Em português abaixo.
PRONUNCIAMIENTO
¡ALTO AL NECROCAPITALISMO CONTRA LAS FAVELAS, LAS PERIFERIAS Y LOS PUEBLOS DE BRASIL Y DEL MUNDO!
En la madrugada del martes 28 de octubre de este año de 2025, comenzó lo que ya se ha convertido en la mayor masacre registrada en la ciudad de Río de Janeiro, con 138 muertos hasta la última actualización. La operación, denominada Operación Contención, fue ejecutada por la Policía Militar del Estado de Río de Janeiro (PMERJ), según informó el gobernador Cláudio Castro. La acción se llevó a cabo en los complejos de favelas de Penha y del Alemão, en la Zona Norte de la ciudad, una región densamente poblada, principalmente por comunidades populares y personas negras y pardas, con el objetivo oficial de cumplir órdenes de arresto contra líderes e integrantes de la organización narcotraficante Comando Vermelho (CV).
La Región Metropolitana de Río de Janeiro (RMRJ) cuenta con aproximadamente 12 millones de habitantes, casi 7 millones de ellos residentes en la capital, integrando 21 municipios. El principal eje de desplazamiento de trabajadores y trabajadoras es la Avenida Brasil, vía estratégica que atraviesa los complejos de favelas foco de la operación. Con la movilización de 2,500 soldados, el gobierno estatal y su policía generaron días de terror en toda la ciudad: numerosas calles fueron cerradas, el transporte público se interrumpió, y quienes lograron llegar a sus lugares de trabajo no pudieron regresar a sus hogares con facilidad. Este escenario evidencia un ejemplo extremo de cómo no se debe gestionar la seguridad en una metrópoli.
Frente a estos hechos y a la complejidad de abordar una región estigmatizada por su violencia, se destacan varios puntos esenciales. Primero, Río de Janeiro, antigua capital de la república, tiene su geografía marcada por la presencia predominante de personas negras, especialmente en favelas y periferias, lo que genera una diferenciación sistemática en la manera en que el Estado implementa sus políticas de seguridad en estos territorios. Constituye la historia de Brasil la criminalización, judicialización y persecución a todas las culturas, conocimientos, prácticas y territorialidades negras. Segundo, la ciudad alberga una red compleja de actores que disputan territorios urbanos: grupos narcotraficantes de distintas organizaciones, milicias paramilitares, y redes de control de apuestas ilegales, que compiten por el control territorial, frecuentemente mediante enfrentamientos armados.
El tercer elemento clave es la estigmatización de la violencia y la reproducción de políticas de exterminio estatales durante décadas. La historia colonial del origen de la Policía Militar – un instrumento de la élite blanca para controlar las personas esclavizadas, fugitivas, los recién libertos, todas explotadas en la economía política capitalista. La policía de Río de Janeiro se encuentra marcada por corrupción y acciones letales en las favelas, desafiando los derechos fundamentales de sus habitantes, y respaldada por una cobertura mediática que legitima la narrativa de la “guerra contra las drogas”. Sus agentes patrullan fuertemente armados, incluso en días ordinarios, evidenciando un estado de tensión territorial permanente en amplias zonas de la ciudad. La guerra racista y de clase es también ideológica. El racismo como tecnología de poder está en las noticias, en cada palabra que racializa el crimen, lo pega diariamente al cuerpo negro, mientras los blancos jamás son tratados como “criminales” o “terroristas”, son tratados con respeto, aunque sean criminales. Los muertos negros son anónimos, mientras los policiales tienen nombre, familia, y en la muerte, son homenajeados con rituales dignos. El Estado no solo es cómplice del miedo, sino su fuente. Las violencias o violaciones a derechos humanos son constantes, además de las operaciones policiales: agresiones físicas, omisión de socorro, invasiones a casas, uso de residencias como trampas, la destrucción de inmuebles y bienes. El Estado genera terror e inseguridad al transformar las comunidades en zonas de guerra. Pero no garantiza políticas de prevención, infraestructura, educación, vivienda digna y toda suerte de servicios públicos.
En un contexto de crisis política estatal, con cinco exgobernadores arrestados en los últimos nueve años, y ante el endurecimiento de políticas neoliberales en los territorios cariocas, la operación puede interpretarse como una estrategia electoral. Parte de la población respalda la radicalización de las acciones policiales, la violación sistemática de la Constitución y el debilitamiento de los aparatos estatales encargados de garantizar derechos fundamentales para el pueblo. La acción militar responde a un intento desesperado del grupo político en el poder estatal de fortalecerse de cara a las próximas elecciones utilizando cuerpos brutalizados como espectáculo y promesa de seguridad pública.
Por otro lado, ninguna teoría o concepto logra capturar con precisión el malestar generalizado de la ciudadanía carioca y de la población brasilera en general. La noción de “vida desnuda” o la “zona del no-ser” de Fanon resuena con los 74 cuerpos encontrados por la población en áreas boscosas, algunos decapitados, víctimas que los agentes militares ni siquiera tuvieron la decencia de tratar a estas personas como seres humanos; soldados de la Edad Media habrían mostrado más honor. Personas privadas de su derecho a un juicio conforme a la Constitución, cuya sentencia fue determinada por agentes del mismo Estado, quienes empuñaban fusiles y ametralladoras en lugar del martillo de la justicia. Esto ocurre en un país donde la pena de muerte fue oficialmente abolida en 1988.
Los casos de matanzas en Río de Janeiro, así como en Gaza y Sudán, entre otros lugares del mundo, nos alertan sobre la violencia del capitalismo en su modelo neoliberal. Las bases éticas y morales que sustentan este sistema están en entredicho y, desde su origen, no se sostienen ante la reproducción del poder y el modelo de acumulación de capital. La libertad, la igualdad y la fraternidad son valores que nunca han estado presentes para los pueblos colonizados y racializados, para los que la modernidad sigue siendo hoy en día sinónimo de barbarie y colonialismo.
¡ALTO A LA MASACRE EN LAS FAVELAS Y LAS PERIFERIAS!
¡ALTO A LA FALSA GUERRA CONTRA LAS DROGAS!
¡ALTO AL NECROCAPITALISMO CONTRA LAS FAVELAS, LAS PERIFERIAS Y LOS PUEBLOS DE BRASIL Y DEL MUNDO!
En medio de los fragmentos, los escombros y el luto social, con todo el dolor del mundo, seguimos luchando por la vida, la dignidad y el territorio.
Grupo de trabajo “Cuerpos, Territorios, Resistencias”, GT CUTER CLACSO,
30 de octubre de 2025.
PRONUNCIAMENTO
BASTA AO NECROCAPITALISMO CONTRA AS FAVELAS, AS PERIFERIAS E OS POVOS DO BRASIL E DO MUNDO!
Na madrugada do dia 28/10 (terça-feira), iniciou o que já se tornou a maior chacina ocorrida na cidade do Rio de Janeiro (138 mortos até a última atualização), uma megaoperação da Polícia Militar do Estado do Rio de Janeiro (PMERJ) batizada de Operação Contenção, segundo o governador do estado Cláudio Castro. A ação policial foi realizada nos complexos de favelas da Penha e do Alemão, na Zona Norte da cidade, região densamente povoada, principalmente por classes populares e pessoas pretas e pardas, onde o objetivo seria cumprir mandados de prisão contra líderes e integrantes da organização narcotraficante Comando Vermelho (CV).
A Região Metropolitana do Rio de Janeiro (RMRJ) possui cerca de 12 milhões de habitantes, sendo quase 7 milhões moradores da capital, integrando 21 municípios. A rota de deslocamento principal das trabalhadoras e trabalhadores é a Avenida Brasil, via importantíssima da cidade que passa pelos complexos de favelas alvos da operação. Com uma mobilização de 2,5 mil soldados, o governo do estado e sua polícia causaram dias de terror em toda a cidade, pois muitas vias foram fechadas, coletivos urbanos deixaram de circular, e aquelas e aqueles que conseguiram chegar aos trabalhos não conseguiram voltar para casa tão facilmente. Este cenário é um exemplo de como não se deve conduzir a política de segurança em uma grande cidade.
Diante desses fatos e da complexidade de abordar uma região estigmatizada pela violência, destacam-se vários pontos essenciais. Primeiro, o Rio de Janeiro, antiga capital da República, tem sua geografia marcada pela presença predominante de pessoas negras, especialmente nas favelas e periferias, o que gera uma diferenciação sistemática na forma como o Estado implementa suas políticas de segurança nesses territórios. A história do Brasil é marcada pela criminalização, judicialização e perseguição de todas as culturas, conhecimentos, práticas e territorialidades negras. Segundo, a cidade abriga uma complexa rede de atores que disputam territórios urbanos: grupos de narcotraficantes de diferentes organizações, milícias paramilitares e redes de controle de apostas ilegais (jogo do bicho), que competem pelo controle territorial, frequentemente por meio de confrontos armados.
O terceiro elemento-chave é a estigmatização da violência e a reprodução de políticas estatais de extermínio ao longo de décadas. A história colonial da origem da Polícia Militar – um instrumento da elite branca para controlar pessoas escravizadas, fugitivas, recém-libertadas, todas exploradas na economia política capitalista. A polícia do Rio de Janeiro é marcada pela corrupção e ações letais nas favelas, desafiando os direitos fundamentais de seus habitantes e apoiada por uma cobertura midiática que legitima a narrativa da “guerra contra as drogas”. Seus agentes patrulham fortemente armados, mesmo em dias normais, evidenciando um estado de tensão territorial permanente em amplas zonas da cidade. A guerra racista e de classe também é ideológica.
O racismo como tecnologia de poder está nas notícias, em cada palavra que racializa o crime, colando-o diariamente ao corpo negro, enquanto os brancos nunca são tratados como “criminosos” ou “terroristas”, são tratados com respeito, mesmo que sejam criminosos. Os mortos negros são anônimos, enquanto os policiais têm nome, família e, na morte, são homenageados com rituais dignos. O Estado não é apenas cúmplice do medo, mas sua fonte. A violência e as violações dos direitos humanos são constantes, além das operações policiais: agressões físicas, omissão de socorro, invasões de casas, uso de residências como armadilhas, destruição de imóveis e bens. O Estado gera terror e insegurança ao transformar as comunidades em zonas de guerra. Mas não garante políticas de prevenção, infraestrutura, educação, moradia digna e todo tipo de serviços públicos.
Em meio a uma crise política do Estado, onde cinco ex-governadores foram presos nos últimos nove anos, além do recrudescimento das políticas neoliberais em territórios cariocas, é possível analisar a operação como uma estratégia eleitoreira. Isso porque parte significativa da população adere ao discurso de radicalização das ações policiais, ao não cumprimento da Constituição, e ao deterioramento de outros aparelhos estatais de garantia de direitos do fundamentais para o povo. A ação militar atende a uma tentativa desesperada, do grupo político que está no poder estadual, de se fortalecer para as próximas eleições utilizando corpos brutalizados como espetáculo e promessa de segurança pública.
Por outro lado, não há conceitos, teorias ou textos que consigam expressar com exatidão o mal-estar geral do povo carioca, e da população brasileira em geral, nestes últimos dias. Talvez pensar na “vida nua”, ou na “zona do não-ser” (de Frantz Fanon), tenha relação com os 74 corpos encontrados nas matas pela população. Corpos que os agentes militares não tiveram nem a decência de tratar como seres humanos; soldados da Idade Média teriam mais honra. Pessoas que morreram sem direito a serem julgadas segundo a Constituição, tendo sua sentença decidida por agentes do mesmo Estado, que, em vez do martelo da justiça, empunhavam fuzis e metralhadoras. Isto em um país onde a pena de morte foi oficialmente erradicada em 1988.
Os casos de chacinas no Rio de Janeiro, assim como em Gaza e Sudão, entre outros lugares do mundo, nos alertam para a violência do capitalismo em seu modelo neoliberal. As bases éticas e morais que fundamentam este sistema estão em xeque, e desde sua origem não se sustentam em face à reprodução do poder e do modelo de acumulação de capital. Liberdade, igualdade e fraternidade são valores que nunca se fizeram presentes para os povos colonizados e racializados, para os quais a modernidade se realiza ainda hoje como barbárie e colonialismo.
FIM AOS MASSACRES NAS FAVELAS E PERIFERIAS!
FIM À FALSA GUERRA CONTRA AS DROGAS!
FIM AO NECROCAPITALISMO CONTRA AS FAVELAS, PERIFERIAS E POVOS DO BRASIL E DO MUNDO!
Em meio aos cacos, escombros e ao luto social, com toda a dor do mundo, seguimos lutando pela vida, pela dignidade e pelo território.
Grupo de trabalho “Corpos, Territórios, Resistências”,
GT CUTER CLACSO, 30 de outubro de 2025.
Foto de portada: REUTERS/Ricardo Moraes