Canadá: Momento decisivo de la lucha de los Gitxsan contra gasoducto PRGT
Fuente: Avispa Midia
Por Renata Bessi
En portada: Jóvenes gitxsan y simpatizantes protestan contra proyecto de gasoducto en la Columbia Británica que afecta territorios de poblaciones originarias en Canadá. Foto de Mike Graeme
La nación Gitxsan es un pueblo originario que vive en el noreste de la Columbia Británica, provincia localizada al oeste de Canadá, entre el mar Pacífico y una cadena de montañas. Las comunidades del pueblo Gitxsan viven principalmente en las orillas de los ríos del abundante sistema fluvial de su territorio, entre ellos los ríos Skeena y Kispiox. Estos ríos son conocidos por ser el lugar donde habita el salmón.
Tan importante es la existencia de este pescado en la región que “nos llamamos gente del salmón”, comparte para Avispa Mídia Jesse Stoeppler, de la nación Gitxsan, miembro de la comunidad Hagwilget Village, formada por aproximadamente 350 personas. “Al igual que nuestros pueblos vecinos – como los Tsimshian y los Nisga’a -, dependemos de la salud de la población de los salmones. Nuestra cultura depende del salmón, nuestra alimentación depende del salmón, nuestros bosques dependen del salmón. El ADN del salmón se encuentra en los árboles y en las plantas”.
El pueblo de Gwii Lok – como es conocido Stoeppler en la lengua de los Gitxsan -, así como otros pueblos de la región, ha entablado desde por lo menos una década una lucha para defender su territorio de los gasoductos proyectados para transportar gas metano, que es extraído en la misma provincia, hacia regiones del mar Pacífico. Ahí, pasa por un proceso de licuefacción para ser exportado vía navíos principalmente a Europa y Asia.
La técnica utilizada para la extracción del gas es la fractura hidráulica (fracking). “Las empresas utilizan millones y millones de litros de agua. Nuestra región, donde hay agricultores, bosques y salmones, está en sequía extrema. Ya no hay suficiente agua en nuestros ríos para que viva el salmón. Nuestros lagos son cada vez más pequeños. La mayoría de nuestras comunidades carecen de agua potable. Los pozos están envenenados”, cuenta Gwii Lok.
Por el territorio de los Gitxsan, conformado por 33 mil kilómetros cuadrados, cruza el gasoducto Coastal GasLink, de la empresa TransCanadá Energy (TC Energy), finalizado en 2023, y que ha enfrentado fuerte resistencia por parte de los pueblos Wet’suwet’en y Gitxsan que sufrieron, por años, la violencia policial, acoso por parte de la empresa y la vigilancia de sus defensores de la tierra.
Por lo menos otros ocho proyectos, según Gwii Lok, están en camino, siendo que uno de ellos, de 900 kilómetros de extensión, empezó a ser construido en agosto de 2024, cuando empezó la tala forestal en el trazado del proyecto. Es el gasoducto Prince Rupert Gas Transmission (PRGT), que fue vendido en mediados de 2024 por la empresa TC Energy a la nación Nisga’a y a la empresa Western LNG LLC, con sede en Texas. En abril, mientras se construía el acuerdo de venta del gasoducto PRGT, otro de los gasoductos de TC Energy explotó en la provincia de Alberta, provocando un incendio forestal y contaminando el medio ambiente.
El gasoducto PRGT debe llevar gas metano desde Hudson’s Hope, en el noreste de la Columbia Británica, hasta una instalación de exportación de ese gas, en el noroeste de ésta provincia, cuya ubicación exacta aún no se ha confirmado, para pasar por el proceso de licuefacción.
Las centenas de kilómetros de ducto atravesarán diversos territorios de pueblos originarios, más de mil arroyos, ríos, lagos y fiordos, según un informe de Amnistía Internacional de Canadá, que da seguimiento al caso desde hace años.
Ahora los pueblos viven un momento decisivo. El destino del gasoducto PRGT está incierto, después de que su certificado de evaluación medioambiental expiró en noviembre de 2024.
En 2014, el gobierno aprobó el certificado “pese a que éste concluía que el proyecto tendría importantes efectos adversos y aumentaría las emisiones de gases de efecto invernadero”, sostiene Amnistía Internacional.
Ahora, la Ministra de Medio Ambiente y Parques de la Columbia Británica, Tamara Davidson, decidirá si hace permanente ese certificado y permite que el megaproyecto siga adelante, o si exige una nueva evaluación ambiental que ralentizaría la continuación del proyecto dos o tres años, pero no le pondría fin definitivamente. Esa decisión se espera para marzo de 2025.
Una de las preocupaciones de Amnistía Internacional es que la construcción del gasoducto fue iniciada sin que haya un punto de final aprobado. “El actual certificado de impacto ambiental se basa en el trazado del gasoducto con final en la isla de Lelu [donde hubo resistencia por parte de los pueblos y que acabó siendo cancelado]. Puesto que esto ya no es así, y el trazado del gasoducto probablemente se modificará si el proyecto sigue adelante, es más necesaria que nunca una nueva evaluación de impacto ambiental”, sostiene Amnistía Internacional.
Organizaciones nacionales e internacionales, como Peace Brigades International –Canada, instan a que el gobierno garantice que se lleve a cabo una nueva evaluación de impacto ambiental sobre el proyecto de PRGT. “Las circunstancias han cambiado considerablemente desde 2014. Las condiciones económicas y medioambientales no son ya las mismas, y el cambio climático va en aumento. Los ríos locales son más cálidos y menos caudalosos, la población de salmón y otros peces y fauna corre mayor peligro, y la mayor frecuencia de los incendios tiene un impacto cada vez más fuerte en la región”, sostienen en una llamada internacional de acción contra el gasoducto.
Exigen que se emprenda de “forma urgente y transparente un proceso de consulta con los pueblos indígenas por los que pasa el trazado del gasoducto, un proceso que sea conforme con el derecho y las normas nacionales e internacionales de derechos humanos”.
Además, apuntan que, como emisor histórico de gas carbónico, Canadá tiene un mayor deber de detener la concesión de licencias de nuevos proyectos de extracción de combustibles fósiles. Desde 2021, alegan, la Agencia Internacional de la Energía ha advertido que los nuevos proyectos de combustibles fósiles mantendrían el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero e incumplirían el requisito de lograr cero emisiones netas en todo el mundo para 2050.
A lo largo de los años los Gitxsan y sus aliados han realizado acciones de protestas, han montado bloqueos y campamientos en las orillas del trazado propuesto del gasoducto y han presentado denuncias judiciales contra el proyecto. En 2016, durante los primeros intentos de construcción, se levantó el campamento Madii Lii, que se mantiene hasta hoy, para bloquear el acceso al derecho de paso del gasoducto en el valle de Suskwa.
La resistencia al megaproyecto continúa mientras se espera una decisión por parte de las autoridades ambientales canadienses. “Si se construye el gasoducto cruzando nuestro territorio, después que todas las máquinas sean retiradas, es nuestra gente la que quedará con la destrucción, nos quedará familias rotas, y perderemos mucho de nuestro territorio”, dice Gwii Lok.
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Avispa Mídia platicó con Gwii Lok durante el encuentro continental Construyendo una Alianza contra Gasoductos y Otros Megaproyectos en Defensa de los Territorios de los Pueblos Originarios, realizado en Matías Romero, en el Istmo Tehuantepec, en Oaxaca.
En lo que sigue, destacamos partes de la entrevista en las que el Gitxsan constata la destrucción histórica de sus territorios, promocionada por el Estado canadiense, pero también partes en las cuales resalta estrategias y los detonantes de la resistencia. “El dinero no conoce fronteras, pero nosotros tampoco las conocemos”, dice.
En Canadá, la colonización continúa
Hemos vivido en nuestras tierras desde hace miles de años. De hecho, ayudamos a los colonos cuando llegaron. Sin embargo, no hemos recibido la misma cortesía. Tras el contacto, perdimos a muchos, muchos de nuestros hijos, por ejemplo, en internados y escuelas residenciales.
La desaparición de nuestros hijos afectó a las generaciones sucesivas. Estas escuelas no tenían un patio de recreo. Estas escuelas tenían un cementerio adjunto. El último internado se cerró en 1996. Cada persona de nuestra comunidad y de nuestras comunidades vecinas tiene a alguien en su familia que no regresó a casa de estas escuelas.
Las amenazas y muertes continúan. Nos amenazan, amenazan a nuestras mujeres y niños, entran por la puerta de nuestras casas con motosierras. La industria en Canadá creó toda una nueva división de policía militarizada sólo para nosotros. Esto ocurre en un momento en que nuestro país, Canadá, habla de reconciliación con los pueblos indígenas. Nos enfrentamos a la reconciliación a punta de pistola. Nos vemos obligados a ver cómo se destruyen nuestras tierras. Hay gente que está siendo asesinada. Canadá tiene una larga historia al respecto.
Las mismas estrategias
Las mismas estrategias utilizadas por empresas y gobierno contra nosotros en nuestros territorios son utilizadas en territorios de pueblos en otros países. Deseo pedir perdón ante ustedes [dirigiéndose a los pueblos presentes en el encuentro intercontinental]. Disculpas porque muchas de estas operaciones son de empresas canadienses. Así como nos tratan, así tratan a los demás pueblos indígenas en el mundo. Toman nuestros recursos, toman nuestros territorios, toman nuestros niños, nos matan. Pero no tenemos miedo, hemos resistido por generaciones. Creemos en lo que hacemos y en lo que somos. Y esta es la manera por la cual hemos sobrevivido por miles de años. Y esta es la paz que los gobiernos electos de Canadá no entienden. No entienden que algunas personas no pueden ser compradas.
Hacerse visibles
La Nación Gitxsan y la Nación Wet’suwet’en han luchado durante décadas por el reconocimiento de sus territorios ante el Tribunal Supremo de Canadá y finalmente ganaron las acciones legales y recibieron el reconocimiento de que nuestros territorios nunca han sido cedidos, nunca hemos renunciado a la titularidad.
Infelizmente tenemos que ir a la Corte para demostrar que existimos. Primero hay que hacernos visibles para poder tener derechos. Y esta estrategia ha sido usada en diversas partes de América Latina. No estamos robando a nadie como pueblos indígenas, solo queremos conservar lo que es nuestro.
También estamos intentando recurrir a tribunales internacionales. Hemos emprendido acciones legales contra Canadá una y otra vez. Estamos recibiendo ayuda de las Naciones Unidas y de organizaciones internacionales. Pero nada es tan fuerte como la unidad con nuestros parientes y otros pueblos indígenas de todo el mundo.
Conocer el territorio
Es muy importante conocer el estado de su tierra y su territorio. Lo que quiero decir es que, antes de que tus tierras se vean afectadas por la industria y los megaproyectos, en los casos en que no se logra detenerlos, tienes que conocer la salud de tu medio ambiente para poder demostrar que las empresas lo han envenenado. Tener elementos para probarlo es muy importante.
Fortaleza
Nuestra ventaja más fuerte en esta lucha contra nuestros propios gobiernos e industria es la unidad dentro de nuestras naciones, la unidad con nuestras naciones vecinas, la unidad entre Gitxsan y Wet’suwet’en por un objetivo común.
Además, es cada vez más fuerte y eficaz el uso y la ocupación cotidiana de nuestras tierras. Ya no vivimos en las ciudades, vivimos en nuestra propia tierra. Nunca olvides quién eres, tu herencia, tu lengua, tu cultura, tu tradición. Todo eso define quién eres y te fortalece.
Futuras generaciones
Nosotros recibimos una canasta. La tenemos que pasar a la siguiente generación. Y esta nueva generación recibirá lo que yo deje en esta canasta. Es mi obligación no disminuirla; yo debo dejarla como la recibí. En esto se basa todas mis tomas de decisiones.
TMEC favorece a EEUU en disputa por maíz transgénico sin pruebas de que no daña a la salud
Fuente: Avispa Midia
Por Jeny Pascacio
El panel constituido conforme el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) falló, el 20 de diciembre, a favor de Estados Unidos al considerar que elementos del decreto presidencial de México, firmado por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, en 2023, que prohíbe el glifosato y maíz genéticamente modificado, no pueden aplicarse “al no estar basadas en una evaluación de riesgo adecuada, evidencia científica y en normas internacionales relevantes”.
El panel de controversias fue solicitado por Estados Unidos luego de que México prohibió la importación de maíz genéticamente modificado (GM). El gobierno mexicano dijo no compartir la determinación del panel, pero la respetará.
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La campaña nacional “Sin maíz no hay país” sostiene que el panel comercial no tiene la legitimidad ni la capacidad para evaluar las medidas adoptadas por un país, destinadas a proteger la salud de su población, preservar su riqueza biocultural y salvaguardar el reservorio genético de un cultivo que, por su volumen de producción y diversidad de usos, es el más importante del mundo.
De acuerdo a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural Nuestro, México cuenta con 64 razas de maíz, de las cuales 59 pueden considerarse nativas. En 2021 la producción del grano fue de más de 27 millones de toneladas y es tan importante que se cultiva en los 32 estados del país.
“Por ello, bajo ninguna circunstancia un tratado comercial puede estar por encima de la soberanía de México”, sostienen las redes, organizaciones y personas que integran la campaña nacional.
Para asegurar y fortalecer la posición de México, mencionan la importancia de elevar a rango constitucional la prohibición de la siembra de maíz genéticamente modificado y su consumo como alimento básico.
Al respecto, hace unas semanas, la presidenta Claudia Sheinbaum destacó en su conferencia que para protección del grano se puede elevar a rango constitucional el decreto presidencial. La iniciativa fue presentada en el paquete de reformas presentado a inicios del 2024 por López Obrador, algunos meses antes de dejar la presidencia.
La reforma a los artículos 4° y 27° se enfoca, entre otros asuntos, en declarar a México país libre de maíz genéticamente modificado (GM) para la siembra y consumo humano, y por el reconocimiento del maíz como alimento básico y elemento de identidad nacional, sin la intromisión mercantil.
La iniciativa habla de la modificación del párrafo tercero del artículo 4° constitucional que declara al maíz elemento de identidad nacional, libre de modificaciones genéticas transgénicas; mientras el quinto párrafo se establece la obligación estatal de asegurar la conservación y manejo sostenible de la biodiversidad nacional.
En la fracción XX del artículo 27, se establece la obligación del Estado de promover las condiciones para el desarrollo rural integral y garantizar el “óptimo uso de la tierra libre de cultivos y semillas de maíz genéticamente modificado”.
En agosto de este año, la iniciativa fue aprobada por la Cámara de Diputados y se remitió a la Mesa Directiva para sus efectos constitucionales. En la página oficial de los legisladores mencionan que a partir del decreto, el ingreso al país de maíces genéticamente modificados únicamente debe permitirse en la modalidad de maíz quebrado, grano fragmentado, de manera que carezca de capacidad para germinar a menos que se cuente con una evaluación de los riesgos a la salud que tenga en cuenta las prácticas de consumo, diversificación, resguardo, comercialización, industrialización y distribución que puedan provocar la mezcla con maíces libres de esta tecnología.
Por otro lado, en el informe final sobre la controversia, en respuesta a la pregunta del panel respecto de si el decreto de 2023 podría modificarse, México respondió que es extremadamente difícil responder en ausencia de constataciones y razonamientos específicos.
México recordó en las controversias que, si se viera obligado a modificar el decreto de 2023, “estaría retirando medidas consideradas necesarias para cumplir con las obligaciones legales de México con los pueblos indígenas”. En este caso el panel no tuvo comentarios.
Controversias
Con la instalación del panel, desde el 2023 inició el proceso en el que ambos países presentaron argumentos escritos para emitir una resolución el 14 de diciembre. Pero el fallo ocurrió seis días después, el 20 de diciembre.
El panel estuvo integrado por Christian Häberli, de Suiza, presidente del panel; además de los panelistas Hugo Perezcano Díaz, de México; y Jean E. Kalicki, de Estados Unidos. Además, de expertos en comercio internacional y aspectos legales vinculados con procesos comerciales.
“Sin maíz no hay país” señala que no son científicos, ni especialistas en salud pública o ambiental. Su labor se limita a resolver la controversia administrativa presentada por Estados Unidos contra México, sin considerar los posibles impactos del maíz genéticamente modificado en la salud, la biodiversidad o el medio ambiente del país.
En un contexto de 30 años México ha documentado los efectos del uso de la biotecnología en los alimentos y en la biodiversidad de cultivos. El gobierno de México presentó ante el panel la recopilación de artículos científicos y dictaminados por pares.
Estados Unidos presentó investigaciones financiadas por la propia industria e incluso panfletos publicitarios, que no comprueban que el maíz genéticamente modificado es inocuo para la población mexicana.
Para la campaña nacional ‘sin maíz no hay país’ desde hace nueve años la agroindustria tiene la posibilidad de realizar todos los estudios científicos para evaluar los efectos a la salud y al medio ambiente por la siembra de maíz GM en México, bajo supervisión judicial y de la colectividad demandante, pero “al día de hoy se ha rehusado a realizar cualquier estudio en México”.
“El gobierno mexicano ofreció a EUA realizar una evaluación de riesgos conjunta que cubriera las necesidades de ambas poblaciones, lo que EUA se negó a realizar por considerarla innecesaria. [La decisión del panel] evidencia los riesgos que representa que los alimentos básicos sean parte de los tratados comerciales y sean considerados como una mercancía y no como un bien prioritario para la humanidad”, enfatiza un comunicado de la campaña nacional.
La representación de EUA también reiteró que el decreto presidencial de México obstaculiza el libre comercio, pero a decir de las organizaciones, el argumento carece de fundamentos, pues las importaciones de maíz han crecido en los últimos años, concentrándose principalmente en grano destinado al consumo animal, con base en las cifras oficiales de importación.
“Es esencial que sigamos exigiendo al gobierno de México que mantenga su postura firme en contra del maíz GM ante los intereses transnacionales. Este debate ha evidenciado deficiencias en los sistemas internacionales de evaluación de organismos genéticamente modificados y sus riesgos para la salud humana y ambiental”, enfatiza. En el panel tampoco evaluaron las implicaciones en la diversidad del maíz que es fundamental para contender contra los fenómenos derivados del cambio climático.
La raíz
México es centro de origen, domesticación y diversidad del maíz, y tiene el acervo genético más grande del mundo, de acuerdo al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), resultado del mejoramiento a manos de campesinos desde hace 10 mil años.
Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se emitieron dos decretos presidenciales que prohíben la importación del maíz genéticamente modificado (GM) para siembras agrícolas, para evitar los riesgos en la biodiversidad de los maíces nativos y la salud humana.
En el primer decreto, publicado en 2020 en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se hace el planteamiento sobre restricción general al maíz genéticamente modificado, pero la disposición carecía de claridad.
Para febrero de 2023 se publicó un nuevo decreto que sustituye al previo y que, además, de la prohibición de este maíz para consumo humano, prevé la sustitución gradual y especifica, por ejemplo, que ya no pueda ser importado el maíz genéticamente modificado, que no se otorguen permisos para la siembra, no debe existir este maíz en el alimento de la población mexicana (en la industria de la masa y la tortilla) y que gradualmente ese maíz tampoco deberá estar presente en la industria pecuaria y otros usos industriales alimentarios.
Partiendo de que la exportación estadounidense de maíz a México es un negocio de 5 mil millones de dólares, es decir, es enorme, destaca Tania Monserrat Tellez de ‘sin maíz no hay país’, “entonces EEUU para presionar a México, y que nosotros quitáramos esas disposiciones, comenzó a activar algunos artículos del Tratado Comercial”.
Tras la publicación del decreto en el DOF, en agosto de 2023, Estados Unidos solicitó un panel de controversias con México sobre la biotecnología agrícola, en específico del maíz genéticamente modificado y se amparó en el Artículo 31 del T-MEC.
El Artículo 31 establece que cuando un país considera que otro está incumpliendo con el acuerdo se pueden realizar consultas técnicas, esto permite los cuestionamientos de EEUU a México respecto a las regulaciones que adoptó.
“Desde que inició el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), en la sociedad mexicana hubo voces muy críticas respecto de la inclusión de granos básicos, entre ellos el maíz desde 1994. Ahora, este es resultado justamente de esa entrega de nuestro país, del mercado, de nuestra alimentación a partir de la firma”, lamenta Tellez.
“Hay que aclarar que lo que se cuestiona en el panel no es si los transgénicos hacen daño o no, lo que está en cuestionamiento en el panel es una cuestión de procedimiento de si México cumplió con el proceso que establece el T-MEC para establecer una disposición como el decreto”, explica.
La sociedad civil de México, Estados Unidos y Canadá participó en el panel y se pronunció contra la presión de EEUU a México que hace a través del T-MEC. Las organizaciones de México buscaron ampliar la discusión dentro del panel con más elementos.
Aportaron en la figura de Opiniones Técnicas que consiste en que cualquier entidad no gubernamental puede solicitar ante el panel el envío de una opinión técnica y, en términos generales, se aceptaron las emitidas por las organizaciones de México y de EEUU algunas fueron desechadas.
“Las de Canadá fueron rechazados porque es un país tercero interesado y argumentaron que no era parte de la controversia”, explica la representante de ‘sin maíz no hay país’. Pero, dentro de todos los argumentos de la sociedad civil, solo uno no era favor de México.
En marzo de 2024 se presentaron opiniones escritas de manera formal ante el panel y, en ellas, las organizaciones buscaron incorporar distintos elementos como el impacto a la gran diversidad de maíces en México como centro de origen y diversificación del cultivo; los impactos al patrimonio biocultural, al derecho a la salud y para apelar a una medida precautoria ante la inexistencia de pruebas sobre las industrias que dedican a su creación y distribución.
Pero el proceso del panel de controversias siguió sin la participación formal de las organizaciones porque no hay otro mecanismo contemplado dentro del panel para que la sociedad participe. “Lo que hicimos fue organizar una campaña de difusión de lo que estaba pasando en el panel, en redes sociales fundamentalmente”, señala Tellez.
Entre otras acciones, llamaron a firmar una carta que enviaron a los panelistas invitando a resolver en favor de la salud de las y los mexicanos, del patrimonio cultural y de los derechos medioambientales y culturales, en el contexto de una sesión presencial entre los países y los panelistas realizada en la Ciudad de México.
En ese tenor también se presentaron los resultados de la campaña de divulgación, así como las 125 mil firmas que lograron reunir contra el maíz genéticamente modificado.
Tras el fallo negativo a México, Tellez señala que no hay ninguna figura para la cual las organizaciones de la sociedad civil puedan apelar. “Nosotros creemos que el panel es un procedimiento que responde a una estructura que está hecha para que el libre comercio gane sin tomar en cuenta los daños que puede ocasionar, en este caso los derechos que afecta el que llegue el maíz transgénico a nuestro país”, sostiene.
EEUU no puede demostrar inocuidad del maíz
“Las empresas (de EEUU) han tenido la oportunidad de hacer solicitudes para siembra de maíz transgénico, pero no lo han hecho porque no quieren cumplir con el procedimiento de demostración de la inocuidad de esos maíces. Entonces, en todos estos años y fuera del marco de la demanda, ni la industria estadounidense ni el gobierno han desarrollado alguna evidencia para demostrar que el maíz es inocuo para la población. Consumimos once veces más maíz que en EEUU”, informa Téllez.
Ella señala que tampoco han demostrado lo propio en términos del medio ambiente, tan es así que no han solicitado permisos para sembrar, “podrían hacerlo en el marco de la demanda”, pero, en realidad, no quieren ser sometidos a esas pruebas, “entonces no hay evidencia”.
“Nosotros cuestionamos: ¿Por qué quien compra tiene que demostrar que un producto que alguien está vendiendo hace daño? Es absurdo, en ninguna circunstancia un consumidor le demuestra al vendedor que lo que va comprar no hace daño. Estados Unidos debería probarlo y no lo ha hecho”.
La campaña nacional ‘sin maíz no hay país’ apela a la medida precautoria, al ser una figura jurídica en donde, ante la existencia de duda de daños de las citadas tecnologías, se deben tomar medidas de precaución, “y es lo que México está haciendo”.
En el panel de controversias, el gobierno mexicano nutrió su defensa con los argumentos de Conahcyt, Semarnat, Cofepris. La Secretaría de Economía mantuvo un equipo jurídico que llevaba a cabo la defensa.
Contaminación comprobada
De acuerdo al Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), de enero a noviembre de 2023, a México entraron más de 18 millones de toneladas de maíz genéticamente modificado. Aunque, la exportación de este grano tiene una historia muy larga, desde los 90’s con el TLCAN hubo un crecimiento mayor de la importación.
En el 2001 se presentaron los primeros reportes sobre la presencia de transgenes provenientes de organismos genéticamente modificados (OGM) en granos nativos de la Sierra de Oaxaca. El Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) realizó un análisis por técnicas moleculares de 5,304 muestras de maíz nativo en México en el periodo de 2000 a 2023.
Lo anterior es parte de la Evaluación de la Presencia de Secuencias Genéticamente Modificadas en el Maíz Nativo de México, que también destaca que de 2009 al 2023, el porcentaje de presencia de transgenes a nivel nacional aumentó de un 1% a un 33%.
En cuanto a las 5,304 muestras analizadas, Conahcyt demostró que el 12 %, es decir, 644 presentaron secuencias genéticamente modificadas. La mayoría se concentra en ocho de las 32 entidades del país, es decir el 26% del territorio.
La región sur del país se presentan una mayor cantidad de datos y estudios, principalmente en los estados de Oaxaca y Chiapas, aunque laCiudad de México y Puebla son los territorios donde se encontraron los valores más altos de la presencia de secuencia GM, de 35 % y 27 % respectivamente.
“Se observó que después de la etapa de liberación de maíces genéticamente modificados en el país (2005 al 2012) hubo un notable incremento en la presencia de transgenes en los estados de Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Puebla y Sinaloa”, señala el estudio.
A través de estos resultados,el Consejo urgió la necesidad de desarrollar estrategias a corto plazo para mitigar la propagación de transgenes en el maíz nativo;propuso la divulgación del problema ambiental y cómo afecta en el acervo genético de México y a los productores.
Así también habla sobre el diseño e implementación de estrategias de bioseguridad para la protección de sus maíces nativos, que sean acordes a los conocimientos agrícolas tradicionales, sus creencias y su bioculturalidad para cada una de las regiones del país. Estos argumentos fueron presentados en el panel como parte de la estrategia de México en las controversias con Estados Unidos.