(Español) Autonomía y rebelión en Cherán. El pueblo mexicano que expulsó a políticos, narcos y policía
Se cumplen doce años desde que un pequeño pueblo de catorce mil habitantes y su comunidad indígena organizaran un grito de rabia en la meseta michoacana, México. El 15 de abril de 2011 pusieron fin a la violencia estatal, a las extorsiones, los secuestros, las violaciones y asesinatos. Y es que ya desde comienzos del siglo XXI, el pueblo indígena purépecha de ese territorio, tuvo que hacer frente al narcotráfico que comenzaba a controlar y dominar completamente la región, abriéndose un conflicto social con terribles consecuencias para el municipio de Cherán. Sometidos a una situación descontrolada de continuada extorsión, estos grupos narcotraficantes actuaban con la connivencia de las propias autoridades mexicanas.
El negocio de la tala de montes para el narcotráfico mexicano
Grupos del narco expropiaban y saqueaban los terrenos, fundamentalmente sus tierras de bosques de encinos. Los denominados «talamontes» llegaban a la región, y talaban cientos de hectáreas de árboles para conseguir madera y, por consiguiente, arrasaban el territorio. Estos grupos armados abusaban continuadamente del pueblo de Cherán de manera muy violenta, les obligaban a ponerse bajo sus órdenes y establecían un pacto obligado de silencio, con la colaboración o permisividad de las autoridades políticas del territorio, que también se llevaban su parte del pastel.
Entre 1976 y 2005 se perdió un total de 20 mil hectáreas de bosque en la meseta purépecha michoacana, y se calcula que representaba el 71.24% de su cobertura forestal. A partir de 2006, con la aparición de un cártel narcotraficante en Michoacán, el incremento de esa pérdida de bosque fue de 1.500 hectáreas cada año. El narcotráfico en Michoacán tiende a vincularse con la deforestación de los ecosistemas forestales a través de dos finalidades: primeramente la tala clandestina para habilitar los narco laboratorios y crear rutas seguras. En segundo lugar, como lavado de dinero a partir de la tala ilegal y la expansión de plantaciones comerciales.
Desde el año 2008, se observaban salir diariamente alrededor de 180 a 250 camiones cargados cada uno de ellos con tres metros cúbicos de madera de pino, encino y oyamel (árbol endémico del territorio mexicano). Una de las dinámicas del crimen organizado era cobrar aproximadamente mil pesos mexicanos a cada camión por un día de protección, además de prender fuego al resto del bosque una vez que terminase la tala. Este último proceso se hacía con la finalidad de ampararse en la Ley Forestal, la cual permitía talar madera muerta o derivada de incendios. Al quemar el bosque, los grupos del crimen organizado proporcionan una cobertura falsa para sus acciones, además de ser una dinámica utilizada para el despojo a las comunidades locales de sus bosques.
El estallido social en Cherán: de la revuelta a la autonomía política
En abril de 2011 un numeroso grupo de hombres, mujeres y jóvenes de la comunidad decidieron tomar las calles de la población utilizando para autodefenderse lo que tenían a mano: palos de manera, machetes y otros instrumentos de labranza. Esta iniciativa popular que comenzó siendo una revuelta contra esta situación concreta de violencia, acabó deviniendo en un auténtico conflicto contra el Estado mexicano y por la lucha de su autonomía. Es un verdadero ejemplo de cómo iniciar un movimiento organizado desde abajo para luchar contra un enemigo que les explota.
Una enseñanza de cómo construir un pueblo fuerte, de cómo una chispa bajo una necesaria organización social puede resultar en una revuelta abierta contra toda autoridad y contra todo un sistema que invisibiliza y reprime. Queda bastante claro en el testimonio de un comunero de Cherán: «tardamos unas horas en reaccionar pero lo hicimos, dijimos: compañeros, vamos a levantarnos que ya estuvo bueno, y todo el pueblo se alzó, mujeres, jóvenes, niños, todos, y ahí detuvimos los carros y los quemamos, y agarramos presos a los talamontes».
A partir de ese punto de no retorno, lo que podría haber devenido en una revuelta social como expresión de una rabia acumulada en un momento concreto, derivó en una auténtica rebelión para construir su autonomía comunitaria, y la lucha que inicialmente se orientaba a defender el bosque del territorio, fue mucho más allá de esa reivindicación inicial. El pueblo entero estaba sometido al narco y las autoridades políticas municipales, con elecciones amañadas cada tres años nombrando representantes mediante sufragio, pero realmente elegidos por los intereses de los narcotraficantes. Bajo ese contexto de mercantilización de sus tierras y dominación de sus vidas, poco o nada tenían que perder. El pueblo aprendió sobre las relaciones de poder municipal, y no querían estar tampoco sometidos a los regidores del ayuntamiento local gobernado por el PRI (Partido Revolucionario Institucional, de tendencia derechista y autoritaria).
Se organizaron barricadas en las calles, e instalaron casetas de seguridad comunitaria para controlar los accesos, e impedir tanto la entrada de narcos como de policías. Se constituyó una entidad, no ya de carácter policial en absoluto contra la comunidad, sino de autodefensa del pueblo. Se le denominó como «ronda comunitaria», constituida por un centenar de personas voluntarias del pueblo, elegidas por el Consejo Mayor de Gobierno Keri’s. Este grupo era responsable de evitar que a la comunidad ingresaran armas que pudieran caer en manos de talamontes escondidos y reaccionar violentamente, impedir el acceso de alcohol, drogas, o publicidad de partidos políticos oficiales.
Este proceso de autonomía se va trazando a lo largo del año 2011, y además, la comunidad de Cherán creó una coordinación general de carácter provisional, que incluía la comisión política, la de alimentación, la de abasto de agua, la de barrios, la de prensa y la de vigilancia. La comunidad creía que por la vía legal no había esperanzas, y se pusieron a imaginar cómo sería el camino para continuar resistiendo y construir su propio proyecto de autonomía. En noviembre de 2011 rechazaron participar de las elecciones municipales votando a partidos políticos oficiales como se había hecho hasta entonces, y comenzaron a organizar su nueva autonomía política sobre la base de los usos y costumbres purépechas. En los años siguientes se conectan con otras comunidades en México que también luchan por su autonomía desde hace varias décadas.
Desaparece el miedo y las desconfianzas que habían desunido al pueblo, y se comienza a vivir un día a día comunitario de convivencia, por lo que reconocen que la autonomía social que llevaron a cabo, ha mejorado inestimablemente sus vidas de manera personal y colectiva. Las hogueras nocturnas de vigilancia en los barrios frente a posibles ataques que pudieran sufrir del exterior, se convirtieron en espacios de reunión social, de intercambio de opiniones, y en esas ágoras es donde nacía la política del municipio. Esas fogatas de convirtieron en un punto central de defensa en el autogobierno de Cherán. Esta experiencia representa un buen ejemplo de organización en diversos niveles, estableciendo una autodefensa contundente y acción directa frente a quienes les violentaban, pero construyendo la paz necesaria que la comunidad requería para reparar las heridas que el Estado mexicano y el narcotráfico habían dejado como huella.
Una memoria de resistencias, un presente de autodefensa
A doce años de la organización autónoma en Cherán, siguen manteniendo esas entidades sociales que constituyeron, porque la propia experiencia y la conexión a otras luchas en el territorio mexicano han mantenido vivo el fuego de esas hogueras donde construir justicia social y dignidad, y su voluntad de vivir en autonomía. Se consiguió paralizar la tala indiscriminada de árboles de los bosques del territorio, siendo utilizados solo aquellos recursos naturales que suman al bien comunitario. Se ha logrado igualmente reforestar gran parte de los bosques, porque la comunidad de Cherán no solamente piensa en el presente, sino en el bienestar futuro. El sistema educativo se ha adaptado a las necesidades de los conocimientos que necesita su población para vivir dignamente, se enseña la historia del pueblo purépecha, siempre marginalizada en la historia oficial, y se ofrecen herramientas pedagógicas para sostener esa autonomía y su lucha social frente a cualquier intento de derribarla.
Lo sucedido en Cherán antes de lograr su autonomía es una mirada a una situación de desigualdad insostenible y violencia particularmente extrema, pero esa criminalidad y sometimiento es extendible a todas las latitudes donde domina el sistema capitalista. Es la manera que tiene de actuar el neoliberalismo, rompiendo cualquier atisbo de armonía social y con la naturaleza, buscando siempre llevarnos a un estado de shock extremo, y vivir en la violencia extenuante, de ahí que solo tengamos dos opciones: socialismo o barbarie.
La autodefensa practicada en el municipio de Cherán buscaba la libertad para toda la comunidad social, la construcción de un pueblo fuerte, de unas relaciones de poder horizontales y no de dominación. Una experiencia política en la que las decisiones son tomadas desde lo colectivo, y se crean instituciones con esa finalidad de mantenerse vigilante para no crear nuevas jerarquías y relaciones de dominio. El capitalismo es un espejo distópico hecho pedazos, y habitualmente genera una oposición a sí mismo que representa un reflejo de lo peor de su seno, heredando brutalmente ese autoritarismo algunas estrategias emancipatorias. El poder de la fuerza social debe evitar la reproducción de esas relaciones dominantes que conocemos del sistema capitalista, y generar otras entidades sociales desde otras relaciones de carácter horizontal y colectivo.
La producción económica social debe funcionar bajo otros paradigmas que no sean la comercialización de recursos en el mercado neoliberal. Desde la perspectiva comunitaria de los indígenas purépechas de Michoacán, tanto la relación entre los individuos de una sociedad, como su relación con la propia naturaleza, no coincide en absoluto con esa dominación impuesta por el capitalismo a través de narcos, policías y regidores políticos. La autonomía alcanzada en Cherán supuso ir más allá de un levantamiento contra las injusticias y crímenes cometidos por los «talamontes», sino que han repensado sobre la opresión del Estado nacional mexicano, estableciendo otras instituciones de carácter municipal y bajo democracia directa. Organizaron una auténtica sociedad contra el Estado, y en tierras mexicanas ya van siendo varias décadas de práctica de resistencias y gobiernos autónomos en comunidades indígenas.