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Un mes después de que George Floyd muriera a manos de agentes de policía de la ciudad de Minneapolis, continúan en Estados Unidos las protestas en apoyo al movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan, en español) y contra la brutalidad policial. En la ciudad de Nueva York, activistas han montado un campamento de protesta las 24 horas fuera del edificio del Ayuntamiento, para exigir que haga un recorte de 1.000 millones de dólares al presupuesto policial de la ciudad, que actualmente asciende a 6.000 millones. Los manifestantes exigen que el dinero sea reinvertido en atención médica, vivienda y servicios sociales.

En la ciudad de Seattle, manifestantes pusieron fin en gran medida a su ocupación de una “zona autónoma” de seis bloques conocida como la Protesta Organizada de Capitol Hill (CHOP, por sus siglas en inglés). En una declaración, los líderes de la protesta escribieron: “Construimos con éxito una comunidad autónoma y convencimos a los líderes de la ciudad de que promulguen reformas policiales significativas, que incluyan recortes presupuestarios sustanciales al [Departamento de Policía de Seattle]”.

En la ciudad de Oakland, en el estado de California, la junta escolar votó por unanimidad el miércoles a favor de eliminar su fuerza policial. Mientras tanto, la junta escolar de la ciudad de Chicago decidió, por cuatro votos contra tres, mantener a los agentes de policía en las escuelas públicas.