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Fuente: Avispa Midia

Por Sare Frabes

Este lunes (5), mediante acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación, el comandante de la Guardia Nacional (GN), Luis Rodríguez Bucio, anunció la entrada en operaciones de la Fuerza Especial de Reacción e Intervención (FERI).

Según argumenta Bucio en el acuerdo, el establecimiento de la FERI responde a la necesidad de mejorar el funcionamiento de la GN para ejecutar operaciones de alto impacto en funciones de seguridad pública, destacando su responsabilidad de “garantizar, mantener y restablecer el orden y la paz social en el territorio nacional”.

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La unidad de élite de la GN está compuesta por 500 elementos y su mando operativo lo ejercerá el Comandante de la Guardia Nacional a través de la Jefatura General de Coordinación Policial, órgano técnico quien realiza la coordinación operativa, logística y administrativa de las unidades de dicha institución.

Entre las facultades de la FERI destaca el resolver situaciones de alto riesgo; traslado de reos de alta peligrosidad y proporcionar seguridad en eventos especiales (reuniones de alto nivel, eventos diplomáticos, culturales y/o deportivos de carácter internacional) y a altos funcionarios.

Otras de sus atribuciones son las de brindar apoyo a las autoridades ministeriales para la cumplimentación de órdenes de detención y técnicas de investigación (cateos); así como llevar a cabo operaciones sorpresivas y de corta duración en zonas urbanas de alta incidencia delictiva.

Según ha documentado este medio, organizaciones sociales y civiles, así como expertos en materia de seguridad, han alertado sobre la profundización de la militarización de la seguridad pública en México.

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Santiago Aguirre, del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), remarca que el poder de las Fuerzas Armadas en México se ha incrementado a niveles hasta hace poco impensables. “Más de 10 cambios legales recientes otorgan mayor poder al Ejército sin que a la par se estén diseñando controles civiles externos robustos para la rendición de cuentas y sin que la Suprema Corte de Justicia de la Nación priorice la resolución de los asuntos pendientes que están bajo su análisis respecto de este tema. En este 2022 que acaba se añadieron dos reformas adicionales, de muy hondo calado: la adscripción de la Guardia Nacional a la Sedena y la ampliación hasta 2028 de la intervención de la fuerza armada permanente en tareas de seguridad pública”, sostiene para medios nacionales.

La reacción ante estas reformas repercutió incluso en organismos supranacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, quien envió una carta para solicitar al gobierno mexicano frenar los cambios legislativos por considerarlos “inconstitucionales”.

“El avance de estas iniciativas significa un ataque en contra del principio de supremacía constitucional”, sostuvieron los expertos de Naciones Unidas, quienes también acusaron que las reformas recién aprobadas autorizan “abiertamente” a las Fuerzas Armadas a desobedecer la constitución.

Contradicciones

Por otra parte, el mismo lunes (5) se difundió el decreto por el cual se aprueba el Programa Nacional de Seguridad Pública (PNSP) para el periodo 2022-2024.

En el documento se establece como eje principal de la estrategia, “cambiar el paradigma de seguridad que ha imperado en sexenios anteriores”, pues considera que necesita incorporar enfoques transversales para dirigirse a la raíz de la “aguda crisis que enfrenta el país en esta materia y a la plena incorporación de la perspectiva de respeto a las libertades y a los derechos humanos”.

En el análisis de la situación de seguridad actual, el PNSP argumenta que la llamada “guerra contra el crimen organizado” de administraciones pasadas no mejoró las condiciones de paz en el país y, al contrario, resultó en más de 240 mil víctimas de homicidios dolosos y otros fenómenos como la desaparición forzada de personas.

Pese a este escenario, el mismo PNSP establece que una de las metas para lograr la “pacificación” del país es la necesidad de “contar con la presencia de la GN en todo el territorio para coadyuvar en acciones de seguridad que impacten en la contención de la delincuencia y la violencia en las regiones del país”.

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Más aún, en el recién PNSP aprobado, se suman otras atribuciones a los elementos de la GN. Es el caso de la coordinación entre esta corporación policiaca-militar con otras instituciones de seguridad para reforzar la vigilancia dentro y fuera de los centros penitenciarios federales.

El PNSP también promueve la consolidación de la Unidad Policial Especializada en la Investigación del lavado de dinero (Guardia Financiera), la cual se argumenta en el documento que permitirá “debilitar los esquemas financieros de las organizaciones criminales”.

Cabe destacar que, a pesar de su creación en 2019, el PNSP reconoce que la GN aún mantiene pendiente la implementación de “mecanismos de supervisión de la actuación policial para evitar actos de corrupción y garantizar su desempeño con respeto a los derechos humanos”.

Entre las acciones aún por concretar que se desprenden de esta estrategia se encuentran la implementación de mecanismos de denuncia ciudadana para reportar actos de corrupción en la Guardia Nacional, así como atender las recomendaciones y sentencias emitidas por organismos nacionales e internacionales de derechos humanos.

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De acuerdo a registros de la GN, a diciembre del 2020 sus elementos se encontraban desplegados en 200 regiones del país. Conforme a lo establecido en el PNSP 2022-2024, “como parte de la estrategia para la pacificación del país”, la meta es que sean desplegadas unidades en 66 regiones adicionales de mayor incidencia delictiva, en las cuales se establecerán unidades de la GN, y serán las áreas geográficas que servirán de base para su despliegue en el territorio nacional.