Imágenes de Puentes Imposibles: II. Un Libro | ͶÀTIꟼAƆ ⅃Ǝ | Agosto de 2024
Imágenes de Puentes Imposibles:
II
Un Libro.
Agosto del 2024.
El libro llegó unos días antes. En ese entonces las jefas y jefes zapatistas estaban en una reunión. Analizan, valoran, proponen. El tema es el común. Ojalá y el Subcomandante Insurgente Moisés algún día les haga saber el resultado del balance. O sea, cómo va todo esto del común en tierras zapatistas.
El asunto es que estaba yo preparando una plática que me tocaba dar. Y entonces llegó el libro. Sólo lo hojeé. Está en una lengua que desconocemos, que desconozco, y que, después de investigar, supe que era “esloveno”. Supongo que hay una edición en inglés (se adivina en el índice), pero a nosotros nos mandaron la edición en “esloveno”.
Llevé entonces el libro a la reunión y se los mostré a los jefes y jefas. Les pregunté por qué o qué había pasado para que su palabra, como zapatistas, apareciera en un idioma que, hace más de 30 años, ni siquiera sabíamos que existía.
Esperé unos segundos y seguí: “yo les voy a decir por qué. Y les voy a contar una historia. Su historia de ustedes. La historia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.”
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Al terminar la plática y en la hora del pozol, se arremolinaron en torno al libro. Les pregunté qué decía el libro. Sonriendo respondieron que no sabían. Les dije: “Qué tal que nos están insultando y nosotros sin saber, porque no entendemos esa lengua”. “No lo creo”, replicó uno de ellos, parte de la delegación, “porque nos invitaron y ni siquiera nos conocen, nos alimentaron, nos hospedaron en sus lugares de ellos y nos mostraron lo que es su lucha. Nos enseñaron, pues. Entonces quiere decir que nos respetan, así como nosotros los respetamos a ellos. No creo que en este libro estén mal hablando”.
Una compañera, también delegada, miraba fijamente el libro. Lo tomó en sus manos y me dijo, con mirada retadora: “oí capitán sup, claro te digo que no entendemos su palabra que está aquí escrita. Pero lo sabemos y entendemos su lucha porque estas personas nos lo mostraron. O sea que lo vimos y lo aprendimos. Así que no importa su lengua de esas personas, lo que importa es lo que son. Y lo que vimos es que son personas luchadoras.”
Otro compa interviene: “y son como nosotros los pueblos zapatistas, porque no les importa si eres de “otra” planeta, lo que vale es que luches contra la Hidra. Porque “la” sistema no se fija qué lengua hablas, sino que como quiera te explota, te reprime, te roba, te desprecia.”
Una compañera no ha dejado de reír. Me dice: “cómo crees, capitán sup, si nos recibieron bien bonito, con cantos y cohetones. Se miraba claro que estaba muy feliz y contento su corazón”.
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“Resulta que cuando llegamos en ese lugar teníamos miedo, pena. Teníamos miedo de hablar. Porque vimos que son muy diferentes la gente de allá. O sea, me refiero que son muy altos y nosotras chaparritas. También ellos son hueros y nosotros de piel oscura. Lo que si nos costó más es que no hablan el castellano, más que hablan su idioma. En el momento que nos tocó dar la plática, como nos tocó con otro equipo de compas, ahí nos animaban los compas para empezar a dar la plática y sí empezamos. Aunque la verdad si nos costó, porque cuando estábamos explicando, el traductor nos paraba cada rato porque tenía que traducir cada parte. Así fuimos acomodando. Teníamos que hablar cachito por cachito para que se pueda traducir bien y completo. Y el traductor hay palabras en castilla que no entiende. Nosotras teníamos que estar muy pendientes y concentradas para no perder en la cabeza lo que tenemos que explicar. O sea que son diferentes en todo, pero son como nosotros en la lucha.”
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“Es en Los Balcanes”, me aclaró antes el Subcomandante Insurgente Moisés. “Ellos no se organizaron como países para la Gira por la Vida, sino por toda una zona que así le dicen de los Balcanes. Bien organizados estaban. Como no reconocen fronteras, entonces no están peleando que si tú eres de tal país o de tal modo. Cuando les estoy platicando del zapatismo, les dije que nos acusaron de querer “balcanizar” el país. Y entonces aplaudieron y gritaron. Ya luego entendí que para ellos esa palabra quería decir “unir cuando hay acuerdo”, porque, a pesar de guerras muy fieras, ellos se luchan juntos, pero separados. Se unen en la lucha contra la división que les ponen los de arriba. Pero no es que hay quien manda y quien obedece, no. Se ponen de acuerdo. Se coordinan pues. Y también trabajan la tierra. O sea que también luchan por la vida. Para nosotros, con el viaje, que sea la Gira, lo que cambió es que antes no sabíamos que hay otros pueblos como nosotros que no se rinden al monstruo y que se rebelan. Lo de los Balcanes fue un muy buen aprendizaje, porque ellos se unen, pero no pierden su independencia o sea su particularidad. Cuando hay algo común, entonces rápido se ponen de acuerdo y, sin perder lo que es cada quien, se hacen uno. O sea que están separados, pero juntos. Si alguien entenderá lo del común que nos proponemos, son esas organizaciones hermanas. En la ruta de los Balcanes estaba el todo y las partes.”
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Sigue el Subcomandante insurgente Moisés: “Como, al igual que el pueblo Saami, no se presentaron como país, me reuní con ellos para ver cómo querían ser nombrados. Ellos respondieron cosas como esta:”
Para nosotros, la redacción correcta es la ruta de los Balcanes. Ésta no es (sólo) descripción geográfica, sino principalmente política.
Durante siglos, los Balcanes han sido el Otro de Europa, la parte salvaje, indómita, incivilizada de Europa: un campo de pruebas de todo tipo de explotación colonial, bélica, capitalista y extractivista, por un lado, y un espacio en el que todos los estereotipos orientalistas de Europa están presentes, proyectado en el otro.
Ha sido un espacio de grandes conflictos nacionalistas, resultando en muchas guerras, incluida la de los 90 que fue para nuestra generación, nacida en la última década de la Yugoslavia socialista, una experiencia muy formativa cuando éramos niños.
Entonces, cuando nosotros, como anarquistas, antifascistas y antiautoritarios comenzamos a ser políticamente activos, la perspectiva balcánica siempre fue clara para nosotros: la única forma de superar las divisiones nacionalistas y el odio es construyendo los Balcanes desde abajo, conectando cada colectivo y movimiento en ellos. Durante las últimas dos décadas (desde los años de la antiglobalización, la lucha contra las guerras en Afganistán e Irak, y más tarde todas las luchas de trabajadores, estudiantes, solidaridad migrante, feministas, medioambientales, etc., se realizaron a través de los Balcanes.
No estamos conectados en una organización, más bien, funcionamos como colectivos independientes en cada territorio (conocidos como diferentes estados balcánicos, como Eslovenia, Croacia, Serbia, Rumania, Bulgaria, Grecia, Macedonia, Kosovo, etc.). Tenemos un evento común una vez al año (Balkan anarchist Bookfair), que es un espacio de encuentro y reflexión para todos los colectivos que de otra manera operan en sus propios territorios. En ocasiones, como en el caso de la visita zapatista, o la ruta migrante en 2015, trabajamos juntos en esta red descentralizada de solidaridad balcánica.
Entonces, en resumen, para nosotros el concepto de Ruta de los Balcanes es un concepto político, y preferimos usarlo, en lugar de hablar de actividades en cada país. La preparación de la visita zapatista se hizo a través de reuniones comunes de todas las coordinaciones nacionales en diferentes territorios, y siempre tuvo ese sentimiento internacional balcánico, para trabajar juntos y crear un espacio común de lucha.
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Vale. Salud y que los intentos de hegemonía y homogenización no arruinen todo… de nuevo.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán.
Agosto del 2024.
Imágenes de Puentes Imposibles: I. Un Rábano… | ͶÀTIꟼAƆ ⅃Ǝ | Agosto de 2024
Imágenes de Puentes Imposibles:
I
Un Rábano…
(O una cebolla, depende del caso, o cosa, según)
Agosto del 2024.
No, no me refiero a que me importe un ídem lo que digan en contra por defender a su precioso preciso. Ni de que, como “progresistas”, son rojos por fuera y blancos por dentro. Hablo de un rábano rábano. De la verdura, pues, que llaman “rábano”.
Esta pequeña historia empieza en el Viaje por la Vida, capítulo Europa. Antes de que salieran, le pedí a unos compañeros y compañeras que me mandaran fotos de lo que vieran y les llamara más la atención en los lugares que les tocarían.
Y en efecto. Después de las fotos y videos de la salida, de cómo se quedaron inmovilizados en un aeropuerto porque perdieron la conexión (gracias al apoyo del equipo de apoyo), empezaron a llegar imágenes de distintos lugares.
No, contra lo que se pueda pensar, las fotos no eran de monumentos, sitios turísticos, paisajes, paseos o selfies. Eran de las cosas que les llamaban la atención, gracias a la importancia que la delegación le daba a quienes eran sus anfitriones: personas, grupos, colectivos, organizaciones y movimientos tan distintos en color, tamaño, raza, lengua, cultura y motivación, que parecía imposible que una misma mirada pudiera abarcarles. Sin embargo, en la mirada zapatista se unían. “Nuestra familia de acá”, decían cuando caminaban los suelos de la Europa insumisa, la que no desmaya, la que no se rinde. Ahora, ya en tierras zapatistas, no es raro escuchar “nuestra familia de allá”.
Había fotos de animales, de plantas, de las comidas que recibían, de la gente, de las montañas, de los “modos” de las familias de “allá”.
De entre todas, la que más me llamó la atención fue la foto de un rábano. Claro que yo, como enemigo a muerte de las verduras, pensé que era una cebolla morada. Incluso así la catalogué: “foto de cebolla morada”.
Ya luego, cuando regresaron, la compañera que tomó la foto me aclaró que no era cebolla, sino un rábano. Con emoción cuenta:
“Acaso es cebolla. Es un rábano, pero muy otro. Es de diferente tamaño y de otro color, pero por dentro es rábano. O sea que es muy diferente que acá en mi hortaliza, pero es igual. Y estaba muy bonito el rábano. Y también siembran puerro. Que es diferente, pero es igual. Y lo que me llamó la atención es que cultivan, o sea que trabajan, para darles a otras personas que no tienen comida. O sea que no es que lo quedan con el fruto de su trabajo, sino que lo comparten con los que necesitan.”
“Y esas familias de allá, ¿acaso se desaniman? No, aunque no hay tierra para sembrar, lo buscan el modo. Por ejemplo, pura piedra y como quiera lo hacen su hortaliza. Lo que hacen es ir a buscar buena tierra, la acarrean y la ponen sobre la piedra o en macetas. ¡Y ahí lo tienen su hortaliza!”
“Yo antes tenía mi hortaliza sólo en la milpa. Pero en el viaje aprendí que también se puede en la casa. Entonces también hice hortaliza en el sitio donde vivo. Y tengo rábanos y puerros. Son diferentes a los de la familia de allá, pero son iguales.”
“No, que no es cebolla, es un rábano. El lugar se llama “Bulgaria”, capital del país que se llama “Sofía”. Le corregí entonces y ella sólo dijo “es lo mismo”, y siguió:
“Habíamos estado antes en una geografía que se llama “esloveña” y ahí también aprendimos de sus modos de cómo son y cómo luchan. En Francia nos tocó quedar abandonadas. Y mientras nos tocó quedar en la casa de una compañera que no hablaba nada de español, y yo pues hablo cho´ol así que mi español es muy otro. Mi equipo era de puras mujeres, tzotzil, tzeltal y cho´ol, y nuestro trabajo era dar plática de como mujeres que somos. Entonces nos había acompañado una ciudadana de México que se tuvo que regresar a su casa. Y cuando se fue nos dijo “no se preocupen, aquí les voy a instalar una aplicación que traduce. Ustedes sólo le hablan al celular y ya el celular lo escucha, lo traduce y lo habla en la lengua que le digan”. Pero tras que el celular no entiende el “espa-cho´ol”, ni el “tzotsi-ñol”, ni el “tzelta-ñol”, entonces traducía otra cosa diferente a lo que queríamos decir. Y la compañera que nos daba posada, pues nomás se reía. Y sufrimos un poco bastante, porque queríamos ir al baño y no sabemos dónde es. Y no sabemos cómo decirle a la compañera. Y ni modo de hacernos ahí frente a ella. Pero con señas entendió y ya nos mostró dónde es.”
“Es que no llegó el equipo que nos va a llevar a otro lugar. Y nosotras, porque éramos varias compañeras que quedamos botadas ahí, pensamos si ya nos vamos a quedar ahí toda la vida. Y luego, pues no sabemos mero el modo de esa geografía. O sea que sufrimos. Pensamos si ya vamos a morir y estamos tristes porque ahora quién va a cuidar la milpa y los animalitos. Pero entonces pensamos que no hay problema, porque seguro los compañeros zapatistas van a ver de cuidar. Pero ya luego nos encontraron y nos rescataron, y ya”.
“Estábamos organizadas, como de por sí. Entonces pues hacía mucho frío y está oscuro, y en la casa de la compañera de Francia no tienen luz. O sea, no tiene luz de la ciudad, sino que tiene su propia luz. Tiene su luz aparte. Entonces prendimos las luces de la casa y, mientras unas preparábamos el desayuno, otras están viendo de calentar agua para bañar. Y tras que entonces empieza a sonar una alarma muy fuerte y salimos corriendo porque pensamos que la casa va a explotar. Corrimos a buscar a la compañera, que ya es de edad y siempre está sonriendo, y le contamos de la desgracia. Pero ella mucho se reía y luego, con el traductor, nos explicó que no se puede todo al mismo tiempo. Que cada cosa a su tiempo. Nos reímos también. Pero antes íbamos a morir del susto.”
“Esa compañera vive sola. No le da miedo. No vive en la ciudad. Ella prefirió vivir en la montaña. Y ahí lo tiene su casa, en medio de la montaña. Está en una organización que lucha en contra de los centros nucleares. Y ahí tiene sus compañeras de lucha. O sea que está sola, pero no. También está acompañada”.
“No puedo decir su nombre de la compañera porque no sé si es su nombre civil o de lucha, entonces pues no. Y sí tenemos fotos de ella, pero no podemos publicar porque antes hay que pedirle permiso, o sea si autoriza. Y entonces hay que usar el traductor y mandar hasta su casa, pero no tiene señal de celular ahí. Pero sí cuéntalo la historia. De repente sus compañeras lo leen y le cuentan a ella cuando la vean.”
“Ella nos pidió que dejáramos nuestra huella como pintura en unos como costales. Para acordarse de nosotras, dijo. Nosotras le pusimos “Gracias. Los llevamos en nuestros corazones”. Y es cierto, esa compañera nos dejó huella con su corazón. La verdad es que sí nos hallamos con la compañera. O sea que sí estábamos perdidas, pero no. Porque con esa compañera nos hallamos”.
“No, acaso estamos pensando del marido o el novio. No, ni nos acordamos. Lo que extrañábamos era la milpa y los animalitos. Pero no lo vayas a publicar eso, porque yo a él le dije que sí lo pensé mucho”.
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Odio decirlo, pero parece que la verdura es la política por otros medios.
Vale. Salud y, como no dijo Lenin, la calabaza es el enemigo principal.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán.
Agosto del 2024.