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Por Eugenia López

Mientras la población de Túnez, un país ubicado al norte de África, se preparaba para celebrar el décimo aniversario de la rebelión – también conocida como “Revolución del Jazmín”- que marcó el principio de la llamada Primavera Árabe y provocó la caída del gobierno autoritario de Zine El Abidine Ben Ali, el 14 de enero de 2011, el actual gobierno ordenó un confinamiento de cuatro días y reforzó las medidas “para combatir la epidemia de coronavirus” y prohibió las protestas.
Las tensiones, que ya eran importantes en el país debido a la profunda
crisis social y económica, están siendo exacerbadas por la pandemia. Fuertes protestas nocturnas estallaron contra el aumento de la pobreza, la corrupción y la represión policial en varias ciudades del país, en particular en Kasserine, Bizerte Siliana, Sousse, Sfax, Sidi Bouzid o en el barrio capitalino popular de Ettadhamen.

“Está el coronavirus, la gente se está muriendo, y hay un encierro a partir de las 4 de la tarde. Nosotros, el pueblo, somos los únicos que sufrimos realmente. Porque el coronavirus no es nuestra principal preocupación: necesitamos alimento y trabajo”,

EXPLICA SKANDER BRAHAMI, RESIDENTE DESEMPLEADO DE ETTADHAMEN.

Un estudio realizado en 2019 por la ONG International Alert demostró que, en algunas ciudades, la tasa de desempleo juvenil rebasa el 40%. Para Olfa Lamloum, directora de dicha ONG, “hay una negación y una subestimación del enojo entre los jóvenes, especialmente porque los once gobiernos sucesivos (desde la caída de Ben Ali) no han tenido una estrategia para resolver la cuestión del empleo”.

“Es todo el sistema el que debe de cambiar (…). Volveremos a las calles y recuperaremos los derechos y la dignidad de los que las élites corruptas se apoderaron después de la revolución”, expresa Maher Abid, otro manifestante sin empleo.

Represión

El despliegue de fuerzas de policía supuestamente destinadas a hacer
respetar las reglas sanitarias sirvió para reprimir a las rebeliones.
La policía empezó a recibir apoyo del ejército. Se repartieron en un gran número de localidades para hacer frente a las protestas nocturnas.

Más de 630 personas han sido detenidas según cifras oficiales. Sin embargo, organizaciones civiles del país denuncian por su lado más de 1000 casos.

Un grupo de ONG, que incluye a la Liga Tunecina de Defensa de los
Derechos Humanos y Abogados Sin Fronteras, expresó su preocupación frente
a la brutalidad de la represión.

Algunas personas ya han sido liberadas, pero otras, como en la localidad
de Sousse, ya han sido condenadas a penas de 2 años de cárcel y
encerradas en centros de confinamiento para 15 días, antes de tener que
cumplir con su condena.

Con información de Euronews, Afrique Sur 7 y Mediapart