Sorry, this entry is only available in Español. For the sake of viewer convenience, the content is shown below in the alternative language. You may click the link to switch the active language.
Una pancarta vista en la marcha: “Cuando pregunten dónde estábamos cuando esto pasó podremos decir: no estábamos de acuerdo”
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 4 de julio de 2016. El Secretario de Educación, Aurelio Nuño, no les daba ni tres días para que l@s docentes levantaran el paro laboral y regresaran a sus aulas. No era para preocuparse, al cuarto día, según los planes del Secretario, el miedo a ser despedidos acabaría con el plantón que ese 15 de mayo iniciaba. Algún error hubo, algún dato mal calculado o de suma importancia no fue tomado en cuenta porque los planes le salieron muy mal. 50 días después, el movimiento magisterial no sólo se mantiene, parece más fuerte y con el apoyo de diversos sectores de la sociedad.
50 días en que, bajo el sol, la lluvia y la represión del Estado, se han manifestado pacíficamente de diferentes formas. Desde el plantón en el parque central de la capital chiapaneca; con multitudinarias marchas en las principales cabeceras municipales; con caravanas a la Cd. de México y jornadas de brigadeo para informar a la población; hasta con bloqueos en diferentes partes del estado, todo ha contado para haber llegado a los casi dos meses en su lucha por la abrogación de la autodenominada “reforma educativa” y en la defensa de la educación pública.
A diferencia del paro realizado en el 2013, esta vez la diferencia es el gran apoyo que han recibido de madres y padres de familia, organizaciones sociales, comunidades indígenas y campesinas, asi como de la población en general, que lejos de de escuchar las campañas mediáticas oficialistas que denostan a los docentes, se ha volcado a apoyar a las y los educadores. Ya sea con víveres, acompañándolos en sus manifestaciones o resguardando las escuelas para que no lleguen maestros sustitutos, el apoyo al magisterio ha ido en aumento.
En su camino ha logrado reunir la palabra de diversos sectores en lucha. Estudiantes, jornaleros, religiosos, locatarios, médicos, obreros, campesinos, etc, se han sumado al movimiento del magisterio disidente. Incluso, movimientos como el EZLN, un referente en la lucha antisistémica a nivel mundial, han mostrado su apoyo a las demandas de l@s maestr@s, y han saludado la dignidad de su resistencia. El pueblo creyente ha salido a las calles de Tuxtla para llevar su palabra de aliento y su apoyo material a l@s docentes. En todos los casos, el mensaje es el mismo “no están sol@s”.
El movimiento ha pasado de lo gremial a lo social, y es que no solo es el magisterio el que está inconforme con las autodenominadas “reformas estructurales” de la administración de Peña Nieto, sino que sectores como el de la salud también han manifestado su descontento por la intención de privatizar tales servicios a la población. Otra de las reformas que ha venido a dañar la economía de los mexicanos ha sido la energética, con el aumento del costo del servicio eléctrico y los combustibles. Este movimiento se ha convertido en un espejo para que esos otros gremios golpeados por las reformas estructurales se vean y recuerden el poder de la movilización como forma de lucha.
El movimiento magisterial en el sureste mexicano ha venido a visibilizar diferentes descontentos que antes eran minimizados por el Estado Mexicano, o simplemente los ignoraba. El magisterio ha dicho NO, secundado por buena parte de la población, que ve en las reformas neoliberales, un peligro para sus derechos laborales, pero también sociales y a la vida misma, como lo han dejado claro los pueblos originarios, en su ya larga lucha por la defensa de la tierra y el territorio.
Conforme pasaron los días, y el movimiento tomaba fuerza, desde el gobierno se han ensayado diversas formas para detener su avance. La descalificación como personal incompetente, culpable de los males de la educación en el país fueron los primeras pasos. Luego vino la represión violenta, desenmascarada, usando las fuerzas de “seguridad”, armamento y hasta helicópteros, como si de una guerra se tratase (acaso lo es); la detención de líderes sindicales para descabezar el movimiento a la usaza de la política de la vieja escuela y, rodeando todas esas prácticas contrainsurgentes, un sostenido linchamiento mediático desde todos los espacios afines al poder que ha trabajado horas extras en el maquillaje, invención y omisión de noticias que buscan acabar con el movimiento y con la simpatía que goza entre la clase trabajadora.
Pero ahí siguen. Han vencido el miedo al despido, a la represión policíaca, al sol y a la lluvia que como esta tarde, azotan los bloqueos y al campamento central en el zócalo de Tuxtla Gutiérrez. Y no sólo se mantienen firmes en su lucha contra una ley a todas luces injusta, con su paso han hecho ver al pueblo el trasfondo, mucho más profundo, de esas reformas estructurales impuestas por los gobernantes y empresarios, pero sobre todo, han logrado algo que se veía aún más dificil de lograr en estos tiempos: despertar la solidaridad popular que en la cotidianidad parece no existir.
Hoy ya no se puede hablar de un movimiento señaladamente magisterial porque en sus momentos más críticos el pueblo ha salido a luchar al lado de l@s maestr@s y esa compañía se mantiene día con día, visible en el alimento que una familia, de manera espontánea, lleva al campamento de l@s docentes y que, sin necesidad de palabras o pancartas, le demuestra al maestro y a la maestra, que está con ellos.
Así, estas imágenes de apoyo popular tal vez expliquen por qué, si los han llamado vándalos, delincuentes, violentos, terroristas, huevones; si los han agredido física, psicológica y emocionalmente; si los han descalificado y ridiculizados desde los espacios de poder, llaḿese Secretarías de Estado, Cadenas televisivas, Cámaras de comercio y detras de ellos la organización Mexicanos Primero; si los ha azotado la lluvia y el viento y el sol ha quemado su piel en esta larga jornada… por qué 50 días depués aquí siguen y, como es evidente, no están sol@s.