Autonomia y Resistencia
L@s últim@s guardianes de la montaña
¡Todo el bosque es sagrado! nos dice enérgicamente, pero con los ojos llorosos y la voz entrecortada América Morales, una mujer indígena otomí de la comunidad indígena Otomí de San Francisco Xochicuautla, municipio de Lerma en el Estado de México. Ella, junto con un grupo de comuneros y habitantes que se reivindican como indígenas, enfrentan cotidianamente a los trabajadores de las empresas Autopistas de Vanguardia S.A. de C.V. (Autovan), Constructora Teya, S.A. de C.V. (Teya), –ambas filiales de Grupo Higa– y también recientemente a la constructora Grupo Carso. Las y los comuneros nos dicen que las constructoras han intensificado sus incursiones a la comunidad desde septiembre del 2018 y, específicamente el 25 de marzo de 2019 –día en que pudimos estar presentes– se atrevieron a presentarse en el paraje Zarzamora con un grupo de golpeadores contratados por las mencionadas constructoras. Subversiones pudo constatar que: 1) estos golpeadores no son trabajadores regulares de las constructoras, es decir, no operan maquinaria ni realizan labores de construcción, exclusivamente –dijeron– «venimos a la negociación»; 2) eran alrededor de cuarenta hombres visiblemente agresivos que se estuvieron drogando cómodamente frente a los representantes de las empresas, los medios de comunicación que ahí estábamos y frente a las y los comuneros y habitantes indígenas; 3) amenazaron directamente a las y los comuneros, diciéndoles que «es mejor arreglarse así entre pocos» porque «es como todo, el dinero puede más, si tú me traes 100 yo te traigo 200 y si tú me traes 200 yo te traigo 300».
Un compañero que defendía y enseñaba la libertad
Como nunca ha querido ni ha sabido mantenerse quieto, en estos dos meses Samir ya estuvo con Zapata en Chinameca e incluso fue a ver a don Goyo y lo convenció de ayudar en la lucha contra el PIM. Así lo cuentan tres compañeras del oriente de Morelos muy cercanas a él. Compañeras en cuyos testimonios palpamos la magnitud de su palabra, de sus acciones, sus sueños y su liderazgo comunitario. Todo ello y una enseñanza –una puesta en práctica- humilde, potente y siempre peligrosa. Una elección de vida que puede definir los pasos y el destino: ser capaz de desobedecer para entonces obedecer a quiénes sí vale la pena obedecer. Dos meses y cien años después, el zapatismo sigue cabalgando. Fracturado, sí, pero con mucho coraje y ganas de hacer realidad y defender los anhelos y las decisiones pactadas en comunidad, como bien lo sabía y hacía Samir en Amilcingo:
Cumplir nuestras locuras
Todavía nos duele mucho, muchísimo. Más porque fueron 15 años al lado de él. En las buenas, en las malas, compartiendo cosas. Locuras. Muchas locuras que se le venían a la cabeza y que las cumplía. Y que de repente teníamos dos niñas, pequeñas apenas, y que en esas locuras pues también las andábamos jalando a ellas, porque desde que nosotros empezamos a vivir juntos pues esta idea traía, creo que ya es algo que lo traía en la sangre. Y me decía “yo voy a hacer esto”, “y no voy a dejar que pase esto”, “ “que voy contra el gobierno”…y yo decía “tú estás loco, ¡cómo crees que vas a hacer esto!” Pero no sé cómo me fue envolviendo en sus locuras. Me fue envolviendo. Mis hijas estaban pequeñas pero asistíamos a marchas. Apoyaba mucho a la Normal de Amilcingo… apoyamos marchas a las que íbamos. Él andaba llevando un pequeño sonido que tenía. Y ahí andábamos con las normalistas. O que había una marcha en Cuautla… y bueno, vamos. Que había que repartir volantes… pues ahí andábamos con mis hijas pequeñas. Y la más grande se ríe porque se acuerda. Andaban pequeñitas y ahí andaban las dos repartiendo volantes. Porque desde entonces él ya tenía eso en la sangre, de defender, de estar ahí. Y como decían las compañeras, la agricultura también. Empezó a descubrir esto de la agricultura orgánica y que había otra forma de cómo cuidar la tierra, de cómo tener una alimentación sana… y bueno, ahí vamos de lleno también con la agricultura orgánica. Siguiéndolo. Y pues era divertido, entre estar ahí haciendo abonos, sembrando de repente con él. Nos reíamos. Y les estoy hablando de la persona, del ser humano que era. Ayudándole ahí de repente … Y pues era muy divertido, aprendimos juntos todo esto de cómo agarrar el amor a la tierra, de cómo cuidarla, de cómo descubrir que hay posibilidades de tener una alimentación sana… y pues enseñarle a nuestros hijos también que la tierra se cuida, y que la tierra también está viva, y que la tierra siente. Y que él sí llevó a cabo esto de Zapata, de que la tierra es de quien la trabaja. Y pues así venimos… Cuando empezamos a escuchar esto del PIM, del gasoducto, de la termoeléctrica, él entonces estaba muy duro con la herrería, y cuando empezamos e escuchar todo esto, y empezaron a llegar los compañeros de Puebla, y a investigar los pueblos por donde iba a pasar el gasoducto, pues yo lo empecé a acompañar …