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Por: La Zarzamora

Tras la masificación del feminismo, la infiltración partidista y la posterior inclusión dentro del poder patriarcal, diversas organizaciones participes del estado llaman a marchar por un nuevo 8 de marzo.

Sin duda, la pérdida del contenido político y rebelde, en el feminismo se está haciendo cada vez más explícita, se continúa en el camino de demandarle al papi estado una igualdad capitalizada e insípida. Las frases clichés de las feministas institucionales: igualdad de género, empoderamiento, sororidad, están más expandidas que la comprensión misma de qué significa ser parte del estado opresor para el feminismo, las mujeres y las disidencias.

Comprender que la relación de opresión original es el patriarcado y que en base a este se han generado las estructuras de poder políticas, económicas y sociales de esta civilización, es algo que se oculta e invisibiliza constantemente. ¿Las mujeres y disidencias queremos dejar de ser oprimides para ser opresorxs? ¿Cuál es el sentido del feminismo si queremos convertirnos en el empresario devastador de territorios, porque consideramos que tenemos el mismo derecho que él para hacer dinero a costa de lo que sea? ¿No íbamos a destruir la sociedad patriarcal?.

Ante este contexto reformista, los femicidas siguen asesinando mujeres con la complicidad de los pacos, los transódicos siguen cometiendo ataques de odio hacia la comunidad trans, las disidencias y mujeres que se autodefienden siguen en el cautiverio carcelario y los violadores pasean libres en sus casas y en las calles de tu barrio. La justicia dirigida por los vinagres de la Corte Suprema, machos hegemónicos burgueses que ganan dinero a costa de decidir sobre las libertades, siguen monopolizando el poder judicial, y ya ven las abogadas feministas lo poco que pueden hacer porque el origen de su justicia está basado en la dominación patriarcal y la coerción.

Hace poco tiempo en las calles gritaban Wall Mapu libre, ahora que el gobierno progre confirmó nuestras sospechas y continuó la senda de la colonización militarizada, ya no se grita más.

Por otra parte las coordinaciones antiinstitucionales, anarcofemínistas, feministas autónomas e individualidades ajenas a la institucionalidad, se mantienen en conflicto ante este femicidio del feminismo.

Ese insípido feminismo oportunista, partidista e inconsecuente, no hace más que reproducir las estructuras que nos oprimen, ya lo han dicho cientas de compañeras en la historia: “El problema de una clase no puede ser solucionado satisfactoriamente sino por la acción directa, somos enemigas del parlamentarismo y de las leyes que resultan, pues ellas son únicamente el anestésico que adormece” decía Flora Sanhueza en la segunda mitad del sigo xx, “No significa a caso una de las más brutales imposiciones, esto de que un grupo de personas conciban y confeccionen leyes para obligar con la fuerza y la violencia a que otras las acaten y obedezcan? Y todavía la mujer clama por esa única oportunidad que trajo tanta miseria al mundo” decía Emma Goldman en 1910, pero el engañoso discurso del poder sigue su avance histórico, absorbiendo conceptos políticos, disfrazándolos y vaciándolos para que tomemos esa basura sin sentido y creamos que somos más libres por tenerles en la mano.-