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Fuente: Teia dos Povos

Foto: Juliana Brandão – Montagem: Teia dos Povos
Por: Talita Tamikuã Pataxó, Tierra Indígena Comexatibá- Prado, Extremo sur de Bahía
Nací en una cultura y tradición que tiene como misión honrar a la naturaleza, vivir de ella y para ella. Soy nieta de pajé[i], una mujer pajé, lo que hizo mi conexión con la naturaleza más fuerte aún. Mi pueblo es un pueblo que honra mucho la abundancia y cuenta que antiguamente era mucha la abundancia que la naturaleza ofrecía. Una abundancia que iba desde el mar hasta la tierra. Soy de una generación que encontró solo un poco, muy poco, de esa abundancia.
Yo recuerdo ver a mi bisabuela llorando a la orilla del jirau[ii], yo era muy pequeña, no entendía. Ella lloraba porque sentía pesar de sus nietecitos, porque vendrían tiempos difíciles. Hoy entiendo cada una de sus lágrimas. Ella lloraba nuestros alimentos que, a cada día, disminuye. Hoy, lucho por la soberanía alimentaria para mi territorio, con un pueblo sabio y fuerte que sabe la hora correcta para plantar y cosechar, que pide permiso para entrar en la naturaleza.
Sin Territorio, no hay vida
Me encuentro a la orilla de un lugar conocido como “Costa del Descubrimiento”, donde fue el primer contacto con los malditos portugueses. Cuentan nuestros ancianos que, cuando los portugueses llegaron –inmundos y enfermos-, los pueblos originarios los cuidaron y trataron sus males. Fue la medicina indígena que curo a muchos de ellos. En contrapartida, recibimos odio, ira, explotación y genocidio. En nombre de una supuesta civilización, los pueblos originarios tuvieron sus lenguas y modos de vida perseguidos. Algunos, inclusive, fueron declarados extintos, lo que es una gran mentira. Esa palabra, “civilización”, es demasiado pesada para mí. Es lo mismo que la colonización. No es por acaso que, nosotros, los indígenas desconfiamos de los colonizadores, que ya traían ese odio en su interior. El colonialismo persiste actualmente y continúa intentando exterminarnos. Por eso, yo no creo que exista diálogo y asociación con el latifundio, con el capital, con el Estado – todo eso representa la continuidad del sistema colonial.
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