Siete meses sin Julia Chuñil, defensora de territorios mapuche
Fuente: Avispa Midia
Por Javier Bedía Prado
La búsqueda de la defensora de territorios mapuche Julia Chuñil Catricura, desaparecida hace siete meses en la región de Los Ríos, es obstruida por las instituciones del Estado de Chile.
Las organizaciones que se movilizan por la activista demandan la separación de la fiscal Tatiana Esquivel, por haber detenido las investigaciones y supervisado diligencias policiales en las que violentaron a los familiares de Chuñil.

Desde el 8 de noviembre de 2024 no hay rastros de Julia Chuñil, de 72 años, y su perro Cholito. Por su posición como presidenta de la comunidad indígena Putreguel, en la comuna Máfil, al sur de Chile, era amenazada por el empresario forestal Juan Carlos Morstadt, quien no ha sido incluido en las indagaciones fiscales.
Julia Chuñil se oponía a la venta de la tierra que habitabadesde el año 2015, en defensa del bosque nativo, de su flora y fauna que la industria forestal pretende destruirpara expandir los monocultivos de pino y eucalipto. Decidió vivir en territorios ancestrales recuperados, como reivindicación de su identidad. Recuperar la cosmovisión mapuche fue su forma de lucha.
Antes de ser desaparecida, a la defensora ambiental la amenazaron con incendiar su casa y la amedrentaron en varias ocasiones, debido a que era la única persona de la comunidad que se negaba a vender el terreno. “Tenemos a todos comprados, solo faltas tú”, le dijeron. El empresario presionaba para entregar el dinero cuando toda la comunidad esté de acuerdo con la transacción. Su familia y vecinos sabían de las amenazas.
“Hay una frustración del empresario y esta fiscal. Dentro del desprecio que tienen hacia el pueblo mapuche jamás pensaron que la familia de Julia iba a tener tanto apoyo y que tantos ojos estuvieran pendientes. Es así de discriminadora y cruel la justicia en Chile. Pensaron que la iban a olvidar, que era una vieja más, por mujer, campesina, mapuche. Pero el apoyo ha crecido”, declaró para Avispa Mídia Marjorie Carreño, representante de la Coordinadora por Julia Chuñil de la región Biobío.
Abusos y criminalización
En los primeros días de búsqueda no se encontró ni un rastro de Chuñil y Cholito, por lo que se sostiene que se trata de una desaparición forzada. La ausencia del perro no es un hecho menor, pues los animales saben volver a casa.

En cinco meses de investigación, rotaron tres fiscales distintos. Cuando uno avanzó con pruebas, pidióvacaciones y luego licencia médica. El caso fue tomado enenero por Esquivel.
“Han interrogado a familiares, a su hija y su hijo, hanallanado casas y tomado pruebas sin órdenes. Han retenido más de tres horas en un vehículo policial a su hija, con gente armada, para quebrarla emocionalmente. El empresario se acogió a su derecho a guardar silencio y no le han sacado ninguna declaración. Él no ha sido hostigado, no lo molestaron más”, indica la activista.
Jeanette Troncoso Chuñil, hija de Julia, relató que el 30 de enero, en su vivienda y en presencia de la fiscal, un policíala presionó, desenfundando parcialmente su arma, para que se inculpe por la desaparición de su madre. Las leyes chilenas tipifican este acto como tortura.
Tras la denuncia en su contra por abandono de deberes, Esquivel recientemente pidió a la Fiscalía Nacional ser separada del caso, solicitud que fue rechazada. Los defensores de la familia de Chuñil consideran que se tratade un intento de la fiscal de evadir responsabilidades y paralizar las investigaciones.
Esquivel es la fiscal de un caso emblemático de la región, el del niño Tomás, cuyo abuelo ganó un juicio a una agroforestal. Luego, en 2021, el menor apareció muerto y el abuelo fue acusado del asesinato. Las investigaciones siguen abiertas.
Por su parte, desde el gobierno de Gabriel Boric no se muestra interés en una investigación sin criminalizacióninstitucional contra la familia de Julia Chuñil. Incluso el Ejecutivo declaró inadmisible una acción urgente presentada ante el Comité Contra la Desaparición Forzada de la ONU y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Silencio y miedo en territorio recuperado
La comunidad presidida por Chuñil, conformada en su mayoría por personas ancianas, se asentó hace diez años en un terreno que había sido adquirido por la Corporación Nacional de Desarrollo indígena (Conadi), organismo estatal creado para recuperar tierras del pueblo mapuche.
En la región Los Ríos, el proceso de despojo territorial contra mapuches y campesinos chilenos empezó entre 1850 y 1875, con la migración selectiva de alemanes. Con la reforma agraria de Salvador Allende (1970-1973), se devolvieron las tierras a sus primeros habitantes; luego, con la dictadura de Pinochet se ejecutó la contrarreforma yles arrebataron los terrenos, mediante el terrorismo de Estado, a sus legítimos habitantes.
En 2013, Juan Carlos Morstadt vendió a la Conadi 900 hectáreas por el valor de 1,114 millones de pesos chilenos. En un principio, este terreno iba a ser entregado a otra comunidad, la que lo rechazó porque el empresario lo vendió sin derecho a uso de agua. Esta comunidad demandó por incumplimiento de contrato a la Conadi y aMorstadt. Ante el abandono del terreno, llegó la comunidad de Julia.

Hay una serie de movimientos en la Conadi que apuntan a maniobras de la industria agroforestal. La institución devolvió el terreno a Morstadt, sin que este haya reembolsado hasta hoy ni una parte del monto detransacción. La Conadi tampoco le notificó que la Superintendencia de Chile resolvió por la devolución del dinero.
¿Por qué querría pagar por un terreno que, sobre el papel, le pertenece?, se pregunta la familia de Chuñil. Lo que está en disputa es una cantidad millonaria de dinero adeudada por el empresario al Estado, en contraste con su imposibilidad de obtener ganancias del territorio.
“Hay algo extraño, ¿cómo la Conadi no quiso recuperar el dinero? Llama la atención que la Conadi, que se supone es un organismo de protección a los indígenas de Chile, no se haya sumado a la denuncia que hizo la familia. Además,como organismo tampoco hizo su propia denuncia frente a la desaparición de una mujer indígena. Entonces, se acrecientan las sospechas de que hay algo ilícito. Primero, el tipo no les devuelve el dinero, no lo notifican de la resolución y luego no denuncian la desaparición”, cuestiona la integrante de la Coordinadora por Julia Chuñil.
En la comunidad Pedreguel hoy habitan el silencio y el miedo. En abril, un caballo de Julia Chuñil fue envenenado y un chancho muerto por balas, lo que significa una amenaza de parte de los responsables de la desaparición de la defensora indígena.
“La gente comenta que siente mucho miedo. Ellos les trabajan el campo (a los latifundistas), vendiendo leña, cuidando animales, ven riesgo de perder ingresos porque les trabajan a los que tienen más plata. Nos dicen que hay gente que sabe, pero nadie va a hablar porque tiene miedo. La desaparición de una persona es muy violenta”, relata Marjorie Becerra.
En la prensa se difundieron narrativas de montajespoliciales. Se filtraron presuntos resultados del laboratorio de Carabineros de análisis de sangre tomados en la casa de la hija de Chuñil “compatibles con la defensora”. Al no haber cuerpo para contrastar las muestras, no es ninguna revelación la compatibilidad genética entre familiares. La fiscal Esquivel llegó a señalar a la lideresa de robo de madera, refiriéndose a la recolección de ramas del bosque.
El día ocho de cada mes se publican noticias de desprestigio contra los familiares de la defensora mapuche. Ante esta narrativa, las organizaciones que luchan por la búsqueda de Julia Chuñil responden con más movilizaciones y solidaridad hacia su familia.
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