centro ceremonial, jornada en donde asistieron más de 100 personas, muchas en representación de diversas agrupaciones de danza, con el fin de hacer converger las formas de lucha en la restitución del comodato.

Del mismo modo, este jueves 16 de marzo se realizará una asamblea abierta a las 19:00 hrs. en la Aldea de La Paz del Centro Ceremonial del Apu Wechuraba, en donde han sido convocada a participar la Mesa Indígena de Recoleta, siendo este encuentro propicio para el diálogo entre los diversos actores involucrados, así como otra oportunidad para la colaboración de quienes de algún modo son conscientes del conflicto y la importancia en la defensa de las culturas desde abajo.

Notas:

1.Apu es el título de honor que significa ‘Señor’ y que se da en especial a los Achachilas y también al Dios cristiano.

Los Achachilas, junto con la Pachamama, constituyen la categoría más importante. Son los grandes protectores del pueblo aymara y de cada comunidad local. Como las montañas y los cerros, que son sus moradas, abrigan al hombre. Existe una relación filial entre los aymaras y los Achachilas, porque estos últimos son los espíritus de los antepasados remotos, que siguen permaneciendo cerca de sus pueblos. Supervisando la vida de los suyos, comparten sus sufrimientos y sus penas, y les colman con sus bendiciones. Los hombres les pagan por todo esto respetándoles y ofreciéndoles oraciones y ofrendas. Existen varias clases de Achachilas. Una primera clase la forman los Achachilas grandes, generalmente identificados con las más altas montañas de las cordilleras andinas, como por ejemplo el Illampu, el Illimani y el Sajama. Éstos son los protectores de todo el pueblo aymara y de todo el territorio ocupado por éste. Una segunda clase la forman los Achachilas, que son identificados con los cerros que rodean las comunidades; éstos son los espíritus protectores de las comunidades locales: así, cada comunidad tiene sus propios Achachilas.

Los Uywires (o uywiri) son los espíritus protectores locales, en especial del hogar y del ganado. Son también el nombre genérico para los distintos lugares sagrados que se encuentran dentro de los límites de una comunidad. Estos lugares son considerados como protectores de los habitantes, de los cultivos y del ganado.

El Waka es un espíritu protector de menor categoría. Su fuerza está presente en determinadas piedras que son respetadas por los campesinos. Los misioneros de la época colonial usaban la palabra waka para todos los seres sobrehumanos de los aymaras y sus representaciones.

Fuente: “Glosario”, de Hans van den Berg, 2005. Disponible en http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-33232005000100010 

  1. Transcripción directa del cartel puesto a la entrada del Centro Ceremonial, que explica según quienes componen éste mismo el significado del Anata.
  1. “Carnaval Andino en la ciudad de Arica: Performance en la frontera norte chilena”, de Andrea Chamorro, 2013. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-10432013000100004/
  2. “Época de carnaval: celebrando el mundo Aymara y derribando estereotipos en nuestras culturas ancestrales”, de Paula Jorquera, 2017. Disponible en: http://www.elmostrador.cl/braga/2017/02/26/epoca-de-carnaval-celebrando-el-mundo-aymara-y-derribando-estereotipos-en-nuestras-culturas-ancestrales/
  1. Fuente: Somos Cerro Blanco
  1. Santiago Jacha Marka: Danzas, cosmovisión, festividades y acción política en el espacio urbano. Compañía de Investigación y Danzas Andinas Taypi Aru. Editorial Quimantú, 2011.

II. Corso infantil en el Apu Wechuraba: la danza, la niñez y otras resistencias

Durante el pasado sábado 25 de febrero, en el Centro Ceremonial Indígena Apu Wechuraba1 del Cerro Blanco, se realizó un corso infantil organizado por la Coordinadora Nacional Indianista, más conocida como CONACIN, que actualmente agrupa a diversas agrupaciones de danza tales como Mankasaya, Kullabas, Bailes Chinos, temascaleros, además de machis y otros.2

Siendo CONACIN un crisol de distintas danzas, cosmovisiones, experiencias y sensibilidades políticas, hablar de danza para ésta es hacer referencia directa a su cultura de proveniencia, la ritualidad en la que se instala, el carácter de festividad que desarrolla, la música, la vestimenta, y por sobre todo los y las danzantes. Es más, podríamos decir que en cierto sentido las agrupaciones se han convertido en ayllus3, comunidades ya no transitorias como los conjuntos folclóricos (entendidos de manera simplista), sino más bien como comunidades de sentido, desde la reelaboración de la solidaridad y fraternidad a través del movimiento y los cuerpos4.

A partir de esta perspectiva –y dentro de la apretada agenda que suele mantener el CONACIN durante el año–, sería llevaría a cabo el corso infantil.

Pero cabe preguntarse, ¿qué es un corso?

Un corso se distingue de otras formas carnavalescas en tanto no posee un carácter homogéneo en el desfile, pues no se compone sólo de bandas, como lo sería una comparsa, sino que permite personas o agrupaciones no precisamente vinculadas a la danza, así como también da paso a toda una variedad de atuendos (no solamente pertenecientes a conjuntos folclóricos) tales como disfraces o caras pintadas, tal como lo sería en esta ocasión. Además, el corso se suele realizar en época de carnaval y esta no sería la excepción, pues habría sido previo a la Anata5 realizada el 3, 4 y 5 de marzo en el Apu Wechuraba.

¿Por qué, entonces, un corso infantil?

Puesto que para las agrupaciones de danza andina reunidas en el Apu Wechuraba es común observar como las niñas y niños suelen ser apartados de todas las presentaciones, reuniones organizativas o múltiples instancias consideradas solemnes, serias, formales o en estricto rigor, «adultas» en la sociedad, no siendo precisamente tales agrupaciones la excepción. De ahí a que durante La Comadre6 del pasado jueves 23, entre las diversas intervenciones realizadas por las compañeras, se señalase la necesidad de resolver dicha problemática, comenzando así por el corso infantil. No obstante, según también se marcaría el énfasis en que éste sería parte de toda una apuesta por sostener en el tiempo, orientada a las nuevas generaciones, considerándose al corso como el primero de muchos carnavales infantiles por realizar. Es así como durante el presente año se realizarían al menos dos talleres de danza infantil. Por un lado la Aldea Kenay o escuela masculina en las estaciones de otoño e invierno y por otro, la Aldea Sayen o escuela femenina en las estaciones de primavera y verano.

En otro aspecto, la puesta en marcha de semejante iniciativa da cuenta como la educación en torno a las culturas propias de Nuestra América, no puede resolverse ya a través de relaciones asimétricas en donde es el niño quien sigue y aprende, y el adulto, quien señala y enseña, y del mismo modo, como los saberes no pueden comprenderse sino a través del vínculo con la realidad y su subjetividad, el hacer mismo. De forma tal que, la transformación de las relaciones sociales y la vinculación con nuestras diversas raíces no sería ya una cuestión que atañería tan sólo a la responsabilidad de las personas adultas, poseedoras de conocimientos específicos o no, sino que tomaría en forma y contenido otros saberes, sentimientos e inquietudes, los que suelen marcar el paso del ritmo festivo que es la misma infancia, pero que se ven entorpecidos a diario por los desabrimientos, desigualdades y contrariedades de la educación actual en Chile.

Por otra parte, en cuanto al curso de la actividad, el pasacalle comenzaría en la Casa Andina, espacio en donde habitualmente se realizan ceremonias y rogativas, para posteriormente dirigirse al Jardín Machi, en donde los infantes interactuarían con una llama7 ahí presente, cruzando junto al Temascal y llegando finalmente al escenario del Apu Wechuraba, en donde comúnmente se suelen celebrar las presentaciones de danza y música de mayor envergadura. Posteriormente se retornaría a la Casa Andina para así realizar el apthapi8 y de forma paralela, los siempre entusiastas juegos de agua.

Por último, hay que señalar el corso infantil se llevaría a cabo en pleno conflicto con la gestión municipal de Daniel Jadue (PC), encontrándose actualmente el CONACIN ante la inminencia de un desalojo. Esto debido a que dos semanas luego de haberse celebrado el Inti Raymi el año pasado, la Coordinadora sería notificada del término en el comodato, a razón de un supuesto “incumplimiento de contrato”, puesto que el Centro Ceremonial Apu Huechuraba no habría contado formalmente con instalaciones de agua y luz. Paradójicamente, esto último le habría correspondido precisamente al SIRVIU o la Municipalidad.

Ante tal situación, se hace relevante tomar en cuenta como el CONACIN ha sostenido de manera autónoma por más de dieciséis años el Apu Wechuraba, levantando diversas instancias tales como carnavales, rogativas, comparticiones, talleres, etcétera, hasta el día de hoy, autofinanciándose para todo ello.

Es por ello que el jueves 9 de marzo se realizará una Mesa Indianista con todas las agrupaciones partícipes o relacionadas de algún u otro modo al centro ceremonial, de la cual resultará una propuesta de administración del cerro en su totalidad –y no una fracción del mismo como actualmente ocurre–, desde la visión de la autogestión y autonomía indígena.9

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Fotografías: Jorge Rosales

 

 

Notas

  1. El Cerro Blanco era ya denominado como Apu Wechuraba desde tiempos remotos. “Apu” en quechua vendría a significar un lugar o cerro sagrado, mientras que “Wechuraba” es una palabra en mapuzungún, que vendría a significar “de donde nace la greda”.2. Fuente: Periódico El Recolector3. El “ayllu” es un término de origen quechua al que suele asociársele por significado parentela, familia o linaje. Del mismo modo fue la unidad política, económica y social básica del Estado Inca, siendo conformado así por miles de familias. Los ayllus sin embargo no se conformaban por lazos puramente sanguíneos (como hoy podrían serlo las familias), sino que también por estrechos vínculos territoriales, espirituales, laborales, etcétera.

    4. Santiago Jacha Marka: Danzas, cosmovisión, festividades y acción política en el espacio urbano. Compañía de Investigación y Danzas Andinas Taypi Aru. Editorial Quimantú, 2011.

    5. La Anata es una festividad andina, realizada en el Apu Wechuraba […]

    6. Las Comadres son fiestas provenientes de Asturias, el Pueblo Vasco y otros lugares de España, que sería adquirida durante el proceso de colonización por comunidades andinas, cosmovisión andina alcanzando diversos territorios de América Latina, aunque manteniendo la esencia de una actividad de contención, catarsis y compartición, preponderantemente femenina.

    7. Actualmente la llama sigue siendo un animal fundamental para el desarrollo de la economía cotidiana, los mitos y la ciencia de las múltiples culturas relacionadas con el Altiplano andino.

    8. El apthapi proviene del vocablo apthapiña, que significa “recoger de la cosecha”. Se le suele denominar así a la costumbre de compartir alimentos entre los miembros de una comunidad, amigos o familiares se conoce entre los aymaras como apthapi y es una herencia de los pueblos nativos del occidente boliviano. Tiene además el objetivo de compartir, unir a las familias y también permitir a las comunidades reconciliarse con aquellas que se encuentran distanciadas por discusiones o problemas.

    9. Fuente: Periódico El Recolector

radio
Resumen Latinoamericano

Nación Mapuche: La machi está en proceso de recuperación

La werkén Ingrid Conejeros participó de un Trawún realizado en la ciudad de Castro en Chiloé, en el cual entregó información sobre el estado de salud de la Machi Francisca Linconao, el proceso judicial que enfrentan las 11 personas que están siendo imputadas por el caso Luchsinger Mackay y para entregar un mensaje que la lamgen le encomendó llevar a las diversas comunidades a través de una carta escrita a mano.

(Descarga aquí)  

Por Dafne Moncada – Resumen Latinoamericano/Mapuexpress

radio
Poética Viva (proyecto chileno de contrainformación)

Modelo de “exportación” chileno… arrasando

A car with a Chilean flag drives through the debris after a forest fire devastated Santa Olga, 240 kilometres south of Santiago, on January 26, 2017. Six people -- among them four firefighters and two police -- have now been killed battling vast forest fires in central Chile, officials said Wednesday. Multiple blazes have ravaged 238,000 hectares (588,000 acres) and are growing, the National Forestry Corporation said in a statement. / AFP / PABLO VERA LISPERGUER CHILE-FOREST-FIRE

Por Makito. América Leatina desde Abajo (05/02/17)

Ningún habitante puede vivir tranquilo rodeado de pinos y eucaliptos, con una temperatura de 34 a 40 grados, cambio climático generado por el capitalismo y a merced de políticas que no protegen el medio ambiente ni resguardan el bosque nativo, ni la flora, la fauna, ni acuíferos, glaciares, lagos, islas, ríos; hacen desaparecer montañas que salen por un tubo y entran a sus barcos al igual que el resto de los bienes comunes.

Hoy, en medio de una crisis incendiaria nos enteramos que “nuestro” Estado es el que subsidia a las empresas forestales, que son las principales causantes de esta catástrofe y, además las beneficia con leyes idóneas para que superexploten “nuestra” tierra instalando monocultivo de pinos y eucaliptos a gran escala, que acaba con nuestro bosques nativos, suelos y agua, y con eso generan la aridez necesaria para que estos tipos de árboles se constituyan en el verdadero combustible de los megaincendios que afectan a Chile.

Son miles las hectáreas quemadas, hasta el momento se calculan que son seis veces la superficie de Santiago, y aún no se dimensiona lo que ha de significar para la vida, las nuestras y las del resto de los animales y la de los que vienen.

El Estado chileno compra 16 aviones F-16, con un valor de 15 millones de dólares cada uno (¿para la parada militar o para pelear contra Bolivia?); invierte en miles de bombas lacrimógenas que se las compra a Israel -como queriendo seguir su ejemplo colonizador-, y también les compra carros lanza aguas y zorrillos. ¿Por qué el Estado no se interesa en comprar aviones para el combate de incendios? ¿Falta de previsión? ¿Indolencia? ¿Irresponsabilidad política? O es que los que nos quemamos o perdemos nuestras casas somos parte de ese 80% de la población excluida, a quienes les toca sufrir, luchar, trabajar y morir en los pueblos, barrios y comunidades, por terremotos, aluviones, temporales, tsunamis, allanamientos, represión o por este devastador incendio.

Han dicho que la mayoría de los incendios, casi un 99% son intencionales, pero no han dicho que existe un modelo forestal que fortalece que todo se queme junto, vorazmente, pues hay puro monocultivo esperando arder, que es lo mismo que tener combustible dentro de una botella encendida.

Nos convirtieron en la “zona de sacrificio” del modelo, desde la vela encendida que mata a abuelos o niños al interior de una vivienda, hasta pueblos cercados y asfixiados por las celulosas, hasta la Araucanía militarizada. Nos hicieron herederos de un modelo, donde siete familias son los patrones de un largo fundo con hidroeléctricas, forestales, represas, salmoneras, mineras, pero sin educación, ni salud, ni vivienda, ni trabajo digno. Vivimos en este fundo cercado con cámaras de vigilancia, controles de identidad y medios masivos que insertan el miedo y la desconfianza en nuestras mentes y en nuestra vida cotidiana. Pululamos y sobrevivimos apartados –los esclavos de este siglo– ya no compramos en sus pulperías como antaño, pero lo hacemos en malls y supermercados, cambiaron las fichas redondas, por rectángulos magnéticos de plástico e incluso, ahora nos dan crédito.

Todo cocinado por las siete familias y su élite de políticos, tecnócratas e ideólogos del Estado neoliberal. Ellos nos quieren así, encerrados, cansados, desencantados, apartados y sin fuerzas ¡enfermos! amarrados al cepo de mentiras de la TV, subcontratados por las empresas forestales que en cinco años acumularon ganancias superiores a 1.269 millones de dólares controlando 1,2 millones de hectáreas, mientras el pueblo mapuche lucha por recuperar las nueve millones de hectáreas  que desde 1973 el Estado de Chile le arrebató para entregárselo a las forestales. Rodrigo Cisterna, trabajador de 26 años, luchó por un salario sobre los $60.000, y terminar con el subcontrato en las forestales, y murió acribillado por Fuerzas Especiales de Carabineros.

En los noticieros siguen buscando a los causantes de la tragedia, al parecer los sistemas de radares de los F 19, solo funcionan para ubicar pirómanos o personas en “situación de calle” sindicados como los responsables, solo que la lógica indica que donde existen fortunas, hay intereses, y donde hay intereses también hay ingeniería comercial, o sea números.

La catástrofe desnuda al modelo que ya tiene sus fisuras, pero el fuego no termina con él, es la junta de rabias, manos y solidaridades, como ahora, las que abren ranuras que ellos también van taponeando con elecciones y represión. Por eso, no basta con solidaridad, ni en un cambio de gobierno, la crisis es profunda, estructural, y no se soluciona por arriba. Definitivamente, otra humanidad nos tiene que nacer si queremos sobrevivir a esta crisis terminal del capitalismo, otra relación del género humano con el medio ambiente y ecosistema que nos rodea y nos alimenta. Es obligación generar condiciones para que nosotros, los de abajo, los originarios, y otras  generaciones retomen el sentido de lo social, lo humano y lo divino.

Aquí por abajo, en la tierra quemada doña Carmen, de Santa Olga, dice que desde los rescoldos nos levantáremos, porque en los rescoldos esta nuestra historia, de ahí venimos todos, y nos sonríe cariñosa.