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A las 8h del 24 de mayo, acompañado de un cortejo de furgonetas policiales, un contingente de antidisturbios ha procedido al desalojo de la Oficina de Derechos Sociales (ODS) de La Ingobernable, en la calle Cruz de Madrid. Termina así la experiencia de este centro social, que fue recuperado por la asamblea de La Ingobernable hace un año escaso en el edificio del Hotel Cantábrico, que pertenece a la empresa de peluquería Marco Aldany. “Los propietarios del edificio de calle Cruz, Marco Aldany junto con One Shot Hotels, nos han desalojado sin previo aviso, después de que el espacio estuviera durante cinco años abandonado”, afirman desde el centro social a El Salto.
Según explican, One Shot Hotels es una empresa hotelera propiedad de la aristocrática Familia de Solís Tello y Luis Felipe Mendieta, participada por fondos de inversión como Nazca. Dicha familia ha alquilado el antiguo Hostal Cantábrico a los hermanos Fernández Luengo, más conocidos por ser los propietarios de la cadena de peluquerías Marco Aldany. Desde el Ayuntamiento de Almeida, han permitido el cambio de uso de suelo para convertir el edificio ahora abandonado en un hotel de lujo.
No es solo esta operación de especulación lo que quieren denunciar desde el centro social, “sino de acaparamiento de aquellos que ya gozan de un amplio imperio inmobiliario” en referencia a la familia que controla la cadena de peluquerías y que “cuentan con más de diez empresas y múltiples propiedades y negocios: ZZ Inmobilari Próxima con un patrimonio de 12 millones de euros en terrenos, 58 millones de euros en propiedades, además del Hostal Residencia Arti en Gran Vía, el Hotel Ciudad de Alcalá, un conglomerado en el negocio de las residencias de estudiantes y 19 apartamentos repartidos entre Atocha, Malasaña y Gran Vía”.
En 2019, una de sus empresas ejecutó un desalojo extrajudicial con denuncia de lesiones y agresiones homófobas del CSOT La Pluma. Uno de los hermanos, Daniel Fernández Luengo, sigue pendiente de resolución judicial sobre las agresiones y delitos de odio por los insultos homófobos que la empresa de matones que contrató para el desalojo.
Durante estos doce meses, la asamblea que recuperó el espacio se focalizó en cubrir siete ejes de trabajo: el derecho a la vivienda, derecho a la alimentación, derecho a la protesta, precariedad laboral, transfeminismos y disidencias, renta básica y salud comunitaria.
Entre sus paredes se procuraron espacios de estudio y trabajo para distintos colectivos y se planificaron acciones como la de desobediencia no violenta que tiñó el Congreso de los Diputados de color rojo el pasado mes de abril para denunciar el retraso en la acción climática.
La ODS se levantó sobre un hotel de cuatro plantas, más de 2.000 metros cuadrados, con alrededor de 120 habitaciones, que llevaba más de cinco años abandonado. Se trataba del tercer emplazamiento de La Ingobernable, tras el edificio que dio lugar a la asamblea, en la calle del Gobernador, y la efímera ocupación de la calle Alberto Bosch, que fue desalojada durante el estado de alarma.
A lo largo del mes de mayo se han acumulado las noticias en torno a esta asamblea. El día 6, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) dictaminó que el Ayuntamiento de Madrid estaba fuera de la legalidad para desalojar el primer centro social La Ingobernable el 13 de noviembre de 2019 y, aún sabiéndolo, procedió por causas ajenas a sus competencias al desalojo. Un día después, ese espacio anunciaba la okupación del antiguo convento de Las Recogidas, parte del patrimonio de UGT, que el sindicato quiere convertir en un hotel. Tras unas horas de retención a decenas de personas por parte de la policía, el día 8, Delegación de Gobierno autorizaba el desalojo de ese edificio en la calle Hortaleza.
“Una vez más, aquellos que prefieren seguir enriqueciéndose a costa de hacer más hoteles vuelven a desalojar un centro social”, lamentan desde La Ingobernable, que ven en este ataque contra los centros sociales “una evidencia más de la ciudad que quieren. Una ciudad muerta llena de hoteles”.
“Están deseando eliminar de la ciudad los espacios vecinales, quieren dejar Madrid vacía de centros sociales”, alertan en referencia a los ataques, desalojos y ensañamiento con otros centros sociales. “La lista es larga: La Gasoli (Guindalera), el Solar Maravillas (Malasaña), La Salamandra (Moratalaz), La Dragona (La Elipa), La Yaya (Argüelles), la Casa de las Asociaciones (Hortaleza), el EV Montamarta (San Blas), el EVA de Arganzuela , la Casa de la Cultura (Chamberi), La Casa del Cura (Malasaña), La Enredadera (Tetuán), la actual amenaza sobre el Atalaya (Vallekas) o lo comprobamos: están deseando eliminar de la ciudad los espacios vecinales. Y regalársela a la especulación y la turistificación”.