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Ayotzinapa y Palestina a 11 años
Ayotzinapa y Palestina sangran en el mismo mapa
Escucha este especial en el onceavo aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y el genocidio en curso del pueblo palestino.
Información generada por Eduardo Ibañez (Plantón de los 43 CDMX).
Producción de Radio Cósmica Libre en colaboración con las jornadas de articulación de Comunicadorxs por Palestina.
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México, 26 de septiembre de 2014. Palestina, julio de 2014. Dos fechas que parecieran no dialogar entre sí, pero que resuenan con un eco compartido.
Esa noche en Iguala, 43 estudiantes campesinos fueron arrancados de sus dormitorios, de sus aulas, de sus sueños. Ese verano en Gaza, más de 2 mil vidas palestinas fueron cegadas en cuestión de semanas por la maquinaria militar de Israel. ¿Qué une a un joven normalista guerrerense con una niña palestina que jamás llegará a ser adolescente? La respuesta está en el lenguaje de la violencia de Estado, en la economía de la muerte que conecta al narcoestado mexicano con la necropolítica israelí.
La historia es larga. En México, las normales rurales nacieron en los años 30 para educar a los hijos de campesinos pobres y formar docentes comprometidos con sus comunidades. En Palestina, la Nakba de 1948 inauguró una vida bajo ocupación, despojo y desplazamiento forzado.
Dos procesos que parecen distintos, pero que comparten la experiencia de pueblos a los que se les niega el derecho a existir en condiciones de dignidad. En 2014, las historias se cruzan. Mientras Gaza sufría bombardeos durante julio y agosto, estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa salieron a las calles de México a protestar en solidaridad.
Apenas un mes después, ellos mismos fueron víctimas de desaparición forzada y asesinato en Iguala. La desaparición no sólo borra cuerpos, también condena a madres, hermanas y esposas a una vida de búsqueda interminable. La violencia de Estado produce viudas, huérfanos, familias mutiladas, comunidades condenadas al duelo permanente.
El crimen de Estado no tiene pasaporte. Los gobiernos que matan en nombre de la seguridad aprenden unos de otros. La necropolítica se habla en varios idiomas, pero la muerte siempre dice lo mismo: “Ustedes no importan”.
Ayotzinapa y Palestina son heridas que sangran en un mismo mapa. Cuando los gobiernos callan, los pueblos se buscan. Así ocurrió días después de la desaparición de los 43. Desde Gaza llegaron mensajes de apoyo a las madres y padres mexicanos. No eran palabras diplomáticas, eran ecos de un dolor que reconocía su reflejo en otro continente.
En 2019, la organización palestina BDS envió un video a los padres de Ayotzinapa en el aniversario de la desaparición. En el Zócalo de Ciudad de México se organizó el juicio popular al papel de Israel en la militarización de América Latina. Ahí se documentó cómo el transporte y los equipos de comunicación usados en Iguala tenían origen israelí.
Los pueblos comenzaron a hablar de negocios de sangre, armas, spyware y entrenamiento vendidos como seguridad que en realidad sostienen regímenes represivos. La solidaridad no es abstracta. Madres campesinas de Guerrero y mujeres palestinas en campos de refugiados comparten la carga de sostener a sus comunidades fracturadas.
La resistencia se teje desde lo doméstico, lo escolar, lo comunitario, con cuerpos que cargan tanto con el dolor como con la dignidad. Si Gaza miró hacia Ayotzinapa y Ayotzinapa hacia Palestina, no fue por romanticismo, sino porque reconocieron que el enemigo es el mismo, el Estado que desaparece y el imperio que lucra con la muerte. Si los muertos fueran negocio, México e Israel serían socios mayoritarios. Y de hecho lo son.
Pegasus es el ejemplo más claro. El software israelí de espionaje se usó en México para vigilar a periodistas, activistas y defensores de derechos humanos, incluyendo a los propios padres de los 43. El abogado Bidulfo Rosales fue una de sus víctimas.
El caso de Tomás Zerón muestra la complicidad transnacional. Zerón, arquitecto de la llamada verdad histórica, fabricó pruebas, encubrió responsabilidades y torturó a acusados. Hoy vive protegido en Israel, que se niega a extraditarlo.
No lo protegen por compasión, sino porque Zerón conoce demasiado sobre contratos de armas y sobre Pegasus. La vigilancia digital nunca es neutra. Periodistas mujeres, defensoras de derechos humanos, disidencias sexuales, madres buscadoras, son blancos prioritarios del espionaje.
El control patriarcal se refuerza con tecnología de ocupación. El ejército mexicano, implicado directamente en la desaparición de los normalistas, se entrena con fuerzas israelíes. La Guardia Nacional, presentada como institución de confianza, también nació con asesoría y equipo de ese país. Funcionarias como Rosalinda Trujillo Marial presumieron su cercanía con Israel mientras autorizaban compras multimillonarias de espionaje digital. Israel exporta la ocupación como modelo de seguridad. México la compra como receta para reforzar un narcoestado con fachada democrática.
El resultado es el mismo. Vidas descartables. Pueblos sometidos. Impunidad asegurada. Negocios de sangre. Así nombran los pueblos lo que los gobiernos maquillan como cooperación internacional. Pegasus en México. Bombas en Gaza. Contratos millonarios en Tel Aviv. La factura siempre se paga con cuerpos pobres.
Ante tanta impunidad, cabría esperar silencio. Pero lo que nace es lo contrario: resistencia. Y la resistencia no necesita visa. Viaja de guerrero a Gaza, de los campos a los barrios, de las aulas rurales a los campamentos de refugiados.
Las madres y padres de Ayotzinapa se convirtieron en símbolo contra el olvido. El pueblo palestino, que resiste a un genocidio continuado desde hace 77 años, es referente de dignidad frente a la barbarie.
México exige la extradición de Zerón. Israel la bloquea. La ONU condena crímenes de guerra en Gaza. Potencias occidentales los financian.
La impunidad es global. Pero también lo es la solidaridad. La lucha contra el olvido no puede separarse de quienes cargan con ella. Son mujeres, madres buscadoras, comunidades indígenas, pueblos desplazados quienes sostienen la memoria y ponen el cuerpo en primera línea. ¿Qué pasaría si los pueblos del sur decidieran romper con los negocios de sangre? ¿Qué pasaría si las luchas de Ayotzinapa y Palestina no fueran excepciones, sino el inicio de un frente global contra la necropolítica? Los 43 y Palestina son espejos. Nos devuelven la imagen de un mundo gobernado por la impunidad.
Pero también la certeza de que la resistencia es transnacional. Que el grito de justicia no tiene fronteras. Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos. Porque Palestina vive en cada lucha digna. Y porque la memoria es nuestra arma más peligrosa.
En el caso de Palestina, la exigencia es clara y urgente. Que el Estado sionista de Israel deje de intervenir en el caso Ayotzinapa. Que cese la protección a Tomás Zerón y lo extradite de inmediato para que enfrente a la justicia mexicana. Porque la impunidad no puede seguir siendo un bien de exportación. En el caso de Ayotzinapa, la exigencia es igual de contundente. La aparición con vida de los 43 normalistas y justicia para los caídos en Iguala.
No discursos, no simulaciones, no verdades históricas fabricadas. Justicia real, verdad completa, reparación integral y castigo a los responsables materiales e intelectuales. Ambas luchas, la de Palestina y la de Ayotzinapa, están unidas por una misma consigna.
Que los pueblos no pueden seguir siendo mercancía en el mercado de la muerte, ni botín de la necropolítica. Que la solidaridad entre pueblos se convierte en un muro mucho más fuerte que los muros de ocupación o de silencio. Decir justicia para Ayotzinapa es decir justicia para Palestina.
Decir verdad en México es también exigir verdad en Gaza. La memoria y la dignidad no se negocian, se defienden, se gritan y se siembran como semillas que tarde o temprano florecen.
Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos.
Porque Palestina será libre y porque la justicia no tiene fronteras.
Carta en solidaridad con la Puerta de la Resistencia y la Vida y en exigencia de acciones institucionales contra el genocidio
Fuente: Caminoalandar
Por este medio, quienes formamos parte del Colectivo Llegó la hora de los pueblos queremos sumar nuestra plena solidaridad a la Puerta de la resistencia y la vida en la plaza Palestina libre; así como a las colectividades que la resguardan.
Desde hace más de 40 años; pero sobre todo hoy, es urgente activar todo gesto de solidaridad y hacer manifiesto el repudio del genocidio que el ente israelí opera contra el pueblo palestino y que tiene como principal blanco, las infancias.
La puerta de la resistencia y la vida se convierte en un sitio de rabia organizada, memoria y solidaridad en donde, desde su instalación se han agrupado todas aquellas personas y organizaciones que vemos con horror el genocidio. Exigimos el respeto a ese gesto colectivo y ciudadano de solidaridad y memoria.
También queremos hacer un enérgico llamado al gobierno mexicano a atender las acciones que respecto de la conducción de la política exterior, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos expresamente señala tiene la titular del Poder Ejecutivo.
En la fracción X del artículo 89 se establecen los principios que deben regir la conducción de la política exterior, uno de los cuales es “la lucha por la paz y la seguridad internacionales”. Sin embargo, el genocidio en Gaza que está llevando a cabo Israel, ha sido documentado por la ONU que ha cobrado la vida de 66 mil civiles, la mayoría de ellos niños, mujeres y ancianos, quienes en algunos casos son asesinados en el momento en que van a buscar algo qué comer. Acciones aberrantes y una crueldad extrema, así como el ataque con misiles cuando niños esperan en fila para llenar sus contenedores de agua.
En este sentido y a pesar del horror cotidiano que todos vemos, la Presidenta de la República ha asumido una actitud totalmente pasiva, con tibios “llamados a la paz” en abierta violación de los principios convencionales y constitucionales que señala el artículo 89 fracción X.
En tal virtud, la Presidenta de la República sí está obligada a usar todos los medios pacíficos y diplomáticos a su alcance para contribuir a la luchar por la paz y la seguridad en Gaza y para detener el genocidio contra la población y la muerte por hambruna de los niños de Gaza, tal como lo ordena la Constitución y los tratados internacionales como es la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio y El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Por todo lo anterior, demandamos el cumplimiento inmediato de estos principios constitucionales y convencionales con acciones concretas, como mandar ayuda humanitaria a Gaza, romper relaciones con Israel como lo han hecho otros países, así como asumir una conducta más activa a nivel internacional, en los foros internacionales exigiendo y proponiendo medidas de protección a la población civil de Gaza, además de condenar expresamente y públicamente el genocidio.
Por último, exigimos también la plena protección de quienes forman parte de la delegación mexicana de la Flotilla Sumud y un pronunciamiento para que se respete a toda la Flotilla que cumple una misión solidaria y de paz.
Desde este colectivo abrazamos su solidaridad y repudiamos las agresiones de las que han sido objeto por parte de Israel.
¡Alto al genocidio!
¡Viva Palestina libre!
Colectivo Llegó la hora de los Pueblos de apoyo al CNI – CIG, EZLN
Alicia Castellanos, Ana Esther Ceceña, Argelia Guerrero, Bárbara Zamora, Carolina E. Díaz Iñigo, Gilberto López y Rivas, Inés Duran Matute, Jorge Alonso, Juan Villoro, Juan Carlos Rulfo, Luis De Tavira, Luis Hernández Navarro, Magdalena Gómez, Francisco Lion, Margara Millán, Mariana Mora, Ma. Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, Raúl Delgado Wise, Raúl Romero, Rosalva Aída Hernández Castillo, Servando Gajá y Sylvia Marcos.
México, septiembre 2025









