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El Movimiento de Mujeres de Kurdistán se refirió al Día Internacional de la Mujer Trabajadora y denunció el sistema patriarcal que mantiene al mundo en una crisis permanente. Desde el movimiento aseveraron que igualmente la resistencia de las mujeres crece en todos los continentes.

A continuación publicamos la declaración completa:

Como pueblo kurdo y mujeres kurdas, saludamos el 8 de marzo, en un momento en que las crisis provocadas por la modernidad capitalista amenazan nuestro derecho a vivir. Nuestra determinación de resistir a las fuerzas que violan nuestro derecho a vivir, tanto como nuestro dolor y pérdida, es muy decidida e inquebrantable. Las razones de nuestra lucha son más fuertes que nunca. La dominación masculina, la alianza del Estado y el capitalismo siguen atacando a las mujeres, convirtiéndose en una guerra entre sistemas.

Las prácticas de las corporaciones multinacionales, la nueva cara del fascismo, las dictaduras y el colonialismo se entrecruzan con los ataques a la libertad de las mujeres y el saqueo de la naturaleza. Los conflictos dentro de las estructuras de poder hegemónicas y sus políticas impulsadas por el beneficio por encima de las mujeres y la sociedad, no conducen a otro futuro que no sea el de la guerra, la migración, la destrucción, la violencia y la pobreza: el sol de la humanidad se oscurece. En todas las regiones del mundo hay una oleada de explotación y ataques por parte de la dominación masculina. Sin embargo, desde Afganistán hasta Abya Yala, desde la India hasta África, la resistencia de las mujeres está creciendo en todas las partes del mundo.

Nosotras somos la ola más fuerte de esta resistencia. Sabemos que no podemos vivir si no tejemos nuestras vidas con la resistencia cada día. Lo sabemos incluso por lo que hemos vivido en el último año. Hemos dicho que el capitalismo y el fascismo son la destrucción social. Y, por desgracia, esta afirmación fue confirmada de nuevo por el terremoto que ocurrió el 6 de febrero en nuestro país, Kurdistán, y en las ciudades de Turquía y Siria. La sucia alianza del AKP/MHP y las políticas fascistas sólo agravaron aún más las consecuencias del desastre. Se ha convertido en un crimen contra la humanidad. Conocemos la cara más sucia del fascismo por los gritos de las mujeres y las niñas y niños sepultados bajo los escombros y por sus vidas enterradas. Hemos dicho que el sistema dominado por los hombres conduce al infanticidio femenino. Lo sabemos por nuestro país, Kurdistán.

Sabemos de los ataques diarios, de los asesinatos de mujeres pioneras y de las ocupaciones que llevaron a cabo en presencia de fuerzas internacionales cuando no consiguieron derrotar la “Revolución de las Mujeres”, donde todavía respira una esperanza de libertad para todos los pueblos del mundo, en Rojava, Kurdistán Occidental.

Sabemos que el Estado turco, que se ha vuelto tan brutal que ha asesinado con armas químicas a guerrilleras que con sus 30 años de experiencia en autodefensa, han inspirado coraje, confianza en sí mismas y habilidades de autodefensa en las mujeres. Conocemos el fascismo que ha expulsado a las mujeres de la política y de las administraciones locales; el fascismo que no permite que haya mujeres diputadas y alcaldesas elegidas por la voluntad del pueblo, causándoles terribles consecuencias y encerrándolas en la cárcel.

Conocemos sus vergonzosas leyes que silencian y detienen a mujeres académicas y periodistas que intentan hacer públicas las injusticias y las prácticas del fascismo. Son mujeres que insisten en la verdad. A ellas se las detiene, pero al mismo tiempo se permiten los matrimonios infantiles y se deja en libertad a los pederastas y violadores. Conocemos bien esta red de corrupción por el hecho de que anuló el Convenio de Estambul y se llevó por delante las enormes conquistas de los derechos de la mujer con una sola palabra del dictador.

Conocemos a quienes tienen miedo de la liberación de la mujer, incluso de su cabello, asesinando a Jina Amini. Experimentamos lo brutal que puede ser esta mentalidad cuando asesinaron a nuestras camaradas Sakine Cansız, Fidan Doğan, Leyla Şaylemez y diez años después a EvinGuyi en París. Todo empezó cuando las mujeres se organizaron para protagonizar la revolución. Allanaron el camino de la revolución femenina y lo hicieron con la vía del paradigma democrático, ecológico y de liberación de la mujer, no con la mentalidad del sistema.

En el camino revolucionario, los estudios sobre la mujer han apoyado a la Jineolojî. Comenzó compartiendo la resistencia de las mujeres kurdas por una vida libre y sus experiencias con las mujeres del mundo. Empezó por encontrar la fórmula mágica para liberar la vida proclamando “JIN JYAN AZADI”. Por esta razón, nuestra mayor respuesta el 8 de marzo en todo el mundo son las palabras de la KJK (Komalên Jinên Kurdistan, Comunidad de Mujeres de Kurdistán): “BI JIN JIYAN AZADÎ RE BER BI ŞOREŞA JINÊ!” – ¡VAMOS CON ‘JIN JIYAN AZADI’ A LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES!”.

FUENTE: Kurdistán América Latina