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Declaración del genocidio quintanarroense: La destrucción parcial del pueblo maya rebelde y las memorias de la autonomía
El estado mexicano de Quintana Roo esconde un genocidio: su estatus anterior como Territorio Federal (1902-1974) fue diseñado y fundado a través de la destrucción parcial del pueblo maya rebelde –los masewales– y su identidad y autonomía. Los genocidas son el gobierno federal y sus militares; su intención fue planeada: destruir la identidad de los rebeldes, a través de cálculos y ejecuciones racionales y sistemáticas, para después construir una nueva identidad que se adapte a los intereses del Estado, del capitalismo y de la empresa colonial, con la imposición de las ideas de “progreso” y “civilización”. Esta injusticia silenciada ha intentado borrar durante más de un siglo no solo sus cuerpos, sino su memoria y su cultura de manera definitiva.
Los inicios de esta práctica genocida se remontan a los primeros intentos de conquista y sus consecuencias han llegado hasta nuestros días y se proyectan hacia el futuro. Las condiciones de su posibilidad se formaron durante el sistema de dominación colonial, con la producción del racismo, la ocupación de los territorios y el expolio de los pueblos originarios, pero desarrollaron su potencialidad en la formación del Estado-nación mexicano, con las políticas de despojo y la marcación del “otro” indígena, construido por las élites como negativo, inferior y atrasado. Los rebeldes fueron marcados porque su condición de ser mayas implica razones políticas, a saber, el potencial subversivo de su autonomía y su oposición decisiva a la asimilación de la identidad y las prácticas hegemónicas y a las lógicas capitalistas y coloniales.
En la década de 1880 el gobierno federal del porfiriato comenzó el hostigamiento decisivo contra los rebeldes, para la ocupación militar y la integración a la economía peninsular y nacional. El intento de la colonización de su territorio se hizo con decretos legales y el uso de concesiones a empresas forestales, por cientos de miles de hectáreas, con el objetivo de imponer la vida de la “civilización” y acarrear el “progreso” con inversiones de infraestructura, al mismo tiempo que reducir a los rebeldes y obtener el control de la región. Fracasaron, pero no por falta de voluntad. En 1895 el gobierno federal determinó preparar una campaña militar para la “pacificación” de los entonces llamados “salvajes” y “bárbaros”, máxima prioridad nacional para Porfirio Diaz, con la guardia nacional de Yucatán como auxiliar. Ese mismo año el ejecutivo presentó un decreto para sustentar el reordenamiento territorial y las acciones violencia extrema y masiva contra los rebeldes, a quienes les dieron dos opciones: someterse y aceptar el reparto de tierras (perdiendo su autonomía, con la imposición de un gobierno externo) o sufrir la represión militar.
Entre 1896 y 1899 empresarios y el gobierno federal intentaron desarrollar el proyecto insignia del “progreso” de la época: un ferrocarril que pasaría por la capital rebelde y que conectaría Peto con la costa oriental de la península. Se otorgó una concesión para construcción y explotación por 99 años, atrayendo la cooperación de capitalistas regionales y nacionales, en vista de una posible integración de la economía peninsular. La estrategia era en principio militar y después económica: la campaña militar avanzaría simultáneamente con la construcción de las vías ferroviarias: el desmonte en la espesura de la selva significaba abrir paso a los militares. El proyecto, sin embargo, fue nuevamente un fracaso. Pero la ofensiva no se detuvo.
Fueron asimismo tiempos de planeación intelectual para la campaña militar, con recopilación de datos y estudios rigurosos de las condiciones de los rebeldes, así como reclutamiento y formación física y mental de un ejército genocida, a través de la Secretaría de Guerra, y hasta el diseño de una “solución final”. Esto tiene lógica con la elección de Lorenzo García, quien tenía experiencia en el combate contra pueblos indígenas, pues fue condecorado por haber colaborado en la década anterior en los genocidios contra los apaches en Chihuahua y los yaquis en Sonora. Ese historial fue compartido por otros jefes militares que llegaron a la península.
En 1898, la campaña militar consolidó su avance definitivo con la ocupación militar: apoyados por tierra con construcción de caminos, vías telegráficas y telefónicas, y por mar con la instalación de aduanas con el pontón “Chetumal” y buques de guerra.
Se delimitó el territorio rebelde, fragmentando sus relaciones con el exterior y construyendo un cerco de aislamiento casi completo. Los rebeldes, con el drenaje de sus fuentes de suministros para la guerra y de uso cotidiano, se vieron debilitados, sin olvidar que las epidemias, la falta de atención sanitaria y los enfrentamientos políticos internos causados por el hostigamiento acabaron con parte importante de su población.
En octubre de 1899, Ignacio A. Bravo tomó el control de la campaña militar y se emprendió el máximo adelanto, aniquilando a los rebeldes que salieron a la defensiva. La asimetría en la guerra no era solo numérica, sino sobre todo de poder tecnológico y armamentístico. Uno de los primeros enfrentamientos en diciembre de 1899 lo demuestra: fueron asesinados cerca de un centenar de rebeldes, a pesar de haber huido, cargando a sus compañeros, muertos y heridos. Los federales contaban con las armas más avanzadas y el uso de una ametralladora; los rebeldes, por el contrario, tenían fusiles antiguos, de una sola bala por carga. A pesar de que condiciones de la selva ayudaban a los rebeldes, para marzo de 1900 habían fallecido quinientos mayas y cinco federales, sin contar a los heridos de paradero desconocido.
El pueblo maya rebelde se vio forzado a abandonar su pueblo sagrado y capital, Noj Kaaj Santa Cruz Xbáalam Naj K’ampokolche’, para refugiarse en las profundidades de la selva. Bravo profanó el lugar, entrando el 3 de mayo de 1901, día de la Santa Cruz. Al año siguiente, el 24 de noviembre de 1902, se creó el Territorio Federal de Quintana Roo. Bravo y los jefes militares recibieron medallas por matar mayas rebeldes. Pero los rebeldes no tuvieron paz. Los federales destruyeron sus bases esenciales para la vida, con persecución incesante y devastación de sus poblados,
milpas, maizales y suministros. Años después, todavía se practicaban escalofriantes cacerías ocasionales y capturas de mayas rebeldes para destinarlos al puerto de Veracruz como esclavos. Este terror producido por los federales, en especial por Bravo, se extendió por el territorio, los cuerpos y la memoria de los rebeldes. Pero el genocidio no pudo someterlos por completo. Con el final oficialista de la campaña militar, construyeron una autonomía, pero más limitada, obligados a ciertas negociaciones con el gobierno.
El debilitamiento sistemático nunca se detuvo, solo cambió de forma. El objetivo de integración a la nación mexicana se dio entonces a través del disciplinamiento de las misiones educativas y de nuevos proyectos de comunicación, transporte e infraestructura. Aun con este disimulo, un grupo de rebeldes se opuso a los intentos del gobierno federal de acabar con toda forma de autogobierno. En 1933 ocurrió un enfrentamiento entre los militares mexicanos y los mayas en el pueblo de Dzulá, que fue saqueado, incendiado y sitiado, no dejando más alternativa que un exilio por seis años en el último bastión de la autonomía, el pueblo de Xcacal. A esto sobrevino la imposición de la «identidad mexicana” a los pueblos mayas.
El reordenamiento territorial estaba en marcha. En 1969 el pueblo maya de Chumpón se opuso a la construcción de una carretera pavimentada dentro de su territorio, pero la falta de armas les impidió atacar a los constructores, quienes estaban protegidos por un destacamento de tropas federales.
Aquella carretera se convirtió en la Federal 307, que pasando por Felipe Carrillo Puerto, antigua capital rebelde, conecta con 366 km Chetumal y Cancún, cuya creación como Centro Integralmente Planeado fue justamente un año después, en 1970, y se ha convertido en la capital de la criminalidad y el ejemplo del desastre ambiental, social y cultural, ocasionado por un modelo desarrolista y de hiperturistificación impuesto a nuestros pueblos.
El genocidio quintanarroense como destrucción parcial del pueblo maya rebelde no ha cesado de producir muertes. No necesitan ser asesinatos masivos o directos. La práctica genocida en realidad produce las condiciones para la muerte de un pueblo: el empobrecimiento general de la calidad de vida, la contaminación de alimentos y agua, la falta de atención sanitaria, las secuelas de la explotación, la agitación del reordenamiento territorial, los accidentes y el incremento de la violencia por el crimen.
Con todo, para la lógica genocida la muerte física no es suficiente. Su objetivo es el diseño de una nueva identidad sobre el propio grupo aniquilado y la construcción de nuevas prácticas sociales. Es así como se desvanece una cultura para reconfigurar otra, con la imposición de tradiciones inventadas por el poder, como la “mexicanidad” y ahora la “identidad quintanarroense”, al servicio de las lógicas del mercado.
Ahora, más de un siglo después de aquel ferrocarril porfirista, se está construyendo un tren al que han llamado “maya”. Existen continuidades históricas y sistémicas de las prácticas genocidas con las lógicas del despojo y la explotación actuales. Similar al de aquella época, este tren está diseñado para el avance militar y el reordenamiento territorial, ligado a las lógicas genocidas del exterminio, la muerte antes de tiempo y la destrucción cada vez más intensa de los pueblos mayas. Los efectos previstos son catastróficos y amenazan con clausurar por completo la práctica genocida: no solo la extinción de un pueblo, sino la realización de que el pueblo nunca existió; no solo el olvido definitivo, sino el falseamiento de la memoria y la cultura.
Los genocidios son más frecuentes de lo que pensamos. Al mismo tiempo que aniquilan pueblos, no solo conciernen a sus integrantes, sino que tienen efectos en toda la sociedad. Opuestos a la autodeterminación de los cuerpos y los pueblos, son atentados contra la vida. ¿Cuántos genocidios habrá en la historia de las injusticias que han sido borrados de la memoria? ¿Cuáles son los efectos que tienen los genocidios en la configuración actual de nuestros pueblos, del estado, del país y del mundo? ¿Qué relación tienen los genocidios con la expansión del capitalismo y el desarrollismo? ¿Quiénes se benefician por los genocidios?
Ante este panorama desesperanzador, ¿qué podemos hacer? La primera respuesta está en la memoria: conocer las injusticias del pasado y pensar el presente y el futuro a la luz de las experiencias terroríficas de nuestros pueblos. No hay otra manera de cultivar la justicia que conociendo las injusticias.
Eso es la memoria: el grito de no repetición, el ¡nunca más! Tenemos responsabilidad con nuestras abuelas y abuelos, con el pasado, con la memoria.
Es por eso que una manera de comenzar a luchar contra las injusticias es no olvidar. Solo manteniendo viva las memorias de la autonomía podemos pensar en lograr nuevas autonomías para nuestros futuros.
En el tiempo en que el gobierno de Quintana Roo celebra el 120 aniversario de la creación del Territorio Federal con un discurso que profundiza el despojo de la memoria, los nietos y las nietas de los mayas rebeldes declaramos que el genocidio quintanarroense sucedió, que nos atraviesa el corazón y lo más sagrado de lo que somos como pueblo. Que las prácticas genocidas están vigentes, como vigentes están también la resistencia y la rebeldía.
¡Por la memoria!
¡Por la justicia!
¡Por la autonomía!
Noj Kaaj Santa Cruz Xbáalam Naj K’ampokolche’. En el día 3 ben, 6 keej, del año 172.
Campaña U jeets’e le ki’ki kuxtal.
¡Por una vida digna, vamos por la autonomía!
Pronunciamiento por el asesinato de tres compañeros del Concejo Indígena y Popular de Guerrero Emiliano Zapata
Al Concejo Indígena y Popular de Guerrero (CIPOG-EZ)
Al Ejército Zapatista de Liberación Nacional
Al Congreso Nacional Indígena
Al Concejo Indígena de Gobierno
A la Sexta nacional e internacional
A las Redes de Resistencia y Rebeldía
A la Misión Civil de Observación Sexta
A los medios de comunicación
A todos y todas que defienden la vida contra el capitalismo
Hoy nuestra rabia y dolor se unen a nuestras hermanas y hermanos del Concejo Indígena y Popular de Guerrero (CIPOG-EZ) cuyas comunidades se visten de luto ante al asesinato de tres más de sus compañeros. La tarde del 5 de noviembre de 2022, Adán Linares, Moisés Cuapipistenco y Guillermo Hilario Morales bajaron de su población a Chilapa y ya no regresaron. Sus cuerpos acribillados fueron encontrados a la orilla de la carretera. Fueron asesinados por el grupo narco-paramilitar los Ardillos.
Exigimos justicia para ellos y para los cerca de 50 asesinados y 20 desaparecidos miembros del CIPOG-EZ en los últimos siete años.
Denunciamos a los tres niveles de gobierno por su complicidad por acción u omisión en estos crímenes, verdaderos crímenes de estado. El presidente municipal de Chilapa, Aldy Esteban Román (PRI), la gobernadora del Estado de Guerrero Evelyn Salgado (MORENA) y el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador conocen y encubren al diputado Bernardo Ortega Jiménez (PRD), acusado por el CIPOG-EZ de ser el protector y operador político de Los Ardillos y junto a sus hermanos Celso e Iván liderar la banda criminal fundada por su padre, Celso Ortega Rosas hace más de 30 años.
Apenas dos semanas antes (el 21 de octubre) se lo dijeron al presidente López Obrador en su gira por el estado: “muchos de nuestros compañeros bajan al municipio a vender sus productos y ya no vuelven. Los matan y los desaparecen”.
Escoltado y sin salir de su vehículo detenido por el bloqueo en la carretera que comunidades del CIPOG-EZ tuvieron que hacer para poder ser escuchados, López Obrador les recomendó que ante “provocaciones” practicaran la política de no violencia de Gandhi, Mandela y Martin Luther King.
¡Qué insensibilidad del señor presidente! ¡Los están matando! ¿Cómo les pide actuar por vía pacífica ante ese grupo narco-paramilitar que les acecha, persigue, desaparece y asesina? ¿Cómo cuando los criminales controlan la policía y cuando el Ejército y la Guardia Nacional se oponen a enfrentarlos?
A diferencia de la historia que predica Andrés Manuel, la historia de los pueblos de México es de dolor y muerte, baste decir que Guillermo Hilario Morales ya había sobrevivido a la violencia de los Ardillos, fue herido de bala en su brazo y en su cuerpo, pero aún más grave, su hermano Pablo Hilario Morales se encuentra desaparecido desde el pasado 25 de enero de 2022 y otro de sus hermanos fue descuartizado en 2019.
Bien le respondieron nuestros hermanos al presidente de México: “Seguir llamando a la no violencia en un escenario de guerra, sin detener a quienes la generan, sin atacar las causas de la violencia, económicas, políticas, sociales, culturales, es un absurdo.”
De hecho, CIPOG EZ detuvo la caravana de López Obrador cuando éste andaba de gira promocionando sus programas llamados de Bienestar.
Pero, ¿qué han hecho los programas de Bienestar en el estado de Guerrero? Para el CIPOG-EZ, los cuatro años de programas poco o nada han logrado disminuir la miseria y desigualdad ancestral que en Guerrero impera. En cambio, esos programas han servido mucho para dividir comunidades organizadas, por tanto como políticas de contrainsurgencia.
Por otro lado, dos días antes del asesinato de Adán, Moisés y Guillermo, el Secretario de Gobernación y amigo cercano del presidente, Adán Augusto estuvo también de gira por el estado de Guerrero promocionando la reforma a la ley para que las fuerzas armadas permanezcan en las calles en tareas de “seguridad pública” hasta 2028.
Pero como antes se dijo, para el CIPOG-EZ, la presencia de las fuerzas armadas no ha servido para disminuir los ataques de los grupos criminales. Bien se lo dijeron a López Obrador: “El ejército muchas veces ahí está, pero los grupos criminales siguen operando, en el municipio se mueven como en su casa”. Han habido balaceras por parte de Los Ardillos a comunidades a unos metros de un puesto del ejército sin que este haga nada.
El crimen organizado no se detiene aunque la militarización del país siga avanzando, pues los criminales están dentro de las estructuras del poder.
El CIPOG-EZ sin embargo resiste con todo en contra. Resiste el historial de ataques a sus comunidades. Resiste desde 2015 la invasión de la banda criminal “Los Rojos” y ahora “Los Ardillos”. Resiste al gobierno municipal de Chilapa de Álvarez controlado por esta banda. Ha resistido y sigue resistiendo a pesar de tantas muertes, desapariciones y desplazamiento forzado de comunidades enteras. Resiste tenazmente toda clase de violaciones y agresiones cotidianas contra niñxs, mujeres, hombres y ancianxs. Resiste como muchos pueblos originarios más de 500 años de desprecio por sus vidas y por la vida de sus tierras y aguas contra explotadores de ayer y hoy que sólo buscan mercancías que pueden saquear.
Les decimos a las compañeras y compañeros del CIPOG-EZ de los pueblos Nahua, Me’phaa, Amuzgo, Naa Savi y afrodescendientes que desde nuestras geografías abrazamos su digna rabia y su lucha y que acompañamos sus pasos. Nos comprometemos a combatir el cerco informativo que los invisibiliza y que sólo muestra las demagogia del gobierno que maquilla realidades.
Refrendamos a las compañeras y compañeros del CIPOG-EZ que no están solxs, que no olvidamos ni perdonamos el desprecio de los malos gobiernos y que estamos construyendo otro mundo donde su desprecio, su despojo, su explotación y represión no caben.
Para adherirse al pronunciamiento, envía tu nombre o el nombre de tu organización o colectivo a: pronunciamientocipogeznov2022@gmail.com.
¡ALTO A LA GUERRA CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS!
¡ALTO A LA MILITARIZACIÓN DEL PAÍS!
¡QUEREMOS JUSTICIA Y VERDAD PARA NUESTROS HERMANOS ASESINADOS!
¡NI UN ASESINADO MÁS!
¡VIVA ADÁN LINARES!
¡VIVA MOISÉS CUAPIPISTENCO!
¡VIVA GUILLERMO HILARIO MORALES!
¡VIVA EL CIPOG-EZ!
¡VIVA EL CONGRESO NACIONAL INDÍGENA!
COLECTIVOS, REDES Y ORGANIZACIONES QUE SUSCRIBEN EL PRONUNCIAMIENTO:
Raíces en Resistencia
Red de Apoyo Iztapalapa Sexta (RAIS)
Grietas en el Muro, Espacio de Coordinación
Mujeres y la Sexta
Red MyC Zapatista
Espoir Chiapas Francia
Colectiva Red de mujeres del Oriente del Edo de Méx
Organización Popular Francisco Villa De Izquierda Independiente
Red de Resistencia y Rebeldía en apoyo al CNI-CIG del Puerto de Veracruz
Grupo de Trabajo No Estamos Todxs
Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y los Volcanes
Coordinación de Pueblos y Barrios Originarios y Colonias de Xochimilco
Colectivo CNI-Totonacapan
Red de Rebeldía y Resistencia Puebla
Vendaval – Cooperativa panadera y algo más
Colectiva de Mujeres Tejiendo Resistencias
Groupe CafeZ (Bélgica)
Coordinación Metropolitana, Anticapitalista y Antipatriarcal con el CIG
Colectivo Zapatista Neza
Café Zapata Vive
Regeneración Radio
UPREZ Benito Juárez
Colectivo Aequus.- Promoción y defensa de Derechos Humanos, Coordinación de Familiares de Estudiantes Víctimas de la Violencia
Comunidad Indígena Otomí residentes en la CDMX
Resonancias Radio
Laboratorio Popular de Medios Libres
Noticias de Abajo
Zapateando Medios Libres
Plantón por los 43
Colectivo La Ceiba
Brigada de Salud Zapatista Pantitlán
Mujeres que Luchan, Resisten y se Organizan
Bazar Rebelde
Escuelita Autónoma Otomí
SUTIEMS
Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, “Elisa Martínez”
Red Mexicana de Trabajo Sexual
Radio Zapote
Brigada Josué Moreno Rendón
Mujeres y disidencias de la Sexta en la Otra Europa y Abya Yala – RRR
Universidad de la Tierra en Puebla
Frente por la Autodeterminación Ernesto Guevara.
Maderas del Pueblo del Sureste, AC. y Comité Nacional para la Defensa y Conservación de Los Chimalapas
Colectivo Jóvenes Comuneras y Comuneros de Milpa Alta
Colectiva Corazón del tiempo Puelmapu Norpatagonia Argentina
Individu@s:
Sara Alicia Andrade Narváez
Blanca Ibarra
Roxana Bolio
Leonel López
María de Lourdes Mejía, Madre de Carlos Sinuhé Cuevas
Roberto Rodríguez Contreras “Gato”
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Heriberto Rodríguez, Fotoperiodista
David Villarreal Zavala
Blanca Estrella Ruiz
Martine Gerardy
Elvira Madrid Romero
Luisa Riley
Manuela Martínez de Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco
SIlvia Resendiz
Donaji Meza de la comunidad de Milpa Alta CDMX
Lesly Yobany Mendoza Mendoza, Cooperativa Just Seeds, Cd Monstruo
Sonia Tuset