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(Español) La construcción del poder constituyente en Chile
El pueblo chileno rompió con décadas de conservadurismo y neoliberalismo al ganar la batalla por una nueva Constitución, que busca dejar atrás la larga noche del pinochetismo.
Por Andrés Kogan Valderrama
A propósito del histórico resultado del plebiscito en Chile el pasado 25 de octubre, en donde más del 78 por ciento de las personas votaron la opción “Apruebo” para elaborar una nueva Constitución, ahora el desafío es consolidar un proceso democrático que vaya mucho más allá de lo electoral.
Si bien la votación alcanzó el 50,9 por ciento del padrón electoral, nunca habían votado tantas personas en Chile en una elección (7.562.173 de sufragios). Además, es inédita tanta diferencia entre quienes optamos por votar Apruebo y por la Convención Constitucional Paritaria, frente a la opción conservadora del rechazo y convención mixta. De hecho, pudo ser mucho mayor la votación y diferencia en un contexto sin pandemia y con el voto obligatorio.
Una paliza electoral que muestra que la gran mayoría que votamos ese día queremos construir un país distinto, no de unos pocos solamente, y que responda realmente a la pluralidad de voces y experiencias para que la dignidad de las personas, comunidades y territorios se haga costumbre.
No es casualidad, por tanto, que en las llamadas zonas de sacrificio, íconos de la negación y violencia de parte del sistema neoliberal-extractivista, el “Apruebo” haya ganado por más del 89 por ciento de los votos (Freirina, Huasco, Mejillones, Petorca, Illapel, Tocopilla, Chañaral, Andacollo, María Elena, Diego de Almagro). Algo que nos muestra que el Chile más maltratado y pisoteado se levantó para decir basta.
Asimismo, esta gran votación no es solo el resultado de la gran revuelta de octubre del año pasado, sino que es algo que se viene construyendo desde hace décadas, en donde las luchas estudiantiles, socioambientales, feministas, indígenas, de disidencias sexuales, animalistas, de trabajadores, entre otras, fueron generando las condiciones políticas para abrir un proceso constituyente inédito en la historia del país.
Por lo mismo, esas luchas deben seguir articulándose para presionar y exigir grandes transformaciones a la misma Convención Constitucional, la cual es probable que sea cooptada por los mismos partidos políticos tradicionales, ya que el llamado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” restringe bastante el acceso a personas que estén fuera de estas organizaciones para ser parte del nuevo órgano constitucional.
Por eso, como bien plantea el ex presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador, Alberto Acosta, la Constitución no puede ser el resultado solamente del trabajo de quienes conformen la convención, sino de los mismos ciudadanos y ciudadanas, quienes son los y las reales constituyentes, quienes deben ser protagonistas en la construcción de este nuevo proyecto de vida en común.
De ahí que sea tan, o más importante, el proceso de elaboración de la Constitución que la Constitución misma, ya que, si se logra una mayor politización de la sociedad, en donde se instalen cabildos por todas partes, los nuevos integrantes de la Convención Constitucional estarán obligados a incluir las grandes demandas históricas. El desafío, por ende, es encontrar mecanismos ciudadanos para visibilizar lo que más se puedan esas demandas.
Las demandas son muchas, pero es fundamental que tanto los derechos humanos y de la naturaleza sean garantizados en la nueva Constitución, para que así la propiedad privada nunca más se interponga sobre otros derechos y se abra un nuevo camino que impulse múltiples soberanías (alimentaria, hídrica, energética).
Lo mismo con la necesidad de construir una Constitución plurinacional, en donde el centro no sea el alcanzar el progreso o el desarrollo, sino una vida sostenible territorialmente. Tenemos mucho que aprender de los distintos pueblos indígenas y su relación con los ecosistemas, y de cómo estos han aportado en otros procesos constituyentes de la región.
En cuanto a los peligros de que, luego de la aprobación de la nueva Constitución, su cumplimiento sea vulnerado por grandes empresas transnacionales o cooptada por caudillos autoritarios, como le ha pasado a países vecinos, depende de cuán organizada o no esté la sociedad para estar atenta y exigir el cumplimiento de los derechos.
Por todo lo señalado anteriormente, el proceso constituyente que estamos viviendo en Chile tiene que ser un proceso sin fin, como la democracia misma, y solo tenemos que seguir impulsándolo en todos los espacios posibles.
Por Andrés Kogan Valderrama para La tinta
(Español) Mujeres Otomí que mantienen ocupado el INPI llaman a romper el cerco mediático
Foto y video por Ángel Huerta
A más de 15 días de la toma del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) por parte de la comunidad indígena otomí residente en Ciudad de México, las autoridades no han dado respuesta a sus demandas. De hecho, Adelfo Regino, director general del INPI ha intentado pasar inadvertido, ha minimizado la protesta del pueblo Otomí y delegado sus exigencias a otras instancias de gobierno, “hay planteamientos de las comunidades indígenas cuya respuesta se encuentra también en las cámaras de diputados y en el gobierno capitalino”, mencionó Adelfo Regino dentro del encuentro que sostuvo con el Movimiento indígena de la ciudad de México, el pasado 20 de octubre.
Aun cuando esta institución ha estado tomada desde el pasado 12 de octubre, Adelfo Regino continúa trabajando, pero no en pro de solucionar las demandas de la comunidad otomí, sino avanzando con su propia agenda de trabajo, ya que hasta el día de hoy, no se ha acercado a escuchar las demandas de la comunidad y mucho menos ha intentado establecer un diálogo con ellos. “A dos semanas de la toma seguimos mirando desprecio, discriminación e indiferencia gubernamental a nuestras demandas, a nuestra palabra, a nuestra lucha; no importa si es gobierno local o federal, para el caso, el trato sigue siendo el mismo” señaló la comunidad otomí.
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Adelfo Regino ha dicho que “el diálogo es el instrumento que tenemos para cerrar las brechas de desigualdad y atender el olvido, el abandono y el reclamo de justicia de las comunidades indígenas residentes en la Ciudad de México, y establecer acuerdos para cada una de sus peticiones”. Sumado a ello, desde su cuenta de Twitter, Regino ha dado a conocer un comunicado sin fecha y sin destinatario en el que convoca a una mesa de diálogo, pero la comunidad otomí no ha sido informada al respecto.
“El gobierno no se ha dignado a venir, el maneja que quiere una mesa o que hay una mesa y nosotros estamos diciendo que no hay ninguna mesa, porque están viniendo funcionarios con los que ya habíamos platicado y que no tienen la capacidad para firmar una expropiación”, expresó para Avispa Midia la señora Isabel Valencia de la comunidad de Santiago Mixquititlán, refiriéndose a sus antiguos predios que habitaban, los cuales exigen que se regularicen y, para ello, el gobierno tendría que expropiarlos y cederlos a estas comunidades.
Tras esta indiferencia por parte de las autoridades continúa la toma de la sede del INPI, renombrada como “espacio de Resistencia y Rebeldía”, desde donde se han realizado diversas actividades, entre ellas un bloqueo-mitin a la avenida México-Coyoacán, para denunciar que las autoridades solo “se han acercado a preguntar sobre el equipo de cómputo, sobre el aire acondicionado, sobre el equipo que se encuentra dentro y que da servicio al interior del país en materia de asuntos indígenas, pero jamás preguntaron qué pasó con la comunidad, en qué situación se encuentra la comunidad, cuáles son sus condiciones de vida y mucho menos preguntaron cuáles son las demandas”, denunció la comunidad otomí durante el mitin.
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Estas demandas no solo se reducen a la exigencia de vivir en un lugar digno, “nuestra demanda no se reduce solo a la vivienda, reiteramos que nuestra lucha es por la educación, salud, alimentación, trabajo, democracia, libertad y justicia. Demandamos también una plaza para vender nuestras artesanías”, mencionó la comunidad otomí en un comunicado de prensa emitido el sábado (24) pasado.
Con el fin de que las instancias de gobierno se sienten a dialogar y resuelvan sus demandas, la comunidad otomí ha emplazado a Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, y a Adelfo Regino, titular del INPI, a un diálogo directo para conformar una mesa de trabajo que atienda sus demandas. El diálogo ha sido convocado para el próximo 3 de noviembre a las 10:00 de la mañana en las instalaciones tomadas.
Más allá del INPI
Cabe recordar que la toma del INPI se realizó como parte de las actividades en defensa de la madre tierra y contra la guerra, convocadas por el Congreso Nacional Indígena, del cual forma parte la comunidad otomí. Pero, también, porque exigen un alto a los megaproyectos impulsados por la Cuarta Transformación (4T), como se ha nombrado el periodo de gobierno en curso en México, “nosotros le decimos al gobierno que no queremos esos megaproyectos que ellos tienen porque están matando a nuestra Madre Tierra y nosotros estamos luchando por nuestra Madre Tierra, por vivir, por tener algo de nuestros árboles, de nuestros cerros. Exigimos luz y agua, exigimos educación, respeto como mujer, respeto a nuestros niños, a nuestros jóvenes, a nuestros adultos. Queremos que nos voltee a mirar ese mal gobierno, esa cuarta transformación que nada más nos voltea a mirar para desaparecernos y matarnos”, comentó María Mejía.
Pero, también, dice la señora Isabel Valencia, es para exigir un alto a la militarización de las comunidades zapatistas “exigimos un alto a la guerra contra el EZLN, queremos que estén fuera los paramilitares de Chiapas, allá también, a nuestros hermanos los están atosigando”.
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Foto por Ángel Huerta
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Colectivos se solidarizan con la ocupación del INPI
Otras acciones
En este espacio tomado se han llevado a cabo diversas actividades, entre ellas, un encuentro con integrantes del CNI y organizaciones sociales, en el que participaron concejales e integrantes del Consejo Indígena de Gobierno (GIG), entre ellas María de Jesús Patricio Martínez, concejala e integrante del CNI-CIG quien abrazó la lucha del pueblo Otomí, reconoció el valor de las compañeras al tomar el INPI y agradeció por resistir y por seguir resistiendo a pesar de todo. “Ahorita ustedes, su lucha, están hablando por los que estamos abajo, los que estamos resistiendo, a los que nos están matando, los que nos están desapareciendo, los que estamos resistiendo porque queremos seguir conservando la vida y una vida que es para todos y todas del planeta”, compartió la concejala María de Jesús, mejor conocida como Marichuy.
Tras esta acción, sociedad civil y diversos colectivos han refrendado su solidaridad con la digna lucha del pueblo otomí. Resistencias como la del Corredor Interoceánico han mostrado su apoyo, “acompañamos y apoyamos dicha movilización, expresando y manifestando verbal y visualmente el rechazo total a la pretendida imposición de dichos Macroproyectos escocidas y etnocidas y a la militarización regional que éstos conllevarían”, manifestaron los integrantes de la campaña #ElIstmoEsNuestro.
Así mismo, en un acto de solidaridad, el 20 de octubre, indígenas mixes ayuuk clausuraron las instalaciones del centro coordinador del instituto nacional de los pueblos indígenas, ubicado en San Juan Guichicovi, Oaxaca. En Nuevo León, el 17 de octubre, se realizaron diversas pegas de cárteles en solidaridad con la toma del INPI. La comunidad de Amilcingo les envió un mensaje de solidaridad a las compañeras y compañeros de la toma.También se han iniciado diversas campañas, entre ellas #ApoyoSolidario, que invita a apoyar a la comunidad otomí donándoles víveres. Pero también se han sumado a un llamado de solidaridad que ha hecho esta comunidad Otomí, “romper el cerco mediático”, ya que han sostenido que diversos medios han querido minimizar su lucha y sus exigencias. Por ello, las redes sociales comienzan a cobrar fuerza visibilizando esta lucha con el Hashtag #Romperelcerco #ResistenciaOtomí #dignidaddelospueblos.