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Acteal, Chiapas Este miércoles, 20 de diciembre, comenzó la jornada “Acteal: Raiz, Memoria y Esperanza” conmemorando los XX años de la masacre en este sitio.
Comenzó a las 8 de la mañana con el registro de los asistentes, para que después del desayuno se diera la bienvenida por parte de la Mesa Directiva mostrando el agradecimiento por estar con ellos y recordando la masacre de Acteal, que este año se cumplen 20, pero tambien 25 del caminar de Las Abejas.
Se presentaron las personas asistentes donde confluyeron personas de distintas partes de México y otros paises, como España y Chile. Continuando con las actividades se realizó el rezo tradicional por parte de ancianas y ancianos, ya que ésta es la manera de mostrar su caminar con dios y la virgen; para dar continuidad, el Coro de Acteal “Las Abejas” realizaron cantos de lucha, a la par se comenzaban dos murales, uno del emblema de Las Abejas por parte del colectivo Chikinte y el otro sobre la campaña “Acteal: Raiz, Memoria y Ezperanza” por parte de Koman Ilel.
Más adelante se reprodujeron algunas canciones de la cantante Marisol Yañez y, en la misma escena musical, el grupo La Esmeralda tocó, entre otras canciones “La cumbia de las abejas”, para así después, hacer un descanso e ir a comer.
Se continuó con las actividades pasadas las 3 de la tarde con poesía y dando lectura a una entrevista de los sucesos previos y durante la masacre del 97: “les dijimos a las mujeres que se esconden, lo aceptaron, fueron a esconder en las iglesia; los niños lloraron porque tenían miedo a los paramilitares que vestían como militares, eran de diferentes comunidades”.
La compañera María del Pilar Gimeno Domench presentó la obra de clown: Mans Balladetes. Y por último, las actividades del día de hoy concluyeron con tres documentales:
Acteal, Nunca más, a cargo del área de comunicación
La verdad sea dicho, también por el área de comunicación
Guerra de baja intensidad, por Marisa del Colectivo Chikinte
La jornada continuará mañana 21 y concluirá el viernes 22, fecha en la que se rememora la masacre.
Escucha audios de la transmisión de Radio Almantal:
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Continúa precariedad y vulnerabilidad de población desplazada forzadamente de Chalchihuitán
10 personas de Chalchihuitán, Chiapas han perdido la vida en desplazamiento forzado, a causa de las condiciones de hambre, frío y estrés, debido a la omisión del gobierno de Chiapas por no brindarles atención adecuada. Son muertes evitables informó la brigada médica que visitó los campamentos del 11 al 16 de diciembre. 4 adultos mayores, 1 mujer adulta, 1 joven, 3 menores (2 eran mujeres) y 1 muerte fetal.
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Hace dos años, el 16 de diciembre de 2016, los ejidatarios de Tila, cansados de un siglo de atropellos, decidieron tomar el rumbo de sus vidas en sus manos y expulsaron al Ayuntamiento, impuesto ilegalmente en su territorio desde mediados del siglo XX, recuperando las 130 hectáreas que durante décadas el gobierno municipal les trató de arrebatar.
Desde entonces, el ejido de Tila se ha vuelto ejemplo de lo que es posible hacer cuando el pueblo se organiza. Desde hace dos años, el pueblo organiza su guardia comunitaria y la delincuenca, antes solapada por el ayuntamiento, disminuyó visiblemente; se organiza la recolección de basura con contribuciones de la propia población; se instauró un sistema de justicia propia; se administran todos los servicios; se organizan festividades. Y en todo esto, la máxima autoridad es la Asamblea. Así, Tila ha demostrado que sí es posible crear un gobierno donde “el pueblo manda y el gobierno obedece”.
Es por eso que la visita del Concejo Indígena de Gobierno a Tila es tan significativa. “Queremos decirles que los admiramos, que los respetamos”, dijo el concejal Hernán. “Éste es el sueño que desde nuestras comunidades hemos venido soñando. Que un día como éste el pueblo de México se despierte (…) Que los pueblos tengan su libre autodeterminación, que sean los pueblos quienes nos mandemos.”
“Para el Congreso Nacional Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno”, dijo Marichuy, “hoy es un día importante en la memoria de los pueblos originarios de este país, ésa que se hace soñando y luchando por el fin de la guerra de exterminio y el inicio de una nueva conciencia.”
En Tila la memoria está muy viva, es lo que da fundamento al caminar, lo que orienta la dirección de los pasos por venir. Es por eso que hay un tal respeto por los abuelos, quienes lucharon durante décadas contra el despojo. Fue en la década de 1920 que los abuelos iniciaron una lucha épica que no se olvida. Durante 37 años viajaron una y otra vez a Tuxtla Gutiérrez, a cuatro o cinco días a pie, cargando su pozol y tostadas, para solicitar la regularización de sus tierras como ejido. Una odisea difícil de imaginar pero que está grabada en la memoria del pueblo de Tila, y que resultó finalmente en una Resolución Presidencial que reconoció la propiedad ejidal de las 5,405 hectáreas, de las que habían sido despojados por finqueros extranjeros desde los tiempos de Porfirio Díaz.
“Nosotros estamos caminando con la compañera María de Jesús”, dijo la concejala Antonia, “para llevar la voz de los abuelos, porque los grandes, los de arriba, nos querían acabar. Pero no nos acabaron. Quedó nuestras raíces (…) Nos quisieron acabar pero nunca nos van a acabar. Vamos a florecer, van a salir las hojas que cortaron; las ramas que mataron, van a volver a retoñar.”
“Saludamos a los abuelos porque nosotros sí sabemos respetarlos”, dijo el concejal Hernán.
A mediados del siglo XX los mestizos se apoderaron del Ayuntamiento. El gobierno, que antes se regía por usos y costumbres, pasó al régimen de partidos políticos. Empezó a cobrar impuestos por la tierra y a apropiarse de los bienes y servicios, antes administrados por la asamblea ejidal. Pero no sólo eso: durante los años más duros de la política contrainsurgente después del levantamiento zapatista, el Ayuntamiento sirvió como base de coordinación de los grupos paramilitares, en particular “Paz y Justicia”, uno de los más violentos de la década de 1990 en Chiapas.
Es por todo eso que el pueblo se levantó hace dos años y expulsó por su propia cuenta al Ayuntamiento de su territorio, a pesar de las grandes presiones y amenazas en su contra.
En su visita a Tila, Marichuy hizo un análisis de la relación entre violencia paramilitar y narcoparamilitar (la misma violencia que sufren ahora los pueblos de Chalchihuitán y Chenalhó en Los Altos de Chiapas) y la violencia militar, y criticó duramente la recién aprobada Ley de Seguridad Interior (lee sus palabras completas aquí).
Para violentarnos, la ocupación militar se apoya con paramilitares y sicarios. Si pedimos seguridad y ayuda nos mandan más militares y el número de presos por defender sus derechos, muertos y desaparecidos aumenta de inmediato.
A esa agresión política, económica, militar, paramilitar y narcoparamilitar en nuestra contra que cada día genera despojo, miedo, terror y luto, le llamamos guerra, la misma que ahora con su ley de “seguridad interior” pretenden extender a todo el país.
Para los gobiernos capitalistas que mandan en el mundo de arriba, los seres humanos pensando, actuando y organizándonos somos problemas de seguridad interior, ya no sólo los pueblos indígenas, sino todas las sociedades urbanas y campesinas. De ese tamaño es el descontento que los de arriba prevén porque de ese tamaño es la embestida que engendran.
Ante esto, el Concejo Indígena de Gobierno ha repetido una y otra vez que la única respuesta viable es la organización. Y con ella, la seguridad y la justicia autónomas. “Sólo de esa manera, haciendo que el pueblo mande y nuestras fuerzas de seguridad obedezcan, es que hemos podido acabar con el terrorismo de Estado y de las bandas de la delincuencia organizada.”
La montaña y costa de Guerrero, Cherán y Santa María Ostula en Michoacán, el ejido de Tila en Chiapas y desde luego las comunidades zapatistas… ejemplos de que otra justicia, otra seguridad y otro gobierno son posibles.
Muy significativamente, el Concejo Indígena de Gobierno, acompañado por las autoridades de Tila, hablaron desde un templete instalado en el llamado “Casino del Pueblo”, el antiguo edificio que servía de gobierno comunitario, a espaldas del ahora destruído Ayuntamiento, situado al lado opuesto de la plaza. Es el gobierno indígena, colectivo, horizontal, de abajo, que ejerce el “mandar obedeciendo”, renaciendo con la fuerza de la memoria y la organización.
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Al pueblo chol del ejido Tila.
Al pueblo de México.
A los pueblos del Mundo.
A la Sexta Nacional e Internacional.
A los medios de comunicación.
Para el Congreso Nacional Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno hoy es un día importante en la memoria de los pueblos originarios de este país, ésa que se hace soñando y luchando por el fin de la guerra de exterminio y el inicio de una nueva conciencia.
El pueblo Chol del ejido Tila, que ha sido históricamente olvidado, resurgió en su autonomía con el esfuerzo de muchas y muchos.
La autonomía, en el ejemplo de dignidad que es el ejido Tila, fue el paso necesario tras mas de 50 años de lucha jurídica, de los amparos ganados que nunca fueron ejecutados, de la violencia institucional desde los malos gobiernos ante los pasos que la organización iba logrando para reconstituirse sin esa enfermedad que son los malos gobiernos.
Es entonces, hermanas y hermanos de Tila, grande el honor para nosotras y nosotros del Concejo Indígena de Gobierno, estar para conmemorar junto con ustedes ese 16 de diciembre. Para celebrar y conmemorar el ejemplo del pueblo Chol del ejido Tila, su palabra y su conciencia.
Sabemos que no ha sido fácil su camino, que su determinación y organización ha crecido en medio de la hostilidad por parte de los malos gobiernos y sus grupos paramilitares, como los que usan los poderosos en todo el estado de Chiapas para tratar de acabar con las luces de esperanza, que es la organización autónoma de los pueblos originarios.
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Nosotros hemos venido recorriendo los diferentes estados de este país, ya recorrimos una gran parte y por donde hemos pasado hemos escuchado los diferentes dolores de nuestros hermanos de las comunidades por las cuales hemos caminado.
Hemos escuchado que ellos y ellas están sufriendo en sus tierras, están sufriendo en sus comunidades, que están siendo despojados de esas riquezas que tienen en sus comunidades, en sus tierras, que les están imponiendo proyectos que ellos no están de acuerdo porque son proyectos que vienen contaminando las tierras, contaminando las aguas, destruyendo los árboles, destruyendo la organización que tienen ellos mismos y ellas. Hemos escuchado que están sufriendo también porque hay muchos muertos, muchos desaparecidos y varios encarcelados que defienden sus comunidades y lo que encuentran es la cárcel.
Por eso nuestro caminar en las diferentes comunidades es para llevarles la voz y escucharles también en cada lugar, en cada comunidad donde vamos llegando, escuchar también sus problemas que tienen en sus comunidades, porque esos problemas son los que están acabando pues a nuestras comunidades. Y nosotros lo que dijimos desde el principio, lo que queremos es la vida, la vida para nuestras comunidades, la vida para los habitantes, la vida para el agua, los cerros, los árboles, todo eso que es lo que nos da vida a nosotros, entonces, porque queremos seguir viviendo, creemos que tenemos que organizarnos desde abajo, desde nuestras familias, desde nuestros barrios, desde nuestras colonias, desde nuestra comunidad. Tenemos que organizarnos, para juntos defendernos, juntos defender nuestras tierras, juntos defender nuestros bosques, nuestras aguas, porque el día que desparezca eso que tenemos a nuestro alrededor, vamos a desaparecer junto con ellos.
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Buenas tardes hermanas y hermanos de Chapultenango, Concejalas y Concejales, medios que acompañan.
Precisamente con la participación que tuvieron nuestros hermanos y hermanas concejalas y concejales, ese ha sido el caminar del Congreso Nacional Indígena, ese Congreso Nacional Indígena que surge en 1996, donde se platicaron los diferentes pueblos indígenas que se dieron cita y se platicaron esos dolores que tenían en cada lugar, en cada pueblo, en cada estado, ahí fue donde nos dimos cuenta que los pueblos indígenas estaban sufriendo. Teníamos diferentes problemas y por eso se pensó, no podemos estar separados, tenemos que caminar juntos, tenemos que buscar un espacio donde nos encontremos, donde sigamos viéndonos, donde sigamos pensando juntos cómo nos hacemos fuertes para no permitir que nos sigan destruyendo, y por eso se crea el Congreso Nacional Indígena; es un espacio donde se encuentran todos los pueblos, donde estamos juntos somos asamblea y cuando estamos separados somos red, así como una asamblea de una comunidad, cuando están juntos toman acuerdos y toman decisiones, y luego ya se separan y se llevan a la práctica todos esos acuerdos.
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Oxolotán es un pequeño y antiguo poblado construído a un lado del río homónimo, en la sierra sur de Tabasco, cerca de la frontera con Chiapas. En 2007, lluvias históricas causaron inundaciones en toda la región; una de las poblaciones entonces afectada fue Oxolotán, al desbordarse el río. Diez años atrás, en noviembre de ese año, llegaron a ese poblado víveres producidos y transportados por bases de apoyo zapatistas de la Zona Norte de Chiapas, quienes tuvieron que cargarlos en la espalda durante horas en algunos trechos porque los caminos estaban destruídos. Humilde pero significativa solidaridad, al tiempo que los pobladores lamentaban el abandono del gobierno ante el desastre. Semillas de dignidad.
Ahora, diez años después, tras un largo caminar, llegaron a este poblado el Concejo Indígena de Gobierno y su vocera Marichuy. De nuevo a plantar semillas.
Fueron pocos los que asistieron al evento. Pero para las concejalas y concejales y Marichuy, no son las grandes masas las que interesan si en ellas no florece la semilla de la resistencia y la rebeldía. “No importa que sen pocos”, dijo el concejal Hernán Calvo, del Municipio Autónomo San Pedro Michoacán, Caracol de La Realidad. “No importa que sea uno, que sean dos, que sean tres. Por ese uno venimos, por esos dos, por esos tres. Que su corazón no se ponga triste porque las resistencias así inician. Tiene que iniciar uno, luego echar semillas para que después se haga una gran plantación.”
“Es el momento de quitar la venda de nuestros ojos”, dijo la concejala Irma, del Municipio Autónomo 17 de Noviembre, Caracol de Morelia. Es el momento de dejar de creer en las promesas de los partidos, es el momento de dejar de vender las tierras y las riquezas por migajas que resuelven ahora y nos despojan después, es el momento de organizarse, dijeron todos de una u otra forma. “Si hubiera llegado algún político con despensas”, dijo la concejala Guadalupe Vázquez de Acteal, “con refrescos, con tortas, con gorras, con playeras, estaría lleno el parque aquí. Nosotros no vamos por eso. No estamos por el poder porque no lo queremos; el poder de ellos es nuestra destrucción”. “Nosotros no traemos regalos, no traemos nada”, dijo el concejal Hernán Calvo. “Simplemente venimos a dejar el regalo más grande: la palabra, la meditación, la organización.”
Tanto él como la concejala Guadalupe se dirigieron a los policías municipales presentes que tomaban fotos del evento que, por pequeño que fuera, al parecer no deja de preocupar al poder. “Ojalá estuvieran aquí para servir a su pueblo”, dijo Guadalupe, “que es quienes les pagan para trabajar. Ojalá vean a su pueblo, vean su sufrimiento”. “Qué bueno que nos escuchan los hermanos de la policía municipal”, dijo Hernán. “Queremos compartirles que los apreciamos, que los queremos, que los llevamos en el corazón porque son nuestros hermanos.” Y lanzaron un mensaje de unidad.
“Hemos recorrido el país y hemos escuchado que nuestros hermanos y hermanas están sufriendo”, dijo Marichuy. En este caminar por el país, los dolores de abajo se van desenterrando y con ellos se va dibujando un paisaje de despojo, de atropello, de violencia, de humillación y de muerte. El caminar del Concejo Indígena de Gobierno, explicó, es para escuchar esos sufrimientos y para compartir la palabra: tejer, con la materia de esos dolores pero también con las prácticas ancestrales de la colectividad, la organización para, juntos, construir otro país. “Así como las plantitas, que primero es la semilla, luego va creciendo y luego dando fruto, así tenemos que crear algo desde abajo, porque nadie va a venir a resolver nuestros problemas.”
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Chapultenango es una pequeña población en la región zoque de la zona norte de Chiapas, cerca del volcán Chichonal, donde el gobierno federal pretende instalar una geotérmica en el cráter, contrariando la voluntad de los pueblos. En esta región se pretende también concesionar 84 mil 500 hectáreas para la apertura de 11 pozos petroleros y diversos proyectos mineros, lo cual afectaría gravemente la sobrevivencia y la forma de vida de los pueblos zoques de la región.
Ante la amenaza de despojo y desplazamiento, los pueblos decidieron organizarse, y en asamblea acordaron integrarse formalmente al Congreso Nacional Indígena y nombrar una concejala y un concejal para formar parte del Concejo Indígena de Gobierno.
Aquí, a Chapultenango, llegó dicho Concejo y su vocera Marichuy este 14 de diciembre, para escuchar y compartir la propuesta organizativa de los pueblos. Y aquí, a pesar de las amenazas, que hicieron que varios compañeros no pudieran asistir, y el corte de la señal de internet antes, durante y después del evento, se escucharon las palabras de concejalas y concejales y de Marichuy, así como del Pueblo Creyente Zoque y del Comité por la defensa del agua, que denunciaron los intentos de despojo que sufren los pueblos zoques del norte de Chiapas.
El concejal Fortino, zoque migrante en Guadalajara, explicó que en esa ciudad los migrantes zoques también se organizan. Después procedió a dar un resumen del recorrido del Congreso Nacional Indígena estos 20 años y la conformación del Concejo Indígena de Gobierno el año pasado, ante el despojo que sufren los pueblos indígenas a lo largo y ancho del país. Y aclaró que no se trata de una propuesta electoral. “Lo que quieren los pueblos es ejercer el poder que de por sí tenemos. Juntar las resistencias de todo el país para enfrentar el sistema de muerte.”
Lo mismo dijo Guadalupe Vázquez, concejala tsotsil de Los Altos de Chiapas y sobreviviente de la masacre de Acteal. “Estamos aquí porque estamos hartas de tanta injusticia, tanta represión, tantas muertes, tantas desapariciones. No queremos la silla presidencial porque nos ha destruido, nos ha matado, nos ha desaparecido, nos ha explotado, nos ha quitado todas nuestras riquezas, nuestras tradiciones, nuestras culturas.” Hizo énfasis en la urgencia de organizarse porque, de no hacerlo “nuestros hijos serán esclavizados… y nadie quiere ver a sus hijos esclavos. No queremos ver un futuro peor que el que estamos viviendo nosotros. Mañana nuestros hijos van a decir: gracias a mis padres, a mis abuelos, hoy tengo tierra, no soy esclavo”.
El concejal José Jiménez, de Teopisca, hizo un breve resumen de la lucha de la ranchería San Francisco, ejemplo de organización y resistencia en la defensa de la tierra y el territorio.
Marichuy por su vez hizo un recuento del surgimiento del CNI en 1996 y del CIG 20 años después. “Vimos que ante los intentos organizativos había represión, encarcelados, muertos, desaparecidos. Y vimos que están de la mano el gobierno y el crimen organizado. Son ellos los que han metido temor en las comunidades ante los intentos organizativos; son ellos quienes han estado de la mano para llevarse nuestras riquezas, contaminar las aguas, despojarnos de las tierras.” Y explicó: “Los concejales son la semilla organizativa en cada región” y su papel es ir articulando las muchas luchas de los pueblos contra el despojo y la muerte. Se trata de una “propuesta para todo México, y en México estamos todos: hombres y mujeres, trabajadores del campo y la ciudad, maestros, doctores, artistas… todos”.
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Nota: Se necesita ayuda humanitaria urgente.
Si estás en San Cristóbal, se requiere maíz, frijol, harina de maíz, utensilios de cocina, cobijas y toallas femeninas. Llevar a:
Cáritas, Diócesis de San Cristóbal
Prolongación Benito Juárez 8 – Planta Alta
Colonia Maestros de México
Tel: 967-120-3722
Para ayuda económica:
Cáritas SCLC – Banco Mercantil del Norte (Banorte)
Cuenta 0642624985
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. El pasado 9 y 10 de diciembre, diversas organizaciones realizaron una visita de observación y documentación de derechos humanos al municipio de Chalchihuitán, donde casi 6 mil indígenas tsotsiles se encuentran desplazados por un grupo armado de Chenalhó, cobijado y a servicio de la alcaldesa de ese municipio, Rosa Pérez Pérez, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en una disputa territorial provocada por el gobierno federal hace cuatro décadas.
Los desplazados se encuentran en situación extrema de vulnerabilidad, la mitad viviendo a la intemperie en temperaturas que de noche descienden a bajo cero, y que ya cobraron la vida de tres niñas y un niño pequeños y dos adultos mayores. La otra mitad se encuentra hacinada en casas de parientes o amigos en la cabecera municipal de Chalchihuitán, donde hasta 40 familias se abrigan en una misma casa, en condiciones de creciente carencia alimenticia.
Chalchihuitán se encuentra sitiado. La carretera de acceso fue cortada con maquinaria pesada y no ha sido reestablecida, a pesar de las aseveraciones del gobierno de Chiapas, quien supuestamente habría acordado con el grupo armado el reestablecimiento de las vías de comunicación. Al mismo tiempo, el grupo armado sigue operando en esa área y quienes pasan a pie temen ser asesinados. Esto significa que, para llegar con ayuda humanitaria, es necesario recorrer un difícil camino de terracería, un recorrido de 9 horas desde San Cristóbal vía Simojovel (normalmente el trayecto se hace en poco más de una hora). Esto también ha afectado a los habitantes de la cabecera municipal y de muchas otras comunidades, pues el abastecimiento de alimentos se ha visto seriamente perjudicado y los precios de los alimentos básicos han aumentado de manera considerable.
La respuesta del gobierno ha sido un maquillaje y lo que los observadores califican como una burla. La “ayuda” del gobierno se ha limitado a alimentos chatarra, en principio destinados a los damnificados del sismo, que, además de ser insuficientes, enferman a los campesinos, que no están acostumbrados a esos alimentos… y una cobija por familia. Al mismo tiempo, el grupo armado, con vínculos conocidos con la alcaldesa Rosa Pérez y el PVEM, continúa operando con total impunidad.
Los observadores reportan enfermedades de las vías respiratorias y gastrointestinales, carencia de medicamentos y atención médica urgente y condiciones climatológicas extremas. También reportan un estado psicológico de miedo y estrés extremo, sobre todo en los niños, que sobreviven en condiciones inhumanas. “Niñas y niños tienen miedo de que los maten, sueñan que les disparan, duermen intranquilos; están tristes, su entorno ha cambiado de manera abrupta. Tienen dolor de estómago y cabeza por la ansiedad y estrés que provoca el desplazamiento”, dice el informe conjunto leído durante la conferencia de prensa. Hay niños recién nacidos e incluso algunos que nacieron ya en condiciones de desplazamiento. Se relató el caso de una mujer que, el mismo día que dio a luz a su bebé, tuvo que huir, con el bebé y otro niño en brazos.
Como es bien sabido, el problema lo ocasionó la ahora extinta Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), al desconocer los acuerdos comunitarios existentes sobre los límites territoriales y repartir tierras conforme a una línea arbitraria que condujo a un conflicto agrario entre pueblos hermanos que otrora vivieron en perfecta armonía. Al mismo tiempo, el grupo armado es producto directo de la política de paramilitarización y contrainsurgencia plasmada en el Plan de Campaña Chiapas 1994, elaborado como respuesta al levantamiento zapatista, y que resultó en la Masacre de Acteal en 1997.
Los observadores advierten que las condiciones actuales son muy similares a las existentes previo a la masacre de Acteal, que este 22 de diciembre cumple 20 años de impunidad, y cuya señal de continuidad más visible es este desplazamiento forzado de 6 mil personas, la mayoría mujeres y niños.
Escucha los audios de la conferencia de prensa aquí: