San Cristóbal de las Casas, 15 de octubre del 2018

Concejo Indígena de Gobierno
Pueblos que integran el Congreso Nacional Indígena
Ejército Zapatista de Liberación Nacional

En la noche no duermen haciendo planes,
planeando cómo aplastarnos más, cómo explotarnos más,
pero el Señor se ríe de ellos
porque ve que pronto caerán del poder.
–Ernesto Cardenal. Salmo 38.

Nos dirigimos a ustedes con admiración:

Saludamos con alegría al Concejo Indígena de Gobierno y a los distintos pueblos que asistieron a esta Segunda Asamblea Nacional en la cual cuatro compañeras y compañeros de nuestro pequeño país Nicaragua, fuimos espectadores.

Desde la Articulación de Movimientos Sociales y Organizaciones de la Sociedad Civil esperamos con ansias la construcción de Redes Internacionales de Rebeldía, celebramos con entusiasmo los acuerdos alcanzados en esta Segunda Asamblea Nacional y ponemos a su disposición nuestros modestos esfuerzos y redes de organización y resistencia.

La dolorosa historia de nuestro pueblo que durante décadas ha luchado incansablemente por lograr su libertad, un pueblo que se ha atrevido a soñar en colectivo, a desafiar a los poderosos, es también la historia de un pueblo que ha sido traicionado, vendido, despojado y masacrado. La historia de Nicaragua no es distinta a la de muchos países de nuestra América y por eso mismo es que llegamos hasta San Cristóbal de las Casas, a aprender de nuestros hermanos porque estamos demasiado cerca como para no visitarnos y porque su dolor es también nuestro dolor, han pasado tantos años y es como si nada hubiera cambiado. Los poderosos ahora son más y más fuertes, ahora dicen que representan al pueblo, pero no han dejado de matar, de saquear, de desplazar, de vender nuestra vida y nuestros sueños al gran capital, no han dejado de engañarnos porque una vez arriba se transforman en aquello que pensamos había terminado hace ya tantos años.

Mientras los poderosos arman sus estrategias para exterminarnos, del otro lado, donde está la vida se teje la resistencia. Hace 5 años los campesinos en Nicaragua se organizaron para defender sus territorios debido a una faraónica concesión canalera, que le entregaba el país a un empresario chino cuya misión era partir nuestra tierra por la mitad, contaminar nuestro lago, acabar con la vida. Desde hace más de 5 años los campesinos y los pueblos indígenas y afrodescendientes saben que el idioma del estado, de los de arriba, es el idioma de las balas. Y en la ciudad soñaban con ser prósperos, con ver edificios levantarse algún día, pensaban que quizás mientras la muerte se mantuviera lejos de la ciudad todo estaría en orden; pero el idioma de las balas también llegó a la cuidad, y vimos morir muchachos muy jóvenes, de esos que apenas están entrando a la universidad y desde entonces ya las balas no han cesado en los barrios, en las calles, en la ciudad, en las comunidades, en el campo, en la selva.

Los nuevos poderosos de Nicaragua, los de arriba, los que traicionaron al pueblo y a los principios por los que luchamos o por los que lucharon nuestros padres y nuestros abuelos, ahora gobiernan para ellos mismos de la mano con los otros poderosos, los de siempre, la vieja oligarquía y el gran capital. Con sus fuerzas estatales y paramilitares han asesinado desde el 18 de abril de este año a más de 450 personas ¿A quién exigirán justicia esas madres si quienes son los encargados de impartirla también son los asesinos? Hasta la fecha llevamos más de 2,000 heridos. Más de 27,000 hermanas y hermanos nicaragüenses ahora solicitan asilo en el país vecino de Costa Rica, cientos de campesinos, de jóvenes, de madres junto a sus hijos tuvieron que huir y ahora duermen en refugio recordando la vida que dejaron ¿Quién les regresará los sueños a tantos desplazados por la violencia si los encargados de velar por su bienestar son quienes los expulsan con el lenguaje de las balas? Y al igual que ellos, cientos de hermanas y hermanos huyen hacia el norte con el sueño de llegar a Estados Unidos o se quedaron en México esperando que en su tierra suceda un milagro que les permita regresar.

Mientras doña Francisca Ramírez, una mujer campesina que ha luchado incansablemente por el derecho a la vida y la tierra de cientos de familias, hablaba sobre lo que sucedía en nuestro país en la Asamblea del CNI, en ese mismo momento 38 hermanas y hermanos que ejercían su derecho a la protesta fueron violenta y arbitrariamente arrestados. Nuestro país tan pequeño y herido lleva hasta la fecha más de 400 presas y presos políticos que duermen en las cárceles que alguna vez Somoza utilizó para torturar a aquellos viejos guerrilleros sandinistas: “El Chipote”

Como ven, su lucha también es la nuestra, una lucha por la vida, por la autonomía y por la libertad. Ahora desde el exilio, desde las cárceles, desde el dolor, entendemos que mientras tengamos vida no dejaremos de luchar, de organizarnos, de construir comunidad donde quiera que estemos y a donde quiera que vayamos. Poder estar con ustedes en San Cristobal, escuchar su tragedia y su rabia, pero también ver su entereza y su trabajo por la construcción de un mundo distinto, nos ha llenado de esperanzas.

Las muestras de solidaridad que recibimos en la Segunda Asamblea entre el CIG y los pueblos que integran el CNI, nos llenan de esperanza y fuerza para luchar por una Nicaragua distinta donde podamos vivir en libertad y donde exista la justicia y la democracia. Hoy más que nunca creemos que “Un mundo distinto es posible” donde “El pueblo manda y el gobierno obedece” es por esto que esperamos de ustedes un abrazo solidario hacia nuestro pueblo tan herido pero también rebelde, como el suyo, como tantos pueblos de nuestra América. Un régimen opresor y asesino como el de los Ortega-Murillo no puede repetirse nunca más.

Nunca más un México sin ustedes.
Nunca más una Nicaragua sin nosotras y nosotros.
Desde abajo y al lado del corazón.
Solo el pueblo salva al pueblo

Articulación de Movimientos Sociales y OSC de Nicaragua.
Movimiento Campesino de Nicaragua y Consejo de la Tierra, el Lago y la Soberanía
Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia