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(Español) El deber cumplido y por cumplir: 25 años del alzamiento zapatista
Texto, audios y fotos: Colectivo RZ.
Chiapas, México, diciembre 2018-enero 2019.
Cuentan en tierras zapatistas que, “en esos hermosos tiempos de la clandestinidad”, hubo “un gran jefe militar” que “quiso mucho a su pueblo y a toda la humanidad”. Dicen de “este gran jefe” que fue mexicano, que nació en Michoacán y que “su vida nos vino a dar”. Desde que llegó a Chiapas para fundar el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en noviembre de 1983, se le conoció como Subcomandante Insurgente Pedro.
En ese entonces, se afirma en suelos rebeldes, “el pueblo ya no aguantaba tanta explotación”, así que Pedro “se dispuso fuertemente para venir a sufrir”. Diez años después, el día 1 de enero de 1994, en Las Margaritas, Chiapas, junto con otros “soldados valientes” de los pueblos, el subcomandante cayó. Del Sub Pedro, recitan que llegó “hasta el rincón más olvidado resistiendo la lluvia y el hambre en la oscuridad”. Por eso bailan en negro y rojo que, “peleando, él cumplió”. Por eso cantan que sus “huellas aún están y nunca se perderán, porque el pueblo lo remarca en cada paso que da”. Aseguran por aquí que, “para nosotros, los zapatistas, Pedrito no está muerto”, así que en el 25 aniversario de su muerte, celebran su vida. Y a través de poemas, canciones, bailables y obras de teatro, las comunidades rebeldes platican con “aquel brillante insurgente, estrella de la madrugada, rebelde zapatista”, como quien comparte tabaco y café:
National Indigenous Congress and Indigenous Governing Council Communiqué on the 25th Anniversary of the Armed Uprising of the Zapatista Army for National Liberation
To the Zapatista Army for National Liberation:
To the CIG Support Networks:
To the Networks of Resistance and Rebellion:
To the Mexican people:
To the peoples of the world:
To the media:
The peoples, nations, and tribes who make up the National Indigenous Congress and the Indigenous Governing Council proudly salute the 25th anniversary of the armed uprising of the Zapatista Army for National Liberation. As of January 1, 1994, we stopped demanding justice by asking for handouts and began exercising our rights, not just in Chiapas but in every indigenous corner of our country.
That day marked a new chapter of our collective life. With heads held high, we now walk in the footsteps of our ancestors and plant the seeds of generations to come, determined to continue to live as peoples, nations, and tribes.
Given the war unleashed upon us, we see ourselves reflected in the path walked by the Zapatista indigenous communities. We know that threats against us abound, all in the name of riches for the few, while the only options offered us are to migrate and leave our territories behind, to mourn our dead in the face of so much violence, pollution, persecution and incarceration, and to settle for fear and resignation.