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Por John Berger / The Guardian – Rebelión / Resumen Latinoamericano / 05 de enero de 2017
Discurso en el Café Royal al aceptar el Premio Booker (de 5000 libras) por la novela “G”, en 1972
Ya que me han concedido ustedes este premio, acaso les interese saber –en pocas palabras– lo que significa para mí.La competitividad de los premios me repugna. Y en el caso de este premio en particular, la publicación de la lista breve, el suspense con buscado efecto propagandístico, las cábalas sobre unos y otros escritores como si fueran caballos de carrera, el énfasis puesto en vencedores y vencidos, todo ello es falso y está fuera de lugar en el contexto de la literatura.Sin embargo los premios obran como estímulos –no para los mismos escritores, sino para editores, lectores y libreros. Así, el valor cultural básico de un premio depende de qué tipo de estímulo representa. Hacia la conformidad del mercado y el consenso de la opinión promedio; o hacia la independencia imaginativa tanto del lector como del escritor. Si un premio sólo estimula hacia la conformidad, únicamente está subrayando el éxito tal y como se lo entiende convencionalmente. No es más que otro capítulo en una historia de éxitos. Pero si estimula hacia la independencia imaginativa, entonces fortalecerá el deseo de buscar alternativas. O, por decirlo de manera muy sencilla: animará a la gente a hacer preguntas.
La razón de la importancia de la novela estriba en que plantea preguntas que ningún otro género literario puede plantear: preguntas sobre el trabajo individual en la forja del propio destino; preguntas sobre los usos que uno puede darle a la vida –incluyendo la vida de uno mismo. Y plantea estas preguntas de manera muy íntima. La voz del novelista funciona como una voz interior.
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