México
“Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila”. A un año del sismo la costa de Chiapas sigue en emergencia
“Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila”. A un año del sismo la costa de Chiapas sigue en emergencia
“Si estas paredes pudiesen hablar”, solemos decir pensando en cuántas historias se quedan escondidas entre los muros de nuestras casas. ¿Pero qué pasaría si de repente nuestras paredes callaran de verdad, y para siempre? Años de vida, de secretos, de chismes, de llantos y risas, de niños que se asoman a este mundo y abuelos que lo dejan. Las casas no son sólo tejas, ladrillos y cemento, tienen algo de alma y cuando una se derrumba, también un pedacito del corazón de quien la habita, se hace escombros con ella.
El estado de Chiapas fue de los más afectado por el sismo de magnitud 8.2 que en la noche del 7 de septiembre de 2018 sacudió el sureste mexicano, dejando heridas que, a un año de distancia, están lejos de haber sanado. Según datos del gobierno estatal, el terremoto dejó más de 200 heridos, 16 fallecidos y un sinfín de daños a viviendas (80 mil 508 las afectadas, entre daños parciales y totales), escuelas, unidades médicas, iglesias e infraestructuras. En otras palabras, un estado entero por reconstruir.
Mapa de las principales comunidades en la costa afectadas por el sismo del 2017.
Leyendo el quinto informe del gobernador Manuel Velasco Coello, parece que las muchas necesidades de la población fueron atendidas ordenadamente y con una gestión transparente y efectiva de los millones de pesos que el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) desbloqueó para 97 de los 107 municipios chiapanecos censados.
En el documento, la descripción de las operaciones de reconstrucción y acompañamiento a la población restituyen la imagen de un estado eficiente y a lado de los ciudadanos. En realidad, muchas de las exigencias de los damnificados todavía no han sido atendidas, tanto las materiales como las emotivas. Y la repartición de los recursos, que en el informe aparece como una operación totalmente exitosa, sigue siendo fuertemente cuestionada por la población.
En la costa de Chiapas, uno de los lugares más afectados, la gente de Tonalá y Pijijiapan se pregunta cuántos fondos habrán sido realmente destinados a la reconstrucción y con qué criterio habrán sido repartidos, ya que en muchos lugares atestiguaron clientelismos, preferencias e inversiones sin sentido. Cuántos de estos fondos serán efectivamente otorgados, es otra pregunta que atormenta la población, ya que muchos de los beneficiarios han recibido sólo una parte de la suma anunciada y, en casos límites, ni siquiera eso. En el informe del gobernador la emergencia se acabó, pero para la gente sigue.
1. Casas destruidas por el sismo en Paredón, Tonalá; septiembre 2017. 2. Tras el sismo se levantaron casas provisionales que eran un par de maderas con una lamina para pasar las noches mientras llegaba la ayuda.
Escombros en Tonalá, agosto de 2018.
La muchas caras de la reconstrucción
Después de un año, los expedientes abiertos para la reconstrucción de viviendas y edificios públicos en Tonalá y Pijijiapan están todavía en el caos. Platicando con la gente, se descubre un variado abanico de experiencias vividas con respecto a este tema. Están los que entraron en el censo de damnificados del Fonden y obtuvieron los recursos, pero les falta una parte. Luego, están los que entraron pero nunca recibieron las tarjetas, o las recibieron vacías, o clonadas por el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), como se supo con el escándalo de enero de este año. Finalmente, están los que no fueron reconocidos como beneficiarios y, tal vez, estos últimos sean los que más suerte tuvieron, ya que la necesidad de organizarse independientemente del apoyo del gobierno, les hizo encontrar soluciones más rápidas y oportunas para sus problemas de viviendas.
“Azcapo será la tumba del porrismo”
“Azcapo será la tumba del porrismo”.- Vía Agencia Subversiones (6 septiembre), por Brenda Burgoa y Romeo LopCam:
El plantel Azcapotzalco del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) se encuentra en paro indefinido desde el 27 de agosto en protesta por la falta de profesores, cobro de cuotas de inscripción y retiro de murales. El pliego petitorio también incluye el esclarecimiento del presupuesto escolar, debido a la sospecha de desvío de recursos, así como el castigo a profesores y administrativos abusivos y deficientes.
El lunes 3 de septiembre, durante un mitin que se llevaba a cabo en las puertas de rectoría, fueron atacados por alrededor de 150 porros de distintas agrupaciones. Las imágenes se hicieron virales. La impunidad con la que se comportaban era evidente. En una de las transmisiones en vivo, la mamá de Carlos Sinhué, alumno asesinado en 2011, dice «Ese es Teófilo Licona, coordinador de Auxilio UNAM», el individuo no sólo no actúo para defender a los estudiantes, en ocasiones parece que está coordinando a los atacantes. La pasividad del personal de Vigilancia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), suscitó una indignación mayúscula entre la comunidad estudiantil, que decidió hacer paros de 48 a 72 horas en sus escuelas, para protestar por estos vergonzantes hechos.
El conflicto con dichas organizaciones sin embargo, viene de antaño. Y son los estudiantes de los CCH quienes principalmente las han sufrido y confrontado, ante la indiferencia de la mayoría de los alumnos, profesores y trabajadores de la casa de estudios más grande del país. Algo, sin embargo, cambió este 3 de septiembre.
Quizá es que el ataque sucedió en el campus de Ciudad Universitaria (CU), o tal vez es que había algunos reporteros grabando, o quizá fue el alcance de las redes sociales el que viralizó las imágenes de jóvenes lumpenizados y sus líderes cuarentones vistiendo jerseys de fútbol americano con las siglas de sus respectivas agrupaciones porriles, golpeando salvajemente y aterrorizando a los universitarios para romper su manifestación.
El caso es que, a diferencia de otras represiones hacia el estudiantado en años recientes, suscitadas en varias escuelas del bachillerato, en esta ocasión se comenzaron a hacer asambleas a escasas horas de difundirse los hechos, en planteles como la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), con el objeto de exigir una respuesta de las autoridades universitarias ante sus omisiones, sus complicidades y sus atropellos.
El contagio fue rápido, e incluso los alumnos de facultades tradicionalmente reacias a los paros y medidas de presión similares, como Derecho o Veterinaria, decidieron avalarlo. Recibiendo también el apoyo de otras instituciones educativas, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Escuela Nacional de Pintura y Grabado «La Esmeralda» del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).