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Este 25 de agosto, las autoridades ejidales del Ejido Tila, en la zona norte de Chiapas, denunciaron denunciaron que pobladores y avecindados inconformes tumbaron los portones de seguridad que la asamblea general de ejidatarios acordaron construir como medio de seguridad y filtro sanitario ante la contingencia del Covid-19.

Dichos actos vandálicos fueron encabezados por el ex presidente Arturo Sánchez Sánchez y su hijo Francisco Arturo Sánchez Martínez, que las autoridades ejidales apuntan como líderes intelectuales de las matanzas paramilitares cometidas en la zona norte en 1997 y 1998, en el contexto de la estrategia de contrainsurgencia del Estado mexicano contra las comunidades zapatistas y sus aliados. Actualmente, Francisco Arturo Sánchez Martínez se promueve “como supuesto candidato a presidente municipal”, con la intención de despojar a las autoridades ejidales legítimas del control sobre el ejido y el desarrollo de la autonomía.

El Ejido Tila tiene una larga lucha por la posesión legítima de sus tierras, legalizadas por medio de una resolución presidencial hace 86 años que los reconoce como ejido. Pero a mediados del siglo XX el gobierno municipal fue transformado de cabildo indígena chol, que gobernaba por usos y costumbres, al régimen de partidos políticos; los kaxlanes (mestizos) se apoderaron del Ayuntamiento y desde entonces intentaron despojar a los ejidatarios de las 130 hectáreas donde se encuentra el poblado de Tila. Además de iniciar el cobro de impuestos por la tierra y apropiarse de los bienes y servicios que hasta entonces administraba la asamblea ejidal, el Ayuntamiento sirvió como base de coordinación de los grupos paramilitares, en especial el violentísimo “Paz y Justicia”, como parte de la guerra de contrainsurgencia después del levantamiento zapatista de 1994.

A partir de entonces, se dio una de décadas por la vía legal para expulsar al Ayuntamiento, que finalmente llegó hasta la Suprema Corte de Justicia la década pasada. Pero la “justicia” mexicana se hacía de la vista gorda y no resolvía el problema. Finalmente, 16 de diciembre de 2015, hartos de décadas de atropellos, los ejidatarios decidieron expulsar por su cuenta al Ayuntamiento y autogobernarse según sus usos y costumbres. Desde entonces, con un organización y un esfuerzo colectivo enorme, el Ejido Tila ha ido construyendo su autonomía, realizando todas las actividades necesarias para la administración del territorio, creando la guardia comunitaria, impartiendo la justicia y disminuyendo significativamente la delincuencia en el territorio.

Sin embargo, a lo largo de estos casi cinco años, los ejidatarios han enfrentado toda suerte de agresiones por parte de operadores del Ayuntamiento con el propósito de despojarlos del control del territorio. Falsos registros de supuesto comisariado ejidal por medio de actas con firmas falsificadas, utilización de programas de gobierno y engaños para crear conflictos internos, presiones al gobierno del estado para uso de la fuerza pública contra las autoridades ejidales, amenazas con armas de fuego y disparos al aire, intentos de secuestro, campaña de desinformación, bloqueos de acceso al ejido, formación de grupos paramilitares.

La presente agresión es una más en la larga lista de agravios que el Ayuntamiento, en coordinación con grupos paramilitares y criminales, viene cometiendo contra el Ejido Tila con el objeto de destruir la autonomía, construida con empeño y organización a lo largo de estos cinco años.

Ve la denuncia completa aquí: https://radiozapatista.org/?p=35139

Para un recuento de la larga lucha del ejido Tila y la construcción de su autonomía, ve nuestro reportaje: ¿Cómo es un pueblo libre? Primer aniversario de la autonomía de Tila.